HEIDEGGER; ESCRITOS POLÍTICOS
INTRODUCCIÓN
Ver
Heidegger “el último cerebro de la era agraria”; Una aproximación desde Sloterdijk
Introducción
1.-
En
estos discurso puede estar la clave “teórica” del compromiso de Martín
Heidegger con el III Reich, compromiso político-académico que le hace
prestarle su voz al Nacionalsocialismo como único proyecto cultural para
el resurgimiento de Alemania.
El
III Reich como “obra de arte” tendrá en la alocución de Heidegger del
23 de noviembre de 1933 su aclaración política. “El arte sólo llega al
gran estilo cuando incluye totalmente la existencia del pueblo en la
marca típica de su esencia”. De esta forma, la constitución del Estado
aparecerá como una obra de arte.
Y
ante los estudiantes de Tubinga, el 30 de noviembre de 1933, Heidegger
describía el proceso de conquista de la nueva realidad, afirma
Safranski, “como si se tratara del nacimiento de una obra de arte”
porque quien “lucha” es como si estuviera “en el interior de una obra
que surge”. El artista-ciudadano del Reich se transforma en
“copropietario de la verdad del pueblo en su Estado”. De ahí el proyecto
heideggeriano sobre “el campamento de la ciencia” al servicio del
auténtico saber alemán; proyecto que se llevó a cabo durante los días 4
al 10 de octubre de 1933, al pie de la cabaña de Todtnauberg. De la Nota
de trabajo en la que estoy me parece seria y ajena a las críticas ad
hominem; me importa el caso Heidegger por el problema filosófico que
conlleva. Y voy entendiendo que este filo de la navaja en donde aparecen
como inextricables cultura y barbarie, hermenéutica y violencia, tiene
en la esteticización del pensamiento una clave importante para entender
ciertas analogías entre el renovador estilo cultural del nazismo y la
experiencia artística de la política que hay en Heidegger en tanto, para
definirla con Richard Wolin, “política del Ser”.
2.-Llamamiento internacional por la apertura de los Archivos Heidegger
Heidegger
Wars, un introducción: Parafraseando a Nietzsche, podría perfectamente
decirse que, desde diversos puntos de vista, Martin Heidegger ha sido,
desde 1933, un campo de batalla más que un filósofo. La controversia
sobre su relación con el NSDAP, el partido nacionalsocialista, y su
admiración fanática por Adolf Hitler, aunque parezca reciente, es de
vieja data: ya Herbert Marcuse, su antiguo asistente, en una fecha tan
temprana como junio de 1934, en las páginas de la revista del “Institüt
für Sozialforschung”, el Zentralorgan de la Escuela de Frankfurt, había
escrito un punzante ensayo donde la ontología existencial de Heidegger
se ubicaba naturalmente en la corriente antiliberal de la nueva derecha
alemana. En Italia un consternado Benedetto Croce, que resistía
dignamente al fascismo de Mussolini, en septiembre de 1933 concluía
consternado: “…Finalmente, he leído por completo el discurso de asunción
al rectorado de Heidegger, que es necio y al vez servil. No me admira
el éxito que su filosofar tendrá durante un tiempo: lo vacío y lo
general siempre tiene éxito, pero no produce nada. Creo que en la
política no podrá tener ningún efecto; pero deshonra a la filosofía, y
eso es una lástima también para la política, por lo menos, para la
futura…”. En Francia ya en 1933 el filósofo personnaliste Arnaud Dandieu
había notado la afinidad esencial entre el nacionalsocialismo y el
pensamiento de Heidegger en la “Revue d’Allemagne”; Paul Nizan arremetía
contra el fino pornógrafo André Malraux por su filosofía oculta
reaccionaria en su novela “La Condition Humaine” (1933), Prix Goncourt,
derivada ingenua y acríticamente de “Ser y Tiempo”; en 1936 la “Nouvelle
Revue Theologique” publicaba una recensión con la firma de Henri
Thielemons en la cual se exponía los elementos comunes entre la
filosofía de Heidegger y la “métaphysique du Nazisme”; en 1938 el
filósofo Jean Wahl, que luego en su condición de judío pasaría por los
campos de la muerte, abría su course de filosofía expresando su
indignación por la función pública de Heidegger en el IIIº Reich y su
uso de la jerga existencial para imponer el “FührerPrinzip”. Georges
Bataille, en un libro inconcluso, llamaba directamente por primera vez a
Heidegger philosophe du fascism.
Habría
que esperar la finalización de la Segunda Guerra Mundial, fines de
1944, gracias al trabajo de difusión paradójico de uno de los epígonos
de Husserl y Heidegger en Francia, Jean Paul Sartre, quien en su revista
“Les Temps Modernes”, re-lanzó el “Fall-Heidegger” y un poco más tarde,
entre 1946 y 1947, publicó el seminal ensayo de Karl Löwith (otro
antiguo discípulo), escrito en 1939, “Les implications politiques de la
Philosophie de l’Existence chez Heidegger”, en el número 14 del mes de
noviembre. Como respuesta, en el número de julio de 1947, le intentaron
responder a Löwith, en lo que podría considerarse la primera defensa en
regla de los heideggeriannes, dos filósofos, el belga A. de Waelhens,
traductor del último Husserl y de Heidegger, y el franco-alemán Eric
Weil, un antiguo alumno de Cassirer.
Un
segundo momento se inició en 1953, con motivo de la re-edición de las
lecciones de 1935: Einführung des Metaphysik, en las cuales las
referencias originales a la verdad interna y grandeza del movimiento
nacionalsocialista (“…inneren Warheit und Grosse das NS…”) fueron
grotescamente intertextualizadas, por el mismo Heidegger, con paréntesis
y aclaraciones justificatorias; en el escándalo posterior intervino con
perplejidad y asombro un desconocido y joven doctorando en filosofía,
Jürgen Habermas. Por primera vez, desde la “èpuration” de 1945,
Heidegger se ve obligado a aparecer en público, contestando con una
carta al diario Die Zeit, año 18, #39, del 24 de septiembre de 1953,
titulada: Wie liest man 1953 Sätze von 1935?, las acusaciones de haber
tergiversado la edición original de 1935.
La
tercera estación se desató después de la publicación de una sucesión de
libros que, poco a poco, profundizaban, tanto analítica como
filológicamente, en la relación Heidegger-NS-Staat; en orden de
aparición salieron a la luz: el injustamente olvidado libro documental
de Guido Schneeberger (1962); un poco después, casi simultáneamente, el
clásico ensayo de Theodor Adorno (1964) sobre la jerga de la
autenticidad y el de A. Schwan (1965). El impacto sobre la opinión
pública en Alemania fue de tal magnitud, superando incluso al escándalo
de 1953, que obligó a Heidegger a romper su obligado ostracismo y
otorgar a la revista “Der Spiegel” una larga y famosa entrevista
meticulosamente planificada en 1966. Simultáneamente, en la revista
parisina “Critique”, durante 1966 y 1967, se pone en práctica la primera
defensa en línea de los heideggerianos franceses, encabezados por
François Fédier, la mano derecha y discípulo del polémico antisemita,
l’ambassadeur de Heidegger en France Jean Beaufret, donde se ataca
histéricamente y en bloque, a los libros de Schneeberger, Adorno, Schwan
e incluso un libro poco conocido, y nunca traducido al francés, de P.
Hühnerfeld, In Sachen Heidegger. Versuch über deutsche Genie, editado en
1959. Al artículo de Fédier le contestaron, en el número de julio de
1967, Robert Minder, Jean Pierre Faye y Aimé Patri. Luego el debate
sobre el “Fall-Heidegger” poco a poco decae, entra en un período de
latencia y dormita casi una década, tanto en Alemania como en Francia.
La
cuarta fase de la controversia la inauguran una serie de
investigaciones que se inician con las sucesivas y decisivas pesquisas
debidas al historiador friburgués Hugo Ott en 1983, el conocido libro de
Victor Farías de 1987 y lo cierra las biografías menores del
historiador revisionista Ernst Nolte en 1993 y Rüdiger Safranski en
1994. Hay que reconocer que fue gracias al “pathbreaking” del libro de
Farías, que incorporó e hizo masivas las revelaciones terminantes de Ott
que hasta ese momento solo habían aparecido publicadas en revistas
institucionales y boletines locales de Freiburg, inaccesibles para el
lector profano. Sería por medio de su trabajo archivista incansable que,
por primera vez desde 1945, en el “Fall-Heidegger”, la cantidad de
hechos, datos e informaciones se trastocarían en calidad. Este hecho dio
como resultado que el carácter de la dedicación y el compromiso
político total de Heidegger con el NSDAP primero, y con el NS-Staat
después, se transformará en un hecho incontrastable, indiscutible y
premisa de cualquier debate serio sobre el caso. La incompleta fuente de
datos sobre el período 1930-1945 en la vida de Heidegger, muchas veces
planificada, había permitido, antes del “corte epistemológico” de Ott en
1983, tanto a la hagiografía heideggeriana como al mismo Heidegger,
salvar decorosamente la ropa sucia de su reputación profesional y
clausurar todo intento de interconectar su filosofía con la política
nacionalsocialista durante casi 30 años. La defensa del Meister sólo
repetía, con variaciones personales, las muletillas, las deformaciones y
las pequeñas omisiones del canon establecido por Heidegger en el
interview de la revista “Der Spiegel”. Se podría decir, sin exagerar,
que es a partir de Ott, y gracias su divulgación masiva vía Farías, que
en el debate sobre el compromiso y la profundidad de la relación entre
Heidegger y el NSDAP, se ha abierto paso la más importante cuestión
filosófica: de cómo y de cuánto está implicada la ontología
heideggeriana en la decisión política resuelta por el
nacionalsocialismo. ¿Se puede extender este apoyo incondicional al
NS-Staat, como acto filosófico, hasta el pensamiento primigenio de
Heidegger, incluyendo su magnum opus trunca “Sein und Zeit”?.
La
quinta y ¿última? batalla de la guerra ya ha comenzado. En 2005,
Emmanuel Faye (el hijo del filósofo Jean-Pierre Faye, gran investigador
de la ideología totalitaria) publica “Heidegger, l’introduction du
nazisme dans la philosophie” (la introducción del nazismo en la
filosofía). El libro cita textos desconocidos de Heidegger de los años
veinte y se dedica a demostrar los vínculos del filósofo con pensadores
racistas que soportaron después el nazismo como Ludwig Clauss, Erich
Rothacker, Eugen Fischer o Alfred Baeumler. El libro hace hincapié en
los seminarios del invierno 1933-34: Heidegger, como rector, utiliza sus
conceptos filosóficos (entre otros, la diferencia entre el ser y el
siendo) para analizar la relación entre el Führer y el pueblo alemán.
Casi al filo de su salida a ventas el núcleo duro del heideggerianisme,
encabezado por su figura más polémica François Fédier, decidió salir
nuevamente en defensa del mítico Heidegger resistente al nazismo con una
obra colectiva. Pero algo extraño sucedió. Los diarios Le Monde y Le
Figaro están de acuerdo: Gallimard acaba de renunciar a publicar un
libro sobre Heidegger después de mandar pruebas a varios periodistas y
profesores. “Heidegger à plus forte raison”, proyectado libro colectivo
editado por Fédier, llegó a tener reseñas en revistas de filosofía antes
del verano. Ahora, Gallimard se llama al silencio y no responde a la
prensa después de anunciar a Fédier la cancelación de la publicación.
Pero se conoce muy bien el contexto de la génesis de la obra detenida
antes de su llegada a las librerías. Es para responder a esta visión de
la obra de Heidegger como un capítulo de la historia de la ideología
nazi que se formó un Einsatzgruppen de diez personas alrededor de
Fédier. Querían (la enésima vez) la tarea mitológica de “limpiar” al
filósofo alemán de sus acusaciones, al explicar que sus compromisos
imprescindibles para sobrevivir en su oficio no quitaron nada de rigor y
amor al saber a su pensamiento. Según rumores, el libro fallido ponía
en duda la calidad de las traducciones de Faye del alemán al francés. Es
una acusación clásica de los debates sobre el nazismo de Heidegger
(como el decir que los que lo relacionan con el nacionalsocialismo nunca
lo han leído) pero es también una posibilidad de demanda judicial. Y,
en especial en Europa, una posibilidad, indirecta, de otra demanda por
“Négationnisme” (palabra francesa que designa el hecho de negar la
existencia de la exterminación de los judíos por los nazis, un delito
castigado por ley).
El
texto que presentamos es una campaña internacional que busca la
apertura democrática y sin filtros de los archivos de Heidegger. Se basa
en una apelación lanzada originalmente en “Le Monde” el 5 de enero de
2006. Hemos traducido el documento completo, eliminando los pasajes
específicos que se refieren al sistema educativo francés. La apelación
se encuentra en el sitio web de la nueva revista alemana de filosofía
on-line “Theologie.Geschichte” de la universidad de Saarbrück. (Nicolas
González Varela).
Apelación por la abertura de los Archivos Heidegger
Los
llamados “Archivos Heidegger” se encuentran cerrados hasta el año 2026,
a gran parte de los investigadores, ya que su hijo y albacea Hermann
sólo concede autorización a aquellos que demuestren ser suficientemente
confiables. Fue de esta manera que prohibieron el acceso a los archivos a
Víctor Farías, autor en 1987 de un libro pionero sobre la relación
entre Heidegger y el nazismo. Por lo tanto, la verdad sólo aparece muy
lentamente. Ha sido necesario, por ejemplo, que hubiéramos reprochado a
sus hijos el haber ocultado que Heidegger había votado por el partido
nazi desde el año 1932 para que lo reconocieran públicamente mucho más
tarde en una carta enviada al Frankfurter Allgemeine Zeitung el 15 de
noviembre de 2005.
Nuevos
elementos, sin embargo, son aportados por una antología de cartas con
su esposa Elfride Petri. Esas cartas son abrumadoras. Se descubre en
efecto la radicalidad del antisemitismo y del racismo que habita en
Heidegger a partir de la década de 1910. He aquí lo que dice el 18 de
octubre de 1916, en plena guerra, a la entonces su novia: “El
‘enjudiamiento’ de nuestra cultura y de las universidades es en efecto
espantoso y pienso que la Raza alemana debería encontrar suficientemente
una fuerza interior para llegar a la cumbre” („Die Verjudung unsrer
Kultur u. Universitäten ist allerdings schreckerregend u. ich meine die
deutsche Rasse sollte noch soviel innere Kraft aufbringen um in die Höhe
zu kommen.“ „Mein liebes Seelchen !“ Briefe Martin Heideggers an seine
Frau Elfride 1915-1970, hg. von Gertrude Heidegger, Munich, 2005, p.51).
Para que la Rasse alemana llegue a la cumbre necesita un Líder, un
Caudillo (Führer). A este respecto, muy pronto, Heidegger decidió tomar
partido: en su carta del 17 de octubre de 1918, deplora “la pérdida
completa de objetivo y el vacío” en “la vida y la constitución del
Estado” alemán y concluye: “yo reconozco cada vez de manera más urgente
la necesidad de un Caudillo (Führer)”.
Por
otra parte la leyenda de un Heidegger apolítico es barrida por las
pruebas presentadas en esta correspondencia. En una carta del 2 de
octubre de 1930, comentando un juicio a tres oficiales del Reichswehr
(el ejército de la República de Weimar) acusados de alta traición por
formar una célula nazi, Heidegger le confiesa a Elfride que posee ya el
último ejemplar del diario nazi oficial, el “Völkischer Beobachter,
Diario de combate del Movimiento Nacionalsocialista de la Gran Alemania”
y que se alegra que “el proceso de Leipzig parece que finalmente caerá
sobre los famosos acusadores”. Es pues de un diario nazi de propaganda
en el cual Heidegger confía para informarse de la actualidad política y
comentarla. Si Heidegger critica, coincidiendo con el incondicional
filósofo nazi Alfred Baeumler al que menciona en muchas cartas de este
período, el nivel cultural de los nacionalsocialistas y su prensa, no es
obstáculo para que destaque que “el Movimiento tiene su misión” (carta
del 18 de julio de 1932).
El
antisemitismo profundo de Heidegger se puede ver también en sus
reflexiones sobre Karl Jaspers y sobre el afecto profundo que siente
éste por su mujer, una judía. “Me enfurece ver cómo puede este hombre,
puramente alemán, con el instinto más auténtico y que percibe la más
alta exigencia de nuestro Destino […] seguir vinculado a su mujer”. “Es
en su relación original con los Griegos”, prosigue a Heidegger, “que la
metafísica del Dasein alemán podrá convertirse en activa”, y “Jaspers
piensa demasiado indudablemente en función de la humanidad” (carta del
19 de marzo de 1933). En resumidas cuentas, Heidegger querría que el
Dasein alemán renunciara a todo pensamiento sobre la humanidad como tal y
eliminara todo vínculo con los judíos, para estar vinculado
exclusivamente a una Grecia mythifiée.
También
se revelan en qué términos Heidegger realiza comentarios sobre la
Segunda Guerra Mundial: el 18 de mayo de 1940, en el mismo momento que
las tropas panzer del IIIº Reich se despliegan sobre Holanda, Bélgica y
Francia, Heidegger se congratula de que los alemanes conciban “la
soberanía total de la Técnica” de manera muy diferente que en 1917, y no
duda en hablar de la “legalidad interior de la tecnificación
incondicionada de la guerra” ¡Distamos mucho de sus discursos después de
1945 sobre el carácter errante de la Técnica planetaria asimilada al
nihilismo!
Ahora
bien las observaciones antisemitas y racistas de Heidegger tienen
asimismo repercusión en la misma obra. Las fórmulas de 1916 citadas más
arriba sobre el “enjudiamiento” (Verjudung) y sobre la raza alemana
constituyen, en efecto, el esbozo de un programa de dominación racial
que expondrá una quincena de años más tarde en sus cursos de filosofía,
mientras Hitler se mantiene en el poder. Habla entonces de “explotar con
profundidad las posibilidades fundamentales de la Esencia de las raíces
originalmente germánicas y conducirlas hasta la dominación”
(Gesamtausgabe, t.36/37, p.89). Mientras tanto se dedicó en su curso del
semestre de verano 1927 a destruir el concepto de género humano,
proponiendo traducir el genos griego por las palabras “raza, linaje” y
hablando en adelante con el plural “orígenes”. El mismo año afirma en
“Ser y Tiempo” que el Dasein auténtico debe ser entendido como Comunidad
(Gemeinschaft), como Pueblo, y que éste debe elegir él mismo “a su
Héroe” con el fin de “volverse libre para la continuación del combate”. Y
a partir del invierno 1929-30, en el curso titulado los “Conceptos
fundamentales de la Metafísica”, donde desafía a lo que nombra como “el
embrollo político” de la Alemania de Weimar y llama a “ser duros”,
abandona la cuestión “¿Qué es el hombre?” por la de “¿Quiénes somos
Nosotros?”. En 1933-34, precisa en sus cursos que el “Nosotros” sólo
designa al pueblo alemán, sólo él puede tener aún un “Destino”. También
en dicha fecha aclara en un seminario que lo que designa como “Salud del
Pueblo”, se refiere a “la unidad de Sangre y Origen” y a la “Raza”.
Si
nos referimos al conjunto de los textos citados más arriba, es
extremadamente preocupante ver que tanto “Ser y Tiempo” como los dos
cursos de los años 1927 y 1929-30, han sido incluidos por primera vez en
el programa de la Agrégation en filosofía en Francia. ¿Era necesario
endilgar a la Universidad francesa tal carga? ¿El pensamiento no
necesita hoy otro tipo de fundamentos?
Se
desearía al menos que esta situación propiciara una reconsideración a
fondo de los escritos de Heidegger. Ahora bien, para que se haga la luz
sobre sus intenciones profundas y sobre su implicación en el nazismo,
resulta indispensable que todos los investigadores tengan acceso al
conjunto de los archivos de los intelectuales más comprometidos con el
hitlérisme, para comenzar por los archivos Heidegger de Marbach y los
archivos Baeumler de Munich. Se sabe, en efecto, por una carta a
Elfride, que Baeumler continua manteniendo intercambio epistolar con
Heidegger en 1943, el mismo año en el cual aparece su elogio de Alfred
Rosenberg. Sin embargo, la carta a Baeumler no se hace pública. El
Presidente de la República Francesa ha mostrado el ejemplo
desclasificando, en 1988, el expediente Heidegger conservado en los
archivos del Quai d’Orsay. Esta es la razón por la cual lanzamos una
llamada solemne a los responsables, tanto alemanes como europeos, para
que el derecho a la verdad histórica y filosófica esté por fin
garantizado y que, sesenta años después del final del régimen nazi,
estos archivos estén abiertos a todos los investigadores.
3. Precisiones y atenuantes; La defensa filosófica del pensamiento de Heidegger.
El
desprecio por las posiciones políticas de Martin Heidegger no puede ser
sino necesaria y está fuera de toda duda. Pero el intento de cubrir de
fango nacionalsocialista Sein und Zeit (y con ello me refiero también al
propio Heidegger en el tristemente famoso discurso del rectorado, y a
otros pensadores, se llamen como se llamen), en un acto descaradamente
revisionista y simplificador, y que por cierto oculta la sonrojante
incapacidad de enfrentarse al texto en su ámbito originario, esto es, en
su ámbito radicalmente filosófico, es igualmente deleznable. Heidegger
ya había comprendido la Sexta Investigación Lógica de Husserl, crucial
en Sein und Zeit, probablemente antes de 1915; la terminología
ontológica que define el giro hermeneútico de su fenomenología comienza a
estar formulada en 1922; la conferencia Der Begriff der Zeit (1924) es
la primera avanzadilla de Sein und Zeit. La segunda, Prolegomena…, de
1925. Ese mismo año Hitler es encarcelado. Para cuando Mein Kampf tenga
eco social, pienso, Sein und Zeit ya habrá sido redactada. De todas
formas, las fechas carecen de interés cuando uno lee Sein und Zeit: la
propia obra es el más poderoso argumento que rebate la supuesta
orientación nazi de la ontología fundamental. Siempre que uno se acerque
a ella con un mínimo de honradez intelectual, claro. No vale ver en el
“ser-total” del Dasein, por ejemplo, una metáfora de la “Gran Alemania”.
La ontología es totalizadora per se (desde Aristóteles), precisamente
porque es ciencia de (todo) “lo que es”.
Leonardo Said.
Co-editor de Zoología Política.
HEIDEGGER; ESCRITOS POLÍTICOS
Llamada a los estudiantes
Publicado en el Periódico de los estudiantes de Friburgo, el
viernes 3 de noviembre 1933.1
¡Estudiantes alemanes!
La revolución del nacionalsocialismo lleva a un trastorno completo de nuestra existencia como alemanes2.
Tenéis
que acordaros, en lo que está aconteciendo, de ser y permanecer siendo
siempre los que van adelante, los que siempre están preparados; los que
siempre son tenaces y los que nunca cesan de crecer.
Vuestra voluntad de saber busca experimentar lo que es esencial, simple y grande.
Se les hace tarde para afrontar tanto lo que está sujeto a lo inmediato como a lo que compromete a largo plazo.
Sean afirmativos y verdaderos en lo que exigen.
Permanezcan lúcidos y firmes cuando rechacen.
No
perviertan el saber que han obtenido en vana posesión personal.
Guárdenlo como posesión primera del hombre que dirige en cada oficio
popular del Estado Ya no pueden permanecer como simples “oyentes”.
Háganse un deber de participar, por el saber y la acción en común, en la
obra de lo que será en un futuro la Escuela Superior en donde se
formará el espíritu alemán. Cada uno tiene que empezar por poner a
prueba y justificar cada don natural y cada ventaja social. Esto se
lleva a cabo gracias al poder con el que se compromete la lucha del
pueblo entero a través de uno mismo.
Que
día a día y hora a hora se consolide la fidelidad de la voluntad de
obedecer. Que crezca sin cesar el valor de sacrificarse para salvar lo
esencial y hacer brotar la fuerza más intima de nuestro pueblo en su
Estado.
Que ni los dogmas, ni las “ideas”, sean las reglas de vuestro ser3.
El Fürher mismo, y sólo él, es
la realidad alemana de hoy y del futuro, así como su ley. Aprendan
profundamente que siempre cada cosa exige decisión y cada acto
responsabilidad.
¡Heil Hitler!
Llamada a los alemanes.
Publicado en el Periódico de los estudiantes de Friburgo
el viernes 10 de noviembre de 19334.
¡Alemanes, alemanas!
El pueblo alemán ha sido llamado por el Führer para votar. Pero el Führer no solicita nada del pueblo. Él otorga, más bien, la posibilidad más directa de la decisión libre y suprema: ¿el pueblo entero quiere o no su propia existencia?5
Este
voto no puede ser comparado con ninguno de los otros escrutinios que
han tenido lugar hasta la fecha. La singularidad de este voto proviene
de la simple grandeza de la decisión que se trata de tomar. Pero el
carácter inexorable de lo simple y último no permite ni que oscilemos,
ni que titubeemos. Esta decisión última lleva lejos, e incluso pone en
juego nuestro pueblo en la frontera misma de su existencia, que es la de
preservar y salvaguardar su propio ser. Por ahí se erige una barrera
entre lo que puede ser exigido al pueblo y lo que no. En el nombre de
esta ley fundamental del honor, el pueblo salvaguarda la dignidad y la
determinación de su ser.
No
es la ambición, la pasión de la gloria, la voluntad ciega por querer
singularizarse, no el apetito de poder, sino únicamente la voluntad
lúcida de ser uno mismo sin restricción en la carga de su
responsabilidad y el dominio del destino de nuestro pueblo, lo que ha
incitado al Führer a salir de la “Sociedad de las Naciones”.
Eso no
significa darle la espalda a la comunidad de los pueblos. Al contrario,
nuestro pueblo, a través de este paso, se coloca bajo la autoridad de
esta ley esencial para toda existencia humana, a la cual todo pueblo debe primero obediencia si quiere seguir siendo un pueblo6.
Es
a partir de esta obediencia, idénticamente orientada hacia la exigencia
absoluta de asumir sus responsabilidades, como surge únicamente la
posibilidad de tomarse mutuamente en serio, a fin, precisamente por eso,
de declararse a favor de una comunidad.
Querer
una verdadera comunidad de los pueblos, es algo que se distingue tanto
de una fraternización universal inconsistente, y que no compromete a
nada, como de una ciega dominación tiránica. Esta voluntad obra por
encima de esta oposición. Engendra la apertura y la valentía, en el seno
de las cuales, pueblos y Estados pueden sostenerse tanto respecto de sí
mismos como los unos de los otros.
La
elección que el pueblo alemán debe ahora hacer, sólo como
acontecimiento, -e independientemente del resultado- es ya lo que
confirma aún más fuertemente la nueva realidad alemana, la del
socialismo nacional y su Estado.
Nuestra
voluntad de ser popularmente responsables de nosotros mismos, esta
voluntad quiere que cada pueblo encuentre y salvaguarde la grandeza y la
verdad de su destino. Esta voluntad es la garantía suprema de la
seguridad de los pueblos; pues ella misma se une con la ley fundamental
del respeto de hombre a hombre y del honor sin condiciones.
El 12 de noviembre, el pueblo alemán entero va a escoger su futuro. Este futuro está ligado al Führer.
El pueblo no puede elegir el futuro únicamente sobre la base de lo que
se llama consideraciones de política exterior, deposite en la urna una
papeleta inscrita con un “sí”, sin incluir en este “sí” al Führer
y al movimiento que son uno solo, incondicionalmente con él. No está de
un lado la política exterior y del otro la política interna. Hay una
única voluntad, la que quiere la existencia plena y total del Estado.
Esta voluntad, llegó con el Führer al despertar a su pueblo entero, y es la que él ha fundido en una única decisión.
¡Nadie puede abstenerse el día en el que se debe declarar esta voluntad!
Discurso pronunciado en Leipzig.
Sábado 11 de noviembre 19337.
¡Profesores alemanes y camaradas!
¡Compatriotas alemanes y alemanas!
Al
pueblo alemán lo llama el Führer para votar: pero el Führer no solicita
nada del pueblo, da más bien al pueblo la posibilidad la más directa de
la decisión libre y suprema: ¿el pueblo entero quiere su propia
existencia, si o no?
El pueblo va a elegir mañana nada menos que su porvenir.
Este
voto no puede ser comparado en nada con otros escrutinios que se han
llevado a cabo hasta la fecha. La singularidad de este voto se debe a la
grandeza de la decisión que se trata de tomar. Pero el carácter
inexorable de lo simple y de lo definitivo no acepta que se vacile. Esta
decisión definitiva va muy lejos, hasta el punto de poner a nuestro
pueblo en el límite (Grenze) mismo de su propia existencia. ¿Y en qué
consiste este límite? Consiste en la exigencia primera de todo ser
(Seins), la de guardar y salvaguardar su propia esencia (sein eigenes
Wesen). Por eso mismo se erige un límite ente lo que sí puede ser
requerido de un pueblo y lo que no. En el nombre de esta ley fundamental
del honor, el pueblo salvaguarda la dignidad y la determinación de su
manera de vivir. La voluntad de responsabilizase, sin embargo, no es
solamente la ley fundamental de la existencia de nuestro pueblo; es, a
la vez, el acontecimiento fundamental en el cual toma toda su realidad
el Estado del nacionalsocialismo. Esta voluntad de responsabilizarse
conlleva que el trabajo destinado a cada categoría social, arriba o
debajo de la escala, accede con una necesidad igual al lugar y al rango
(Rang) que es el suyo. El trabajo de las diversas categorías sociales
lleva y reafirma la estructura en la cual vive el Estado; por el
trabajo, el pueblo reconquista su autoctonismo atrasado (seine
Bodenständigkeit zurück8);
el trabajo transforma este Estado, como realidad del pueblo, en el seno
del campo de acción de todos los poderes esenciales del ser de los
hombres.
No
es la ambición, la pasión de la gloria, la voluntad ciega por querer
singularizarse, no el apetito de poder, sino únicamente la voluntad
lúcida de ser uno mismo con absoluta responsabilidad en la toma en
cuenta y en el dominio del destino de nuestro pueblo, que ha incitado al
Führer a salir de la “Sociedad de las Naciones”9. Eso no
significa darle la espalda a la comunidad de los pueblos. Al contrario,
nuestro pueblo, gracias a este paso, se coloca bajo la autoridad de
esta ley esencial para toda existencia humana, a la cual todo pueblo debe primero obediencia si quiere seguir siendo un pueblo10.
Es
a partir de esta obediencia, idénticamente orientada hacia la exigencia
absoluta de asumir sus propias responsabilidades, como únicamente surge
la posibilidad de tomarse recíprocamente en serio con el fin, por eso
mismo, de declararse a favor de una comunidad. Desear una verdadera
comunidad de los pueblos es algo que se distingue tanto de una
fraternización universal inconsistente, y que no compromete a nada, como
de una ciega dominación tiránica. Esta voluntad obra por encima de esta
oposición. Engendra la apertura y la valentía, en el seno de las
cuales, pueblos y Estados pueden sostenerse tanto por sí mismos como los
unos respecto de los otros.
¿Qué
ocurre, entonces, con tal querer? ¿Será volver a la barbarie? ¡No! ¡Es
darle la espalda a la práctica de las negociaciones vacías y de los
asuntos de sobornos, recurriendo a la única y gran exigencia de actuar
con toda responsabilidad! ¿Conllevará eso desencadenar la ausencia de
leyes? ¡No! Es profesar lúcidamente la inviolable independencia de todo
pueblo. ¿Es renegar del espíritu de creación de un pueblo de tradición
espiritual y hacer pedazos su herencia histórica? ¡No! Es la ruptura que
marca la nueva marcha de una juventud que ha conocido un barniz de
ilustración y reencuentra ahora las raíces de donde ella va a sacar su
crecimiento. Aspirando al Estado, la voluntad de esta juventud va a
volver a este pueblo duro para él mismo y lleno de consideraciones
respecto a toda obra de buena ley.
¿De qué tipo de acontecimientos se trata entonces? El pueblo recupera la verdad de
su voluntad de existir (Daseinwillens); porque “verdad” no es otra cosa
que la plena manifestación (Offenbankeit) de lo que devuelve a un
pueblo seguro, claro y fuerte en su acción y su saber. De una tal verdad
surge la auténtica voluntad de saber. Y esta voluntad de saber
(Wissenwollenn) limita a lo que puede saberse (Wissensanspruch)11.
Es de ahí, finalmente, como son medidos los límites desde los que un
verdadero cuestionamiento (Fragen) y una verdadera investigación
(Forschen) deben establecer sus bases y hacer sus pruebas. Para
nosotros, es a partir de ahí por lo que la ciencia tiene su origen
(Ursprung). Está ligada y se trae de nuevo a la necesidad de una
existencia nacional étnica (völkischen Daseins) responsable de sí misma.
Por poco que haya pasado por esta necesidad, la ciencia es entonces la
pasión pedagógica de querer saber para volver sabio. Pero sabio, para
nosotros, significa: ser dueños de las cosas con toda lucidez y estar
dispuestos para actuar.
Nosotros
nos hemos liberado de la idolatría de un pensamiento sin suelo ni
fuerzas. Nosotros vemos el final de la filosofía que se puso a su
servicio12.
Nosotros aquí estamos seguros de esto: la lucidez tajante, la seguridad
experta de las obras de pensamiento elemental, sin ninguna complacencia
respecto de la búsqueda de la esencia del ser que está a punto de
regresar. El valor original en el debate con el ser, o bien crece a su
contacto o bien se rompe; este valor es el motivo más intimo del
cuestionamiento propio de una ciencia nacional étnica.13
Pues el valor invita a ir siempre hacia delante, rompe con lo que ha
tenido curso hasta ahora, arriesga lo inhabitual y lo imprevisible.
Preguntar, para nosotros, no es el juego gratuito de la curiosidad. No
es tampoco la terquedad obstinada en la duda a cualquier precio.
Preguntar significa para nosotros: exponerse a la sublimidad de las
cosas y de sus leyes; significa para nosotros: no cerrarse al pavor del
sobresalto frente a lo indomable, ni al desasosiego que nos embarga ante
la oscuridad. Es para poder cuestionar así por lo que preguntamos; y no
estamos al servicio de los que ya terminaron por cansarse, ni de los
necesitados de necesidad apacible junto a sus respuestas confortables.
Nosotros lo sabemos: el valor de caminar con nuestras preguntas al borde
de los abismos de la existencia, el no ceder jamás al vértigo de los
abismos de la existencia (Abgründe des Daseins), este valor ya es en sí
una respuesta más importante que cualquier información aportada por sistemas conceptuales artificialmente construidos.
Y así nosotros declaramos (bekennen14),
nosotros a quienes debe ser confiada en el futuro la protección de la
voluntad de saber de nuestro pueblo, declaramos: la revolución del
nacionalsocialismo no es simplemente la puesta en marcha por otro
partido de un poder ya existente en el Estado, partido que habría
crecido para este fin. Al contrario, esta revolución conduce al trastorno completo de nuestra existencia de Alemanes.
En lo sucesivo cada cosa exige decisión, y cada acto responsabilidad.
Nosotros estamos seguros de que la voluntad de ser responsables de sí
llega a ser la ley de la coexistencia de los pueblos, y que cada pueblo
podrá y cada pueblo deberá necesariamente ser capaz de enseñar a todos
los demás la riqueza y la fuerza de las grandes acciones y las grandes
obras del ser de los hombres.
La elección que el pueblo alemán tiene ahora que hacer, ya por el solo hecho de ser un acontecimiento
-y por completo independiente del resultado- es lo que ya atestigua más
fuertemente la nueva realidad alemana del Estado nacionalsocialista.
Nuestra voluntad de ser nacionalistas étnicamente15
responsables de nosotros mismos, esta voluntad quiere que cada pueblo
encuentre y salvaguarde la grandeza y la verdad de su destino. Esta
voluntad es la suprema garantía de la paz entre los pueblos, porque ella
misma se une a la ley fundamental del respeto de hombre a hombre y del
honor sin condiciones. El Führer ha llevado a esta voluntad a su pleno despertar en el pueblo entero; es ella a quien él ha fundido en una sola decisión. Nadie puede abstenerse el día en que deba declararse esta voluntad.
¡Viva Hitler!16
1 GA, 16, 184.
2 “Die nationalsozialistiche Revolution bringt die Völlige Unwälzung unseres deustchen Daseins”.
3 “Nicht Lehrsätze und >>Ideen<<>
Der Führer sebst und allein ist
die heutige und künftige deustcge Wirlichkeit und ihr Gesetz. Lernet
immer tiefer zu wissen: Von nun an fordert jedwedes Ding Entscheidung
und alles Tun Verantwortung”. Oc, 16, 188.
4 GA, 16, 188-189.
5 “Das deustche Volk ist vom Führer zur Wahlgerufen. Der Führer aber erbittet nichts vom Volk. Er gibt
vielmehr dem Volk die unmittelbare Möglickkeit der höhsten freien
Entschneidung: ob es -das ganze Volk- sein eigenes Dasein will oder ob
es dieses nicht will. Oc, 188.
6 Esta idea será ampliamente desarrollada en otro escrito: Para entenderse en comunidad acerca del fundamento
7 GA, 16, 190-193.
8 GA, 16, 190.
9 >>Liga der Nationen<<. Oc, 191.
10 Das ist nicht
Abkher von der Gemeinschaft der Völker, im Gegenteil: Unser Volk stellt
sich mit diesem Schritt unter jenes Wesengsgesetz menschlichen Seins,
dem jedes Volk zuvörderst Gefolgschaft leisten muB, will es noch ein
Volk sein.” Oc, 191.
La ley esencial para la existencia humana -como ya puede verse en Ser y tiempo,
parágrafos 72 a 77- es la misma unidad y cuidado (Sorge) de la
comunidad que hace ser auténticamente singular a un pueblo. De la forma
del “diálogo” entre un pueblo y otro, entre una verdadera comunidad y
otra, da detenida cuenta el escrito Para entenderse en comunidad acerca del fundamento.
Un posible diálogo entre Francia y Alemania. Véase más adelante, p. 50
ss. Pero lo que ahí se trasluce (y desarrolla a lo largo de todos estos
escritos) es la conjunción ontológico-existencial y política entre el
nacionalismo étnico (völkisch) y la “vuelta atrás” en busca de lo
“autóctono”. Por lo que la “ley esencial” de la existencia de un pueblo
está, para Heidegger, en el cuidado de la tierra y el cuidado de la
raza. Tal y como se corresponde con la Autoafirmación de la Universidad alemana: “Y el mundo espiritual
de un pueblo no es una superestructura cultural como tampoco un arsenal
de conocimientos y valores <>, sino que es el poder que más
profundamente conserva las fuerzas de su
raza y de su tierra, y que, como tal, más íntimamente excita y más
ampliamente conmueve su existencia” (GA, 16, 112; traducción de Ramón
Rodríguez. Tecnos, Madrid, 1989, p. 12-13).
11 Oc, 191.
12
Wir haben uns losgesagt von der Vergöntzung eines boden- und machtlosen
Denkens. Wir sehen das Ende der ihm dienstbaren Philosophie”. Oc, 192.
13 Der
ursprüngliche Mut, in der Auseinandersetzung mit dem Seienende an
diesem entweder zu wachsen oder zu zerbrechennen, ist der innerste
Beweggrund des Fragens einer völkischen Wissenschaft. Oc, 192.
14 Se trataba de una declaración pública.
15 Unser Wille zur völkischen Selbtverantwortung will, (…). Oc, 193. Es difícil la traducción; pero no se trata simplemente de una voluntad nacional, sino de su esencia étnica o völkisch.
16
Casi un mes después, Heidegger se dirige como Rector al Decano en carta
fechada el 13 de diciembre de 1933. Consta en el registro oficial con
el número 12333. Esta carta está estrechamente relacionada con la
conferencia de Leipzig y en este sentido: Heideger pide la ayuda
económica del Decano -10000 RM-para una suscripción con la finalidad de
llevar a cabo la publicación de la profesión de fe de los profesores al
nacionalsocialismo; libro que recogería, como así fue, las diversas
colaboraciones de los citados profesores en torno a la “manifestación de
la ciencia alemana”. En esta carta-petición Heidegger se refiere al
futuro documento con el término Denkschrift (GA, 16, 216).
Solicita, a su vez, que el dinero sea mandado a una cuenta del
Stadtbankkonto de Dresde, 69517, perteneciente a las siglas
>>NSLB-Sachsen, Schriften<<, es decir, Liga de profesores
nacionalsocialistas de Dresde. La carta tiene una coda interesantísima
que dice así: “Es bedarf Keines besonderen Hinweises, daB
Nichtarier auf dem Unterschrifftenblatt nicht erscheinen solle.” (GA,
16, 217). En la manifestación de la ciencia alemana no caben los “no
arios”. Por eso creemos que la traducción “nacionalista étnico” dado a
la palabra nazi völkisch es la correcta.
Martin Heidegger
Alocución a los trabajadores
Lunes 22 de enero 19341
¡Compatriotas alemanes! ¡Trabajadores alemanes!
Como
Rector de la Universidad, les deseo una bienvenida cordial en esta casa
de estudios. Que esta bienvenida sea, desde ahora, el principio de un
trabajo en común. Comenzamos enfrentándonos a lo que tiene de inaudito
el hecho de que ustedes, trabajadores del programa de emergencia de la
ciudad de Friburgo, se hayan reunido con nosotros en el más grande
anfiteatro de la Universidad.
¿Que significa esto?
Por
amplias medidas, de un género nuevo, para crear trabajo la ciudad de
Friburgo les ha permitido recobrar el trabajo y el pan. Se benefician de
este modo de una situación ventajosa respecto de los desempleados de la
ciudad. Pero esta ventaja conlleva, a la vez, una obligación. Su deber
es concebir esta creación de trabajo, y tomar en cuenta el trabajo que
se les ha dado, tal y como lo pide el Führer de
nuestro nuevo Estado (wie das der Führer unseres neuen Staates
verlangt). Crear trabajo, en efecto, no es solamente suprimir una
situación emergente externa, no es solamente alejar una falta interna de
valor, incluso de esperanza. Crear trabajo no es únicamente apartar lo
que oprime -es, a la vez y propiamente hablando, ser constructivo, y
levantar el nuevo futuro de nuestro pueblo.
La creación de trabajo tiene primero que otorgar a los compatriotas sin trabajo y sin ingresos la capacidad de existir2
en el seno del Estado y a la vista de él, y por eso mismo, a la vista
del pueblo entero. El compatriota que encontró trabajo debe hacer la
experiencia de que no está marginado, darse cuenta que tiene su lugar
dentro del ordenamiento global del pueblo y entender que todo servicio,
así como todo trabajo otorgado, tiene un valor que le es cada vez
propio, no solamente intercambiable conmutativamente por otros trabajos o
servicios. A partir de esta experiencia, no dejará, ante si mismo, de recobrar la justa dignidad y el justo equilibrio y, ante los otros compatriotas, recobrar su seguridad así como toda su determinación.
He aquí la meta: hacerse fuerte para existir enteramente como compatriota en el seno de la comunidad del pueblo alemán.
Pero para eso, es necesario:
saber qué lugar ocupa uno como miembro de este pueblo,
saber cómo este pueblo se articula y, dentro de esta articulación,
cómo se renueva,
saber lo que le pasa al pueblo alemán en este Estado del nacional-
socialismo,
saber en qué dura lucha esta nueva realidad fue conquistada y
engendrada,
saber a dónde ha conducido al ser humano la urbanización en
Alemania , y cómo él debe ser llevado de nuevo a habitar la tierra del
campo,
saber lo que implica el hecho de que 18 millones de alemanes
pertenezcan a este pueblo, pero no al Reich porque viven fuera de
Cada trabajador, en nuestro pueblo, debe saber por qué y para qué está ahí donde se mantiene. Es solamente gracias a este saber
vivo y siempre presente por lo que su vida va a poder enraizarse en el
todo que forma este pueblo, y dentro del destino de este pueblo. Por eso es tan importante dar este saber a los desempleados como el de darles un trabajo. Es su derecho y, también, su deber, exigir este saber así como hacer lo necesario para adquirirlo5.
Por
lo tanto, he aquí que tenemos jóvenes camaradas de la Universidad que
se muestran preparados para procurarles este saber. Heles aquí resueltos
a proporcionarles ayuda, a fin de que este saber, en ustedes, se avive,
se despliegue, se afirme -para ya no torcerse jamás. Están preparados
no en tanto “habiendo hecho estudios” y viniendo de la clase de la
“gente bien” –sino en tanto compatriotas que han tomado conciencia de su
deber.
Están
preparados no como “gente culta” frente a un estrato, llamémosle,
inclusive, un “estrato inferior” de personas incultas -sino como
camaradas. Están preparados para escuchar sus preguntas, sus
necesidades, sus dificultades y sus dudas, para examinarlos junto con
ustedes y, en un trabajo en común, a llevarlas a clarificarse,
esclarecerse y concretarse en una solución. ¿Qué significa, entonces, el
hecho de que ustedes estén aquí reunidos con nosotros en este
anfiteatro de la Universidad?
Este
hecho viene a ser la señal de que una voluntad nueva, una voluntad
común esta ahí, esta voluntad es la de crear un puente viviente entre el
trabajador manual y el trabajador intelectual. La voluntad de tender hoy día este puente ya no es una intención condenada
al fracaso. ¿Por qué? Porque, gracias al Estado del nacionalsocialismo,
nuestra realidad alemana se ha convertido en otra: por lo que, y en
consecuencia, todas las representaciones y todos los pensamientos que
han sido concebidos hasta hoy también deben ser diferentes.
Lo que atribuíamos hasta hoy a las palabras “saber” y “ciencia” tienen otro significado.
Lo que pensábamos con las palabras “trabajador” y “trabajo” toman otro significado.
“Ciencia”
no es lo que distrae a una clase privilegiada, la de los burgueses, los
cuales, inclusive, abusarían de esta posesión para utilizarla como
medio de lucha para la explotación del pueblo trabajador. Al contrario,
la ciencia no es otra cosa que el modo más riguroso, más responsable,
de este saber que el pueblo alemán entero debe exigir y encontrar para
existir en sentido propio en la historia y como Estado, si es que este
pueblo quiere todavía salvaguardar su duración y su grandeza y, en el
futuro, defenderlas. El saber de una ciencia de buena ley no se
distingue en absoluto en su esencia del
saber de los campesinos, del leñador, del albañil, del minero, del
obrero. Porque saber significa: no estar perdido en el mundo en el que
nos encontramos todos, tan bien en común como cada uno individualmente.
Saber, significa: en el momento crítico de la decisión y en la manera de proceder, estar a la altura
de la tarea que a cada uno nos es consignada. Verdadera tarea que puede
ser tanto arar un campo, derribar un árbol, cavar una zanja, interrogar
a la naturaleza en cuanto a sus leyes como hacer resurgir la historia
en su poder como destino.
Lo
que es decisivo respecto al saber no es tanto la variedad y la cantidad
de lo que sabemos, sino exclusivamente esto: ¿está el saber a la altura
y ha sido sacado del origen? ¿Está orientado por nuestra esfera de existencia? Y
nosotros mismos, en lo que hacemos y en nuestro comportamiento, ¿nos
hacemos custodios de lo que sabemos? Nosotros no hacemos la diferencia
entre “gente culta” y “gente inculta”. Y esto se debe no a que nosotros
ya no hagamos diferencias, sino a que nuestra apreciación ya no se basa
en esta diferencia. La diferencia, al contrario, la hacemos entre saber de buena ley y apariencia de saber.
El campesino y el obrero, cada uno a su manera y en su dominio, poseen
un saber de buena ley, así como el sabio en su propio campo. Y, por otro
lado, el sabio, a pesar de toda su erudición, puede moverse sólo en una
apariencia de saber.
Si
se trata para ustedes de llegar a ser aquí personas que saben, esto no
significa que se les va a servir restos y migajas de una vaga “cultura
general”, una limosna, en cierto sentido, a título de reparación. En
vosotros debe, más bien, despertarse el saber en virtud del cual podéis ser, cada uno en su categoría social y en su esfera de trabajo, clara y resolutivamente hombres alemanes.
Saber y posesión del saber,
en el sentido en que el nacionalsocialismo entiende estas palabras, no
separa en clases, sino que une a los compatriotas y funde las categorías
sociales en la gran voluntad única del Estado.
De
la misma manera que las palabras “saber” y “ciencia”, las palabras
“trabajador” y “trabajo” han visto transformado su significado y suenan a
nuevo. El “trabajador” no es, como lo requería el marxismo, el puro y
simple objeto de la explotación. La categoría de los trabajadores no
forma la clase de desheredados, quienes se comprometen en una lucha de
clases generalizada. Ahora bien, el trabajo no es tampoco únicamente la
producción de bienes intercambiables con otro. El trabajo no es
solamente la ocasión y el medio de ganar un salario..
Lejos de ahí:
“Trabajo”
es, para nosotros, el nombre que se da a toda manera silenciosa de
hacer y de emprender que comporta una regla y donde se encuentra
comprometida la responsabilidad del individuo, del grupo y del Estado
-de tal modo que está al servicio del pueblo.
Trabajo no hay más que aquí -pero hay trabajo en todas partes-
en donde la libre fuerza de decisión y el libre aguante del hombre se
ponen en juego para que unas voluntades acaben imponiéndose y una tarea
se cumpla. He ahí por qué todo trabajo, en tanto que trabajo, es bueno; algo que revela el pensamiento porque [el trabajo] descansa sobre el libre reino
de un conocimiento que sabe de qué se trata, y sobre un entendimiento
en buena y debida regla de lo que la tarea, fundado sobre un verdadero
saber, requiere. El trabajo proporcionado por un peón no revela, en el
fondo, menos inspiración que la que necesita un sabio.
Trabajador
y trabajo, en el sentido que el nacional-socialismo entiende estas dos
palabras, no separa en clases; al contrario, une y relaciona a los
compatriotas y las categorías sociales dentro de la única gran voluntad
del Estado.
“Los
trabajadores” y “los que conocen de manera sabia” no son polos
antagónicos. Cada trabajador es, a su manera, alguien que sabe. Y es,
solamente, en tanto que sabe por lo que él está en estado de trabajar.
El animal no conoce la prerrogativa de trabajar; al contrario: todo ser
emprende algo a sabiendas, todo ser que toma decisiones en función de
una ciencia es un trabajador.
Es
por eso que, en vosotros como en nosotros, la voluntad de tender un
puente viviente ya no puede quedarse en un deseo vacío y sin
perspectivas de realización. Esta voluntad de perfeccionar la creación de trabajo por una equitativa creación de saber,
esta voluntad debe ser para nosotros una certidumbre del todo íntima y
una fe que nada en lo absoluto debilite. Porque en lo que esta voluntad
quiere, no hacemos más que obedecer a la voluntad eminente de nuestros
Guías (Führers). Formar
parte de los que le consagran obediencia, ¿acaso no significa: querer
inquebrantablemente y en cada instante que el pueblo alemán, como pueblo
del trabajo, vuelva a encontrar su unidad concreta, su simple dignidad,
su fuerza original, y que como Estado del trabajo se asegure su duración y su grandeza?
Para el hombre de esta voluntad extraordinaria, para nuestro Führer Adolf Hitler, un triple <<Sieg-Heil!>>.
1 GA, 16, 232-237.
2 daseinsfähig; oc, 232.
VER:
EL DESPRECIO DE LAS MASAS, DE PETER SLOTERDIJK_ Dr. Adolfo Vasquez Rocca
LA POLÍTICA COMO ARTE; ‘BELLEZA’ CONVULSIVA Y PROYECTO NACIONALSOCIALISTA
Dr. Adolfo Vásquez RoccaEastern Mediterranean University - Academia.edu
E-mail: adolfovrocca@gmail.com
Doctor
en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso;
Postgrado Universidad Complutense de Madrid, Departamento de Filosofía
IV, mención Filosofía Contemporánea y Estética. Profesor de Postgrado del Instituto de Filosofía de la Pontificia
Universidad Católica de Valparaíso; Profesor de Antropología y Estética
en el Departamento de Artes y Humanidades de la Universidad Andrés
Bello UNAB. Profesor de la Escuela de Periodismo, Profesor Adjunto Escuela de Psicología y de la Facultad de Arquitectura UNAB Santiago. Profesor PEL Programa Especial de Licenciatura en Diseño, UNAB – DUOC UC – En octubre de 2006 y 2007 es invitado por la 'Fundación
Hombre y Mundo' y la UNAM a dictar un Ciclo de Conferencias en
México. –Miembro del Consejo Editorial Internacional de la
'Fundación Ética Mundial' de México. Director del Consejo Consultivo
Internacional de 'Konvergencias', Revista de Filosofía y Culturas en
Diálogo, Argentina. Miembro del Consejo Editorial Internacional de Revista Praxis –Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional UNA, Costa Rica. Miembro del Conselho Editorial da Humanidades em Revista, Universidade Regional do Noroeste do Estado do Rio Grande do Sul, Brasil y del Cuerpo Editorial de Sophia –Revista de Filosofía de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador–. –Secretario Ejecutivo de Revista Philosophica PUCV. –Asesor Consultivo de Enfocarte –Revista de Arte y Literatura– Cataluña / Gijón, Asturias, España. –Miembro del Consejo Editorial Internacional de 'Reflexiones Marginales' –Revista de la Facultad de Filosofía y Letras UNAM. –Editor Asociado de Societarts, Revista de artes y humanidades, adscrita a la Universidad Autónoma de Baja California. –Miembro del Comité Editorial de International Journal of Safety and Security in Tourism and Hospitality, publicación científica de la Universidad de Palermo. –Miembro Titular del Consejo Editorial Internacional de Errancia,
Revista de Psicoanálisis, Teoría Crítica y Cultura –UNAM– Universidad
Nacional Autónoma de México. –Miembro del Consejo Editorial de Revista “Campos en Ciencias Sociales”, Universidad Santo Tomás © , Bogotá, Colombia. –Miembro de la Federación Internacional de Archivos Fílmicos (FIAF) con sede en Bruselas, Bélgica. Director de Revista Observaciones Filosóficas.
Profesor visitante en la Maestría en Filosofía de la Benemérita
Universidad Autónoma de Puebla. – Profesor visitante Florida Christian University USA y Profesor Asociado al Grupo Theoria
– Proyecto europeo de Investigaciones de Postgrado –UCM. Eastern Mediterranean University - Academia.edu. Académico
Investigador de la Vicerrectoría de Investigación y Postgrado,
Universidad Andrés
Bello. –Investigador Asociado y Profesor adjunto de la Escuela Matríztica de Santiago –dirigida por el Dr. Humberto Maturana. Consultor Experto del Consejo Nacional de Innovación para la Competitividad (CNIC)– Artista conceptual. Crítico de Arte. Ha
publicado el Libro: Peter Sloterdijk; Esferas, helada
cósmica y políticas de climatización, Colección Novatores, Nº 28,
Editorial de la Institución Alfons el Magnànim (IAM), Valencia,
España, 2008. Invitado especial a la International Conference de la Trienal de Arquitectura de Lisboa | Lisbon Architecture Triennale 2011. Traducido al Francés - Publicado en la sección Architecture de la Anthologie: Le Néant Dans la Pensée Contemporaine
. Publications du Centre Français d'Iconologie Comparée CFIC, Bès Editions
, París, © 2012. Profesor de Postgrado, Magister en Biología-Cultural, Escuela Matríztica de Santiago y Universidad Mayor 2013.
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