lunes, 13 de abril de 2009

PARA HABLAR CON LOS MUERTOS: TRAKL, HEIDEGGER Y TEILLIER Por Adolfo Vásquez Rocca

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PARA HABLAR CON LOS MUERTOS



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Georg Trakl



Para hablar con los muertos

“Para hablar con los muertos
hay que elegir palabras
que ellos reconozcan tan fácilmente
como sus manos
reconocían el pelaje de sus perros en la oscuridad.
Palabras claras y tranquilas
como el agua del torrente domesticada en la copa
o las sillas ordenadas por la madre
después que se han ido los invitados.
Palabras que la noche acoja
como los pantanos a los fuegos fatuos.
Para hablar con los muertos
hay que saber esperar:
ellos son miedosos
como los primeros pasos de un niño.
Pero si tenemos paciencia
un día nos responderán
con una hoja de álamo atrapada por un espejo roto,
con una llama de súbito reanimada en la chimenea
con un regreso oscuro de pájaros
frente a la mirada de una muchacha
que aguarda inmóvil en un umbral.”[2]

Jorge Teillier


La poesía como nostalgia

La poesía de Georg Trakl, de estilo abrupto y violento, poseía una rara densidad, en ella se une la nostalgia de la ternura y el presentimiento del fin del mundo. Sus premoniciones de desolación no podían ser comprendidas por sus coetáneos, confiados todavía en las apariencias del esplendor finisecular. Tampoco se podía comprender la videncia del poeta ruso Andrés Biely, el que escribía en 1921: “El mundo volará / por el estallido de una Bomba Atómica / en gavillas de electrones. / Descarnada hecatombe!”. En Trakl aparece un mundo de nostalgia y decadencia. Ya en 1917 Rilke escribía: "la poesía de Trakl es para mí el más conmovedor de los lamentos ante un mundo imperfecto".

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La de Trakl es una poesía que alude con melancolía a la casa de sus antepasados; a su ciudad natal, al paisaje de la comarca. Allí aparece un mundo de nostalgia y decadencia, propio de una ciudad que durante la Edad Media había tenido un gran esplendor, y que vivía de un pasado irrecuperable. Por oposición a la ciudad, Trakl se vuelve a la naturaleza, a la que ve exenta de la culpa de la caída[3].

Así la ciudad de Trakl es imagen de la decadencia del mundo occidental que está relacionado con la figura poética del forastero, el solitario, el apátrida, cuya culpa radica sólo en el hecho, por lo demás inevitable, de existir en este mundo donde sólo habitan exiliados.

En contraposición a este tipo de nostalgia, la obra del poeta Jorge Teillier -el fundador de la tendencia conocida como poesía lárica, giro que denomina un tipo de escritura que pone énfasis al recuerdo del "paraíso perdido" de la edad primigenia, en la tierra ancestral, indagando los orígenes primordiales del ser humano- hace alusión constante al terruño, a la infancia, al hogar y al paisaje rural, pero como el lugar idílico al qué volveremos, de allí su particular nostalgia, la nostalgia del futuro. La forma de representación del mundo lárico es, en Teillier, el idilio, que se despliega como representación estática de una particular forma de vida -donde los habitantes de la aldea establecen relaciones de cooperación, correspondencia y armonía consigo mismo, con la colectividad y la naturaleza. Una unidad de vida y paisaje preservada sólo por el poeta, por el guardián del mito.

Para Teillier “el poeta debe dar cuenta primero del mundo que lo rodea a trueque de convertirse en un desarraigado". Este esfuerzo de arraigo comporta una doble y simultánea operación: Por una parte una integración al paisaje al cual el poeta pertenece y por otra, la comparecencia de los antepasados que actúan en el proceso integrador como figuras míticas capaces de revelar en la realidad invisible un rango más alto de realidad, y por ello posibilitando reconocer lo que aún perdura en ella de auténtico a pesar de la ruinosa y desoladora cotidianidad. Como indica Rilke. "Para nuestros abuelos... cada cosa era un arca en la cual hallaban lo humano v en la cual agregaban su ahorro de humano". En este sentido puede hablarse de lo lárico teillieriano como una poesía genealógica que salva la paradoja entre la aparente ahistoricidad del mito y la historicidad concreta de la existencia humana, una realidad impregnada de trasfondos arquetípicos, que posibilitan al lenguaje transfigurar la anécdota en mito[4].

La instalación del poeta en la patria de su infancia, en el universo mítico de los ancestros, se cumple mediante las coordenadas espaciales del viaje, en un caso en ferrocarril desde la capital al pueblo sureño natal y en otro mediante el retorno poético al dominio perdido del sujeto, la infancia tutelada por sus antepasados.

"La muerte
esa manzana llevada por la bruja
ahora golpea los muros
sin dejarnos dormir
La muerte será una hoguera junto
a la cual nos agruparemos
Quizás alguna vez he muerto. Y era otro
Todos seguimos alguna vez nuestro cortejo
y hemos resucitado tantas veces
en el moscardón que ronda las casas[5].

Así, desde los primeros inmigrantes colonizadores de la frontera, van compareciendo los seres y los objetos que poblaron ese dominio perdido de la aldea con sus generaciones y sus pequeños acontecimientos locales (juegos, amoríos, festejos, vendimias, paseos, etc.), que descuellan únicamente por contraste con la cíclica repetición de siembras y cosechas que acontece según el imperecedero orden agrario.

En Chile la palabra “agrario” no puede sino remitir al proyecto utópico- socialista que el gobierno de Salvador Allende intentó implementar -la reforma agraria[6]- pero curiosamente, en la obra de Teillier no encontramos referencias de orden político. Su inspiración -de carácter no ideológico- ligada más bien a experiencias universales de la naturaleza, la infancia y la muerte; el carácter "arcaico" del poeta como sobreviviente de un paraíso perdido, como testigo visionario -hoy forzosamente marginal- de esa edad dorada de lo humano, y como "guardián del mito y de la imagen hasta que lleguen tiempos mejores", evoca más bien a Hölderlin y a cierto clima neorromántico propio del influjo telúrico de Georg Tralkl. Los lares de Teillier, la Frontera en cuestión parecen ser una trasposición de mundos eslavos y germánicos sobre la experiencia nativa del sur de Chile.

En relación con lo anterior, la investigadora Carolyne Wright en "In Order to Talk with the Dead: Selected Poems of Jorge Teillier"[7]señalaque a diferencia de otros poetas latinoamericanos, en la obra de Jorge Teillier hay una curiosa e interesante ausencia de tópicos políticos. La violencia sobre el históricamente (re)fundado mundo de La Frontera - los conflictos con las comunidades indígenas que habitaban esas tierras y que fueron relegadas a territorios marginales, sintomáticamente llamados reducciones, de manera análoga a la reducción de los restos humanos en las tumbas, para hacer lugar a otros- no aparece en la poesía de Teillier. Esta ausencia no puede atribuirse a un descuido del poeta - que era profesor de historia- , sino a una condición poéticamente necesaria para hacer posible y verosímil el ensueño de una comunidad en que estén conciliados la naturaleza y la cultura, el pasado y el presente, el hombre y su prójimo.

Las preocupaciones políticas y sociales con las que se han comprometido tantos escritores, no juegan, pues, en Teillier un papel relevante. Aunque "Retrato de mi padre, militante comunista" revela la afinidad de Teillier con el ideal revolucionario, él ha aclarado explícitamente que su poesía no ha de ser plataforma para polémicas ideológicas (sintomáticamente, aun en "Retrato" describe la utopía revolucionaria de su padre en términos bucólicos). En el prólogo a Muertes y maravillas, que constituye su ideario poético, escribe:

“... a mí me parece que la poesía no puede estar subordinada a ideología alguna ... Ninguna poesía ha calmado el hambre o remediado una injusticia social, pero su belleza puede ayudar a sobrevivir contra todas las miserias”[8].

Pese a todo, en su crítica a la modernidad -Teillier- rechaza las valoraciones de la sociedad capitalista y sus consecuencias -el exacerbado consumismo y la desigualdad social- y propone excluirse de la vida ciudadana o, más bien, convertirse en “poeta residente” en la Provincia, en "comunidades" que, en su caso, afirman una forma de vida generosa y de aldea.


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Jorge Teillier


Trakl; Profeta de Occidente.

También la poesía de Trakl alude profusamente a la melancólica casa de sus padres, donde era un niño que al claro de luna salía a dar de comer a las ratas. El paisaje decadente del otoño, la infancia, la muerte, serán los grandes temas de su poesía.

Trakl, se sabe, fue un alumno mediocre, y al llegar la adolescencia se tornó poco sociable, hablaba corrientemente del suicidio y se aficionó al uso de las drogas. Algunos de sus biógrafos sugieren que pudo aficionarse a éstas por influencia de su madre, la cual era opiómana.

Probablemente estudió farmacia a fin de tener un más fácil acceso a las drogas. Estudió dos años en la Universidad de Viena y de este entonces parece datar su repulsión a las grandes ciudades.

En 1953, en su estudio sobre Georg Trakl, Martin Heidegger lo llama "poeta del occidente aún oculto, de una nueva generación renegada que sucederá a la actual"[9], considerándolo el sucesor de Hölderlin. En su análisis de Trakl, Heidegger señala que el destino histórico de occidente es también el destino del linaje humano. Para Heidegger, es el habla la que habla a través de nosotros. Habría un recíproco destino entre humanidad y lenguaje. Es allí donde la noción de lugar es también la de reunión. Pues tanto como existe en lo humano una extrañeza del mundo, existe en el mundo una extrañeza del hombre, del cual el lenguaje guardaría un residuo inasible.

Heidegger, en este texto, vuelve la mirada a un idílico estado preindustrial, mirada que se corresponde con la sensibilidad neorromántica de los poetas láricos como Trakl, quienes están constantemente intentando regresar a la aldea –al pueblo natal– como muestra de rechazo (velado o inconsciente) de la ciudad moderna, creando un mundo imaginario en el cual declara verdaderamente habitar, y en donde se da el verdadero arraigo, la vuelta al mundo de la infancia y la confianza en la memoria y la leyenda. La memoria como dimensión del inconsciente de la modernidad, el momento en que acontecimiento y experiencia se singularizan en un momento único y a la vez fundante.

En la obra de Heidegger se está constantemente buscando retornar al origen, ya sea por el camino hermenéutico, ya por las señales de ruta dejadas en el devenir etimológico de las palabras o mediante la reconstrucción de sentidos primigenios a través de ejemplos tomados de una vida de aldea, en la cual se puede percibir una gran nostalgia, la misma que él –Heidegger –reconoce en la poesía de Trakl. Una nostalgia por aquel mundo del orden inmemorial de las aldeas y de los campos, en donde siempre se produce la misma segura rotación de las siembras y las cosechas, de sepultación y resurrección, tan similares a la gestación de los dioses propios de la poesía de Hölderlin. En las obras de Heidegger vemos las cosas dotadas de vida, las cosas vividas, el trato con las cosas cotidianas, con las cosas admitidas en nuestra confianza, esto es lo que Heidegger entenderá como el ser de lo útil.


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Martin Heidegger


Poesía, naturaleza e historicidad.

Los poetas son fundadores del ser; son, por lo mismo, los depositarios de los mitos fundacionales de un linaje, de una familia y más tarde de un pueblo, son los únicos capaces de revelarnos el origen y la esencia en cuya pérdida andamos arrojados en una existencia que nos vela su manifestación. La poesía es el nombrar fundacional del ser y de la esencia de todas las cosas, un decir por el cual sale a lo abierto por primera vez todo aquello con lo cual luego tratamos en el lenguaje cotidiano. Por eso la poesía nunca toma el lenguaje como una materia prima preexistente, sino que es la poesía misma la que posibilita el lenguaje[10]. La poesía es fundación del ser por la palabra. La poesía es el lenguaje prístino de un pueblo histórico. Un pueblo al que el poeta, como sobreviviente de un paraíso perdido, quisiera regresar, como testigo visionario –hoy forzosamente marginal– de esa edad dorada de lo humano. El mundo del verdadero arraigo, donde “la jornada de trabajo en el molino y el lugar de residencia del campesino reciben el saludo (…) Donde el molino prepara el grano que sirve para la preparación del pan”[11]. En atención al pan piensa el poeta en ese lugar de trabajo; el lugar del trato cotidiano con las cosas, donde acontece el cuidado de lo humano.





Es así como el dominio de la poesía es el de las palabras fundacionales de lo humano, palabras que preservan una forma de vida. La poesía es, pues, una ocupación. Su labor, como guardiana del mito, es instalar constantemente al hombre en su origen, en su pertenencia a la tierra, entendida ésta como la provincia, en oposición a la vida de la urbe, donde con el advenimiento de la técnica ha acontecido el oscurecimiento del ser (Ge-stell).

Ese ver la tierra como el lugar del origen, primer y último reducto de la lucidez, implica una reverencia religiosa ante el mundo, un temblor, una sensación de —para decirlo con Rudolf Otto, que ejerció cierta influencia sobre Heidegger— estar bajo la dependencia absoluta de lo sagrado.

Aquí pues, la tierra es entendida como aprendizaje. Aprendizaje que tiene lugar en el trato con las cosas mismas en su cotidianidad y el mundo es comprendido como la resolución de la “intimidad”. La intimidad se resuelve en el lenguaje, en el lenguaje sentido a la vez como amenaza y como inocencia. La amenaza a través de la posibilidad del ocultamiento (pseudos); la inocencia, a su vez, como la descuidada apertura al natural transcurrir de los días corrientes, en el uso del mundo del lenguaje, y de las palabras como instrumentos. Ese particular arraigo y sentido de pertenencia hace del hombre un ser histórico. “El hombre –como dirá Ortega[12]– no tiene naturaleza sino que tiene historia”. El hombre es lo que conserva en sí, lo que acumula. “El hombre tiene la edad de su primer recuerdo”[13]. El hombre es quien hace que dentro de él, eso que fue, siga siendo en la forma de haberlo sido[14].

El habla es pues, un acontecer que funda, que coloca un mundo, que “pone” el ser del hombre. Este ser, es un ser dialogante, un ser que porta la existencia como diálogo porque éste es la unidad del ser histórico, que reúne lo que permanece con lo que se ha ido[15]. Existir en el tiempo es pues sentir nostalgia; una gran nostalgia, no sólo del pasado sino también del futuro. Es así como el poeta no es el que escribe poesía, sino el que habita poéticamente el mundo. El morar fundante del poeta consagra un modo de vida ya ido, pero que el reproduce y recrea constantemente, todo esto en la esperanza de que algún día seremos leyenda16.


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Doctor en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Postgrado Universidad Complutense de Madrid, Departamento de Filosofía IV. Profesor de Postgrado del Instituto de Filosofía de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Profesor de Antropología y Estética en el Departamento de Artes y Humanidades de la Universidad Andrés Bello UNAB. – En octubre de 2006 y 2007 es invitado por la 'Fundación Hombre y Mundo' y la UNAM a dictar un Ciclo de Conferencias en México. – Miembro del Consejo Editorial Internacional de la 'Fundación Ética Mundial' de México. Director del Consejo Consultivo Internacional de Konvergencias, Revista de Filosofía y Culturas en Diálogo, Argentina. Miembro del Conselho Editorial da Humanidades em Revista, Universidade Regional do Noroeste do Estado do Rio Grande do Sul, Brasil. Director de Revista Observaciones Filosóficas. Profesor visitante en la Maestría en Filosofía de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y Profesor Asociado al Grupo Theoria –Proyecto europeo de Investigaciones de Postgrado– UCM. Académico Investigador de la Vicerrectoría de Investigación y Postgrado, Universidad Andrés Bello. Artista conceptual. Ha publicado recientemente el Libro: Peter Sloterdijk; Esferas, helada cósmica y políticas de climatización, Colección Novatores, Nº 28, Editorial de la Institución Alfons el Magnànim (IAM), Valencia, España, 2008.




1 Publicado originalmente bajo el título Para hablar con los muertos. Poética de la memoria: Tralk, Heidegger, Teillier Vásquez Rocca, Adolfo, En DU & P: revista de diseño urbano y paisaje,Universidad Central de Chile
2 TEILLIER, Jorge, “Para hablar con los muertos”, en Muertes y maravillas , Ed. Universitaria 1971
3 TEILLIER, Jorge, “Georg Trakl, el profeta de occidente”, En El Mercurio, Santiago (11.02.1962), p.12.
4 DE NORDENFLYCHT, A., En AA.VV. El Descenso. Centro de Estudios Elénicos.UMCE. Colección Itex. Ensayos. Santiago, 1995.
5 TEILLIER, Jorge, Crónica del forastero, Santiago: Imprenta Arancibia Hermanos,1968
6 En las primeras décadas del siglo XX la sociedad rural chilena mantuvo la agraria tradicional, fundada en el predomino del gran latifundio y una jerarquía social rígida, autoritaria y paternalista. En vista de esta situación las demandas por una reforma agraria fueron desde comienzos de siglo una propuesta permanente de los sectores progresistas del país, como fue en el caso de la campaña presidencial del Frente Popular en 1938. Sin embargo, una vez en el poder los gobiernos radicales decidieron privilegiar la industrialización en el mundo urbano, postergando al rural. Como consecuencia, cientos de miles de campesinos emigraron a las ciudades en busca de un mejor futuro, mientras que la economía agraria comenzó a experimentar una crisis profunda caracterizada por su incapacidad productiva, siendo necesaria la importación de alimentos en los años cincuenta. A mediados de la década de 1960 con la llegada al poder de la Democracia Cristiana, a través de la Presidencia de Eduardo Frei Montalva, el proceso de reforma agraria alcanzó un impulso vertiginoso. Bajo el lema “la tierra para el que la trabaja” el programa reformista del nuevo gobierno buscó la modernización del mundo agrario mediante la redistribución de la tierra y la sindicalización campesina. El nuevo gobierno Socialista de Salvador Allende continuó el proceso de reforma agraria, utilizando los instrumentos legales promulgados por el anterior gobierno, con el fin de expropiar todos los latifundios y traspasarlos a la administración estatal, cooperativas agrícolas o asentamientos campesinos. Este proceso también estuvo acompañado de una gran efervescencia campesina que se expresó en la ocupación o tomas masivas de predios, desatándose en el mundo rural un clima de violencia y enfrentamiento. Al producirse el Golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 la Unidad Popular había expropiado cerca de 4.400 predios agrícolas, que sumaron más de 6,4 millones de hectáreas. El viejo orden latifundista que había prevalecido por más de 400 años había llegado a su fin. En las dos décadas siguientes el modelo neoliberal irrumpió en el mundo rural, produciéndose el traspaso de la tierra a nuevos capitalistas, quienes modernizaron la producción agrícola y convirtieron en proletarios a los campesinos del campo.
7 WRIGHT, Carolyne, In order to talk with the Dead, -Para hablar con los muertos- University of Texas Press, 1993
8 TEILLIER, Jorge, Muertes y maravillas: Poemas 1953-1954. Santiago, Chile, Editorial Universitaria, 1971, p. 13.
9 HEIDEGGER, Martín, Interpretaciones de la poesía de Hölderlin, Barcelona, Ariel, 1983.
10 HEIDEGGER, M., Interpretaciones sobre la Poesía de Hölderlin, Ed. Ariel, S. A., Barcelona, 1983,p. 63.
11 HÖLDERLIN, Recuerdo, Poema (IV, 61 ss.), aparecido por primera vez en el Almanaque de las Musas de Seckendorft, el año 1808.
12 ORTEGA Y GASSET, Historia como sistema, VI, p. 40, Revista de Occidente, Madrid, 1958.
13 BARQUERO, Efraín, En artículo “Los Poetas de los Lares” escrito por Teillier y Compilado por Ed. Sudamericana como “Jorge Teillier, Prosa”, Santiago, 2001.
14 Aquí, ante el peligro de concebir al hombre como un ser constituido fundamentalmente de pasado - “el hombre es lo que ha sido”-, cabe aclarar que en el marco de la concepción existencialista, tanto de Ortega como de Sartre, el hombre aparece también como proyecto y porvenir. En este sentido son clarificadoras las afirmaciones de Sartre en El Ser y la Nada, “Soy el ser por el que el pasado viene al mundo, pues para que ‘tengamos’ un pasado es preciso que lo mantengamos en la existencia gracias a nuestro proyecto hacia el futuro” (L’etre et le néat, p. 580), de modo que es el futuro el que decide si el pasado esta vivo o muerto. Aquí queda abierta otra reflexión, la de los “no lugares” y su relación con la absoluta simultaneidad –lo que en otro apartado llamo La era de la llegada generalizada-. Al respecto cabe decir, de manera sucinta (dado que el paso de lo real a lo virtual nos sitúa en otro imaginario), que “en la realidad virtual, la transparencia absoluta converge con la absoluta simultaneidad. Esta instantaneidad de todas las cosas en la información global es lo que –con Baudrillard –llama ‘tiempo real’. El tiempo real puede verse como el Crimen Perfecto (Baudrillard, J. Barcelona 2000) cometido contra el mismo tiempo: porque con la ubicuidad y la disponibilidad instantánea de la totalidad de la información, el tiempo alcanza su punto de perfección, que es también su punto de desaparición.” Y, esto por supuesto, porque un tiempo perfecto no tiene memoria ni futuro.
15 BAUDRILLARD, Jean, La Ilusión Vital, Pág. 57, Ed. Siglo veintiuno, Madrid, 2002.
16 TELLIER, J. “Noreste”(Periódico de poesía, Santiago, 1989):'Tener nostalgia es tener patria en el tiempo'.



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Vásquez Rocca, Adolfo, "SLOTERDIJK: Mystische, Antropotecnias y la matriz onto-psicológica del humano potencial de traslado", SÍNCRONÍA, ISSN 1562-384X, Edición | Invierno 2008 - Verano 2009 | , A Journal for the Humanities and Social Sciences, Department of Literature, UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA, México. Este Artículo es parte del Proyecto de Investigación "Ontología de las distancias en Sloterdijk, hacia una teoría antropotécnica de las comunicaciones", DI-10-09/JM, 2009 – financiado por la Dirección de Investigación de la Universidad Andrés Bello –UNAB.
http://sincronia.cucsh.udg.mx/vasquezroccawinter08.htm


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Vásquez Rocca, Adolfo, "Lucian Freud; tras los pliegues de la carne, una aproximación al retrato psicológico", En Escáner Cultural, Revista de Arte contemporáneo y nuevas tendencias, Nº 114 - Abril 2009. http://revista.escaner.cl/node/1238

ADOLFO VÁSQUEZ ROCCA

lunes, 6 de abril de 2009

LA CRISIS DE LA NOCIÓN DE SUJETO Y LAS PSICOPATOLOGÍAS DEL YO Por Adolfo Vásquez Rocca

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LA CRISIS DE LA NOCIÓN DE SUJETO Y LAS PSICOPATOLOGÍAS DEL YO

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Se ha expulsado al sujeto de la antropología, para ver sólo estructuras, y también se lo ha expulsado de la sociología. Se puede incluso decir que, en determinado momento y cada uno a su manera, Lévi-Strauss, Althusser, Lacan liquidaron a la vez la noción de hombre y la noción de sujeto, adoptando la inversa de la famosa máxima de Freud según la cual: “Ahí donde está el ello debe advenir el yo”. Por el contrario, según la visión estructuralista y cientificista, ahí donde está el yo, hay que liquidarlo, debe advenir el ello.

I

En el pensamiento contemporáneo ha tenido lugar un acoso sistemático a las nociones de sujeto y verdad, tal como la tradición científica y filosófica las concibió, decretando su expulsión de los reductos de la psicología, la historia, la antropología y la sociología. La pretensión de objetividad por parte de un sujeto que no puede sino ser contingente ha generado una serie de dudas y sospechas en torno a la noción misma de sujeto que sustenta los discursos científicos y filosóficos desde la modernidad. En la ciencia y filosofía clásica la subjetividad aparece como contingencia, fuente de errores. Por eso la ciencia clásica excluyó siempre al observador de su observación y al pensador, el que construye conceptos, de su concepción, como si fuera prácticamente inexistente o se encontrara en el centro de la verdad suprema y absoluta2.

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Sin embargo, después de su acoso sistemático iniciado por Nietzsche, la noción de sujeto parece presentar nuevas dificultades derivadas de esta misma crítica. De modo que a la luz de los resultados de las así llamadas “filosofías de la muerte del sujeto” preguntas tales como: ¿Qué es el sujeto? o ¿qué se puede decir de él? ¿dónde se encuentra ese sujeto? ¿en qué se basa? ¿es un epifenómeno, una ilusión, o bien, una realidad fundamental? quedan resignificadas y problematizadas bajo el prisma de estas controversias. El diagnóstico inicial acerca del actual estatus de la cuestión es, entonces, que la noción de sujeto se ha vuelto extremadamente controvertida como producto de una filosofía que ha criticado una noción de cuño cientificista para remplazarla por otros cientificismos.



Durante el siglo XX, se asiste a la invasión de la cientificidad clásica en las ciencias humanas y sociales. Se ha expulsado al sujeto de la psicología y se lo ha reemplazado por estímulos y respuestas, por una ciencia del comportamiento. Se ha expulsado al sujeto de la historia, se han eliminado las decisiones, las personalidades, para sólo ver determinismos sociales. Se ha expulsado al sujeto de la antropología, para ver sólo estructuras, y también se lo ha expulsado de la sociología3. Se puede incluso decir que, en determinado momento y cada uno a su manera, Lévi-Strauss, Althusser, Lacan liquidaron a la vez la noción de hombre y la noción de sujeto, adoptando la inversa de la famosa máxima de Freud según la cual: “Ahí donde está el ello debe advenir el yo”. Por el contrario, según la visión estructuralista y cientificista, ahí donde está el yo, hay que liquidarlo, debe advenir el ello4.

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Con el estructuralismo, el sujeto adquiere una génesis, una formación, una historia, –argumenta Foucault5–. Con Foucault el sujeto deja de ser constituyente, ya no es el originador del sentido, pues al igual que la realidad, es fruto de una red de relaciones de fuerzas que se encuentran fuera del control de un solo individuo. El ser salvaje, el sujeto prelógico de la fenomenología ha muerto, pues desaparece como lugar de sentido. El rebasamiento de la modernidad inaugura el «desguace de la metafísica de la presencia». En los ’60 se acaba definitivamente con el sujeto moderno y se introducen los discursos de la alteridad. La superación de la experiencia estética fenomenológica en los recientes desarrollos del arte, les lleva a tomar las cuestiones identitarias como un fértil espacio de reflexión crítica.



La identidad es una de las cuestiones primordiales que se abordan especialmente en el arte desde los ’80, nutrido con los planteamientos teóricos que han venido desarrollando primero el postestructuralismo, el feminismo y luego en los estudios de género, estudios culturales y multiculturalidad, postcolonialismo, estudios visuales, etc. Cuestiones que han dado lugar a que el trabajo sobre el cuerpo entre la problemática sobre la noción de identidad: diferencia sexual, racial, cultural, de clase, etc. La identidad del sujeto está atravesada por lo otro de sí, por la diferencia. La obra la conforma una cierta disposición de los espacios, de los objetos y de los espectadores que la habitan, se trata de una pluralidad de fuerzas que conforman una retícula de carácter plural, por lo que el acontecimiento artístico es puramente contingente.

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Art Adolfo Vásquez Rocca Arte y Filosofía

En medio de tales controversias y problematizaciones filosóficas en torno a la noción de sujeto, Jameson introduce una nota discordante respecto de aquellas posiciones que apuestan por una nueva subjetividad. Desde una perspectiva sociológica, Jameson limita el alcance de la supuesta muerte del sujeto. No se trataría tanto de la muerte del sujeto en general como de "el fin de la mónada, del ego o del individuo autónomo burgués", que se caracterizó por "una subjetividad fuertemente centrada, en el período del capitalismo clásico y la familia nuclear"6, y que se ha disuelto en una multiplicidad de funciones complejas y variables, arrastrando consigo en esta disolución "las psicopatologías de este yo" y esa "soledad sin ventanas de la mónada encerrada en vida y sentenciada en la celda de una prisión sin salida", la de su propia autosuficiencia7. En unos y otros la muerte o la crisis de disolución del sujeto apunta al sujeto individuado que protagoniza el proceso de la Modernidad. Es el sujeto dueño de la razón y centro del universo que comenzara a elaborar el Renacimiento, que llegó a su madurez teórica con la Ilustración y que desplegó su hegemonía histórica tras las revoluciones burguesas, en las sociedades capitalistas y liberales del siglo XIX, en la poesía romántica y en la novela realista, en la filosofía idealista y en el positivismo europeo, en las modernas ciencias de la naturaleza, en los procesos de racionalización del Estado, del derecho, o de la economía, en las utopías del progreso y de la historia. La Modernidad encuentra, según Habermas, uno de sus principios determinantes en la razón centrada en el sujeto8, en una razón objetivante, homogeneizadora, totalizadora, controladora y disciplinadora, como la analizaría su maestro T. W. Adorno en los años cincuenta. Los síntomas de la crisis de este modelo de hombre que fue el sujeto de la filosofía occidental entre el Renacimiento y las Vanguardias se acumularon decisivamente en el fin de siglo, y la crisis misma fue elaborada teóricamente a través de, al menos, tres vías decisivas: el vitalismo e irracionalismo nietzscheano, de un lado, el marxismo, de otro, y el psicoanálisis de un tercero.



Freud concibe la historia del individuo como la historia de su deseo, y la neurosis como la enfermedad del se gregario, es decir, el producto de que el hombre, al vivir en sociedad, debe reprimir sus instintos primarios para no romper el pacto que hace posible la convivencia. En El Malestar en la Cultura9 Freud refiere cómo la humanidad ha debido pagar por el progreso el elevado precio de sacrificar la dimensión pulsional, su vida instintiva y reprimir su espontaneidad.



Sin embargo la actual forma que ha adoptado en nuestro tiempo el psicoanálisis como forma burguesa de costosa orientación “espiritual” basada en técnicas de adecuación y reconciliación con la cultura, muestra de los limites del propio pensamiento de Freud y evidencia su incapacidad de transformar el psicoanálisis en crítica social, esto es en un proyecto emancipador de lo instintivo; más bien, en forma decepcionante, devuelve el deseo humano a la represión.



Freud, como señala Susan Sontag10 , pese a su aparente mentalidad revolucionaria, apoyó las perennes (perpetuas) aspiraciones de la cultura represiva y conservadora.

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Es así como Freud aceptó la aparente inevitabilidad de la cultura, con las dos características que se le suscriben como propias, a saber: “Un reforzamiento del intelecto que comienza a gobernar la vida instintiva, y una internalización de los impulsos agresivos, con todas sus consiguientes ventajas y desventajas”11.



Quizá quienes ven en Freud el gran defensor de la expresividad instintiva y la espontaneidad se sorprendan de lo que él denomina “el ideal psicológico”, puesto que no es otra cosa que “la primacía del intelecto”.



Eros y civilización, procura la reconciliación del marxismo con el pensamiento freudiano, demuestra ya un elemento esencial de la concepción marcusiana de la “sociedad industrial”. El psicoanálisis nace en plena época “liberal”, en la cual el “desarrollo del individuo libre” aparece como el motor del desarrollo económico y social. Freud demuestra que “la compulsión, el rechazo y la renunciación son el material que forma a la personalidad libre”. De allí que el psicoanálisis deviniera en una práctica sofisticada y lujosa –asociada a la intelectualidad neoyorquina y la intelligentsia francesa12–. Como Marcuse comprueba a su llegada a los Estados Unidos el psicoanálisis, originariamente una práctica terapéutica y liberadora orientada a enfrentar el malestar propio de la cultura, se ha convertido en factor de integración: “Mientras el psicoanálisis reconocía que la enfermedad del individuo es, en última instancia, ocasionada y mantenida por la civilización, la terapéutica psicoanalítica intenta curar al individuo de manera que pueda continuar actuando como parte de una civilización enferma, sin capitular completamente ante ella”13. La terapéutica es un curso de resignación que transforma –decía Freud- la desgracia histérica en desdicha trivial.

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Dr. Adolfo Vásquez Rocca


Debemos pues -en este contexto- dar cuenta de la crisis del sujeto como una crisis del deseo, respecto al cual -hasta ahora- el sujeto parecía tener un privilegio absoluto, puesto que era él quien deseaba. Pero con la crítica cultural -al modo de Debord y Baudrillard- asentada en el pensamiento de la seducción todo se invierte y ya no es el sujeto el que desea, sino más bien es el objeto quien seduce. Todo parte del objeto y todo vuelve a él, de la misma manera que todo parte de la seducción y no del deseo. El privilegio inmemorial del sujeto se invierte. Pues éste es frágil, no puede hacer otra cosa que desear, mientras que el objeto, por su parte, juega perfectamente con la ausencia de deseo, seduce por esta ausencia de deseo, representa en el otro el efecto de deseo, lo provoca o lo anula, lo exalta o lo decepciona –hemos querido o preferido olvidar esa fuerza.

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II



En el ámbito puramente estético la asunción de la muerte del sujeto lleva a la del autor, sujeto desautorizado en tanto principio creador y unificador del sentido de la obra artística. La noción de "autor" -como creador individual de una obra artística o literaria- se puede situar histórica y culturalmente en el tránsito de la modernidad a la postmodenidad, la noción de creador individual empieza a problematizarse; desde fines del siglo XIX y a lo largo del siglo XX, cuando la noción se hace insostenible14.



Un planteamiento interesante en torno a las relaciones conflictuadas sobre sujeto y autor es la de Juan Luis Martínez15. La propuesta del poeta es la de una autoría transindividual, que quiere superar desde oriente la noción de intertextualidad según se ha entendido en occidente, donde los textos de base están presentes en las transformaciones del texto que los procesa; pero en J. L. Martínez ella parece resolverse en la negación de la existencia de las individualidades en la literatura, al hacer fluir bajo nombres distintos una misma corriente, que es y no es él16 . “No sólo ser otro, sino escribir la obra de otro”17 ese es el progama de J. L. Martínez.



Ahora bien, tal como lo refiere Michel Foucault18, el autor que desde el siglo XIX venía jugando el papel de regulador de la ficción, papel característico de la era industrial y burguesa, del individualismo y de la propiedad privada, habida cuenta de las modificaciones históricas posteriores, no tuvo ya ninguna necesidad de que su función permaneciera constante en su forma y complejidad. Para Foucault recusar las nociones modernas asociadas a la función “autor” (originalidad de la obra, singularidad del discurso, subjetividad del autor) permitía desplegar un enfoque crítico y genealógico de los discursos. El rostro del autor implicaba una manera de entender los textos biográficamente. Aquella experiencia del lenguaje que se aleja de la interioridad del yo, Foucault la denomina como 'pensamiento del afuera'19; esto es, la práctica caracterizada como una constante referencia a sí misma desde una exterioridad desplegada. Pues, el sujeto que escribe no cesa de desaparecer, indicando la ausencia del autor que se instituye como un emplazamiento vacío.

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En la concepción clásica, el autor no era un eje articulador de sentido, una sujetividad cerrada sobre sí misma, sino el referente de un universo de significados que actuaba como sustrato de una multiplicidad de subjetividades –que penetraba la densidad de las cosas y las dotaba de significado a partir de un discurso interior– no como aparece hoy, como fuente individual, sino como un punto de fuga o un desplazamiento de lo personal hacia lo impersonal.



Ahora, al ver las modificaciones históricas que ha sufrido el concepto de autor, no parece indispensable que la función “autor” permanezca constante en su forma, en su complejidad e incluso en su existencia. Puede imaginarse, sugiere Foucault, “una cultura en que los discursos circulasen y fuesen recibidos sin que la función-autor apareciese nunca”20. El mismo Foucault señala en la lección inaugural en el Collège de France, que “hubiera querido poder deslizarse subrepticiamente. Que más que tomar la palabra, hubiese querido ser envuelto por ella, llevado mucho más allá de todo comienzo posible”21. Le hubiese gustado percatarse de que en el momento de hablar una voz sin nombre le precedía desde hacía mucho: le hubiese bastado entonces concatenar, proseguir la frase, alojarse, sin que se percibiese demasiado, en sus intersticios, como si ella le hubiese dado una señal manteniéndose un instante en suspenso. “No habría pues comienzo, y en lugar de ser aquel del que surge el discurso, estaría más bien en el azar de su despliegue, como una delgada laguna, el punto de su posible desaparición”22.



El autor, o lo que se ha llamado "autor-función", es indudablemente sólo una de las posibles especificaciones del sujeto y, considerando sus transformaciones históricas, parece ser que la forma, la complejidad, e incluso la existencia de esta función, se encuentran muy lejos de ser inmutables. Podemos imaginar fácilmente una cultura donde el discurso circulase sin necesidad alguna de su autor. Los discursos, cualquiera sea su status, forma o valor, e independientemente de nuestra manera de manejarlos, se desarrollarían en un generalizado anonimato.



Foucault y Barthes proclamaron la muerte del autor, ellos sostenían que el sujeto de la escritura es un sujeto vacío. Para Barthes, la escritura es la destrucción de toda voz, de todo origen. La escritura es un lugar neutro, un fundido a negro, “donde se pierde toda identidad, comenzando por la propia identidad del cuerpo que escribe"23



Como sucesor del autor, el escritor ya no tiene pasiones, humores, sentimientos, impresiones, sino un rol bifurcador de discursos propios y ajenos, en una intertextualidad24 que prolifera hasta perder los lindes del yo, hasta la escición de la identidad o su fragmentación esquizoide en la escritura.



La muerte del autor responde, de este modo, al proyecto de desubjetivación, que intenta eliminar la referencia a un sujeto originario sustentador de la verdad y el sentido del texto. En efecto, el sujeto que comienza a pensarse en la escritura, es un sujeto deudor de las citas de la cultura que tejen su obra. El entramado que constituye al texto posee una referencialidad infinita, que multiplica desde distintas vertientes elementos refractarios de otras25. Aquello que preexiste de trasfondo es la muerte de un referente máximo que establezca los linderos –los alcances– de las miradas; es la proliferación de las perspectivas26.


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El lugar que sustenta actualmente el autor sigue siendo problemático y confuso. Eliminarlo, como lo hizo Foucault y Barthes, sería una trasposición facilista. A más de veinticinco años de proclamarse su muerte, es necesario repensar de nuevo estas perspectivas, en vistas de la explosión de algunos epifenómenos que ponen en duda su muerte total.

Adolfo Vásquez Rocca PH. D.


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Adolfo Vásquez Rocca

Doctor en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Postgrado Universidad Complutense de Madrid, Departamento de Filosofía IV. Profesor de Postgrado del Instituto de Filosofía de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Profesor de Antropología y Estética en el Departamento de Artes y Humanidades de la Universidad Andrés Bello UNAB. – En octubre de 2006 y 2007 es invitado por la 'Fundación Hombre y Mundo' y la UNAM a dictar un Ciclo de Conferencias en México. – Miembro del Consejo Editorial Internacional de la 'Fundación Ética Mundial' de México. Director del Consejo Consultivo Internacional de Konvergencias, Revista de Filosofía y Culturas en Diálogo, Argentina. Miembro del Conselho Editorial da Humanidades em Revista, Universidade Regional do Noroeste do Estado do Rio Grande do Sul, Brasil. Director de Revista Observaciones Filosóficas. Profesor visitante en la Maestría en Filosofía de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y Profesor Asociado al Grupo Theoria –Proyecto europeo de Investigaciones de Postgrado– UCM. Académico Investigador de la Vicerrectoría de Investigación y Postgrado, Universidad Andrés Bello. Artista conceptual. Ha publicado recientemente el Libro: Peter Sloterdijk; Esferas, helada cósmica y políticas de climatización, Colección Novatores, Nº 28, Editorial de la Institución Alfons el Magnànim (IAM), Valencia, España, 2008.

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BIBLIOGRAFÍA



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  • SCHNITMAN, D. F.., Nuevos Paradigmas, Cultura y Subjetividad, Editorial Paidós, Buenos Aires, 1998.

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    http://www.psikeba.com.ar/articulos/AVRsujeto.htm

  • RORTY, R., Contingencia, ironía y solidaridad, Paidós, Barcelona, 1991.



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Adolfo Vásquez Rocca PH. D. Universidad Andres Bello UNAB

Dr. Adolfo Vásquez Rocca

1 RORTY, Richard, Contingencia, ironía y solidaridad, Paidós, Barcelona, 1991, Primera parte, 2.- La contingencia del yo, pp.43 a 62.

2 SCHNITMAN, D. F.., Nuevos Paradigmas, Cultura y Subjetividad, Editorial Paidós, Buenos Aires, 1998, p. 68.

3 VÁSQUEZ ROCCA , Adolfo, La crisis de la noción de sujeto; desubjetivación y psicopatologías del yo, En Psikeba: Revista de Psicoanálisis y Estudios Culturales, Buenos Aires, ISSN 1850-339X, Nº. 2, 2006

4 SCHNITMAN, D. F.., Nuevos Paradigmas, Cultura y Subjetividad, Editorial Paidós, Buenos Aires, 1998, p. 68.

5 FOUCAULT, Michel. Estética, Ética y Hermenéutica p. 169.

6 JAMESON, F., El postmodernismo o la lógica cultural del capitalismo avanzado, Barcelona-Buenos Aires, Paidós, 1991, pp. 37 y 38.

7 JAMESON, F., El postmodernismo o la lógica cultural del capitalismo avanzado, Barcelona-Buenos Aires, Paidós, 1991, pp. 37 y 38.

8 HABERMAS, J.,Teoría de la acción comunicativa, Madrid, Taurus, 1987, 2 vols.

9 FREUD, S, El malestar en la Cultura, 1930.

10 SONTAG, Susan, Contra la Interpretación, Editorial Alfaguara, Buenos Aires, 1996, P.335

11 FREUD, Sigmund, El Malestar de la Cultura, Alianza Editorial, Madrid ,1998

12 La filosofía francesa de los dos últimos tercios del siglo pasado ha ido progresivamente afinando su gusto por una solemne frivolidad. Asumió el tono declamatorio de quien describe el apocalipsis y el hábito singular de los virajes intelectuales hacia cualquier rumbo en el mejor estilo de la moda y sus pasarelas femeninas.

13 MARCUSE, Herberet, Eros y Civilización.

14 VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, “La reconfiguración del concepto de autor; Alteridad e Identidad en la poesía de Juan Luis Martínez”, En Cyber Humanitatis Nº 33 (Verano 2005) Revista de la Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad de Chile ISSN 0717-2869. http://www.cyberhumanitatis.uchile.cl/CDA/texto_simple2/0,1255,SCID%253D14316%2526ISID%253D512,00.html

15 Juan Luís Martínez, poeta que a fines de los 70 y principios de los 80 irrumpió en la escena literaria chilena con una poesía rupturita, escéptica e iconoclasta, incomprendida por buena parte de la crítica y rechazada por más de un editor. Los versos de Martínez han circulado por más de 20 años como fotocopias, aunque ahora la situación empieza a cambiar. La Nueva Novela –curiosamente a pesar del nombre– obra paradigmática de la vanguardia poética chilena se ha convertido en un objeto de un nuevo culto, el de la tacha de la autoría y la disolución del autor.

16 LIHN, Enrique, El Circo en Llamas, Ed. LOM, 1997, Santiago, 1997, p.200; cap. "Señales de Ruta de Juan Luis Martínez" Santiago. Archivo, 1987, escrito en colaboración con Pedro Lastra.

17 MARTINEZ, J. L. , Poemas del otro, Ediciones Universidad Diego Portales, Santiago, 2004, p. 51.

18 FOUCAULT, Michel, "¿Qué es un autor?”, conferencia de 1979 publicada en 1984.

19 Ibid.

20 “Qu`est-ce qu’un auteur”, Dits et écrits, t. I. 1964-1969, págs. 789-821 (cita, pág. 811).

21 Ibíd

22 FOUCAULT, M., L’ordre du discours. Lechón inaugurale au Collège de France prononcée le 2 décembre 1970, Paris Gallimard, 1970, págs. 7-8. [Trad. Cast. El orden del discurso, Barcelona, Tusquets, 1987.]

23 Barthes, R. "La muerte del autor" en El susurro del lenguaje, Paidós, Barcelona, 1994. p.65.

24 VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, “El Hipertexto y las nuevas retóricas de la postmodernidad; textualidad, redes y discurso excéntrico“ en PHILOSHOPHICA N º 27 - 2004, Instituto de Filosofía Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. pp. pp.331 – 350. http://www.philosophica.ucv.cl/abs27Vasquez.pdf

25 Según Barthes, "El escritor se limita a imitar un gesto siempre anterior, nunca original; el único poder que tiene es el de mezclar las escrituras, llevar las contrarias unas con otras, de manera que uno nunca se pueda apoyar en una de ellas" Cfr: op.cit.6.p.69. Pese a esta afirmación, Barthes no profundiza en este escrito el sujeto que aquí podría asomarse.

26 VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, Ensayo “Mundos posibles y ficciones narrativas” A Parte Rei 37, Enero de 2005 Revista de Filosofía de la Sociedad de Estudios Filosóficos de Madrid. http://serbal.pntic.mec.es/~cmunoz11/vasquez37b.pdf -Reeditado en Revista Literaria Baquiana, Miami, Florida. EE. UU. Año VI. Nº 33/34. Enero-abril de 2005 pp. 159 a 167. http://www.baquiana.com/numero_xxxiii_xxxiv/Ensayo_II.htm

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Adolfo Vásquez Rocca Director de Revista Observaciones Filosóficas.


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Revista Observaciones Filosóficas


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- Adolfo Vásquez Rocca,La Deconstrucción de la noción de Autor; Alteridad e identidad en la poesía de Juan Luis Martínez” En Revista ADAMAR, Nº 28, diciembre de 2007, España. Revista de Poesía incluida en el Directorio mundial de Literatura de la UNESCO: http://www.adamar.org/ivepoca/node/373

- Artículo "Joseph Beuys 'Cada hombre, un artista'; Los Documenta de Kassel o el Arte abandona la galería" (Reedición) En Revista Almiar, MARGEN CERO, MADRID, Nº 37 - diciembre de 2007 - Margen Cero © , Fundadora de la Asociación de Revistas Culturales de España, ISSN 1695-4807
http://www.margencero.com/articulos/new/joseph_beuys.html

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En CUENTA Y RAZÓN DEL PENSAMIENTO ACTUAL (FUNDES) - Revista de la Fundación de Estudios Sociológicos de MADRID.
Nº 145 – 2007, pp. 45 a 64 - ISSN : 0211-1381 Sumario Consorci de BIBLIOTEQUES UNIVERSITÀRIES DE CATALUNY:
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MONTEVIDEO, URUGUAY.
http://arje.atspace.org/Archivo/agosto/nietzsche_freud.html

- Vásquez Rocca, Adolfo, “La Metáfora Viral en William Burroughs; Posmodernidad, compulsión y Literatura conspirativa”, en NÓMADAS, Universidad Complutense de Madrid, Nº 13 (2006.1), p. 419-424, Versión digital: <http://revistas.ucm.es/cps/15786730/articulos/NOMA0606120419A.PDF>
Y
En Qì Revista de pensamiento cultura y creación, Año VII – Nº 8, 2006, pp. 118 a 124, Universidad Carlos III de Madrid.

- Vásquez Rocca, Adolfo, "La reconfiguración del concepto de autor. Alteridad e Identidad en la poesía de Juan Luis Martínez",
En Cyber Humanitatis Nº 33 (Verano 2005), Revista de la FACULTAD DE FILOSOFÍA Y HUMANIDADES, UNIVERSIDAD DE CHILE, ISSN 0717-2869.
http://www.cyberhumanitatis.uchile.cl/CDA/texto_simple2/0,1255,SCID%253D14316%2526ISID%253D512,00.html

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