–VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo
Universidad Andrés Bello - Universidad Complutense de Madrid
En Revista Observaciones Filosóficas – ISSN 0718-3712– Nº 11 - 2012
<http://www.observacionesfilosoficas.net/ontologiayfenomenologia.htm>
"Corpus" Filosofía del Cuerpo de Jean-Luc Nancy por Adolfo Vásquez Rocca
VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, "LAS METÁFORAS DEL CUERPO EN LA FILOSOFÍA DE JEAN-LUC NANCY: NUEVA CARNE, CUERPO SIN ÓRGANOS Y ESCATOLOGÍA DE LA ENFERMEDAD". En Almiar MARGEN CERO, Revista Fundadora de la ASOCIACIÓN DE REVISTAS DIGITALES DE ESPAÑA - Nº 54 - 2010.
http://www.margencero.com/articulos/new03/metaforas_JeanLucNancy.html
JEAN–LUC NANCY
EL INTRUSO _ Jean-Luc Nancy
Editorial: AMORRORTU EDITORES
VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, "LAS METÁFORAS DEL CUERPO EN LA FILOSOFÍA DE JEAN-LUC NANCY: NUEVA CARNE, CUERPO SIN ÓRGANOS Y ESCATOLOGÍA DE LA ENFERMEDAD". En Almiar MARGEN CERO, Revista Fundadora de la ASOCIACIÓN DE REVISTAS DIGITALES DE ESPAÑA - Nº 54 - 2010.
http://www.margencero.com/articulos/new03/metaforas_JeanLucNancy.html
Reseña de INTRUSO, EL
Jean-Luc Nancy por Adolfo Vásquez Rocca
«Estoy, junto con mis semejantes (...) en los comienzos de una mutación (...) el hombre comienza a sobrepasar infinitamente al hombre (...) Se convierte en lo que es: el más terrorífico y perturbador técnico (...) el que desnaturaliza y rehace la naturaleza, el que recrea la creación, el que la saca de la nada y el que, quizá, vuelva a llevarla a la nada. El que es capaz del origen y del fin. »El intruso no es otro que yo mismo y el hombre mismo. No otro que el mismo que no termina de alterarse, a la vez aguzado y agotado, desnudado y sobreequipado, intruso en el mundo tanto como en sí mismo, inquietante oleada de lo ajeno, conatus de una infinidad excreciente.» «Desgarrador, admirable, de una lúcida sobriedad y exactitud, testimonio único en la historia de la filosofía y de la humanidad» (Jacques Derrida en Le toucher, Jean-Luc Nancy).
Jean-Luc Nancy El Intruso de Jean-Luc Nancy por Adolfo Vásquez Rocca
"Jean-Luc Nancy: Téchne de los cuerpos y apostasía de los organos; El intruso, ajenidad y reconocimientos". Por Adolfo Vásquez Rocca, en Revista Observaciones Filosóficas Nº 12
EL INTRUSO _ Jean-Luc Nancy
Editorial: AMORRORTU EDITORES
Reseña de INTRUSO, EL
«Estoy, junto con mis semejantes (...) en los comienzos de una mutación (...) el hombre comienza a sobrepasar infinitamente al hombre (...) Se convierte en lo que es: el más terrorífico y perturbador técnico (...) el que desnaturaliza y rehace la naturaleza, el que recrea la creación, el que la saca de la nada y el que, quizá, vuelva a llevarla a la nada. El que es capaz del origen y del fin. »El intruso no es otro que yo mismo y el hombre mismo. No otro que el mismo que no termina de alterarse, a la vez aguzado y agotado, desnudado y sobreequipado, intruso en el mundo tanto como en sí mismo, inquietante oleada de lo ajeno, conatus de una infinidad excreciente.» «Desgarrador, admirable, de una lúcida sobriedad y exactitud, testimonio único en la historia de la filosofía y de la humanidad» (Jacques Derrida en Le toucher, Jean-Luc Nancy).
"JEAN-LUC NANCY: TÉCHNE DE LOS CUERPOS Y APOSTASÍA DE LOS ORGANOS; EL INTRUSO, AJENIDAD Y RECONOCIMIENTOS". Por Adolfo Vásquez Rocca, En Revista Observaciones Filosóficas Nº 12
Jean-Luc Nancy El Intruso de Jean-Luc Nancy por Adolfo Vásquez Rocca
Jean-Luc Nancy El Intruso de Jean-Luc Nancy por Adolfo Vásquez Rocca
EL INTRUSO _ Jean-Luc Nancy
“EL INTRUSO; Metáforas y escatología de la enfermedad; autotrasplante”
Por Adolfo Vásquez Rocca – Doctor en Filosofía
Muchas de las pestes y enfermedades que diezmaban a grandes porciones de la población mundial han sido controladas, otras tantas comienzan a surgir. Al mutar nuestro entorno, al modificarse nuestros modos de vida y —como resultado— nuestros propios cuerpos, nos enfrentamos a nuevos e inesperados males, los que se ciernen sigilosos desde la zona muda.
No es absurdo suponer que el exterminio del hombre comienza con el exterminio de sus gérmenes [22]. Tal como es, con sus humores, sus pasiones, su sexo, sus fluidos y secreciones, el propio hombre no es más que un sucio y pequeño germen, un virus irracional y aleatorio que altera y pone a su mundo en estado de alerta permanente. La posibilidad de la avería, la latente potencia viral, epidémica y virulenta generan nuestras prótesis protectoras, nuestras fantasías genéticas como sistemas de defensa inmunológicos.
La muerte, tal como la describe Jean-Luc Nancy, es la devoradora que asoma su peor faz en esa bestia tufosa que llamamos cáncer: un linfoma del que nunca habíamos notado más que su eventualidad, señalada en el prospecto de la ciclosporina [23]. Un intruso cuya irrupción obedece a alguna baja inmunitaria o la locura expansiva de alguna célula. El cáncer es el rostro estragado del intruso. Extraño a nosotros mismos en el nos enajenamos y esto con independencia a la naturaleza exógena o endógena de los fenómenos cancerosos. La imaginación resulta inútil para todas las posibilidades que alberga este trance, todas nuestras maneras de referirnos a él están viciadas.
El tratamiento exige una intrusión violenta. Incorpora invasivas quimio y radioterapias. Al mismo tiempo que el linfoma roe el cuerpo y lo agota, los tratamientos lo atacan y lo debilitan. Aun la morfina, que calma los dolores, provoca otro sufrimiento: el embrutecimiento y el extravío.
El tratamiento más elaborado se denomina «autotrasplante» (o «trasplante de células madre»): después de haber vuelto a activar la producción linfocitaria por medio de «factores de crecimiento», durante cinco días seguidos extrae glóbulos blancos (se hace circular toda la sangre fuera del cuerpo y los extraen mientras ésta circula). Los congelan. Luego el paciente es puesto en una cámara estéril durante tres semanas donde le aplican una fuerte quimioterapia, que deprime la producción de la médula antes de reactivarla mediante el reimplante de las células madre congeladas (sobrevuela un extraño olor a ajo durante este procedimiento...). La baja inmunitaria llega a niveles extremos y genera fuertes fiebres, micosis, trastornos en serie, antes de que la producción de linfocitos se recupere [24]. Aquí, en El intruso, este raro ensayo de extracción netamente autobiográfica, Jean-Luc Nancy cuenta y analiza su propio trasplante de corazón. Más allá de las previsibles preguntas sobre la técnica y su relación con el hombre, Nancy no sólo se permite el uso robusto de la primera persona, sino que no evita formas cursis. «Un corazón que late a medias es sólo a medias mi corazón», escribe en un momento.
Se sale desorientado de la aventura. Uno ya no se reconoce: pero «reconocer» no tiene ahora sentido. Uno no tarda en ser una mera fluctuación, una suspensión de ajenidad entre estados mal identificados, dolores, impotencias, desfallecimientos. La relación consigo mismo se convierte en un problema, una dificultad o una opacidad: se da a través del mal o del miedo, ya no hay nada inmediato, y las mediaciones cansan.
La identidad vacía de un «yo» ya no puede reposar en su simple adecuación de identidad, cuando se enuncia: «yo sufro» se implican dos yoes extraños uno al otro (pero que sin embargo se tocan). En este «yo sufro» escindido, un yo rechaza al otro.
Adolfo Vásquez Rocca PH.D.
Extracto
VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, ""LAS METÁFORAS DEL CUERPO EN LA FILOSOFÍA DE JEAN-LUC NANCY: NUEVA CARNE, CUERPO SIN ÓRGANOS Y ESCATOLOGÍA DE LA ENFERMEDAD. En Almiar MARGEN CERO, Revista Fundadora de la ASOCIACIÓN DE REVISTAS DIGITALES DE ESPAÑA - Nº 54 - 2010.
http://www.margencero.com/articulos/new03/metaforas_JeanLucNancy.html
EL INTRUSO. REFLEXIONES SOBRE LA OTREDAD
Por Cristina Dayeh
Sabemos que la filosofía toma como objeto de su interrogación y su estudio la realidad en su conjunto y totalidad La relación del sujeto con esa realidad pensada como lo otro, da origen a la ontología y es una relación basada en el conocimiento. Los griegos privilegiaban el conocimiento y planteaban que de ese modo el hombre se modificaba, se “convertía en” los objetos que alojaba, refiriéndose a contener en su mente lo más luminoso y significativo del objeto, su idea (eidos), es decir, su esencia. Consideraban que el hombre se alteraba, se enriquecía con la alteridad que conocía, pero se trataba de una relación de conocimiento. En el reino del Logos es hegemónica la herramienta representación. Importa mucho, en ese contexto definir la esencia de los objetos: esencia es lo que hace que algo sea lo que es y no otra cosa; su definición. Entonces se hace referencia al género próximo y a la diferencia específica. Sin embargo, no es al modo de individuos de un género como están juntos los hombres. Concebir al sujeto humano y a todo lo que existe, a partir de un principio de identidad unívoco, supone la eficacia de la categoría “homogeneidad”, que plantea una esencia común a todos los hombres, definida de una vez y para siempre, y que en Platón aparece situada en un mundo inmutable y eterno. Esta concepción se contrapone a una mirada que destaca la importancia de lo singular en su diversidad y heterogeneidad, cuestión ya muy presente en Aristóteles, lo que loacerca enormemente al psicoanálisis, paradójica ciencia de lo singular.
Pero el hombre no es el problema más antiguo ni el más constante que se haya planteado el saber humano. La existencia del otro, pasó a ser objeto de una reflexión independiente mucho después, es decir que va adviniendo de a poco en la historia de la filosofía.
Es decir que toda la historia de la filosofía está recorrida por la contraposición y la alternancia entre momentos que plantean la identidad como la cristalización, fijeza y univocidad de una esencia, y posturas que plantean la reivindicación de la singularidad y de la diferencia en el interior del sujeto. Ya en la tragedia griega se va haciendo más firme la evidencia fecunda de que uno no es uno, sino dos; lo que alude a una alienación fundante. En la Ilíada y la Odisea esta cuestión de la unidad y la diferencia aparece como eje vertebrador del concepto de tensión y conflicto. Entonces se puede observar cómo el paradigma predominante en una época contiene su propia futura crisis.
Los filósofos presocráticos insistieron enormemente en el valor de la unidad, cuando pensaban en los cuatro elementos como clave de todo lo que existe, Pitágoras dirá el número, Parménides dirá el ser. Parecería que produce alivio la percepción de lo uno, porque lo uno es lo inteligible. Nietszche capta ese punto esencial de lo griego en el que las cosas deben pagar la culpa de haber salido de lo Uno, de haberse diferenciado. En ese contexto, la multiplicidad sería una afrenta, un delito, un pecado, una caída.. La noción de lo Uno, clausura y salvaguarda la identidad dejando afuera los movimientos turbulentos de la subjetividad.
Se puede advertir entonces que es muy fuerte en la historia del pensamiento y en la historia de las prácticas sociales y políticas, este espíritu platónico que reivindica lo eterno, lo homogéneo; la supremacía de la identidad sobre la diferencia, de lo uno sobre lo múltiple o sobre lo dual; de la ley sobre la singularidad.
Estos modos contrapuestos de concebir qué es, de qué se trata ser humano, son determinantes de la “relación con el otro”. Pensar al sujeto en proceso incesante de identificación, de duelo, de apropiación, es pensar su constitución en el espacio de la relación en/entre/con el otro. Cuando los paradigmas hegemónicos proponen una concepción esencialista, en la que “ un humano” está definido a priori, desconociendo los avatares de una existencia abierta a la temporalidad y el azar, la concepción del otro y del encuentro con ese otro estarán inevitablemente afectados y condicionados por una abstracción empobrecedora. La dialéctica hegeliana con sus movimientos de tesis, antítesis y síntesis supera los principios de identidad y de no contradicción, pero “aún así sería insuficiente al garantizar que lo diferente estará siempre atrapado. Creemos ilusoriamente que en la antítesis contemplamos el estallido de la subversión de lo otro, pero en secreto la contradicción trabaja para la salvación de lo idéntico”(9). La superación de la dialéctica estaría del lado de pensar problemáticamente, pensar cada vez, pensar lo singular.
Kierkegaard, considerado iniciador del existencialismo, reacciona contra Hegel quien define al hombre singular como un momento pasajero, fugitivo, dialéctico del devenir de la Realidad. Sin embargo, la existencia de cada cual, hecho siempre excepcional, no depende de la esencia. La verdad es la subjetividad: una subjetividad atravesada por la angustia, “el temor y el temblor” y la paradoja (10).
La importancia desmesurada de las categorías de esencia, sustancia, naturaleza, y a veces cierto forma de concebir el objeto, implican un modo de eludir el devenir y la heterogeneidad; un manera de esquivar la incertidumbre cuya evidencia a veces se torna insoportable. Entonces se arman una serie de estrategias de modo tal que la conciencia alterada por el cambio y la duración, en vez de considerarse a sí misma en su alteración, se vuelca sobre los objetos en busca de fijeza. Los objetos (estético, amoroso, de conocimiento) tienen que ofrecerle a esa conciencia la fijeza que por sí misma no puede obtener. Se vuelcan entonces, una serie de predicados defensivos sobre los objetos, en búsqueda de una ilusoria permanencia (16).
Que algo sea contingente, significa que es, pero podría no haber sido y puede dejar de ser. La llamada realidad es fuertemente contingente. Es decir que la contingencia es una modalidad fundante que atraviesa todo lo que existe. En latín el verbo contingit equivale a suceder, tocar en suerte, designación no excenta de lo azaroso.
Spinoza dirá que algo es lo que puede. El hombre no estaría definido por la fijeza de su esencia, sino por su potencia y por su deseo.
Foucault y Deleuze, con esa desenfrenada lucidez que los caracteriza, proponen un platonismo invertido, es decir, sustituir el mundo de las esencias, inmutables y eternas, por lo singular, lo diverso, lo contingente. Instaurar una mirada más comprensiva de lo real, del mundo y del tiempo, donde la construcción de un sentido no eluda los intersticios, y el pensamiento trabaje por fuera de un cuadro de semejanzas, un pensar en escorzo, abierto, conjetural y divergente.
Relativizada la marca determinante de la esencia, en esa dirección, entonces, entra el acontecimiento. Aparece el hormigueo de lo múltiple, de los individuos, una diversidad que “cae” fuera del concepto. Trabajo del sentido que ahueca y elabora un sentido nuevo que se va “constituyendo en alguna dirección sin cierre, al modo de las líneas
de fuga”(5).
Lo decisivo es la enorme red de prácticas, lo que ocurre, habida cuenta que, con frecuencia los postulados discursivos son refutados por la experiencia. Aunque presuponemos una categoría concepto/representación compleja, debe reconocerse queha habido un uso hegemónico de la representación (logos) como producción intensiva de objetividad y como otorgadora de sentido en oposición aun pensamiento “que diga sí a la diferencia, un pensamiento de la multiplicidad dispersa y nómada”(9).
La historia no es solo la historia de las representaciones, sino de las “prácticas de subjetividad”(8).
Desde la perspectiva del otro que hoy nos ocupa, encuentro que la categoría alteridad articula en su interior, los conceptos de semejanza y de ajenidad , esta última como lo inicialmente no incluible en las representaciones previas, pero que constituye una propuesta de trabajo psíquico y es motor del vínculo con otros. Los modos de tramitación de esta complejidad abren a distintos desenlaces.
Otra cuestión es la ajenidad como negativa extrema a aceptar lo que del otro se presenta como diferente y se sostiene en la heterogeneidad radical, desconociendo de ese modo los intercambios”constitutivos” logrados a través de la introyección y la proyección. El tú se transforma en él. Cuando se instala esta ajenidad compacta como mecanismo de expulsión del “nosotros” posible o que esta instancia no ha logrado siquiera construirse, fracasan las posibilidades de identificación empática con el otro; caen, se derrumban los lazos éticos de solidaridad con el semejante. El otro no es abarcable ni identificatoria ni discursivamente, y ese tope no es relativo a alguna cuestión particular , sino central y”definitivo”.
Alteridad y ajenidad radical plantean de modo diferente, el límite con el otro. Sin embargo “el alma está más donde ama que donde anima”, dirá San Agustín en tanto que Feuerbach, el hegeliano de izquierda que más influyó en Marx, sostiene que la esencia del hombre está contenida en la unión de un yo y un tú.
“Semejante a nosotros y al mismo tiempo exterior; la relación con otro es un Misterio”, categoría que ha sido planteada por Levinas y por Gabriel Marcel.
Entonces, la representación del otro singular va delineándose en la historia de la filosofía con un devenir zigzagueante. A partir del existencialismo, aparece “el otro” y los grandes temas que conciernen al humano en esa dimensión: la responsabilidad por la propia vida y por la del otro; el descubrimiento del otro, no ya como dato sino como rostro, y que subvierte el “planteo gnoseológico”, la soledad, la subjetividad como secreto, la libertad, la temporalidad, la angustia, el ser-hacia-la-muerte.
Quisiera hacer referencia a una escena de la película Kaos, en la que el protagonista vuelve a la casa natal en Sicilia, donde la madre ha muerto recientemente, y estando solo en la mesa familiar, aparece la madre quien le dice, con mucho cariño, que no sufra tanto porque al fin y al cabo ya había vivido muchos años, y le sugiere entonces, que piense en ella como pensaba cuando estaba viva. El hijo le replica con tristeza, que no duda que va a pensar en ella como cuando estaba viva; pero que ya no habrá nadie que lo piense a él como ella lo pensaba. Ya no podrá pensarse como en ella se pensaba . Hay entonces una referencia a pensarse a partir de alguien significativo con quien se configura una experiencia, un vínculo, y sin la presencia de ese otro, uno habrá perdido un pensamiento que dé cuenta de la experiencia del “nosotros”. No me refiero solo a la posibilidad de pensarse, porque no se trata solo de operaciones entre representaciones, resabio de la conciencia cartesiana (“pienso luego existo”) sino de afectos e investiduras, de entrelazamientos entre subjetividades que hacen posible o inconcebible percibirse de una determinada manera, y en ese sentido la categoría experienciaes más inclusiva, más singular, más compleja. Lo esencial de unos y otros no es discernible por el “yo pienso”.
La ex_ per_ iencia, que en circunstancias benévolas produce inscripción en el psiquismo, sedimentación y subjetivación, supone el pasaje por lo otro y por el otro, atravesar la iancia, lo no previsible, lo que no ofrece garantía y puede ser fuertemente “discontinuo”.La experiencia apunta a entramar el “nosotros” y también el “sí mismo”. Tal vez nosotros sea la primera persona; en tanto él, ellos y yo, cristalizaciones que ese nosotros produce.
Un pensador insoslayable a pesar de sus compromisos políticos y que influyó en todos los pensadores existencialistas es Heidegger, con sus categorías “existenciarias” descriptas como ser-con, ser-en-el-mundo, ser con los otros (convivir, concertar, compartir, conceder). Tienen relevancia el encontrarse, el cuidado, la preocupación, la temporalidad. El hombre habitando la casa del Ser que es el lenguaje.
Jean-Luc Nancy: Cuerpo, enfermedad y nihilismo; El intruso, entre la ajenidad y el reconocimiento. Por Adolfo Vásquez Rocca.
El concepto de otredad tiene un perímetro y una densidad que no solo modifica y sustituye los conceptos de sujeto y objeto, sino que plantea otra encrucijada de problemas.
Hay un “entre” inicial en la construcción de la subjetividad humana. El análisis se remonta a lo largo de los hilos “del otro”: la “otra-cosa” de nuestro inconsciente, la otra-persona que implantó sus mensajes, la “otra-cosa” en la otra. persona (14), pasando por los enlaces entre lo ominoso, y lo inicial y entrañablemente familiar.
Laplanche señala que ante la alteridad del otro, los recursos defensivos son la renegación de la diferencia y la destrucción, pasando por el más benévolo de la tentativa de asimilación. Pero la alteridad interna es la raíz de la angustia ante la alteridad externa, y es la que se busca reducir a todo precio.
Sabemos que el ajeno es presentado bajo la figura del desconocido, el extranjero, el intruso, el hereje, el refugiado, el esclavo y, por lo tanto, rechazado hacia un exterior amenazante.
Las relaciones con él se dan entre la “hostilidad y la hospitalidad”, actitudes éstas, que intentan controlar y regular, la herida en las propias certezas. Pero la exterioridad no está radicalmente separada de la interioridad. De hecho, no hay realmente exterioridad; lo externo está en relación con lo interno, doble frontera de una trama que separa y une.
A propósito de estas cuestiones quisiera citar y proponer como una metáfora extraordinaria de la alteridad que nos habita, al ensayo del filósofo contemporáneo Jean-Luc Nancy, muy cercano a Derrida,autor de dos ensayos recientes, entre otros trabajos relevantes, uno de ellos es El Intruso, cuyo título he tomado para esta presentación, en el que plantea una reflexión sobre la intrusión del extranjero: “es preciso, dice, que haya siempre algo de intruso en el extranjero, sin lo cual pierde su ajenidad, y que recibirlo sea también experimentar su intrusión, algo difícilmente admisible”. Y cuenta que, diez años antes de escribir ese ensayo, tuvo que someterse a un trasplante, recibir el corazón de otro. Su propio corazón, al fallar, era sólo a medias el suyo. “Mi corazón-escribe-se convertía en mi extranjero”..... “Si la ajenidad venía de afuera, era porque antes había aparecido adentro.”
“Para que el receptor soporte un corazón extranjero y no se produzca un rechazo, la medicina reduce su nivel de inmunidad, lo cual acarrea un doble efecto: el individuo pierde la identidad inmunitaria que es un poco su firma fisiológica y queda a merced de sus enemigos internos, los viejos virus agazapados desde siempre a la sombra de la inmunidad. Imposible referirse ya a la identidad de un “yo”. Entre yo y yo...hoy existen la abertura de una incisión y lo irreconciliable de una inmunidad contrariada”... “Después de tal aventura uno ya no se reconoce, pero “reconocer”no tiene ahora más sentido”... “Mi corazón tiene veinte años menos que yo, y el resto de mi cuerpo, al menos una docena más que yo. De este modo,rejuvenecido y envejecido a la vez, ya no tengo edad propia y no tengo propiamente edad”... “El intruso está en mí y me convierto en extranjero para mí mismo”. “Una vez que está ahí, si sigue siendo extranjero, y mientras siga siéndolo, en lugar de simplemente naturalizarse, él sigue llegando y su llegada no deja de ser en algún aspecto una intrusión; es decir carece de derecho y de familiaridad, de acostumbramiento.”
“ Es una perturbación en la intimidad. Recibir al extranjero borrando en el umbral su ajenidad es no haberlo admitido en absoluto... Una ajenidad se revela en el corazón de lo más familiar: hay un nicho inexpugnable desde el cual digo “yo” pero que sé tan hendido como un pecho abierto”...
“El intruso soy yo, desnudado y sobreequipado, intruso en el mundo tanto como en mí mismo, inquietante oleada de lo ajeno”.
Sin negar la especificidad de los problemas de la filosofía, el psicoanálisis, la biología, la antropología y la política, podemos no obstante, observando transversalmente esos lenguajes particulares que describen fenómenos análogos, realizar transposiciones metafóricas y referirlas a un mismo horizonte de sentido que da cuenta de la diferencia como una marca inscripta en el interior de lo humano.
Marc Augué en La guerra de los sueños, señala el carácter necesario de la pareja de conceptos identidad/alteridad en la constitución de las diferentes culturas. “Toda actividad ritual tiene como fin producir identidad por obra del reconocimiento de alteridades. Los ritos de nacimiento, los ritos de iniciación, los ritos funerarios hacen entrar en juego a otro (un antepasado, generaciones anteriores, un dios o un hechicero) con el cual es menester establecer o restablecer una relación conveniente para asegurar la condición y la existencia del individuo o del grupo.
En el terreno de la biología, el filósofo italiano Roberto Espósito revisa el paradigma inmunitario actual planteando que abre a una perspectiva que invierte la tradicional interpretación de la incompatibilidad entre el sí mismo y lo otro, entre lo propio y lo extraño. “En realidad, no existe una experiencia de lo extraño que no esté supuesta por la de lo propio. El equilibrio del sistema inmunitario no es el fruto de la movilización defensiva masiva contra lo otro de sí, sino el punto de convergencia o la línea de conjunción entre dos series divergentes. Tal vez no exista una percepción de lo extraño no presupuesta por la de lo propio: lo extraño es percibible, sólo si ya forma parte de lo propio”(6). Lo otro es la forma que adquiere el sí mismo allí donde lo interior se cruza con lo exterior, lo propio con lo ajeno.
Hay una pregunta inquietante, tradicionalmente formulada a los dioses, y es la pregunta referida al porvenir. Su destino corre parejo a la pregunta por el sentido.
Los sentidos se constituyen, se deconstruyen, se cuestionan, sacrifican su univocidad y homogeneidad, su carácter determinista, su apelación a la esencia, a cambio de una mayor libertad y complejidad.
Volver a pensar el problema del otro, legitimar su esencial pluralidad, su exposición infinita; desplegar sus enredos y su singularidad, es nuestro desafío.
Traducción y Notas Prof- Dr. Adolfo Vásquez Rocca
Bibliografía:
1-Arendt, Hanna.: La condición humana. Paidós.
2-Augé, M.: La guerra de los sueños. Gedisa.
3-Bauman, Z.: Vida líquida. Paidós.
4-Buber, M.: Qué es el hombre. Fondo de Cultura Económica.
5-Deleuze, G., Guattari F.: Qué es la filosofía. Anagrama.
6-Espósito, R.: Immunitas. Protección y negación de la vida. Amorrortu.
7-Forster, R.: Crítica y Sospecha. Paidós.
8-Foucault, M: Hermenéutica del sujeto. Altamira.
Etica, estética y hermenéutica. Paidós.
9-Foucault,M. y Deleuze, G: Theatrum Philosophicum. Repetición y Diferencia. Anagrama.
10-Kierkegaard, S.: Temor y Temblor. Losada.
11-Kojeve, A.: La dialéctica del Amo y del Esclavo en Hegel. Leviatán.
12-Kundera, M.: La Identidad. Tusquets.
13-Laín Entralgo, P: Teoría y Realidad del otro. Revista de Occidente.
14-Laplanche, J.: La prioridad del otro en psicoanálisis. Amorrortu.
15-Levinas,E.: Etica e infinito.
16-Lewkowicz, Ignacio: Pensar sin Estado. Paidós.
17-Marx, K: Manuscritos filosófico-económicos. Fondo de Cultura Económica.
18-Nancy, JL: El Intruso. Amorrortu.
La Representación Prohibida. Amorrortu.
19-Castoriadis,C.: Las raíces psíquicas y sociales del Odio.
NANCY, Jean-Luc. EL SENTIDO DEL MUNDO. Ed. La Marca, Buenos Aires Argentina. 2002.
Traducción y Notas Prof- Dr. Adolfo Vásquez Rocca
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La singularidad del psicoanálisis, la singularidad que le confiere toda su fuerza de ruptura y roda su amplitud de época, consiste en haber inaugurado un modo de pensamiento que disuelve el sentido por principio, que no sólo simplemente lo reenvía fuera de la verdad y fuera del rigor (como podían hacerlo, aun en tiempos de Freud, otros vieneses), sino que destituye el sentido por principio, reconduciéndolo a su demanda y exponiendo la verdad como decepción de la demanda.
Lo ´inconsciente`, que Freud saca a la luz, no devela otro sentido. Proporcionar las versiones vulgares de un sentido pulsional, sexual, fantasmático, arquetípico, etc. es el asunto de la doxa. Pero lo ´inconsciente` designa -y eso es lo que Lacan comprendió- la abundancia inagotable, interminable, de significaciones que no están ordenadas a un sentido, que proceden de una significancia turbulenta o browniana alrededor de un punto de dispersión vacío, y que circulan todas ellas afirmadas simultáneamente, concurrentemente, contradictoriamente, sin poseer otro punto de fuga o de perspectiva que el vacío de la verdad, muy superficial y provisoriamente enmascarado por la fina película de un ´Yo`.
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Así, lo que Freud había nombrado con torpeza lo ´inconsciente`, como heredero que era de una tradición romántica, no es para nada otra consciencia, o una consciencia negativa: es sencillamente el mundo. Lo inconsciente es el mundo en tanto totalidad de significabilidad, ordenado solamente a su propia apertura. Para el psicoanálisis esta apertura no desemboca en nada, y ello es lo que se trata de sostener, de soportar. En este aspecto también su testimonio en cuanto al ´fin de la filosofía` es impecable e irrecusable. Por tanto no tengo ni por un instante la más mínima intención de sugerir que ahora deberíamos sustituir la ´nada` de esta hiancia por una verdad nueva. Aquí la cuestión consiste sobre todo en saber cómo comprender la ´nada` misma. O bien se trata de vacío de la verdad, o bien no se trata de otra cosa que del mundo mismo, y de sentido de ser-en-el-mundo. ¿Cómo es que hay mundo para el psicoanálisis?
En la medida en que el psicoanálisis se coloca por principio bajo el signo de una terapia -sea lo que fuera lo que queramos entender con esta palabra, y aunque fuese a la mayor distancia de toda normalización y ´confortación del Yo`-, pero en la medida en que precisamente no señala nada en el mundo que pueda llamarse estado normal o sano y a partir de lo cual pueda regular su proceder, el psicoanálisis no puede ser concebido simplemente como una terapia interna del mundo; pero por otra parte tampoco puede evitar enfocarse la terapia del mundo mismo, de ´todo el mundo`. Eso es a lo que Psychologie collective [Psicología colectiva] y Malaise dans la civilisation [Malestar en la civilización] pueden parecer responder con una constatación de impotencia. Pero es lo que acaso deberíamos comprender de manera distinta hoy en día: no es que el mundo sea incurable, es que sencillamente no está allí para ser curado, el mundo es el espacio donde el sentido se compromete o se inventa, más allá de la verdad, y en consecuencia, más allá de la ´responsabilidad de la verdad` sobre la cual debe desembocar el proceso analítico.
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Un compromiso o una invención de sentido, la ´introducción de un sentido`, como decía Nietzsche, es la apertura de un mundo, del mundo de alg-uno (de un ´sujeto`, tal como lo entienden los lacanianos), ya que alguno, cada uno, hace mundo en la medida en que está en el mundo. Se trata de que ´el sujeto se apropie de su mundo y lo cree como “mundo” volviéndolo exterior`. Pero para ello, alguno debe tener acceso al mundo. Un ´sujeto` no puede hacer mundo -hacer sentido- si no puede exponerse al mundo de todos los mundos monádicos, a la mundialidad como tal. Este acceso no puede tener lugar a través de la sola verdad. Se necesita dar un paso más -el paso fuera del análisis, el paso de análisis mismo fuera de sí.
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Tal es la verdad de Freud: la pregunta acerca de sentido se vuelve por sí misma síntoma patológico. Sin embargo, lo que esta carta tanto revela como niega, por su mera existencia, es que el psicoanálisis mismo hace sentido, aunque más no fuera por el hecho de permitir la designación de la enfermedad del sentido...
Pero no se trata aquí de conformarse con cazar a Freud con un ardid. Es igualmente cierto que la pregunta acerca del sentido es ´enfermedad`. El sentido no puede hacer sentido más que cuando no es requerido en esa tarea. Lo más sensato del sentido, es que esté excluido el decir de qué sentido se trata. Lo que también quiere decir -pero aquí ya no se trata de enfermedad- que hay una locura del sentido, antes de toda razón y sin cual ninguna razón sería posible.
Dr. Adolfo Vásquez Rocca
Adolfo Vásquez Rocca - Doctor en Filosofía
VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, "LAS METÁFORAS DEL CUERPO EN LA FILOSOFÍA DE JEAN-LUC NANCY: NUEVA CARNE, CUERPO SIN ÓRGANOS Y ESCATOLOGÍA DE LA ENFERMEDAD". En Almiar MARGEN CERO, Revista Fundadora de la ASOCIACIÓN DE REVISTAS DIGITALES DE ESPAÑA - Nº 54 - 2010.
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Revista Observaciones Filosóficas - Jean-Luc Nancy; La Filosofía del cuerpo y las metáforas de la enfermedad Por Adolfo Vásquez Rocca
Dr. Adolfo Vásquez Rocca, “Jean-Luc Nancy; La Filosofía del cuerpo y las metáforas de la enfermedad”, En Revista Observaciones Filosóficas –ISSN 0718-3712– Revista de Filosofía Contemporánea, Asociada a THEORIA Proyecto europeo de Investigaciones de Postgrado UCM _
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Jean-Luc Nancy El Intruso de Jean-Luc Nancy por Adolfo Vásquez Rocca
EL INTRUSO DE JEAN-LUC NANCY; DE LAS METÁFORAS DEL CUERPO A LA ESCATOLOGÍA DE LA ENFERMEDAD
Adolfo Vásquez Rocca
Citar este Artículo:
“La metáforas del cuerpo en la Filosofía de Jean-Luc Nancy: Nueva carne, cuerpo sin órganos y escatología de la enfermedad ”1.
Autor: Adolfo Vásquez Rocca
Localización: Nómadas: revista crítica de ciencias sociales y jurídicas, Universidad Comlutense de Madrid, ISSN 1578-6730, Nº. 18, 2008 , pags. 323-333
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"Corpus" Filosofía del Cuerpo de Jean-Luc Nancy por Adolfo Vásquez Rocca
I
Nada tiene que ver el dolor con el dolor
nada tiene que ver la desesperación con la desesperación
Las palabras que usamos para designar esas cosas están viciadas
No hay nombres en la zona muda
Allí, según una imagen de uso, viciada espera la muerte a sus nuevos amantes
acicalada hasta la repugnancia, y los médicos
son sus peluqueros, sus manicuros, sus usurarios,
la mezquinan, la dosifican, la domestican, la encarecen
porque esa bestia tufosa es una tremenda devoradora
Nada tiene que ver la muerte con esta imagen de la que me retracto
todas nuestras maneras de referirnos a las cosas están viciadas
y éste no es más que otro modo de viciarlas.2
Enrique Lihn, Diario de Muerte
- La reflexión sobre el cuerpo es una clave hermenéutica para comprender el momento posthumano3. El tema del cuerpo nos conduce a posiciones filosóficas, artísticas4, científicas y tecnológicas encontradas, donde intentan prevalecer intereses económicos asociados a la nueva industria de la ingeniería genética y las prácticas biotecnológicas a ella asociadas. El uso y abuso de la imagen del cuerpo en la publicidad, el arte, la prensa y el cine de anticipación aumenta nuestro desasosiego ante un cuerpo humano que sabemos en constante reestructuración y re-diseño, escindido ente lo natural y lo artificial.
El cuerpo pierde así sus dimensiones, su capacidad representativa para acoplarse indiferenciadamente con nuevas máquinas y nuevas sustancias (psicotrópicas) transformándose en un híbrido biológico-químico.
El cuerpo es para Jean-Luc Nancy una certidumbre confundida, hecha astillas. El cuerpo es un producto tardío, una decantación de Occidente en la que aparece lo desastroso como nuestra angustia puesta al desnudo.
En las representaciones del cuerpo del siglo XX es particularmente interesante la visión siniestra de lo orgánico que transmiten algunos autores en sus obras. Sin duda fueron de gran influencia en este sentido George Bataille, Artaud, Hans Bellmer y sus inquietantes muñecas5, junto a manifestaciones más recientes como los sacrificios animales de Wols, o las automutilaciones de Günter Brus, etc. Estas representaciones extremas de la corporalidad quieren contradecir el arquetipo generado por los medios de comunicación del ideal excluyente del cuerpo sano y joven, el cuerpo narcisista, y reivindicar esa parte maldita sometida a la temporalidad, al dolor, y en último extremo a la muerte.
La eclosión de las nuevas tecnologías no sólo está conformando nuevas formas de subjetividad, sino también, y esto es lo más provocador, una 'nueva carne'. El cuerpo ha dejado de ser algo natural. Proliferan los implantes y los injertos en una rediseño paroxista del cuerpo humano, sometido ya no sólo a la auscultación, sino a su hibridación, fragmentación e incluso a su vaciamiento.
El cuerpo ha dejado de ser natural, ingiere alimentos elaborados agrotecnológicamente; se somete a trasplantes, recibe prótesis diseñadas para servirle de extensión.
La morfología y la anatomía se encuentran en la mesa de disección de la biotectología, que trabaja a partir de la fatiga del material humano, de la deriva identitaria de los cuerpos. El hombre que ha dejado de ser humano, para adentrarse en una condición pos-humana, el trasplantado, el cyborg, el androide -con referencias a la cópula animal-máquina. O tal vez se trate de máquinas célibes. De injertos, prótesis e implantes en las fronteras entre lo natural y lo artificial.
"Corpus" Filosofía del Cuerpo de Jean-Luc Nancy por Adolfo Vásquez Rocca
Operando desde las imágenes la desestabilización del cuerpo como un híbrido difícil de precisar, estas operaciones teóricas -por momentos turbadoras- develan al sujeto contemporáneo en su radical alteridad, en el límite de no ser ya él mismo, de estar ya desposeído de sí, sin intimidad posible, totalmente expuesto en la sociedad del espectáculo, volcado hacia las formas de la exterioridad.
II.
- Muchas de las pestes y enfermedades que diezmaban a grandes porciones de la población mundial han sido controladas, otras tantas comienzan a surgir. Al mutar nuestro entorno, al modificarse nuestros modos de vida y -como resultado- nuestros propios cuerpos, nos enfrentamos a nuevos e inesperados males, los que se ciernen sigilosos desde la zona muda.
No es absurdo suponer que el exterminio del hombre comienza con el exterminio de sus gérmenes6. Tal como es, con sus humores, sus pasiones, su sexo, sus fluidos y secreciones, el propio hombre no es más que un sucio y pequeño germen, un virus irracional y aleatorio que altera y pone a su mundo en estado de alerta permanente. La posibilidad de la avería, la latente potencia viral, epidémica y virulenta generan nuestras prótesis protectoras, nuestras fantasías genéticas como sistemas de defensa inmunológicos.
La muerte, tal como la describe Jean- Luc Nancy, es la devoradora que asoma su peor faz en esa bestia tufosa que llamamos cáncer: un linfoma del que nunca habíamos notado más que su eventualidad, señalada en el prospecto de la ciclosporina7. Un intruso cuya irrupción obedece a alguna baja inmunitaria o la locura expansiva de alguna célula. El cáncer es el rostro estragado del intruso. Extraño a nosotros mismos en el nos enajenamos y esto con independencia a la naturaleza exógena o endógena de los fenómenos cancerosos. La imaginación resulta inútil para todas las posibilidades que alberga este trance, todas nuestras maneras de referirnos a él están viciadas.
El tratamiento exige una intrusión violenta. Incorpora invasivas quimio y radioterapias. Al mismo tiempo que el linfoma roe el cuerpo y lo agota, los tratamientos lo atacan y lo debilitan. Aun la morfina, que calma los dolores, provoca otro sufrimiento: el embrutecimiento y el extravío.
El tratamiento más elaborado se denomina “autotrasplante” (o “trasplante de células madre”): después de haber vuelto a activar la producción linfocitaria por medio de “factores de crecimiento”, durante cinco días seguidos extrae glóbulos blancos (se hace circular toda la sangre fuera del cuerpo y los extraen mientras esta circula). Los congelan. Luego el paciente es puesto en una cámara estéril durante tres semanas donde le aplican una fuerte quimioterapia, que deprime la producción de la médula antes de reactivarla mediante el reimplante de las células madre congeladas (sobrevuela un extraño olor a ajo durante este procedimiento...). La baja inmunitaria llega a niveles extremos y genera fuertes fiebres, micosis, trastornos en serie, antes de que la producción de linfocitos se recupere8. Aquí, en El intruso este raro ensayo de extracción netamente autobiográfica, Jean-Luc Nancy cuenta y analiza su propio trasplante de corazón. Más allá de las previsibles preguntas sobre la técnica y su relación con el hombre, Nancy no sólo se permite el uso robusto de la primera persona, sino que no evita formas cursis. “Un corazón que late a medias es sólo a medias mi corazón”, escribe en un momento.
Se sale desorientado de la aventura. Uno ya no se reconoce: pero “reconocer” no tiene ahora sentido. Uno no tarda en ser una mera fluctuación, una suspensión de ajenidad entre estados mal identificados, dolores, impotencias, desfallecimientos. La relación consigo mismo se convierte en un problema, una dificultad o una opacidad: se da a través del mal o del miedo, ya no hay nada inmediato, y las mediaciones cansan.
La identidad vacía de un “yo” ya no puede reposar en su simple adecuación de identidad, cuando se enuncia: “yo sufro” se implican dos yoes extraños uno al otro (pero que sin embargo se tocan). En este “yo sufro” escindido, un yo rechaza al otro9.
Yo termino/termina por no ser más que un hilo tenue, de dolor en dolor y de ajenidad en ajenidad. Se llega a cierta continuidad en las intrusiones, un régimen permanente de la intrusión: a la ingesta más que cotidiana de medicamentos y a los controles en el hospital se agregan las consecuencias dentales de la radioterapia, así como la pérdida de saliva, el control de los alimentos y el de los contactos contagiosos, el debilitamiento de los músculos y de los riñones, la disminución de la memoria y de la fuerza para trabajar, la lectura de los análisis, las reincidencias insidiosas de la mucositis, la candidiasis o la polineuritis, y esa sensación general de no ser ya disociable de una red de medidas, de observaciones, de conexiones químicas, institucionales, simbólicas, que no se dejan ignorar como las que constituyen la trama de la vida corriente y, por el contrario, mantienen incesante y expresamente advertida a la vida de su presencia y su vigilancia. Soy ahora indisociable de una disociación polimorfa.
Adolfo Vásquez Rocca y Rosi López Martínez _ Valentina Vásquez López Psicología, Arte y Filosofía
Aquí también cabe preguntarse ¿Qué es lo que acontece en la vivencia disociada del trasplantando? Todos los signos pueden oscilar, todos los puntos de referencia invertirse, sin reflexión e incluso sin identificación de ningún acto ni de permutación alguna.
¿Yo (quién), “yo”?; esta es precisamente la pregunta, la vieja pregunta: ¿cuál es ese sujeto de la enunciación, siempre ajeno al sujeto de su enunciado, respecto del cual es forzosamente el intruso, y sin embargo, nuestra fuerza, de ese otro “yo” hemos recibido el corazón, el corazón de otro.
Hace menos de cuarenta años atrás no se hacían trasplantes, y sobre todo, no se recurría a la ciclosporina, que protege contra el rechazo del órgano trasplantado. Dentro de veinte años seguramente se practicarán otros trasplantes, con otros medios. Se produce un cruce entre una contingencia personal y una contingencia en la historia de las técnicas. Antes, ya habríamos muerto; más adelante seríamos, por el contrario, unos sobrevivientes. Pero siempre ese «yo» se encuentra estrechamente aprisionado en un nicho de posibilidades técnicas. Por eso es vano el debate entre quienes pretenden que sea una aventura metafísica y quienes lo conciben como una proeza técnica: se trata por cierto de ambas, una dentro de otra.
Ahora bien, la posibilidad del rechazo nos instala en una doble ajenidad: por una parte, la del corazón trasplantado, que el organismo identifica y ataca en cuanto ajeno; por otra, la del estado en que la medicina instala al trasplantado para protegerlo. Deduce su inmunidad para que soporte al extranjero. Lo convierte, entonces, en extranjero para sí mismo, para esta identidad inmunitaria que es un poco su firma fisiológica10.
Adolfo Vásquez Rocca
http://www.ucm.es/info/nomadas/18/avrocca2.pdf
VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, "LAS METÁFORAS DEL CUERPO EN LA FILOSOFÍA DE JEAN-LUC NANCY: NUEVA CARNE, CUERPO SIN ÓRGANOS Y ESCATOLOGÍA DE LA ENFERMEDAD". En Almiar MARGEN CERO, Revista Fundadora de la ASOCIACIÓN DE REVISTAS DIGITALES DE ESPAÑA - Nº 54 - 2010.
http://www.margencero.com/articulos/new03/metaforas_JeanLucNancy.html
EL INTRUSO. REFLEXIONES SOBRE LA OTREDAD
"Corpus" Filosofía del Cuerpo de Jean-Luc Nancy por Adolfo Vásquez Rocca
Publicaciones Internacionales Catalogadas en DIALNET Directorio de Publicaciones Científicas Hispanoamericanas
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Directorio de recursos digitales - Ministerio de Cultura, España
http://roai.mcu.es/es/consulta/busqueda_referencia.cmd?campo=idautor&idValor=3440
Publications Scientific
http://de.scientificcommons.org/adolfo_v%C3%A1squez_rocca
Biblioteket og Aarhus Universitet, Denmark | Det Humanistiske Fakultet
http://www.statsbiblioteket.dk/
Biblioteca Asociación Filosófica UI
http://www.uruguaypiensa.org.uy/categoria_144_1_1.html
1 VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo. Las metáforas del cuerpo en la Filosofía de Jean-Luc Nancy: Nueva carne, cuerpo sin órganos y escatología de la enfermedad, En Nómadas Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas, Universidad Complutense de Madrid, Nº 18 (2008.1/2) 2008, (018):[fecha de consulta: diciembre de 2008] Disponible en: <http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=18101819>
2 LIHN, Enrique, Diario de Muerte, Editorial Universitaria, Santiago, 1990.
3VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, “Peter Sloterdijk y Nietzsche; De las antropotecnias al discurso del posthumanismo y el advenimiento del super-hombre”, Psikeba Revista de Psicoanálisis y Estudios Culturales, Nº 3, 2006, Buenos Aires, http://www.psikeba.com.ar/articulos/AVRsloterdijk-nietzsche.htm
4Fragmentación, hibridación, desgarro e incluso morbosidad, son algunos de los adjetivos que podemos otorgar a la obra de ciertos artistas que -como Francis Bacon- han tratado el cuerpo humano de una manera violenta para hacernos despertar de ese sueño de la razón de poseer un cuerpo que ignore la muerte y el sufrimiento. Esta reivindicación de la corporalidad desde su vertiente más trágica y perecedera podría ser también la base de manifestaciones aparentemente más banales como las nuevas tendencias en la body-moda, estrategias adolescentes de escenificar y decorar (intervenir) su cuerpo, como el tatuaje y el piercing.
5 AKSENCHUK, Rosa, “La Muñeca” ('La Poupée'); simulacro y anatomía del deseo en Hans Bellmer, en Revista Observaciones Filosóficas, Nº 4, 2007, http://www.observacionesfilosoficas.net/lamuneca.html
6BAUDRILLARD, Jean, La Transparencia del Mal, Editorial Anagrama, Barcelona, 2001, p. 70.
7NANCY, Jean- Luc, El Intruso, Éditions Galilée, París, 2000 Traducción: Margarita Martínez, Buenos Aires, Amorrortu, 2006, Colección Nómadas.
8 NANCY, Jean- Luc, El Intruso, Éditions Galilée, París, 2000 Traducción: Margarita Martínez, Buenos Aires, Amorrortu, 2006, Colección Nómadas.
9NANCY, Jean- Luc, El Intruso, Éditions Galilée, París, 2000 Traducción: Margarita Martínez, Buenos Aires, Amorrortu, 2006, Colección Nómadas.
Adolfo Vásquez Rocca
FRANCIS BACON; LA DERIVA DEL YO Y EL DESGARRO DE LA CARNE Por Adolfo Vásquez Rocca
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