Freud y Kafka: Criminales por sentimiento de culpabilidad _ Dr. Adolfo Vásquez Rocca
Freud y Kafka: Criminales por sentimiento de culpabilidad
En torno a la crueldad, el sabotaje y la auto-destructividad humana
Dr. Adolfo Vásquez Rocca
MargenCero
VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, “Freud y Kafka: Criminales por sentimiento de culpabilidad: En torno a la crueldad, el sabotaje y la auto-destructividad humana”, En Revista Almiar –Margen Cero– Nº 71 | noviembre-diciembre 2013, Madrid. http://www.margencero.com/almiar/vasquez-rocca-freud-y-kafka/
VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, “Freud y Kafka: Criminales por sentimiento de culpabilidad: En torno a la crueldad, el sabotaje y la auto-destructividad humana”,
En EIKASIA, Revista de la Sociedad Asturiana de Filosofía SAF, Nº 55 –
marzo, 2014 – ISSN 1885-5679 – Oviedo, España, pp. 73 – 92.
LA CULPA Y EL AUTOCASTIGO
Dr. Adolfo Vásquez Rocca.
Inhibición, Síntoma y Angustia
Sigmund Freud (1925)
Freud y Kafka: Criminales por sentimiento de culpabilidad Dr. Adolfo Vasquez Rocca
Freud y Kafka: Criminales por sentimiento de culpabilidad Dr. Adolfo Vasquez Rocca
La
llegada de la pubertad constituye un estadio decisivo en el desarrollo
de la neurosis obsesiva. La organización genital, interrumpida en la
infancia, reanuda ahora su marcha con intensa energía. Pero, como es
sabido, el desarrollo sexual de la infancia marca ya la dirección que
seguirá al reanudarse en la pubertad. De este modo despertarán, por un
lado, los impulsos agresivos de la época temprana, y, por otro, una
parte más o menos considerable -y en los casos peores, la totalidad- de
los nuevos impulsos libidinosos emprenderá los caminos trazados por la
regresión y surgirá en forma de tendencias agresivas y destructoras.
Este disfraz de los impulsos eróticos y las enérgicas formaciones
reactivas del yo hacen que la lucha contra la sexualidad continúe ahora
en nombre de la ética. El yo se resiste, asombrado, contra los impulsos
violentos y crueles, enviados por el ello a la conciencia, sin sospechar
que obrando así lucha contra deseos eróticos, que de otro modo hubieran
escapado a su intervención. El severo superyó insiste tanto más
enérgicamente en la represión de la sexualidad cuanto que ésta adopta
formas más repulsivas.
Resultando
así que en la neurosis obsesiva aparece el conflicto agudizado en dos
direcciones diferentes: las fuerzas defensivas se hacen más
intolerantes, y las fuerzas que deben rechazarse más intolerables; ambos
por la influencia de un solo factor, de la regresión de la libido.
Podría encontrarse una contradicción con respecto a otras de nuestras
hipótesis en el hecho de que las representaciones obsesivas
desagradables son conscientes. Pero es indudable que antes de llegarlo a
ser han pasado por el proceso de la represión. En la mayoría de los
casos, el verdadero sentido del impulso instintivo agresivo es ignorado
por el yo, siendo menester una considerable labor analítica para hacerlo
consciente. Lo que penetra en la conciencia no es, generalmente, sino
un sustitutivo deformado, que aparece unas veces borrosamente
indeterminado, como un fragmento de un sueño, y otras, irreconocible,
bajo un absurdo disfraz. Y aún si la represión no ha destruido el
contenido del impulso instintivo agresivo, ha suprimido, en cambio, el
carácter afectivo concomitante. Así, la agresión no se muestra al yo
como un impulso, sino, según dicen los mismos enfermos, como una mera
«idea», que debía dejarlos indiferentes. Lo curioso es que esto no
sucede jamás. El afecto ahorrado en la percepción de la representación
obsesiva surge, efectivamente, en un distinto lugar.
El
superyó se conduce como si no hubiera tenido efecto represión ninguna,
como si le fuera conocido el impulso agresivo en su verdadero sentido y
con todo su carácter afectivo, y trata al yo de acuerdo a dicho sentido.
El yo, que por un lado se sabe inocente, experimenta por otro un
sentimiento de culpabilidad, y siente sobre sí una responsabilidad que
no acierta a explicarse. Pero el enigma que así se plantea no es
realmente tan intrincado como al principio parece. La conducta del
superyó es muy comprensible, y la contradicción que surge en el yo no
nos muestra sino que ha permanecido incomunicado con el ello a
consecuencia de la represión y, en cambio, totalmente abierto a las
influencias del superyó. A la pregunta inmediata de cómo es que el yo no
intenta sustraerse también a la penosa crítica del superyó,
contestaremos que, en efecto, lo intenta, y lo consigue en toda una
serie de casos. Existen también neurosis obsesivas exentas de toda
conciencia de la culpabilidad, en las que, a nuestro juicio, el yo se ha
evitado la percepción de la misma por medio de una nueva serie de
síntomas, penitencias y restricciones, encaminadas al autocastigo. Pero
estos síntomas significan, al mismo tiempo, satisfacciones de impulsos
instintivos masoquistas, que han extraído igualmente de la regresión su
mayor intensidad.
Inhibición, Síntoma y Angustia (fragmento)
Sigmund Freud (1925)
1.- Kafka y Freud: El Proceso y la culpa
Ante la ley
«Ante
la ley hay un guardián. Un campesino se presenta frente a este
guardián, y solicita que le permita entrar en la Ley. Pero el guardián
contesta que por ahora no puede dejarlo entrar. El hombre reflexiona y
pregunta si más tarde lo dejarán entrar.
—Tal vez —dice el centinela— pero no por ahora.
La
puerta que da a la Ley está abierta, como de costumbre; cuando el
guardián se hace a un lado, el hombre se inclina para espiar. El
guardián lo ve, se sonríe y le dice:
—Si
tu deseo es tan grande haz la prueba de entrar a pesar de mi
prohibición. Pero recuerda que soy poderoso. Y sólo soy el último de los
guardianes. Entre salón y salón también hay guardianes, cada uno más
poderoso que el otro. Ya el tercer guardián es tan terrible que no puedo
mirarlo siquiera.
El
campesino no había previsto estas dificultades; la Ley debería ser
siempre accesible para todos, piensa, pero al fijarse en el guardián,
con su abrigo de pieles, su nariz grande y aguileña, su barba negra de
tártaro, rala y negra, decide que le conviene más esperar. El guardián
le da un escabel y le permite sentarse a un costado de la puerta.
Allí
espera días y años. Intenta infinitas veces entrar y fatiga al guardián
con sus súplicas. Con frecuencia el guardián conversa brevemente con
él, le hace preguntas sobre su país y sobre muchas otras cosas; pero son
preguntas indiferentes, como las de los grandes señores, y, finalmente
siempre le repite que no puede dejarlo entrar. El hombre, que se ha
provisto de muchas cosas para el viaje, sacrifica todo, por valioso que
sea, para sobornar al guardián. Este acepta todo, en efecto, pero le
dice:
—Lo acepto para que no creas que has omitido ningún esfuerzo.
Durante
esos largos años, el hombre observa casi continuamente al guardián: se
olvida de los otros y le parece que éste es el único obstáculo que lo
separa de la Ley. Maldice su mala suerte, durante los primeros años
audazmente y en voz alta; más tarde, a medida que envejece, sólo murmura
para sí. Retorna a la infancia, y como en su cuidadosa y larga
contemplación del guardián ha llegado a conocer hasta las pulgas de su
cuello de piel, también suplica a las pulgas que lo ayuden y convenzan
al guardián. Finalmente, su vista se debilita, y ya no sabe si realmente
hay menos luz, o si sólo lo engañan sus ojos. Pero en medio de la
oscuridad distingue un resplandor, que surge inextinguible de la puerta
de la Ley. Ya le queda poco tiempo de vida. Antes de morir, todas las
experiencias de esos largos años se confunden en su mente en una sola
pregunta, que hasta ahora no ha formulado. Hace señas al guardián para
que se acerque, ya que el rigor de la muerte comienza a endurecer su
cuerpo. El guardián se ve obligado a agacharse mucho para hablar con él,
porque la disparidad de estaturas entre ambos ha aumentado bastante con
el tiempo, para desmedro del campesino.
—¿Qué quieres saber ahora? —pregunta el guardián—. Eres insaciable.
—Todos
se esfuerzan por llegar a la Ley —dice el hombre—; ¿cómo es posible
entonces que durante tantos años nadie más que yo pretendiera entrar?
El
guardián comprende que el hombre está por morir, y para que sus
desfallecientes sentidos perciban sus palabras, le dice junto al oído
con voz atronadora:
—Nadie podía pretenderlo porque esta entrada era solamente para ti. Ahora voy a cerrarla».
F. Kakfa, La Condena
Toda
la obra de Kakfa está atravesada por el tema del juicio, el proceso y
la condena; el universo kafkiano es el de las maquinarias burocráticas,
despersonalizadas e implacables; un mundo de delatores, víctimas y
victimarios. Burocracias; una pesadilla laberíntica donde se admite una
culpa de contornos difusos, que —precisamente— por ello reviste un
carácter angustiante, incoherente y absurdo. Es pues Kafka quien a la
par que Freud, se referirá a los criminales por sentimiento de
culpabilidad, donde la culpa preexiste a la falta y en cierta manera la
genera.
«El tribunal no te acusa, no hace más que recibir la acusación
que tú te haces a ti mismo». (G. Agamben)
La
obra de Franz Kafka, mundo de antihéroes, víctimas y victimarios,
constituye la mayor contribución artística y literaria a la
conceptualización del complejo mecanismo psicológico de la culpa. La
obra de Kafka se alimenta de lecturas y motivos freudianos: el miedo, el
absurdo y la culpa. Así el protagonista de El Proceso [1] o en El
Castillo [2] siente constantemente una amenaza, un constante acecho…
Personajes anodinos, viscosos, funcionarios, cada uno enmarañado en sus
justificaciones y rutinas.
En
la convivencia humana normal —no patológica— la autojustificación o la
autodefensa siguen a la acusación; en el universo literario kafkiano —en
cambio— la autojustificación precede a la acusación, cuya sustancia
velada nunca se precisa por parte de los captores, representantes de la
Ley —la que aparece como un Poder sin rostro, difuso y abstracto…,
siempre dilatorio—, ante la cual alegatos y parlamentos ante
innumerables tribunales generan un engañoso sentimiento de avanzar en la
causa, pero de no salir jamás de su opresiva atmósfera. [3]
Adelantándose
a los trabajos Michel Foucault tanto Freud como Kafka describen un
poder anónimo e impersonal: no se conocen nombre ni rostro.
Todo
hace creer que el pecado de Joseph K. es otro. El suyo es la culpa sin
nombre y sin motivación, la culpa ineluctable, ni lejana ni cercana, que
nadie ha cometido ni en los albores de la tierra, y que puede pesar
sobre muchos hombres, como un ala de tiniebla, como una mancha de la
cual nunca lograrán lavarse ni el corazón ni las manos. Su pecado, en
una palabra, es el atroz sentido de culpa que durante toda su vida
torturó a Franz Kafka. [4]
En
el primer capítulo de El Proceso [5], cuando Joseph K. es acusado sin
causa alguna y formalizado detenido sin ser retenido en prisión, uno de
los guardias le dice algo siniestro y turbador: Nuestras autoridades… no
buscan la culpa entre las gentes sino que, es la culpa la que las
atrae… Esta máxima es una perfecta definición del sentimiento de culpa
que en un momento dado Freud formula en los siguientes términos: «[...]
la conciencia de culpa preexiste a la falta; la culpa no procede de la
falta, sino a la inversa, la falta proviene de la conciencia de culpa. A
estas personas es lícito designarlas como ‘criminales’ por sentimiento
de culpabilidad». [6]
Un
culpable… es reconocible en medio de una multitud, y esa culpa, como
dice un personaje de Kafka, «por sí sola atrae sobre ella la justicia».
La culpa les hace «bellos».
Los
acusados son precisamente los más atractivos. No puede ser la culpa lo
que los hace atractivos, porque —así tengo que hablar al menos como
abogado— no todos son culpables; tampoco puede ser el castigo futuro el
que los hace ya atractivos, porque no todos son castigados; por
consiguiente, solo puede ser el proceso iniciado contra ellos lo que de
algún modo trae eso consigo.
ARTE Y PSICOPATOLOGÍA: GENIALIDAD, MELANCOLÍA Y DELITO. II.- NIETZSCHE,
FREUD Y KAFKA: CRUELDAD, HUMILLACIÓN Y LA INQUIETANTE INOCENCIA DEL
ACUSADO _ DR. ADOLFO VÁSQUEZ ROCCA ESCUELA DE TEATRO PUC
2.- Criminales por sentimiento de culpa o «Los que delinquen por conciencia de culpa»
«[...] la conciencia de culpa preexiste a la falta;
la culpa no procede de la falta, sino a la inversa,
la falta proviene de la conciencia de culpa. A estas personas es lícito
designarlas como ‘criminales’ por sentimiento de culpabilidad». [7]
Freud, S.
la culpa no procede de la falta, sino a la inversa,
la falta proviene de la conciencia de culpa. A estas personas es lícito
designarlas como ‘criminales’ por sentimiento de culpabilidad». [7]
Freud, S.
El
hombre es culpable; intencionalmente es un criminal, su crimen reside
en la fantasía y en los deseos culpables de la infancia, porque la
pulsión de muerte exigió y obtuvo, de una u otra manera, una
satisfacción. Las satisfacciones disfrazadas, secretas, latentes se
manifiestan por síntomas: la culpabilidad es asimilable a esos síntomas. La institución ya semi-neurótica de un acusador, de un fiscal del otro, del superyó es el agente de la pulsión de muerte.
«Cuanto
más inocentes somos, es decir, cuanto mejor nos apartamos de nuestras
pulsiones agresivas, más pasan éstas al servicio del superyó y mejor
armado está para torturarnos. Así los más ‘inocentes’ llevan la carga
más pesada de culpabilidad». [8]
Freud
estaba persuadido de que era propio de la naturaleza misma de la
doctrina analítica, en lo que respecta —por ejemplo— a esta concepción
de la culpa, presentarse como chocante y subversiva. Mientras navegaba
hacia los Estados Unidos, no pensaba que llevaba a este país un nuevo
bálsamo. Con su habitual humor cáustico, decía a sus compañeros de
viaje: «Les llevamos la peste».
Cuando
Freud y Jung se dirigían a Estados Unidos para pronunciar unas
conferencias sobre Psicoanálisis, el primero dijo al segundo: «Les
traemos la peste». Efectivamente, el psicoanálisis es como un jarabe
duro de tragar, no se trata de un rechazo intelectual, sino afectivo
porque atenta contra los orígenes demasiado humanos de, por ejemplo, la
religión; pero ante todo porque es la expresión de la relatividad de los
valores, el bien y el mal a menudo no son más que construcciones
culturales y sociales con lo que gran parte de lo mejor de nosotros
mismos es víctima de una represión, que llevamos a cabo sin caer en la
cuenta de que en ello somos unas víctimas de nuestra sociedad y nuestra
cultura.
3.- El malestar en la cultura: Anatomía de la (auto) destructividad humana
En su obra, Más allá del principio del placer [9],
Freud se pregunta si el impulso hacia la muerte, autodestructivo, no es
acaso el principio fundamental de todos los demás impulsos y al tender
todos hacia la muerte, uno puede formular la siguiente paradoja: La vida
sólo es una demora de la muerte. Según Freud, la dinámica de la
personalidad resulta del antagonismo entre el impulso hacia la vida y el
impulso hacia la muerte.
¿Qué representa para Freud la pulsión de la muerte?
Representa
la tendencia irreductible de todo ser vivo a retornar al estado
inorgánico. Si admitimos que el ser vivo vino después del no vivo, y que
surgió de él la pulsión de muerte está perfectamente de acuerdo con la
fórmula según la cual una pulsión tiende al retorno a un estado
anterior. Según esta perspectiva «todo ser vivo muere necesariamente por
causas internas». [10]
La pulsión de agresión
Los años de la guerra fueron relativamente improductivos y hubo que esperar hasta 1919-1920 para la redacción de Más allá del principio del placer, en la cual y por primera vez Freud arriesgó la hipótesis de una pulsión de muerte.
Más
adelante la pulsión de muerte sería designada asimismo con el nombre de
Tánatos, en oposición al «divino Eros», que representaba a la pulsión
de la vida. Excepto en conversaciones privadas, Freud utilizaba
indistintamente los términos de pulsión de muerte o de pulsión de
destrucción; pero en una discusión con Einstein a propósito de la
guerra, establecería una distinción entre ambos. La pulsión de muerte
estaría dirigida contra sí mismo [11],
mientras que la segunda, derivada de aquélla, estaría dirigida contra
el mundo exterior. En 1909, Stekel había ya utilizado el término de
Tánatos para designar un anhelo de muerte, pero le había de corresponder
a Paul Federn la difusión del término en su acepción presente.
Es
interesante observar que Freud, aun cuando estaba bien impuesto ya
desde el comienzo sobre los aspectos salvajes de la naturaleza humana y
sus impulsos mortíferos, no hubiese reflexionado de cerca antes de 1915
sobre su aspecto nosológico. Ciertas resistencias relacionadas con su
ruptura con Adler debieron precisamente desempeñar algún papel en eso.
Es bien sabido que Adler postulaba ya desde 1908 la existencia de una
pulsión agresiva primaria. Y sin embargo, según observa Ernest Jones, la
concepción de Adler es más sociológica que psicológica, pues la
entendía como una lucha por el poder y con la intención de garantizarle
la superioridad. La concepción freudiana, en cambio, bordea tanto la
biología como la química o la física.
Y,
por otra parte, el propio Freud reconocía sin problemas que desde
siempre había sentido personalmente una cierta repulsión a aceptar la
idea de una pulsión destructora independiente. En El malestar en la cultura[12] escribió: «No
puedo comprender cómo pudimos pasar de largo ante la universidad de la
agresión no erótica y la destrucción, y de qué modo pudimos omitir
concederle la significación a la que tiene pleno derecho en nuestra
interpretación de la vida». Y añade: «Recuerdo
mi propia actitud defensiva, cuando la idea de una pulsión de
destrucción apareció por primera vez en la literatura psicoanalítica, y
el tiempo que me fue necesario para que esa idea se hiciese accesible
para mí».
Durante
el trabajo analítico no hay impresión más fuerte de las resistencias
que la de una fuerza que se defiende por todos los medios contra la
curación y a toda costa quiere aferrarse a la enfermedad y al
padecimiento. A una parte de esa fuerza Freud la individualiza, con
acierto, como consciencia de culpa y necesidad de castigo, y la localiza
en la relación del yo con el superyó. «Se trata de fenómenos propios
del masoquismo inmanente de tantas personas, la reacción terapéutica
negativa y la conciencia de culpa de los neuróticos. Estos fenómenos
apuntan de manera inequívoca a la presencia en la vida anímica de un
poder que, por sus metas, llamamos pulsión de agresión o destrucción y
derivamos de la pulsión de muerte originaria, propia de la materia
animada» [FREUD, Sigmund, Análisis terminable e interminable (1937), enObras completas, Volumen XXIII, Buenos Aires, Amorrortu editores, p. 244].
5.- Los que fracasan al triunfar
Fassbinder
alguna vez comentó que si —de niños— algunos artistas malditos
resuelven adoptar una conducta desagradable, seguramente es para
defenderse del peligro de ser rechazado sin razón aparente.
El mismo Freud señala el caso de ciertos niños «díscolos» que recién cuando son castigados se quedan «calmos y satisfechos». [19] Se
produce entonces un circuito en el que cronológicamente se produce,
primero, el mal comportamiento y luego el castigo; mientras que,
lógicamente, se produce primero la conciencia de culpa (originada en el
complejo de Edipo) luego la necesidad de castigo que impulsa el
comportamiento sedicioso y finalmente el castigo que remite a la
necesidad de castigo por el crimen originario de la muerte del padre.
Se
supone que los niños que están destinados a ser «futuros saboteadores»
de su propio éxito, han sido niños con un gran talento natural. Estos
dones facilitarían sus potenciales logros. El primer éxito experimentado
por estos niños es la situación de haber logrado, muy tempranamente,
ser los preferidos de su madre. Las fantasías de exclusiva posesión de
la madre se acompañaron de grandes dificultades para separarse de ella.
En el desarrollo normal, el niño puede reconocer que él no satisface los
deseos de su madre; que ella necesita de otro adulto, el padre, y esto
lo tienen claro aun en los casos de viudez o divorcio, dado que siempre
hay sustitutos paternos. «Los que fracasan al triunfar» perciben al
padre como muy agresivo e intensamente envidioso del vínculo madre-hijo,
mientras a la madre la sienten como intrusiva y demandante de atención y
gratificación. De allí que el joven hará desesperados esfuerzos para
separarse —a la brevedad— como un pseudoadulto en un intento de romper
el lazo con la madre. Al acceder al éxito, la excitación narcisística,
la imagen de sí mismo como un triunfador edípico y paralelamente la de
ser como una parte valiosa del cuerpo de la madre (falo) es excesivo
para la barrera de la represión contra los deseos incestuosos. Ser
exitoso de una manera tan apasionante es demasiado arriesgado. Cuando se
sabotean, simbólicamente se castran a sí mismos, pero mágicamente dejan
de ser el codiciado falo de madre, sintiéndose por fin autónomos. El
éxito representaría seguir siendo una parte de la madre y el fracaso es
percibido como únicamente propio.
«Los que fracasan al triunfar» [20] son
personas que una vez que han logrado un éxito determinado (como por
ejemplo una conquista amorosa largamente esperada, o una promoción
profesional de mayor responsabilidad, prestigio y retribución económica)
lejos de disfrutar del éxito, experimentan cierta sensación de fracaso
psicológico, profesional, emocional y aun personal. El profesor que al
conseguir la cátedra le entra depresión y tiene que darse de baja sin
acceder a su puesto. Y como ellos vivencian su fracaso pasivamente, sólo
bajo análisis clínico pueden ser capaces de reconocer su participación
activa en ese proceso. Este dramático rasgo de carácter (patológico),
descrito por Freud en 1916, está basado en una dinámica inconsciente
vinculada con la tendencia a sabotearse. El síntoma del «saboteador» es
la que lleva al criminal a dejar —inconscientemente— una pista,
necesita ser descubierto, de esto —del auto-boicot— Hitchkcok ha hecho
una profesión de fe. [21]
Es
el caso del criminal que aun cuando conscientemente trata de eludir las
consecuencias y penalidades de sus actos, en él operan fuerzas
inconscientes que le impulsan a buscar castigo. La puesta en juego de
estas tendencias autopunitivas explicaría esos casos en el que un
delincuente es atrapado a causa de que comete errores inexplicables. No
se trata de simples descuidos, sino de algo más absurdo que puede
interpretarse como «una traición a sí mismo»; lo que ha operado es el
poderoso deseo de ser castigado.
Es
parte de la naturaleza humana sentir culpa cuando se transgreden
normas. La carencia de esta capacidad de sentir culpa caracteriza a las
personalidades psicopáticas. El sentimiento de culpa explica porqué un
«crimen perfecto» es en todo caso infrecuente; la necesidad inconsciente
de ser castigado puede ser una fuerza propulsora más poderosa que el
deseo consciente de evadir la ley, de ahí que en los anales de la
criminología se relatan numerosos casos de criminales que planean sus
casos minuciosamente y no obstante cometen errores y dejan indicios que
permiten a la policía aclarar los hechos y aprehender a sus autores.
Es
—patológicamente— frecuente que ciertos criminales se expongan a ser
detenidos por visitar el escenario de su crimen. Esto puede relacionarse
tanto con la necesidad de ser castigado, como por la necesidad, también
inconsciente, de retar al destino y proclamando al mundo que se es
poderoso, aun cuando la tentación de ser reconocido puede llevarle a
colaborar con la pesquisa.
6.- Neurosis y culpabilidad
El
neurótico suele sentirse mucho más cómodo, e incluso perder ciertos
síntomas, al ocurrirle algún suceso adverso: reveses de fortuna o
accidentes. La observación de estas reacciones, así como la
circunstancia de que el neurótico a veces parece disponer o promover los
desgraciados acontecimientos que le ocurren, aunque solo sea
inadvertidamente, nos induce a aceptar que el enfermo sufre tan
poderosos sentimientos de culpabilidad, que despiertan en él la urgencia
de castigo a fin de aliviarlos. [22]
Además,
las autoacusaciones, que tan a menudo se interpretan como signos de
sentimientos inconscientes de culpabilidad en el neurótico, se
caracterizan por elementos a todas luces irracionales. El neurótico
tiende a apelar a la más extrema irracionalidad, desde las groseras
exageraciones hasta la más flagrante fantasía, no solo en sus
autoacusaciones específicas, sino también en sus sentimientos difusos de
no ser acreedor a amabilidad, elogio o éxito algunos.
El
temor desproporcionado a la reprobación es susceptible de extenderse
ciegamente a todos los seres humanos, o abarcar solo a los amigos, si
bien de ordinario el neurótico es incapaz de distinguir con claridad
entre amigos y enemigos. Al principio solo se refiere al mundo exterior,
y en mayor o menor grado siempre se vincula con la reprobación del
prójimo, pero también puede llegar a «internalizarse». Cuanto más suceda
esto, tanto más se reducirá la importancia que se otorga a la
reprobación exterior, comparada con la que el sujeto se confiere a sí
mismo.
El
temor a la reprobación puede manifestarse de diversas maneras. A veces
se traduce en constante aprensión de molestar a la gente; así, el
neurótico suele tener miedo de rehusar una invitación, de estar en
desacuerdo con algún parecer, de expresar cualquier deseo, de
transgredir las normas establecidas o de llamar la atención bajo
cualquier forma. Puede manifestarse también como un persistente temor de
que la gente descubra algo acerca de él, y aun cuando se sienta
querido, tenderá a replegarse en sí mismo a fin de impedir la
posibilidad de ser desenmascarado y repudiado; igualmente es susceptible
de traducirse en una desmesurada reticencia a dar a conocer algo de su
vida privada, o en una desproporcionada ira frente a la más inocente
pregunta que le ataña, pues siente que con ella se intenta inmiscuirse
en sus asuntos.
En
cuanto al contenido peculiar de sus secretos, el neurótico trata de
disfrazar, antes que nada, la suma total de lo que suele abarcar el
término «agresión» (el cual no sólo incluye su hostilidad reactiva
—rabia, deseos de venganza, envidia, impulsos a humillar y otros
análogos— , sino también todas sus secretas exigencias dirigidas hacia
los demás). En segundo lugar, desea mantener oculto cuán débil, inseguro
e indefenso se siente, cuán poco capaz es de afirmarse a sí mismo, y
cuánta es la angustia que sufre. Por tal razón erige una fachada de
aparente energía, pero cuanto más sus anhelos particulares de seguridad
se concentran en el dominio del prójimo, cuanto más se vincula su
orgullo a la noción de poderío y de fuerza, con tanta mayor profundidad
se desprecia. No solo percibe que la debilidad significa un riesgo, sino
que también la juzga desdeñable, en sí mismo como en el prójimo, y no
vacila en considerar endeblez cualquier insuficiencia, ya consista ésta
en no ser el amo de su propia casa, en la incapacidad de superar los
obstáculos en su misma persona, en la precisión de aceptar ayuda ajena, o
incluso en el hecho de estar poseído por la angustia. Dado que
desprecia radicalmente toda «debilidad» en sí mismo, y como no puede
dejar de creer que los otros también lo detestarán si llegaran a
descubrir su flaqueza, realiza denodados esfuerzos para ocultarla, pero
sigue subyugado por el constante temor de que tarde o temprano se lo
desenmascarará; de ahí su permanente angustia.
Estos
sentimientos de culpabilidad, con las autoacusaciones que los
acompañan, no solo son el resultado —y no la causa— del miedo a la
reprobación; representan, asimismo, una defensa contra éste. Cumplen
para ello la doble finalidad de inducir a los demás a reconfortar al
sujeto y de trastocar el verdadero estado de cosas; esto último lo
consiguen distrayendo la atención de lo que es preciso encubrir, o
manifestándose en forma tan exagerada que dejan de parecer sinceros.
Las
autoacusaciones no solo protegen del miedo a la reprobación; también
incitan a reconfortar al sujeto, pues los demás se sienten obligados a
disuadirlo de su pretendida culpabilidad. Pero asimismo ofrecen cierto
reconfortamiento, aunque no intervenga otra persona, pues levantan el
autoaprecio del neurótico al demostrarle que posee un juicio moral tan
agudo, que se incrimina a sí mismo de faltas que otros pasan por alto,
haciéndole sentirse de esta manera, en última instancia, como una
persona auténticamente admirable. También le brindan cierto alivio, ya
que por lo general no tocan el real motivo del descontento consigo
mismo, dejándole de esta suerte abierta una puerta secreta para la
creencia de que, después de todo, no es tan malvado como pareceDr. Adolfo Vásquez Rocca
VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, “Freud y Kafka: Criminales por sentimiento de culpabilidad: En torno a la crueldad, el sabotaje y la auto-destructividad humana”,
En EIKASIA, Revista de la Sociedad Asturiana de Filosofía SAF, Nº 55 –
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- MANNONI, Octave, Freud; El descubrimiento del inconsciente, Ediciones Nueva Visión SAIIC., Buenos Aires, 1987.
- MARCUSE, Herbert, 1955, Eros y civilización, Barcelona, Ariel, 1984.
- MASSONE, Antonio, Kafka o la zozobra de lo humano, pp. IX – XXI, en prólogo de Obras Escogidas de Franz Kafka, Editorial Andrés Bello, Santiago, Santiago 1992.
- TRUFFAUT, François. El cine según Hitchcock, Alianza Editorial, Madrid, 2002.
- RICOUER, Paul, Finitud y culpabilidad, Editorial Trotta, Madrid, 2004.
- ROBERT, M., Acerca de Kafka, acerca de Freud, Editorial Anagrama, 1980.
- WAGENBACH, K., La Praga de Kafka, Quinteto, 2008.
Vásquez Rocca, Adolfo, “Freud y Kafka: Criminales por sentimiento de culpabilidad: En torno a la crueldad, el sabotaje y la auto-destructividad humana”, En Revista Almiar –Margen Cero– Nº 71 | noviembre-diciembre 2013, Madrid. http://www.margencero.com/almiar/vasquez-rocca-freud-y-kafka/
ILUSTRACIONES
(Encabezamiento)
Obra Kafka, el Proceso o criminales por sentimiento de culpabilidad, por Adolfo Vásquez Rocca (©), en ArteLista Galería virtual de Arte Contemporáneo | (En el cuerpo del artículo) Kafka5jahre, [public domain], via Wikimedia Commons y Sigmund Freud, By César Blanco from Mexico (Sigmund Freud Uploaded by Viejo sabio) [CC-BY-2.0 (http://creativecommons.org/
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ARTE Y PSICOPATOLOGÍA: GENIALIDAD, MELANCOLÍA Y DELITO. II.- NIETZSCHE, FREUD Y KAFKA: CRUELDAD, HUMILLACIÓN Y LA INQUIETANTE INOCENCIA DEL ACUSADO _ DR. ADOLFO VÁSQUEZ ROCCA ESCUELA DE TEATRO PUC
NOTAS
La presente investigación —publicada en forma inédita en Revista Almiar (Margen Cero)—, es una primera entrega de un proyecto de investigación mayor —en marcha— que desarrollo como Académico Investigador de la Vicerrectoría de Investigación y Doctorados y Docente de la Escuela de Psicología de la Universidad Andrés Bello, UNAB. Una próxima entrega podrá recoger una buena parte de los elementos aquí expuestos para hacerlos objeto de una revisión o profundización. Los estudios culturales avanzan en una pesquisa que de seguro dará lugar a una red de textos en despliegue, confirmando la antigua sospecha de los cabalistas, ante la vertiginosa deriva, ante el desplazamiento permanente, ante la sobre-interpretación. En cuanto un texto se convierte en «sagrado», como es la obra de Freud, para cierta cultura, se vuelve objeto de un proceso de lectura sospechosa y, por lo tanto, de lo que el semiólogo Umberto Eco ha denominado exceso de interpretación. Esto también acontece con las interpretaciones de la Biblia, en lo que constituye el nuevo index del cristianismo, y también —de modo principal— en la exégesis judía, el antiguo canon, donde se ha practicado con predilección el género del comentario. La exégesis judía da cabida a glosas de las Sagradas Escrituras, que generan asimismo otros comentarios, en un interminable proceso de despliegue textual, método al cual Freud nunca fue ajeno.
La presente investigación —publicada en forma inédita en Revista Almiar (Margen Cero)—, es una primera entrega de un proyecto de investigación mayor —en marcha— que desarrollo como Académico Investigador de la Vicerrectoría de Investigación y Doctorados y Docente de la Escuela de Psicología de la Universidad Andrés Bello, UNAB. Una próxima entrega podrá recoger una buena parte de los elementos aquí expuestos para hacerlos objeto de una revisión o profundización. Los estudios culturales avanzan en una pesquisa que de seguro dará lugar a una red de textos en despliegue, confirmando la antigua sospecha de los cabalistas, ante la vertiginosa deriva, ante el desplazamiento permanente, ante la sobre-interpretación. En cuanto un texto se convierte en «sagrado», como es la obra de Freud, para cierta cultura, se vuelve objeto de un proceso de lectura sospechosa y, por lo tanto, de lo que el semiólogo Umberto Eco ha denominado exceso de interpretación. Esto también acontece con las interpretaciones de la Biblia, en lo que constituye el nuevo index del cristianismo, y también —de modo principal— en la exégesis judía, el antiguo canon, donde se ha practicado con predilección el género del comentario. La exégesis judía da cabida a glosas de las Sagradas Escrituras, que generan asimismo otros comentarios, en un interminable proceso de despliegue textual, método al cual Freud nunca fue ajeno.
[1] KAFKA, Franz, El Proceso, (Der Prozess) 1925, Alianza Editorial, Madrid, 1994.
[2] KAFKA, Franz, El Castillo, (Das Schloß) 1922. Novela inacabada, Alianza Editorial, Madrid, 1995.
[3] MASSONE, Antonio, Kafka o la zozobra de lo humano, pp. IX – XXI, en prólogo de Obras Escogidas de Franz Kafka, Editorial Andrés Bello, Santiago, Santiago 1992.
[4] CITATI, Pietro, Kafka, Cátedra Ediciones, Colección Travesías, Versal, Madrid, 1993, p. 144.
[5] El relato Frente a la ley lo
publicó Kafka en varios contextos diferentes: como relato autónomo en
el diario Selbstwehr (1915), algo más tarde en el libro Der jüngste Tag, y más tarde tejido dentro de otros relatos como en Ein Landarzt y Der Prozeß.
Este último libro, publicado postreramente, terminó siendo «armado» por
Max Brod ya que Kafka iba escribiendo diversos capítulos pero era
incierto el orden que tomarían en el diseño final de la obra, que quedó
inconclusa.
[6] FREUD, Sigmund.: Obras Completas, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1995, Vol.14: Algunos tipos de carácter dilucidados por el trabajo psicoanalítico (1916): Los que delinquen por sentimiento de culpabilidad. Extraído de: Sigmund Freud. Obras completas. Volumen 14 (1914-1916).Amorrortu Editores. Bs. As., 1979, p. 338.
[7] Ibid.
[8] MANNONI, Octave, Freud; El descubrimiento del inconsciente, Ediciones Nueva Visión SAIIC., Buenos Aires, 1987, pp. 139 – 140.
[9] FREUD,
Sigmund. Obras completas de Sigmund Freud. Volumen XVIII – Más allá del
principio de placer, Psicología de la masas y análisis del yo, y otras
obras (1920-1922). 1. Más allá del principio de placer (1920).
Traducción José Luis Etcheverry. Buenos Aires & Madrid: Amorrortu
editores.
[10] FREUD, Sigmund, «Hay
en todo ser vivo la tendencia a regresar al estado anterior de no-vivo,
‘todo ser vivo muere necesariamente por causas internas”». En Más allá del principio de placer (1920), Amorrortu editores, Buenos Aires (234).
[11] FROMM, Erich (1975). Anatomía de la Destructividad Humana. México: Siglo XXI Editores, 1989.
[12] FREUD, Sigmund, El malestar en la cultura, Alianza Editorial, Madrid, 2004.
[13] VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, Negociación, culpa y crueldad: de Nietzsche a Freud, En Revista LÉXICOS Nº 9, UE, 2007, http://lexicos.free.fr/Revista/numero9articulo2.htm
[14] Ibid, p. 80.
[15] MANNONI, Octave, Freud; El descubrimiento del inconsciente, Ediciones Nueva Visión SAIIC., Buenos Aires, 1987, pp. 139 – 140.
[16] El
sentimiento de culpabilidad se incuba progresivamente en la conciencia
del «yo», como estructura diferenciada del «ello», cuando entran en
conflicto sus imperiosas tendencias, con las impositivas y represoras
exigencias del «super-ego», como estructura diferenciada del «yo»: «El sentimiento de culpabilidad, afirma en El Malestar en la Cultura,
es la percepción que tiene el “yo” de la vigilancia que se le impone,
es su apreciación de las tensiones entre sus propias tendencias y las
exigencias del “super-ego”».
[17] FREUD, Sigmund, El malestar en la cultura, en Obras completas, Editorial Biblioteca Nueva, Madrid 1968, vol. III p.50-51.
[18] FREUD, Sigmund, El malestar en la cultura, 1930, p. 64.
[19] FREUD, Sigmund, (1916:339).
[20] FREUD, Sigmund.: Obras Completas, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1995, Vol.14: Algunos tipos de carácter dilucidados por el trabajo psicoanalítico (1916): Los que delinquen por sentimiento de culpabilidad. II – Los que fracasan cuando triunfan, pp. 323 – 337.
_____,___ (1916), Algunos tipos de carácter dilucidados por el trabajo Psicoanalítico. En S. Freud, O. C., Bs. As.: A. E., XIV.
[21] TRUFFAUT, François. El cine según Hitchcock, Alianza Editorial, Madrid, 2002, p. 98.
[22] HORNEY, Karen, La personalidad neurótica de nuestro tiempo, Editorial Paidós, Buenos Aires (Argentina), 1971. p. 13
Adolfo
Vásquez Rocca. Doctor en Filosofía por la Pontificia Universidad
Católica de Valparaíso; Postgrado Universidad Com- plutense de Madrid,
Departamento de Filosofía IV, mención Filosofía Contemporánea y
Estética. Profesor de Postgrado del Instituto de Filosofía de la
Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Profesor de Antropología y
Estética en el Departamento de Artes y Humanidades de la Universidad
Andrés Bello UNAB. Profesor de la Escuela de Periodismo, Profesor Adjunto Escuela de Psicología y de la Facultad de Arquitectura UNAB Santiago. –Miembro del Consejo Editorial Internacional de la ‘Fundación Ética Mundial‘ de México. Director del Consejo Consultivo Internacional de ‘Konvergencias‘, Revista de Filosofía y Culturas en Diálogo, Argentina. Miembro del Consejo Editorial Internacional de Revista Praxis –Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional UNA, Costa Rica. Miembro del Conselho Editorial da Humanidades em Revista, Universidade Regional do Noroeste do Estado do Rio Grande do Sul, Brasil y del Cuerpo Editorial de Sophia –Revista de Filosofía de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador–. –Secretario Ejecutivo de RevistaPhilosophica PUCV. –Asesor Consultivo de Enfocarte –Revista de Arte y Literatura– Cataluña / Gijón, Asturias, España. –Miembro del Consejo Editorial Internacional de ‘Reflexiones Marginales‘ –Revista de la Facultad de Filosofía y Letras UNAM. –Miembro del Comité Editorial de International Journal of Safety and Security in Tourism and Hospitality, publicación científica de la Universidad de Palermo. –Miembro Titular del Consejo Editorial Internacional de Errancia, Revista de Psicoanálisis, Teoría Crítica y Cultura –UNAM– Universidad Nacional Autónoma de México. –Miembro de la Federación Internacional de Archivos Fílmicos (FIAF) con sede en Bruselas, Bélgica. Director de Revista Observaciones Filosóficas. Profesor visitante en la Maestría en Filosofía de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. – Profesor visitante Florida Christian University USA y Profesor Asociado alGrupo Theoria – Proyecto europeo de Investigaciones de Postgrado –UCM. Eastern Mediterranean University – Academia.edu. Académico
Investigador de la Vicerrectoría de Investigación y Postgrado,
Universidad Andrés Bello. –Investigador Asociado y Profesor adjunto de
la Escuela Matríztica de Santiago –dirigida por el Dr. Humberto Maturana. Consultor Experto del Consejo Nacional de Innovación para la Competitividad (CNIC)– Artista conceptual. Crítico de Arte. Ha publicado el Libro: Peter Sloterdijk; Esferas, helada cósmica y políticas de climatización,
Colección Novatores, Nº 28, Editorial de la Institución Alfons el
Magnànim (IAM), Valencia, España, 2008. Invitado especial a la
International Conference de la Trienal de Arquitectura de Lisboa | Lisbon Architecture Triennale 2011. Traducido al Francés – Publicado en la sección Architecture de la Anthologie: Le Néant Dans la Pensée Contemporaine. Publications du Centre Français d’Iconologie Comparée CFIC, Bès Editions, París, © 2012.
ADOLFO VÁSQUEZ ROCCA PH.D.
Freud y Kafka: Criminales por sentimiento de culpabilidad _ Dr. Adolfo Vásquez Rocca
Adolfo E. Vásquez Rocca, Adolfo Vásquez Rocca, Adolfo Vásquez Rocca Arquitectura, Adolfo Vásquez Rocca Biografía, Adolfo Vásquez Rocca Blog, Adolfo Vásquez Rocca Doctor en Filosofía, Adolfo Vásquez Rocca Facebook, Adolfo Vásquez Rocca Filosofía Contemporánea, Adolfo Vásquez Rocca PHD Filosofía Contemporánea, adolfo vásquez rocca wikipedia, Adolfo Vásquez Rocca YouTube, Aisthesis, ANARQUISTA ROMÁNTICO, Análisis Filosófico, Animal de ficciones, Antropología, Antropología Filosófica, Antropología Filosófica y Estética, Antropología médica, Antropología y Estética, Antropología y Filosofía Contemporánea, Apuntes de Filosofía del Arte, Apuntes sobre Arte Contemporáneo, Arquitectura, Art and Painting Rosi Lopez, Artículos y Textos de Filosofía, Arte, Arte Trilogía 'Esferas' de Peter Sloterdijk, ARTE - CINE INDEPENDIENTE, Arte - Dr. Adolfo Vásquez Rocca, Arte - Estética Ideas -FILOSOFÍA DEL ARTE, ARTE - Programas Académicos, Arte Artistas Y Postmodernidad, Arte Comunicaciones Y Teoría, Arte Conceptual, Arte conceptual - Teoría, ARTE CONCEPTUAL Y ESTÉTICA CONTEMPORÁNEA, Arte Conceptual y Postconceptual, Arte Contemporaneo Pintura Escultura Fotografia, ARTE CONTEMPORÁNEO E INVESTIGACIÓN, Arte contemporáneo, Arte Contemporáneo - Tendencias, Arte contemporáneo y Filosofia, Arte Contemporáneo y Nuevas Tendencias, Arte Ecología y Política medioambiental, ARTE FILOSOFÍA Y LITERATURA, Arte Latinoamericano Colección, Arte Música y filosofía contemporánea, Arte Pintura, Arte Pintura Contemporanea, Arte posmoderno, Arte Postmodernista, Arte Rosi Lopez, Arte y complejidad extrahumana, Arte y conocimiento, Arte y Crítica Cultural, ARTE Y CULTURA FILOSOFIA, Arte y estética, Arte y Estética Contemporánea, Arte y Filosofía, Arte y Filosofía - Observaciones Filosóficas, Arte y Filosofía - Resumen y conclusiones, Arte y Filosofía contemporánea, Arte Y Medioambiente, Arte y Pintura Contemporánea, Arte y Posmodernidad, ARTE Y TERAPIA - FILOSOFIA Y ARTE, arte-antropológico, Arte-contemporaeo, ARTE-CUERPO-SUBJETIVIDAD-ESTETICA-FORMACION-PEDAGOGIA, Arte: Estética y Filosofía, ARTES AUDIOVISUALES - CINE, Artes Plásticas, ARTES VISUALES, ARTES VISUALES - FUNDACION CULTURAL, Artes y Humanidades, Artes y Letras, artista conceptual, Artista plástico, Artistas contemporaneos, Asociación Filosófica, Asociación Filosófica del Uruguay Asociación Filos, Aula de Filosofía - Arte y Filosofía, Autor, Ética, Bachillerato Internacional, Bellas Artes - Universidad, Beuys, Biblioteca de Filosofía, bio-política, Bioética, Biología Cultural, Biología del Conocimiento, Biopolitica, Blogroll, Cada hombre un artista, carácter estético-ficcional del conocimiento, Carrera Artes Cátedra Estética, Casa de la Cultura, Categoría Estética y Filosofía del Arte, categorías estéticas, Círculo de Críticos de Arte, Círculo de Críticos de Valparaíso, celo, Centro de Arte Contemporáneo, chile, Ciencias Cognitivas, cine, CINE ALTERNATIVO, CINE ARTE, CINE ARTE INDEPENDIENTE, CINE CONTEMPORANEO, CINE DE ARTE, CINE DE AUTOR, CINE FILOSOFIA Y ARTE, CINE NORTEAMERICANO, CINE Y ARTE CONTEMPORÁNEO, CINE Y FILOSOFÍA, Cinema, Cinematografía, CINETECA, Clínica, Comunidad de filosofía y arte, concepciones artísticas, concepto de arte contemporaneo, conceptual art, conceptual d art, Conferencia de Filosofía, Conferencia de Rectores de Universidades Españolas, Congreso de Filosofía, Congreso Internacional de Fenomenología y Hermenéutic, Congreso Internacional de Filosofía, Congreso Internacional Filosofía arte, Conicyt, Consejero Superior, Consejo De La Cultura Y Las Artes, Consultor Experto, Contemporary Art, Contemporánea, CONVOCATORIA DE REVISTA OBSERVACIONES FILOSOFICAS, CRÍTICA DE CINE, Crítica Cultural, Crítica de Arte, Crítico de Arte, cristianismo., cultura, Curatoría de Arte, CURSO - ARTE CONTEMPORANEO, Curso de Filosofía Contemporánea, Dada, Dano-Ex, Danza Contemporánea, Deconstrucción, Definicion de arte contemporaneo, Departamento Arte y Humanidades, Departamento de Artes, Departamento de Artes y Humanidades, Departamento de Artes y Humanidades UNAB, Departamento de Filosofía IV, Departamento de Filosofía UCM, deportes, digital journalism, Dirección de POstgrado, Dirección de Tesis, Director de Tesis, Directorio de Publicaciones, Directorios de Filosofía, Directorios internacionales, Directorios Internacionales de Filosofía, discurso estético, Diseño, Doctor en Filosofía, Doctorado en Estética, Doctorado en Filosofía, Doctorado en Filosofía Contemporánea, Doctorado y Magister En Filosofía, Documenta de Kassel, Dr Adolfo Vásquez Rocca, Dr en Filosofía, Dr. Adolfo Vásquez Rocca relacionado con la genialidad, Dr. Peter Sloterdijk, Educación Consultor Experto, educacion, El Arte como Filosofía, El Arte Contemporáneo en La Posmodernidad, EL ARTE DE LA FILOSOFIA, EL ARTE EN LA POSTMODERNIDAD, El arte y la ciudad., El carácter estético-ficcional del conocimiento, el concepto de Arte, El giro estético de la epistemología, El objeto estético, El Pop-art, El Sistema De Las Artes, electronica, Emociones, Ensayos de Teoría del Conocimiento IB, Entrevistas Peter Sloterdijk, Epistemología, Epistemología y Lógica, ESCANER CULTURAL || portada - 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Web del Autor: http://www.danoex.net/adolfovasquezrocca.html
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Vásquez Rocca, Adolfo, “Freud y Kafka: Criminales por sentimiento de culpabilidad: En torno a la crueldad, el sabotaje y la auto-destructividad humana”, En EIKASIA, Revista de la Sociedad Asturiana de Filosofía SAF, Nº 55 – marzo, 2014 – ISSN 1885-5679 – Oviedo, España, pp. 73 – 92. http://www.revistadefilosofia.org/55-04.pdf
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Vásquez Rocca, Adolfo, “Freud y Kafka: Criminales por sentimiento de culpabilidad: En torno a la crueldad, el sabotaje y la auto-destructividad humana”, En EIKASIA, Revista de la Sociedad Asturiana de Filosofía SAF, Nº 55 – marzo, 2014 – ISSN 1885-5679 – Oviedo, España, pp. 73 – 92. http://www.revistadefilosofia.org/55-04.pdf
ARTE Y PSICOPATOLOGÍA: GENIALIDAD, MELANCOLÍA Y DELITO. II.- NIETZSCHE, FREUD Y KAFKA: CRUELDAD, HUMILLACIÓN Y LA INQUIETANTE INOCENCIA DEL ACUSADO _ DR. ADOLFO VÁSQUEZ ROCCA ESCUELA DE TEATRO PUC
DR. ADOLFO VÁSQUEZ ROCCA DOCTOR EN FILOSOFÍA - ADOLFO VÁSQUEZ ROCCA PH.D.
Vásquez Rocca, Adolfo, “Freud y Kafka: Criminales por sentimiento de culpabilidad: Crueldad, Neurosis y Civilización”,
En ERRANCIA, La Palabra Inconclusa– Revista de Psicoanálisis, Teoría
Crítica y Cultura, Nº 3 © 2012, Universidad Nacional Autónoma de México
UNAM http://www.iztacala.unam.mx/errancia/v8/PDFS_1/TEXTO%20POLIETICAS%202%20ERRANCIA%208.pdf
En Poliéticas del Cuerpo: http://www.iztacala.unam.mx/errancia/v8/polieticas_2.html
Vásquez Rocca, Adolfo, “Freud y Kafka: Criminales por sentimiento de culpabilidad: En torno a la crueldad, el sabotaje y la auto-destructividad humana”, En Revista Almiar –Margen Cero– Nº 71 | noviembre-diciembre 2013, Madrid. http://www.margencero.com/almiar/vasquez-rocca-freud-y-kafka/
Bibliografía:
ADOLFO VÁSQUEZ ROCCA PH.D.
En Poliéticas del Cuerpo: http://www.iztacala.unam.mx/errancia/v8/polieticas_2.html
ARTE Y PSICOPATOLOGÍA
Dr. Adolfo Vásquez Rocca
“GENIALIDAD, MELANCOLÍA Y DELITO; LA ÉPOCA CRIMINAL DE LO MONSTRUOSO”
Culpa y Psicopatía. Freud
La repetición. Impulso y psicopatía.
Las descompensaciones por frustración.
Cosificación. Neurosis y Psicopatía.
Adoctrinamiento y psicopatía.
Persona versus cosa.
Egocentrismo. Sobrevaloración y Seducción
Mentira. Actuación. Fascinación.
Coerción. Parasitismo. Relaciones utilitarias.
Insensibilidad. Crueldad. Intolerancia a la Frustración
Fuente (original)
Cita ↓Curso PSICOPATOLOGÍA I
Dr. Hugo Marietan
Características
psicopáticas. Los conceptos que se van a abordar son el fruto de largos
años de investigación sobre este tema en la teoría, pero por sobre
todas las cosas en la practica clínica: con la observación de
psicópatas, de complementarios, de hijos o parejas de psicópatas, de
padres, hermanos. Muchas ideas que leerán no serán encontradas en la
literatura sobre el tema, precisamente porque es el resultado de
concluir en base a la observación en lugar de tratar de forzar un
conocimiento teórico a la realidad clínica. La idea es que ustedes
puedan detectar los psicópatas o sus efectos sobre la familia. Y aquí
mismo va algo que he concluido hace poco tiempo sobre la familia y el
psicópata y que les puede ser de utilidad. En el grueso de los casos de
psicópatas, la psicopatía se ejerce fuera de la familia. Puede resultar
un padre particular o esposo distinto, pero la mayor radiación
psicopática es hacia afuera. Pero en un porcentaje chico esa psicopatía
se ejerce en la misma familia. A veces este accionar es explícito,
florido y no hay mayores dificultades de detectarlo; otras es solapado y
se lo descubre por sus efectos siguiendo el siguiente principio:
“cuando en una familia la mayoría de sus miembros presentan trastornos
psicopatológicos graves, hay un psicópata” Por lo general es el padre,
la madre o un conviviente adulto (abuela, tía, etcétera). Va como
ejemplo el de una familia que consulta por una crisis psicótica de la
hija, el hermano está internado en una clínica de recuperación de
drogadictos, el padre en permanente descompensación ansiosa pero se
presenta colaborador y preocupado, al igual que la madre, en el
tratamiento de su hija. La madre parecía llevar con resignación
semejante peso, hasta que poco a poco, a lo largo de tres meses, se
fueron detectando los rasgos psicopáticos: jugadora compulsiva,
manipuladora, mentirosa pertinaz pero hábil, robaba dinero a la madre, a
sus hijas a su propia madre. Pero si no se estaba atento parecía
simplemente una madre sobrellevando un problema. Todos giraban en torno a
ella, nadie podía salir de esa órbita, como un sol negro tomaba la
energía de todos y no los dejaba desarrollarse. Cuando tratemos los
casos de familia abundaremos sobre este caso y otros semejantes. El otro
principio es de gran utilidad semiológica y lo descubrí tratando a
algunos psicópatas que me hicieron concluir que: “los psicópatas pueden
presentar rasgos neuróticos”. En la literatura se menciona que los
neuróticos pueden presentar rasgos psicopáticos, esto en cierto sentido
es real, en su momento discutiremos que hay enormes diferencias cuali y
cuantitativas en estos rasgos en uno y otro. Pero el hecho que los
psicópatas presenten rasgos neuróticos es una fuente permanente de
confusión por dos motivos, primero porque hasta el momento no hay un
gran conocimiento sobre el psicópata que yo llamo “cotidiano”, aquel que
no es un delincuente, asesino o violador, que no presenta una
psicopatía como para salir en los diarios. Puede ser un profesional, un
empresario, un empleado, una maestra, un ama de casa y ejerce su
psicopatía en un grupo reducido. Segundo, y como consecuencia de lo
primero, si presenta rasgos neuróticos, es diagnosticado si o sí como
neurótico y se tardan años (a veces nunca se los descubre) en darse
cuenta que están frente a un psicópata detrás de una cortina de humo
neurótica. Empezaremos con el tema de hoy que es el siguiente:
Caracterización y discusión de rasgos: Descriptor de psicopatía 1)
Satisfacción de necesidades distintas: a) Uso particular de la libertad
Necesidades distintas A principios del 2003 debía hacer algunas
reparaciones de albañilería en uno de mis consultorios por lo que
contraté a un recomendado de la joven encargada de la limpieza. Vino al
día siguiente, muy temprano, un hombre de unos 35 años. La tarea era
bastante pesada y el hombre menudo, pero habilidoso. Pasado el mediodía
mandé a comparar un sándwich, de esos de pan francés que desbordan
milanesa, generoso en tomate y lechuga. Se lo llevo, el hombre agradece y
mientras lo come muy lentamente y sin que yo se lo pidiera me cuenta
una historia: “Yo, hasta hace tres meses, estuve preso durante un año en
una de las cárceles más bravas. El pan de este sándwich es tres veces
más grande de lo que comía en la celda. Estaba en las celdas comunes
junto a otros veinticinco presos más, a la mañana temprano los guardias
dejaban un cesto con pedazos de pan y todos nos abalanzábamos para
agarrar un pedazo en medio de empujones, codazos y trompadas. Si te
tocaba algo, bien, sino a esperar hasta el mediodía. A eso de las doce
se abría otra vez la puerta y dejaban una olla grande por lo general con
polenta aguachenta y allí íbamos todos sobre la olla, como animales,
tratando de meternos unos bocados. A la cuchara común que teníamos
provista le doblábamos el mango para hacerla tipo cucharón, de esa
manera se caía menos polenta en medio de los forcejeos. Y eso se repetía
a las cinco y a la cena. Vivíamos con hambre. Pero con mucho hambre;
dolía el estómago, para calmarlo tomábamos agua. Por un rato pasaba y
luego otra vez. Sólo pensábamos en comer y en defendernos de los otros y
en cuidarnos del capo (cada celda tenía su jefe, un preso, de los
pesados, que a su vez tenía su jefe en otras celdas, si algo andaba mal
en nuestra celda -mal según lo que consideraban mal ellos- la ligaba
nuestro capo). Pensábamos en comer, soñábamos con comida, y hubiéramos
hecho cualquier cosa por comer. Ocupaba toda nuestra cabeza y esas
cuatro a cinco cucharadas de polenta pasaron a ser algo exquisito. Había
otras maneras de conseguirse comida, pero había que tener plata o
tarjetas para llamar por teléfono o pastillas o cigarrillo o droga; con
alguna de esas cosas uno conseguía que el de la cocina te de un poco de
comida o un sándwich. Se escondía entre la ropa la comida y se la comía a
escondidas, sino te la sacaban a trompadas. Lo mismo pasaba cuando te
traían comida los familiares: el capo elegía lo que a él le gustaba y
después te daba la encomienda que tenías que defenderla de los otros
presos, por lo general te quedabas con un pedazo de algo y el resto lo
comían los que arrebataban. De chico era pobre, era escasa la comida,
pero nunca pasé tanto hambre como en la cárcel. Había otros sectores,
estaba el sector VIP, pero para estar allí hacía falta mucha plata y
mantenerse con plata, porque si se te acababa, te bajaban a las celdas
comunes y ahí no contabas el cuento. Odiaban a los del VIP. El otro
sector era el de los Testigos de Jehová, los religiosos, allí estabas
protegido (se cuidaban mucho entre ellos), pero tenías que hacer buena
letra, ellos te elegían y te ponían a prueba un mes. En realidad te
podían echar en cualquier momento y cuando volvías a los comunes te
daban una paliza de aquellas. Con los Testigos tenías que levantarte a
las cinco de la mañana todos los días, rezar una hora para agradecer el
pan que veían una hora después. A las seis llegaba la canasta con el pan
y ellos repartían pedazos iguales para todos, comías en silencio y
luego otra hora de rezos para agradecer lo que comiste. A las once otra
vez a rezar una hora por la polenta, que era la misma cantidad, pero sin
forcejeos. No había violencia, pero teníamos que cuidarnos de no meter
la pata porque nos echaban. Si recibíamos una encomienda teníamos que
repartirla entre todos en partes iguales. O sea que nos moríamos de
hambre igual, pero sin trompadas. Mis familiares contactaron con un
abogado muy piola que me sacó enseguida, ahora trabajo gratis para él,
hasta pagarle la deuda, creo que en dos años voy a estar a mano. Tuve
suerte, los que cayeron conmigo todavía están presos”. A veces en las
clases sobre psicopatía es difícil transmitir la idea de necesidad. Yo
me valgo de narraciones como estas para dar un acercamiento al concepto
porque es muy raro que el auditorio, estudiantes de medicina, médicos,
psicólogos, etcétera, puedan comprender, en sentido de Dilthey, lo que
es sentir una necesidad; en general para ellos hambre, por ejemplo, es
el apetito o tener ganas de comer algún tipo de alimento y ambos son
postergables hasta una hora conveniente. Por otro lado, el hecho de que
exista suficiente cantidad de alimento a disposición es una idea que
tranquiliza. Muchos de los que escuchan o están leyendo esto, comen
“porque es la hora de comer”. El hambre es una necesidad de alimento que
cuanto más pasa el tiempo sin satisfacerla más ocupa la mente. Llega un
momento, como contaba el preso, que es en lo único que se piensa. Al
pasar de los días el hambriento va dejando atrás sus capas de
civilización con tal de conseguir llevarse algo comestible a la boca,
hasta contactar con su esencia animal, y allí no hay leyes comunes, sólo
la de sobrevivir. Aún así hay diferencia entre un común y un psicópata.
La necesidad extrema de un común puede ser entendida por otros, si
alguien roba para comer y sus circunstancias “lo justifican”, se puede
llegar a la idea de que robó “porque no le quedaba otra; yo, en su
lugar, hubiese hecho lo mismo (empatía)”. Pero ocurre que el psicópata
tiene necesidades especiales, es decir, por fuera de las necesidades
compartidas por los comunes. Y esa necesidad ‘especial’ tiene la misma
fuerza para impeler a la acción que una necesidad común, el hambre por
ejemplo. Al ser distinta la necesidad pierde su capacidad de empatía,
los comunes, el grueso de la población, no pueden comprenderla. Pongamos
un ejemplo: la necesidad de matar. Todos tenemos la capacidad de matar
si las circunstancias especiales nos colocan en la alternativa: él o yo,
o mi familia o ellos, etcétera, si es una cuestión de defensa extrema,
de sobrevivencia. Pero no tenemos la necesidad de matar. Hay un tipo de
manifestación de psicopatía, el asesino, que experimenta esa necesidad.
El debe cumplimentar esa necesidad, debe matar. En estos tiempos de
inseguridad grave en Argentina ocurren robos a mano armada muy
frecuentemente. Los robos a mano armada en Argentina, en esta época de
inseguridad grave, son frecuentes. La enorme mayoría de ellos, si no hay
resistencia de parte de la víctima, se resuelve con la entrega del
dinero. Hay casos en que la victima es herida o muerta si el asaltante
está drogado o interpreta que hay resistencia, o que lo va a reconocer,
etcétera. Pero hay un pequeño porcentaje en que la víctima no se
resiste, entrega todo, e igual resulta muerta, porque se topó no con un
simple asaltante sino con un asesino, alguien que necesita matar. Este
último caso es muy difícil de entender para el común, y esto es así,
porque evalúa con códigos comunes, con una escala de valor compartida,
un hecho que tiene su raíz en algo especial, por fuera de su rango de
razonamiento. La repetición Evaluemos otra característica de la
necesidad: la repetición. Volvamos a nuestro ejemplo del hambre. Hay una
secuencia: tenemos hambre, ingerimos alimento, pasa el hambre. Tiempo
después, volvemos a tener hambre y repetimos la secuencia. Es decir, el
hambre no es un hecho circunstancial o transitorio, sino que está
instalado en nosotros, es permanente. Al ser saciado amaina, desocupa
nuestra mente, pero está. Cuando los parámetros fisiológicos así lo
determinan, vuelve a ocupar nuestra mente y accionamos en busca de
alimento. Una y otra vez. La necesidad se hace presente en nuestra mente
y repetimos las acciones para satisfacerlas. A cualquiera le resulta
sencillo asimilar así y con este ejemplo, el concepto de repetición de
un accionar. Pero si en lugar de hambre colocamos como necesidad matar,
ya no es comprensible. Yo era amigo de un compañero de estudio de
medicina. El era de esos pocos que desde primer año ya sabía que iba a
especializarse en cirugía. Estudiaba anatomía con pasión, pedía permiso
para quedarse hasta tarde disecando cadáveres. Cuidaba sus manos con
esmero y, justo es decirlo, tiene un pulso envidiable. Nos graduamos y
hasta el día de hoy nunca me perdonó que me dedicara a la psiquiatría,
especialidad que le merecía un calificativo que no repito para no
ofender. Cierta vez lo fui a visitar a una de sus guardias de cirugía.
Lo encontré pálido, sudoroso, muy inquieto, se veía muy mal. Le pregunté
qué le pasaba, se resistió un poco, pero en honor a nuestra amistad, me
tiró la planilla de operaciones. Estaba vacía. “Te das cuenta lo que me
pasa, no tengo a quién cortar, eso me tiene mal”. Eso me dejó de una
pieza y recién hace pocos años, después de estudiar estos temas, logré
entender aquel episodio. Él tenía una necesidad, “tenía hambre de
cortar” y en esa guardia no podía satisfacerla; sólo le quedaba la
esperanza de una emergencia. Él es un cirujano brillante, y sé que
muchos cirujanos no lo entenderán, pero sé también que algunos de ellos
se sentirán aliviados de saber que hay otros que sienten, como ellos,
estas necesidades. Uso particular de la libertad Existen distintos tipos
de acercamiento al concepto de Libertad, aquellos que la consideran una
facultad relacionada con la inteligencia y la razón y otros que la
asimilan a una capacidad para decir sí o no (Sastre). De las posturas
nihilistas recortamos la de B. Spinoza: “los hombres se engañan al
creerse libres; y el motivo de esta opinión es que tienen conciencia de
sus acciones, pero ignoran las causas por las que son determinadas; por
consiguiente lo que constituye su idea de libertad, es que no conocen
causa alguna de sus acciones.(Ética, 2º parte, proposición XXXV). Las
personalidades psicopáticas tienen un particular sentido de la libertad.
Ser libre, en sentido pragmático, es poder hacer sin impedimentos.
Poder optar. Las trabas a la expansión de la acción, pueden ser internas
o externas. A las primeras la llamamos inhibición o represión a las
segundas presión ya sea social o del medio en sí. Si seguimos el hilo de
razonamiento que nos trajo hasta aquí, el concepto de necesidad, y
sobre todo el de necesidades especiales, rápidamente intuiremos que para
las acciones comunes nos basta con un rango acotado de libertad; no
ejecutamos acciones especiales para las tareas rutinarias y comunes, en
consecuencia no ampliamos nuestro concepto de libertad para llevarlas a
cabo, ni es necesario que nos reprimamos. Cumplimentar una necesidad
especial requiere a su vez del ejercicio de una amplitud del sentido de
libertad, de un desapego de las inhibiciones comunes, un apartarse de
las represiones estándar. Un ampliar el accionar a tal expansión que
lleve a los actos útiles para satisfacer la necesidad especial. Esta
mente se abre paso sin los escollos represivos que normalmente inhiben
las acciones de los comunes. Debe permitirse hacer más allá de lo
permitido. Debe ejercer una libertad particular que abarque los confines
de su necesidad especial. Y este permitirse hacer debe estar a su vez
libre del reproche interno, de lo que llamamos culpa, de lo contrario no
sería ‘libertad’, sino ‘penosa obligación’, llegando al absurdo de
matar por necesidad y luego llorar sobre el cadáver, derrumbado por la
culpa. El psicópata debe caminar sobre cadáveres con la tranquilidad
interna, tal vez con la satisfacción, de haber hecho lo que debía:
satisfacer su necesidad, ajeno al sentimiento de reproche de los
comunes. El psicópata es una persona que se atreve a cosas que el común
no, la ley del psicópata es: “todo es posible”. Aquí debemos establecer
una diferencia esencial con el neurótico. El psicópata expande su
sentido de libertad, el neurótico lo acota. El neurótico usa su neurosis
para no hacer. Usa el dolor y el temor al dolor para amansar a su
esencia animal, para ponerle freno y que no se manifieste. Usa la culpa
para intentar no repetir alguna falla en su represión. Tiene terror a
destrabar secuencias internas de acciones que no pueda controlar. Y está
en constante desarmonía consigo mismo por intentar armonizar con los
demás. El neurótico armó con sus prejuicios un cerco pequeño a su
libertad, pero sueña que lo agrandará algún día, tal vez después de un
análisis o de algún pase mágico, de algo proveniente del afuera, en un
mañana, en otro lugar. El psicótico no puede ni acotar ni expandir su
libertad por carecer de pragmatismo, de darle un sentido útil a sus
acciones en relación al exterior, por no controlar las variables que le
permitan un ajuste aceptable a su medio. Por no poder controlarse a sí
mismo, comprenderse mínimamente y, en consecuencia, controlar sus
acciones. El individuo normal negocia su libertad. Es conciente que
tiene ambiciones, necesidades, deseos, y es conciente de la presión del
medio a sus proyectos. Y negocia, entrega una parte de su libertad a
cambio de conseguir objetivos armonizados con el medio. Avanza hasta que
encuentra el límite. Y ahí permanece. A veces da unos saltitos más allá
del borde, pero vuelve enseguida. Envidia sanamente a aquellos que
transgreden sin mayores daños, como el caso del cajero del banco que
salió corriendo con tres millones debajo del brazo y dejó una notita:
“no se preocupen, fui yo”. Si desea dar su opinión o aporte escríbame a
consultashm@gmail.com o click AQUI Entrega 16 La culpa Caracterización y
discusión de rasgos: 1) Satisfacción de necesidades distintas: b)
Códigos comunes y códigos propios: Introyección de las normas, sorteo de
las normas, remordimiento y culpa. Concepto sobre culpa y
responsabilidad. Códigos comunes y códigos propios Los valores
comunitarios tienen su origen en las necesidades y las posibilidades que
brinda el medio para satisfacerlas. La suma de experiencias
individuales y del grupo va formando aquellos sedimentos de patrones de
conductas deseables que constituyen los valores. Estos valores son
transmitidos del entorno al individuo a través de la familia, la
escuela, el grupo social. Desde el punto de vista social los individuos
ya nacen inmersos en una atmósfera de valores. Como el pez nace ya
rodeado de agua. Por lo que va asimilando, haciendo la analogía con la
química, como en un proceso osmótico los valores de la comunidad. De tal
manera que a través del solo estar en un grupo éste le trasmite sus
valores, sus costumbres, sus modos de hacer. El humano es un copiador de
gestos, conductas, vocablos. El ‘deber ser’ le viene del otro en una
atmósfera de valores. Es por eso que el individuo incorpora desde su
inicio como integrante del grupo, los valores, como incorpora el
alimento a su organismo. No son procesos intelectuales que se discuten o
cuestionan, que haya que aprenderlos a determinada edad: están allí,
son esos y punto. Estos valores comunitarios son introyectados,
asimilados y luego pasan a ser parte del propio individuo. Pasan a
convertirse en "sus valores". Esto le permite tener una conducta
ajustada y no discordante con su entorno, porque “sus valores”,
tautológicamente, se corresponden con los “valores comunitarios”. Un
individuo ajustado a su grupo social se mueve con soltura, con
espontaneidad, porque conoce y está inmerso en la rutina social; pocas
cosas del accionar común le resultan extrañas. Sabe e intuye qué debe o
qué no debe hacer. No cuestiona las normas, no se pregunta ¿por qué yo
debo hacer esto? Simplemente transcurre. Un individuo proveniente de una
cultura no occidental, lejos de las comunicaciones modernas,
consideraría absurdas, ridículas o graciosas muchas de nuestras “serias”
costumbres y se preguntaría, asombrado, ¿por qué estas personas hacen
esto? Y si tomara al azar a alguno de nosotros y nos hiciera esa
pregunta, seguramente no sabríamos fundamentar nuestra conducta, es más
nos asombraría que alguien pregunte algo tan obvio: esto hay que hacerlo
porque sí, porque se hizo siempre. Es decir, hay costumbres que están
tan “solidificadas” que no dan margen para el cuestionamiento. Esta es
también la fuente de la empatía, del comprender al otro: si nos criamos
juntos, si entendimos y sentimos los mismos valores, si vivimos
experiencias semejantes, yo puedo comprender el por qué de la mayoría de
sus conductas. Esta solidificación de los valores comunitarios en el
individuo lo hace previsible. Sabemos que ante una situación determinada
el grueso de la población tendrá un tipo de conducta previsible. Por
supuesto que hay un rango de ajuste, y también un rango de desajuste
tolerado. Son aquellas pequeñas desviaciones a los "valores bases" que
distingue a un individuo de otro. Es decir que en toda sociedad existe
la posibilidad de tolerancia a pequeñas desviaciones a las normas.
Responsabilidad y culpa La comunidad, el hecho de pertenecer a un grupo,
significa para el individuo un resguardo, un sistema de seguridad. En
ese grupo, él va a tener un deber, una responsabilidad y deberá seguir
un código. A cambio de eso el grupo, a su vez, lo protege de
circunstancias que pueden ser riesgosas para un individuo. El deber,
entonces, es la normativa consensuada de un grupo, y el individuo debe
responder a esa normativa con la obediencia. A ese responder del
individuo frente al grupo nosotros le damos el nombre de
responsabilidad. La responsabilidad es un hecho extrínseco, objetivable;
se sabe si tal individuo cumplió o no con su deber, si ha sido
responsable o no. La no obediencia de un deber es pasible del reproche
de los otros integrantes de la comunidad. Si se ha transgredido un
código común, la comunidad se siente con el derecho al reproche. Luego
están los principios personales, los códigos propios de cada individuo,
eso es interno y solamente él tiene en cuenta, para sí mismo, si ha
cumplido o no con sus principios. El código personal, los propios
principios, son absolutamente subjetivos. No cumplir con esos códigos
individuales genera ese displacer interno que llamamos culpa. Así en
ocasiones, se puede faltar al deber, ser irresponsable desde el punto de
vista objetivo y desde el punto de vista de la mirada del grupo hacia
el individuo. Pero, para él, si ese acto o esa acción que cometió tiene
una justificación personal, privada, coherente con su código personal,
no manifiesta para sí mismo culpa, no se siente culpable. Ponemos como
ejemplo el caso de un padre que mata al violador y asesino de su hija:
es responsable ante la sociedad por homicidio, pero es probable que para
sus códigos internos haya hecho lo que debió hacer y no se sienta
culpable. Como otro ejemplo agregamos el de algunos asesinos pasionales,
celotípicos, que, torturados por la duda de la fidelidad de su pareja
llegan al quiebre, a la certeza de la infidelidad y deciden acabar con
su infierno eliminando a la pareja; única solución que encuentra en su
delirio. Después del asesinato se sienten aliviados, liberados, sin
culpa: “Es lo que había que hacer”, dicen algunos. Aquí también se da la
paradoja de ser responsables ante la sociedad por el homicidio y a su
vez no sentirse culpable porque la acción ejecutada emanaba de una
armonía interna que, aunque patológicamente, la justificaba. El
psicópata y las normas Existen, por un lado la ley, las normas, y por
otro lado las ambiciones del individuo. Las ambiciones individuales
deben encajar o seguir las reglas de juego, los códigos de la sociedad
para conseguir un equilibro adaptativo. Hay límites a la ambición. La
sociedad tolera ciertos errores, pero no la ostentación del error. La
sociedad tiene una limitación y un permiso que es explícito y
corresponde a las normativas, a las leyes. Luego hay un permiso tácito,
implícito, que no está escrito, que hace que se toleren algunas
desviaciones a la norma. ¿Por qué al psicópata no le importa sortear las
normas? Porque sobredimensiona sus posibilidades, su ingenio o su
suerte por un optimismo ingenuo: "esta vez no me van a agarrar", o "esto
me va a salir bien" (es su aspecto lúdico), o por un costo - beneficio
aceptado. Es decir, por asumir un riesgo que puede tener una
consecuencia grave, pero que el resultado de esa acción vale el llevar
adelante el riesgo. Ser optimista es fantasear en una proyección virtual
hacia el futuro con un resultado positivo. El optimismo está
relacionado con la ensoñación. Ésta es parte del trabajo psíquico que
consiste en utilizar la imaginación como campo de proyección de posibles
acciones a realizar. El psicópata no transgrede las normas. Transgredir
es valorar (conocer y sentir) las normas y a pesar de ello sortearlas.
El psicópata ve a las normas como un obstáculo a sus ambiciones. La
norma no le genera el temor inhibitorio que a la mayoría de las
personas. La norma tiene un enunciado y un significado por sí
(explícito) y por la amenaza (implícita) que implica su no seguimiento.
Es decir, en toda ley hay una amenaza, una apelación a las consecuencias
negativas que pueden ocurrirle al individuo de no seguirlas. Subyace
una prohibición, un daño a futuro para aquel que no la cumpla. Toda ley,
toda norma, genera temor e implica la posibilidad de castigo. La ley
está hecha para domar, para doblegar y para condicionar las conductas
instintivas de los individuos y entornarlas con el siguiente lema "Si
quieres pertenecer a este grupo, estas son las reglas. Si se cumplen las
reglas estás dentro, si no las cumples estás fuera". El psicópata tiene
la particularidad de estar dentro del grupo y de sortear alguna de sus
normas pero no todas, de lo contrario sería desplazado del grupo. ¿Hasta
cuándo sucede esto? Hasta que en algún momento se extralimita
fuertemente y es "descubierto y señalizado". Un personaje poderoso, ya
fallecido, seguía un concepto sobre el poder. Él decía "el poder es
tener impunidad, es hacer sin temer las consecuencias". Culpa y
psicopatía Para avanzar un poco más en este difícil tema paso
transcribir un fragmento de una clase para los médicos del Curso
Superior de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de la UBA, dictado en
el Hospital Borda: “Para sentir culpa uno debe sentirse responsable de
la acción, debe sentir que ha fallado. Cuando se evalúa que son los
otros, el medio o las circunstancias que lo han hecho fallar, entonces
no hay culpa. ¿Por qué un psicópata no tiene culpa en sus acciones
psicopáticas? Alumno: Se considera al otro como una cosa y no como una
persona. A: Tiene distinta escala de valores. Marietán: ¿Por qué tiene
distinta escala de valores? ¿De dónde viene? ¿Lo trajeron de Estambul?
¿Cómo puede ser que tenga otra escala de valores si nació con nosotros,
jugó al fútbol con nosotros, estaba en nuestra escuela y se conocían
nuestros padres? A: lo que pasa es que el egocéntrico está más atento a
su propia necesidad y no a la del grupo. M: Hay muchos que son así y son
los egoístas. Se justifican, pero ellos saben que han cometido algo
vergonzoso. No por eso son psicópatas. Recuerden que los psicópatas son
pocos. No confundan la psicopatía con los egoístas, con los neuróticos,
con los ambiciosos, que son otras variedades dentro de la especie. ¿Por
qué no tienen culpa los psicópatas para sus hechos psicopáticos? Los
valores morales vienen de afuera y el individuo los introyecta. El
individuo está inmerso en esos valores. ¿Por qué un individuo cumple una
norma? A: Para evitar el castigo, por empezar. M: Usted está hablando
de que se es bueno a la fuerza, usted está en contra de Sócrates, en
contra de Rousseau (El hombre nace bueno y la sociedad lo hace malo). Se
cumple una norma porque se cree que en el fondo de la norma hay algo
bueno para todos, para el grupo. No hay recompensa suficiente que pueda
hacer que uno cumpla una norma, que la siga lealmente, dignamente,
sabiendo que va hacia el mal. Uno cumple la norma porque cree, en el
fondo, que esta norma es para el bien común. Uno cumple una norma porque
responde a un bien común, y es lo dado. Como la sociedad es un
resguardo del individuo, entonces se da la retroalimentación, yo cumplo
la normativa y la sociedad me protege a mí, a mis hijos, etcétera.
Porque cumplir las normas corresponde a lo que se llama el bien común.
Cuando el individuo comete un acto que es transgresor, siente culpa.
¿Por qué? Porque él transgrede la ley o la norma, pero pasando a través
de la norma, porque la tiene introyectada. Sabe interiormente que lo que
está por hacer es malo y le genera ese displacer interno llamado culpa.
Y no solamente lo sabe, sino que lo siente. No solamente sabe la letra,
sino también tiene introyectada la melodía, la música de la norma. Uno
atraviesa la norma, la transgrede, pero como resultado obtiene la culpa.
Sabe y siente que está haciendo algo mal. El psicópata conoce la norma
pero no la tiene introyectada, entonces la bordea. Para él la norma es
un obstáculo, es una piedra a saltar. No la tiene introyectada. Conoce
la letra pero no tiene la música, no tiene la melodía, el sentimiento,
no la siente. Rodea la norma como un obstáculo. Conoce la norma, porque
cognitivamente no es un abandonado de Dios, pero no conoce el
sentimiento, no le da importancia al bien común, tal vez no crea que
exista el bien común. Por eso la típica respuesta cuando se le dice
"¿Por qué hiciste esto?, si no es bueno, no es normal, no está bien".
Entonces él contesta "¿quién dice que no es normal? ¿qué, dos o tres
viejos (como decía un paciente mío) se juntaron para decir, esto es malo
y esto es bueno?". Uno, que lo tiene introyectado ni se lo pregunta. La
mayoría de nosotros ni se lo plantea. Lo toma como un acto "casi
religioso", un acto de fe, sin razonamiento, sin hacer análisis. Las
cosas son así y punto. Uno no tiene que hacer esto, no tiene que hacer
lo otro, ya se sabe que hay qué hacer y qué no. No hace falta andar
explicitando y analizando en cada momento, en cada acción, si es buena o
mala. A: En realidad, ésta búsqueda del bien común tiene
fundamentalmente mayor peso en lo moral. M: La moral es la forma
explícita y simplista de hablar de esto, que es mucho más profundo, una
cosa más implícita. Está introyectada y es algo que se vivencia muy de
adentro. A: Una persona altruista ¿puede estar encubriendo un
egocentrismo psicopático secreto? M: el altruista es aquel que,
manifiestamente, tiende a accionar en pro de la comunidad o de los
otros. Ahora, la motivación que lo lleva a eso puede ser muy amplia. Tal
vez el altruista sea una persona buena. Está esa posibilidad también.
No pensemos que detrás de todo altruista hay una sublimación en el
sentido de Nietzsche: "Cuidado con los altruistas y con los caritativos
que se están lavando a sí mismos", decía Nietzsche, en Genealogía de la
moral. Pero existen los altruistas que son buenos, es decir, también
tenemos que creer que existen los buenos. Es cierto que de acuerdo a
nuestra experiencia los buenos parecen pocos. De esa manera, si el
psicópata no tiene internalizados los valores, ahí sí se entienden dos
cosas: ¿Por qué no existe el sentimiento de culpa, de vergüenza en los
hechos psicopáticos? Vergüenza es la manifestación social de la culpa o
del ridículo. La culpa es de uno con uno mismo, en cambio la vergüenza
es la manifestación social de la culpa. ¿Por qué no aprende ni con
argumentación, ni con ciertas experiencias? Porque para él lo que está
haciendo está bien. Es egosintónico con su accionar. Si se entiende esto
es fácil entender lo demás. Para él, lo que está haciendo es correcto
de acuerdo a su valoración de las cosas, es correcto para su propio
código. Entonces, si es correcto y sale mal, el responsable no es él,
sino que son los otros. Es la defensa aloplástica. Y es así que el
psicópata vuelve a intentarlo otra vez”. ¿El psicópata siente culpa?
Esta es un pregunta infaltable en todo curso sobre psicopatía, y la
respuesta es sí. El psicópata siente culpa como cualquier otro ser
humano, no carece de ese sentimiento. Y como todos se siente culpable
cuando ha roto, ha salteado, algunos de sus códigos, de sus principios. Y
sufre, como todos, por ello. Se siente culpable y mal y puede
autocastigarse severamente por esa “falta” que ha cometido. El error en
el concepto “los psicópatas no sienten culpa”, tan difundido en la
literatura, reside en no tener en cuenta esto: los psicópatas se sienten
culpables, como cualquier otro humano, cuando transgrede sus
principios, sus códigos. Y no se sienten culpables cuando sus acciones
psicopáticas están en armonía con sus códigos y principios, cuando están
cumplimentando sus necesidades especiales, por más que, desde el común
esas acciones sean aberrantes o socialmente dañosas. Como ejemplo para
tipificar este concepto les narraré el caso de un hombre de 38 años,
casado, buen padre de familia, que vino a consultarme porque se sentía
muy mal, muy culpable, porque a raíz de desavenencias con su esposa
debía separarse y dejar a sus hijas. Le dolía la idea de que sus hijas
se criaran sin su padre y que él no haya encontrado la solución para que
eso no ocurriera. Estaba angustiado y sinceramente culpable de esta
situación. Esto fue a principios de los 80, él pertenecía a las fuerzas
de seguridad y en los 70 había formado parte del grupo de torturadores,
en esa solapada guerra civil que tuvimos los argentinos. Yo le
preguntaba, cuidadosamente, si no se sentía culpable por aquellas
torturas y él me contestaba con toda firmeza: “Pero doctor, ése era mi
trabajo y estábamos en guerra”. Es decir sus acciones como torturador
estaban en armonía interna, seguían sus códigos, sus principios y, en
consecuencia, no se sentía culpable. Pero el hecho de dejar a sus hijas,
de fallarle como padre, eso sí lo hacía sentir culpable. No carecía de
ese sentimiento. Analizado desde el común este hombre “debería” sentirse
culpable por las torturas, y al no encontrar ese arrepentimiento se
llega fácilmente el erróneo concepto de “los psicópatas no sienten
culpa”. Pero esto es alejarse mucho del entendimiento de la mente
psicopática. Entrega 17: La repetición. Impulso y psicopatía. Las
descompensaciones por frustración. La repetición: En clases anteriores
comenté que una necesidad impele a ser satisfecha. Generada, tal vez,
por algún desequilibrio interno, siguiendo el modelo de la homeostasis,
se diagrama una acción tendiente a obtener del medido externo el recurso
que restablezca el equilibrio interno. Puse como ejemplo cotidiano la
señal “hambre”, que deriva de la necesidad de alimento, que a su vez
está motivada por la “falta” de ciertos nutrientes (aminoácidos,
hidratos de carbono, lípidos, agua, sales, etcétera) que provocan el
desequilibrio homeostático. Incorporado el alimento se reestablece el
equilibrio interno, y en consecuencia la señal “hambre” desaparece.
Consumidos metabólicamente los nutrientes se produce otro desequilibrio y
el circuito se repite. Si la necesidad no es satisfecha sus señales son
cada vez más intensas hasta ocupar todo el campo de conciencia y el
trabajo de la mente se monopoliza tras el objetivo de conseguir el
alimento, en el caso de grandes hambrunas, aún a costa de quebrar los
principios culturales más elementales, como la antropofagia por
aislamiento. Este tipo de necesidad común es una necesidad básica,
típica, generalizada, es comprendida por todos sin el recurso del
razonamiento. A nadie llama la atención que un individuo “repita” la
acción de comer un par de veces al día o más. A su vez, si prestamos
mucha atención, veremos que cada individuo se diferencia en su modo de
comer no sólo por el tipo de alimento que suele preferir sino por la
manera de realizar esta acción, tiene un “estilo”; el “comer” está
imbricado con una ceremonia, con un rito, que no es notado en general
por lo repetitivo, por lo cotidiano. Así observaremos que Juan prefiere
consumir más carne que vegetales, que la carne debe ser cocida en aceite
más que asada, que gusta de acompañarla con arroz, más que con papas,
que come rápido, que prefiere comer con una mesa bien preparada y a una
hora determinada, etcétera. Se “sabe” que Juan come así y estas acciones
están tan automatizadas por el hábito que pocos tienen en cuenta que
Juan tiene un “perfil” para comer, que el “qué” (comer), debe ser
acompañado por el “cómo” (el rito) en una armonía sin estridencias. Toda
mujer que comienza a convivir con un hombre nota estas diferencias,
luego la repetición las convierte en automáticas y dejan de notarse: se
“sabe” como hay que prepararle la comida a Juan. Estos conceptos de
desequilibrio, necesidad, repetición, perfil, aplicados a hechos
cotidianos parecen obvios, fácilmente asimilables. Sin embargo aplicados
a las “necesidades especiales” de los psicópatas se vuelven
indigeribles para el intelecto común. Si el lugar del verbo “comer”
colocamos matar, violar, estafar, dominar, como acciones tendientes a
satisfacer una necesidad, y si agregamos que esas acciones están
imbricadas en un rito, en un “cómo”, la incomprensión es aún mayor.
Decir, simplemente, que la necesidad del Caníbal Alemán consistía en
comer carne humana, provoca desconcierto, sin embargo, en esencia, es
sólo eso. Entonces, ¿cuál es la diferencia entre un psicópata y un
hombre común? Lo atípico de la necesidad y la manera peculiar de
satisfacerla. Cuantitativamente es una diferencia, pero cualitativamente
¡qué diferencia! Impulso y psicopatía: Clásicamente entendemos como
impulso al tipo de acción que es ejecutada sin mediar razonamiento. Los
actos impulsivos suelen ser ejecutados en medio de un marco emocional
intenso. Podemos decir que a veces el individuo impregnado de ira tiene
un estrechamiento de conciencia y ejecuta casi automáticamente acciones,
por lo general agresivas. Pasado el momento, cuando se reestablece el
equilibrio la persona se asombra de lo que ha sido capaz de hacer y, a
menudo, se arrepiente. Recientemente me contaba la esposa de un colega
que, impregnada de celos, fue a buscar a su marido a una guardia con el
bebé en brazos para, en medio de pacientes, médicos, enfermeros,
gritarle a voz en cuello los insultos más gruesos para que todos se
enteraran de lo infiel que era. Luego, en frío, me comentó que no sabía
por qué lo había hecho. Que había encontrado un par de teléfonos
‘sospechossos’ y que eso desencadenó la acción, que se desconocía, que
ella no era así, que sabía que debía cuidar el trabajo de su esposo,
pero que no pudo controlarlo, que no podía parar y que, después de esto,
se tenía miedo. Aquí se ve claramente el estrechamiento de conciencia
en este tipo de acto impulsivo, acompañado de un automatismo de acciones
y de la consiguiente intensidad afectiva. Existen otros tipos de
impulsos, menos complejos, y parecidos a los reflejos, donde una acción
sorpresiva desencadena una reacción compleja. Así contaba una persona
que mientras manejaba su automóvil paró en un semáforo, a la par se
detuvo otro conductor que comenzó a insultarlo desaforadamente por una
maniobra brusca unas cuadras atrás, una pavada. Esta persona cuenta que
miraba esa cara enrojecida que propalaba insultos y que, sin pensarlo,
salió de su coche, abrió el baúl, sacó la llave cruz que se usa para
cambiar una rueda, y procedió a golpear el otro coche, rompiendo el
parabrisas, la ventanilla, abollando la chapa. Luego guardó la llave en
el baúl, se subió al auto y desapareció. Éste es habitualmente un hombre
pacífico y sereno y aún hoy no se explica cómo fue capaz de hacer lo
que hizo. Es un hecho aislado en la vida de esta persona.. Dejamos, a
propósito, sin describir los impulsos que tienen una base orgánica
manifiesta, como es el caso de las epilepsias y otros trastornos
psicomotores. Ahora, si comparamos estas nociones de impulsos con el
mito aplicado a las psicopatías y tal como lo menciona, entre otros, el
DSM IV, falla en el control de los impulsos, nos damos cuenta que este
rasgo no puede aplicarse a la mayoría de los psicópatas en sus acciones
psicopáticas. Si pensamos en las acciones del Caníbal Alemán, todo el
tiempo de latencia que se toma para elegir al humano que comerá, la
ceremonia previa, la claridad de conciencia, el trabajo que se toma en
descuartizarlo y guardar carne en el freezer, filmar por las dudas
algunas escenas, no creemos que esto pueda ser considerado como una
falla en el control de los impulsos. Tampoco en el caso del abogado
salteño que violaba sistemáticamente a niñas, se puede decir que poseía
falla en el control de sus impulsos. Lo mismo en el de la joven auxiliar
de medicina que, sabiendo que su sobrinito de año y medio podía morir
intoxicado con la ingesta accidental de un antidepresivo, decidió
callar. Y en los cientos de casos de asesinos seriales que planifican
pacientemente sus actos, que siguen con meticulosidad de cazador a sus
víctimas para, en el momento en que ellos consideran oportuno, asestar
su acción psicopática. Por todo lo expuesto creo que este rasgo, “falla
en el control de los impulsos”, no debe ser considerado como importante
para describir una psicopatía. Desde luego esto no quiere decir que los
psicópatas carezcan de actos impulsivos en situaciones especiales como
las de cualquier otro humano, cuando lo emocional lo impregna. Y esto se
da, con mayor frecuencia, cuando no puede conseguir su objetivo, cuando
algo le sale mal, como una reacción emocional ante la frustración. Las
descompensaciones por frustración He aquí el talón de Aquiles de los
psicópatas. Este es su punto vulnerable. Aquí es donde sus máscaras se
caen y no pueden dejar de mostrarse como son y, por sobre todas las
cosas, pierden su poderoso control sobre sí mismo, y el control sobre su
entorno. Se desequilibran. Y ese desequilibrio puede seguirse de una
rápida recomposición o profundizarse y derivar en un estado muy parecido
a las psicosis. Los clásicos llamaban, a este extremo, las psicosis
breves de los psicópatas. Es en este estado de descompensación donde el
psicópata comete los actos más burdos, donde se descuida, donde se
delata, donde es presa fácil. Es por eso que, en muchas ocasiones, los
investigadores que han luchado mucho tiempo por atrapar a un psicópata
muy hábil, que les ha impresionado por su inteligencia, por su
estrategia, se sorprenden cuando los capturan por realizar actos tan
torpes que hasta difícilmente un aficionado haría. Esta es una de las
paradojas que ha confundido a tantos, hasta hacerlos pensar que el
psicópata (supongamos un asesino serial) “quiere ser atrapado”. Saliendo
del terreno de los asociales, muchos psicópatas ‘cotidianos’, ante las
frustraciones, caen en crisis muy semejante a las depresivas y son
traídos al consultorio psiquiátrico por los familiares o , más
raramente, son ellos quienes consultan. Sin embargo estas crisis no
dejan de ser raras, atípicas, fuera del patrón de las crisis depresivas
comunes. Un joven de 21 años, tras sufrir una frustración, manifiesta
una profunda depresión y una noche rompe parte del mobiliario de la
casa, amenaza con matarse con un cuchillo Tramontina (esta marca de
cuchillos hogareños va a pasar a la historia del crimen). Llegan
enfermeros y médicos de emergencia pero él los mantiene a raya
amenazando con cortarlos y tirando puñaladas al aire. Nadie se acerca.
Pasa el tiempo de manera angustiosa. De pronto la abuela, de casi 80
años, salta sobre él y se traba en lucha hasta sacarle el cuchillo ante
la mirada asombrada de todos. Es internado. Pasan 4 días y organiza
entre los internados una protesta por el tipo de comida. Al quinto día
le dan el alta. No hay rastros de la depresión. Rápidamente se dan
cuenta ustedes que no se trató de una depresión grave, sino una reacción
depresiva intensa y atípica (con gran carga de agresividad y
‘vitalidad’) provocada por una frustración: la de no conseguir el dinero
para ir a un recital de un artista, Charly García. Esto, que es una
simpleza para el común, era de una significativa importancia para él,
fanático del compositor, de acuerdo a sus códigos propios. También
supera una “crisis histérica”, diagnóstico que razonablemente se puede
tener en cuenta por la ‘puesta en escena’, por el resultado magro de su
amenaza (no se cortó el cuello, ni hirió a nadie); pero sus antecedentes
de drogadicción, parasitismo, agresividad (en una ocasión sacó una
botella de cerveza de su casa y fue hasta la casa de sus abuelos, a
varias cuadras de distancia, y la arrojó contra el ventanal haciéndolo
añicos, porque no le habían entregado un dinero que, a su entender, le
correspondía), y otros rasgos que se describen más adelante, lo
encuadran en la psicopatía. Como contrapartida era tenido por muy buen
amigo por sus compañeros. El tema de la internación, inevitable en esos
momentos donde es “peligroso para sí y para terceros”, suele mostrar
otras característica de este tipo de psicópatas: tras una resistencia
inicial -caracterizada por la rebeldía y una actitud reivindicatoria-
luego, al verse superado, cambia de táctica: al darse cuenta que de
persistir en esa conducta lo único que logra es prolongar su estadía.
Éstos son los pacientes que “mejoran milagrosamente” en muy corto tiempo
de una depresión intensa, que al cabo de una semana hacen que nadie
entienda por qué está internado un tipo tan vital, de tan buena conducta
y colaborador. Esta metamorfosis se da también en algunos psicópatas
asociales que son encarcelados cuando se dan cuenta que una buena
conducta como interno, muestras de arrepentimiento, ser un “preso
modelo”, etcétera, le acorta su tiempo de prisión. En ambos casos,
nuevamente en sus contextos, vuelven a las andadas otra vez. Con estos
ejemplos se vuelve a demostrar el autocontrol, el control del los
impulsos, el egocentrismo, la manipulación, la seducción (es una persona
que ‘convence’ que está para ser dado de alta...), la actuación, y la
paciencia, el esperar tras un objetivo. En ocasiones pacientes
psicópatas internados luego de una crisis, son retirados por los
familiares “bajo su responsabilidad”, no por considerar que está
superada la crisis sino por el temor a las represalias una vez que haya
sido externado por los médicos y vuelva al hogar. Recuerden que los
psicópatas crean un sistema en la familia nuclear basado en el temor, en
cuyo centro está el psicópata y el resto gira en rededor. Y muchas
veces esta situación permanece en secreto para la familia extensa y los
amigos. Una señora de 48 años consulta por un síndrome depresivo
intenso, con fuerte ideación suicida, deja una carta repartiendo sus
bienes, manifestando en ella que no se siente querida y no desea ser una
carga para la familia, y otros argumentos efectistas. Es internada.
Batalla contra médicos y enfermeros porque no está conforme con nada en
el lugar de internación. Ningún familiar se explica por qué se deprimió,
pero una larga conversación con el psiquiatra fue revelando las claves.
Ella era la persona dominante en su núcleo familiar, hasta que su hijo
mayor se casa un una joven más dominante y astuta que ella y la familia
comenzó a girar sobre la nueva líder. Destronada, frustrada y sin
encontrar las armas para luchar contra “la nueva”, cae en crisis. No
puede decir los verdaderos motivos por temor a perder a su hijo y a sus
futuros nietos. Al mes de internada se hizo amiga de todos los médicos y
enfermeros, conseguía los permisos de salida cuando ella quería y
lideraba un grupo de pacientes. No manifiesta ningún apuro por salir del
sanatorio. Encontró un nuevo reino, y mantenía a su familia angustiada,
girando a su alrededor en pos de que recupere su “salud”. Entrega 18:
Cosificación. Neurosis y Psicopatía. Adoctrinamiento y psicopatía.
Persona versus cosa. Egocentrismo. Sobrevaloración. Empatía utilitaria.
Manipulación. Seducción Cosificación En las clases anteriores habíamos
mencionado con insistencia que el rasgo “cosificación” es uno de los
rasgos capitales en la psicopatía y consiste en quitarles el rango de
persona al otro, descalificarlo, minimizarlo hasta vivenciarlo como una
“cosa”. Entonces, la cosificación del otro, es quitarle los atributos
que hacen a las personas semejantes a uno. Es una postura psíquica,
profunda, de valores, sobre el otro. Podemos aventurarnos a decir que el
psicópata nace con una mirada cosificadora, con un pensamiento
cosificador del otro. Los demás son, para él, “cosas” a ser utilizadas
para sus propósitos. Así como para sacar un clavo, utilizamos una tenaza
y una vez utilizada, la tiramos en el cajón de herramientas, así hace
el psicópata con las personas, las usa y cuando no le sirven las
deposita en el cajón de herramientas ya usadas. Cosifica. Neurosis y
Psicopatía No hablamos aquí del “uso” de las personas que todos hacemos
habitualmente: por integrar una red social, necesitamos de los otros y
nos valemos de ellos. Inclusive podemos tener acciones de abuso de los
demás, y aún perjudicarlos. Pero siempre, en nuestra mente,
interactuaremos de persona a persona; si hacemos algo negativo hacia
otro ser, por empatía, pagaremos con culpa esa acción, aunque a veces la
culpa no se manifieste tan concientemente, sino a través de múltiples
expresiones como la desazón, el desdén o la descarga psicosomática.
Aquí, en lo psicopático, hablamos de otro tipo de uso, de una calidad
distinta, de un uso con impunidad mental, sin costos afectivos. Hay
neuróticos que forman sistemas altamente abusadores de los otros, donde
la mentira, la manipulación, el dominio a través de la dependencia y la
escenificación de la enfermedad crean un yugo aún más opresor que el
psicopático, sin embargo, el neurótico paga un alto precio psíquico por
esto al limitar sus grados de libertad con la sintomatología neurótica.
Este constituye uno de los puntos esenciales en la diferenciación entre
psicopatía y neurosis: el cosificar con impunidad afectiva (psicópata) y
el de abusar con costo afectivo, con culpa (neurótico). Adoctrinamiento
y psicopatía El psicópata es un cosificador nato, sin embargo, se puede
adoctrinar a personas comunes y lograr que cosifiquen a otros, que le
quiten los atributos de persona. Este es el proceso cosificador que se
da, por ejemplo, en toda guerra. El enemigo es una cosa a ser
exterminada, para los dos bandos. Esto nos pasó en el 82 en la guerra
por las Malvinas, donde, una vez declarada la guerra, a medida que
pasaban los días, los ingleses iban dejando de ser personas para ser
enemigos a eliminar. Hasta Richard, el vecino amigo con el que jugábamos
tenis o fútbol hasta hace unas semanas, se convertía paulatinamente en
un inglés peligroso. En estos momentos de inseguridad grave que vive
Argentina se da una doble cosificación: por un lado los delincuentes
usan de “mercadería” a las personas en los secuestros y hasta regatean
por el precio de la devolución de un ser humano y, de no conseguir sus
propósitos económicos, pueden llegar a eliminarlos como en el lamentable
caso de Axel Blumberg. La otra cosificación la realiza la mayoría de la
población, que ve a los delincuentes no como a personas, sino como
cosas peligrosas que deben ser eliminadas. Y es probable, de seguir este
estado de cosas, que aparezca un líder que lleve adelante este proceso
de eliminación, con una tácita aprobación de la población mayoritaria.
Como ocurrió, bajo otras circunstancias, por otras razones, en los años
setenta. Con estos ejemplos quiero aclarar que el proceso mental de
cosificar está presente en todo humano. Y puede ser “activado” bajo
circunstancias, individuales o masivas, especiales. Sin embargo en el
psicópata este artificio mental está permanentemente activado. Además el
común debe tener como incentivo un hecho externo desencadenante y
perturbador. Por otro lado la cosificación es llevada delante de manera
consensuada al menos por el grupo de pertenencia y buscando un objetivo
común. El psicópata es un individuo que cosifica y con el único objetivo
de beneficiarse a sí mismo. La otra variación, y esto lo acentuamos en
todos los rasgos, es la “calidad” de la cosificación, el arte en
ejercerla por parte del psicópata. Descripción foto diario Clarín
(Diario Clarín, 25/10/98) Situación límite: El asaltante apunta con la
pistola martillada en el cuello del rehén cosificado como escudo y
atadas sus manos con alambre. Obsérvese el aumento de la base de
sustentación del delincuente, las cejas levantadas y ojos abiertos que
denotan máxima alerta; la postura obligada y de indefensión del rehén
que tiene los párpados edematizados por las heridas. La actitud
arriesgada del policía, sólo protegido por los centímetros de la columna
en donde se apoya, está respondiendo más a pautas de adoctrinamiento
que al instinto de supervivencia; véase la postura de la mano derecha,
abierta y palmas arriba, de apoyo al discurso persuasivo y la pistola al
cinto, no visible en ese ángulo por el delincuente, quién momentos
después se entregó. Tres vidas penden de este complejísimo juego
psicológico de decodificaciones donde la mínima interpretación errónea
es mortal. (Tapa del diario Clarín, 6/11/98, foto: Pablo Bianchi,
www.clarin.com.ar) Persona versus cosa Esa es la disyuntiva que se
presenta en un hombre que abre la puerta de su casa y siente detrás de
él a alguien que le dice "quedate quieto y entrá, o te mato". En ese
momento la víctima no puede dimensionar en toda su magnitud que el que
está detrás lo va a matar, lastimar o hacer un daño tremendo dentro de
su casa. Entonces se enfrentan, por un lado alguien que tiene un claro
objetivo y que está haciendo su trabajo (el delincuente), porque ese es
su trabajo y eso que está frente a él (la víctima) es un estorbo, una
cosa. Fíjense las distintas psicologías, el psicópata está haciendo su
trabajo, y para él la cosa (la víctima) es un obstáculo que si molesta
lo mata sin problema. Y, por otro lado, la persona que se siente
agredida (la víctima), que mira atrás y ve a otra persona armada (el
delincuente). Hay una distancia psicológica impresionante, que se da en
el grueso de la población. Muy pocos son los agredidos que van armados, y
menos aún los que usan las armas para enfrentarse al delincuente. Son
muy pocos los que reaccionan así, tal vez otro como ellos. Pero
generalmente esta distancia psicológica (persona – cosa; persona –
persona) es determinante, y el delincuente lo sabe. Yo tuve varios
pacientes que eran dueños de PyMES. Generalmente son empresas
familiares, que además anexan algunos empleados. Cuando se empieza a
producir la crisis de recesión (que venía desde antes de De la Rua, año
2000, 2001) ellos veían que los gastos fijos de la empresa se mantenían
pero que la producción iba cayendo por debajo de los costos fijos. Y
entonces cuando llegaban a esa condición sabían que caían barranca
abajo. A estas alturas debían tomar la decisión económicamente adecuada
que es bajar los gastos fijos, y bajar los gastos fijos incluía echar a
Juan González, a una persona, no una cosa. Entonces se aferraban a dos
principios: no aceptaban que se les caía la empresa y segundo no querían
echar a Juan González. Y ese fue el error. Lo he visto en 5 o 6
pacientes míos. ¿Qué hacía esta gente? Cuando veían que los costos y los
ingresos eran equivalentes, solicitaban un préstamo, porque la
situación era tan atípica que apostaban a la esperanza. Decían "esto va a
pasar", "Ahora no hay trabajo, pero...". Cuando la situación económica
empeoraba, y los ingresos eran aún menores, se encontraban sin poder
pagar los gastos fijos ni el préstamo. Llegaba un momento en que el
banco lo condicionaba de tal forma con los intereses que el empresario
tenía que pedir la quiebra. Así esta persona venía a verme en esta
situación, quebrado emocionalmente, quebrado económicamente, sin la
fábrica y con todos los empleados desocupados. Y decían, “hice lo que
pude para salvar la empresa y qué quiere, no me daba el corazón para
echar a Juan González, trabajó veinte años conmigo, no podía hacerle
eso”. Por lo general también se resentía el sistema familiar, todos
suelen ser muy apegados al trabajo, y muchas veces descuidan el tema
familiar. Ellos adquieren otras compensaciones (afectiva, económica, de
status) y cuando el soporte económico cae, se quiebra todo el sistema
familiar porque pone al descubierto los huecos afectivos que eran
llenados por la concentración en un sistema de vida holgado. Así como
estos empresarios no querían echar a Juan González, tampoco se
resignaban a cambiar su estilo de vida desahogado (colegio privado,
autos, clubes, etcétera) por una “economía de guerra”, con lo cual todo
se agravaba. Un empresario menos sensible, y con más razón un psicópata,
hubiera previsto mucho antes eso, y hubiera echado a los diez empleados
antiguos y tomado mano de obra más barata. También hubiera achicado los
gastos en todas las áreas y quizás sobrevivía a la feroz crisis. Pero
el neurótico no lo puede hacer a eso sin un alto costo afectivo, porque
trata con personas. En cambio el psicópata las usa. Egocentrismo: Todo
psicópata trabaja, siempre, pero siempre, para sí mismo. Cuando da es
porque está manipulando o espera recuperar esa “inversión” en el futuro.
La filantropía, auténtica, no figura en su ser. Suele pasar que este
accionar intensamente egoísta esté disfrazado con tanta habilidad que
las otras personas no lo capten nunca o mucho tiempo después de haber
sufrido el accionar psicopático. Recibo muchas consultas por correo
electrónico sobre psicopatía y es reiterada la pregunta: ¿Cómo es
posible que no le importe la familia, que sólo haya pensado en él, que
no haya pensado en sus hijos? Los familiares quedan perplejos ante la
falta de parámetros afectivos tan básicos para el común como es el amor y
la entrega a los hijos, o al menos tenerlos en cuenta. Y a partir de
allí se abre todo el espectro de ejemplos sobre el ejercicio del
egoísmo. Sobrevaloración Suelen hipervalorar su potencialidad para
conseguir cosas. Los hay francamente megalómanos donde el “todo es
posible” se les aparece sin impedimentos. Pero hay los que sobre valoran
sus aspectos pesimistas y son “la peor basura”. Empatía utilitaria
Tienen habilidad especial para captar la necesidad del otro, esto no se
puede lograr sin empatía. Pero no es la empatía de colocarse en lugar
del otro de igual a igual, sino que es una mirada en el interior de “la
cosa” para saber sus debilidades y obrar sobre ellas para manipular.
Manipulación Se refiere al manejo de la otra persona, a que accione de
acuerdo a la voluntad del psicópata. Aquí tenemos que hacer una división
virtual en cuanto a lo que lógicamente se quiere hacer y lo que
irracionalmente desea hacer. Una de las capacidades del atípico es la
captación de las necesidades del otro. La cosificación permite explicar
varias de las acciones de los psicópatas. Vemos que son egocéntricos,
manipuladores, utilizan a los demás para conseguir sus propios
objetivos. Sólo se puede manipular a alguien si primero se lo ha
seducido, si se lo ha captado. Nadie puede manipular a alguien que no se
deje manipular. Nadie puede hacerle hacer algo que el otro no quiera
hacer. Aquí tendríamos que hacer una división virtual en cuanto a lo que
uno lógicamente quiere hacer y lo que irracionalmente desea hacer.
Desde el punto de vista de la lógica del individuo, de los parámetros de
las cosas que se deben hacer, uno dice "yo no quería", "me vi obligado a
hacer tal cosa". Pero desde el punto de vista irracional, tal vez no
sea así. Aquí está una de las cosas nucleares de la psicopatía con
relación a los otros. Yo creo que el psicópata apunta a esto, puede o
tiene la facilidad de captar aquellas necesidades irracionales de los
otros. En el caso de un "estafado", en realidad está trabajando con la
ambición del otro, porque le ofrece una "pichincha", una cosa que en
situaciones normales sería muy difícil de adquirir. O sea, el psicópata
trabaja sobre esa parte de la ambición del otro y después,
evidentemente, lo engaña. Recuerdo el caso de un viajante que vendía en
las provincias máquinas registradoras a un precio muy por debajo del
real (hecho que era comprobable para el comprador); pero al panadero le
vendía una máquina específica para el almacenero y viceversa. Al tiempo
el comprador lo llamaba desesperado porque la registradora no le servía y
él, muy amablemente y como un favor se la cambiaba "por otro modelo" a
un precio mucho más alto. En la manipulación hay un grado de libertad
del manipulado que se somete a esto, es distinto de la coerción, que es
cuando se utiliza la fuerza o un mecanismo de fuerza en un sentido
físico o psicológico para que el otro direccione hacia un objetivo. Aquí
se usa el temor en todo su gradiente. Veamos lo que comenta la “novia”
de un psicópata: “Siempre obtiene lo que quiere, para él no hay cosas
imposibles, contrariamente a mí que me cuesta trabajo todo. Por ejemplo,
él quiere un certificado analítico de la facultad: habla con alguien de
cooperadora o alumnado y lo obtiene en el día y gratis; yo necesito lo
mismo y tengo que hacer una cola de 30 minutos, pagar $3 y esperar 15
días. Él decide salir a bailar: se sube a su auto, llega a la puerta del
boliche, va directamente a la puerta, saluda al patovica y entra
-gratis-, por supuesto, y de paso a la salida se va con una copa de
champagne en la mano. Yo quiero salir a bailar: me tengo que tomar un
colectivo - o un taxi - o ir caminando, hacer otra cola de 30 minutos,
llegar a la puerta rogando que me dejen entrar o que no me hagan pasar
el mal momento de pedirme documentos (porque parezco re pendeja), pagar
los rigurosos $10 e irme cuando mis amigas quieran -para compartir el
taxi. A él le llegan 10 infracciones con el auto: levanta el teléfono,
habla con alguien y se las perdonan. A mi me llega una multa por no
sacar a horario la basura: tengo que pagarla y punto (como corresponde,
no digo que esté mal). Él tiene ganas de pasar el día al aire libre: se
sube a su auto y el resto de la tarde navega con su velero mientras toma
unas cervecitas bien frías y escucha buena música. Yo estoy harta de
estudiar en mi departamentito diminuto: tengo que llamar a alguna de mis
amigas, rogarles que quieran hacer algo, embadunarme de pantalla solar
porque no soporto el sol y a ellas lo único que les gusta es eso,
tomarme un colectivo con un recorrido de 1 hora, llegar a la Florida y
sentarme a tomar mates en la sombra abajo de un árbol mientras ellas se
calcinan al sol mientras por la orilla del río pasan navegando los
veleros divinos en uno de los cuales seguramente está el. Es decir
estando con él soy parte de su mundo perfecto donde todo es accesible,
sencillo y realizable”. Otro ejemplo: “Mi madre ha estado jugando con
todos nosotros. Porque cuando se dan esas discusiones entre hermanos, yo
no entendía que mi madre no intentara poner calma, apaciguara los
ánimos, saliera en defensa de todos, no, se mantenía al margen y si se
la enfrentaba decía que ella en asuntos de hermanos no se metía. Ahora
me sonrío al pensar que los asuntos de los hermanos estaban provocados
por ella. Con qué sutileza utilizaba y utiliza aun hoy la manipulación,
sobre todo entre nosotros cuatro. Veo cómo mi madre ha intentado
separarnos a unos de otros, cómo para conseguir sus fines era mejor que
nosotros estuviésemos separados, sin hablarnos, para así poder decir y
hacer a su antojo y cuando podíamos estar juntos y yo daba mi versión de
los hechos, ella ya había dado la suya y además había adelantado cuál
iba a ser la mía, con lo cual, corroboraba "que ella tenía razón" y yo
era una mentirosa que además no tenía mucha imaginación”. Seducción Es
una relación bidireccional entre el psicópata y el otro, donde la
propuesta del psicópata encuentra eco en las apetencias del otro. Es
decir, el psicópata propone el contrato y el otro lo firma. Contaba un
amigo que una vez caminando por la calle Sarmiento, en Buenos Aires, se
le acercó un hombre de unos cuarenta años, con un bolso en la mano y un
aparato reproductor de mini disc en la otra. Le dijo que vendía aparatos
de rezago de la Aduana, y le ofrecía vendérselo a 100 pesos (el costo
real era de 600). Le mostraba el aparato y se lo hizo escuchar, era
maravilloso, pero no contaba con los 100 pesos. “Mirá, yo tengo que
vender esto hoy, vos cuanto tenés”, “Tengo sólo 30 pesos en estos
momentos”. “Bueno, hagamos una cosa, yo te lo doy ahora y, otro día,
cuando me veas por el barrio me das los otros 70 pesos”. Acordaron así
y, frente a la vidriera de un negocio le dice, “te doy uno nuevo, este
lo uso para mostrar”, y le dio un paquete. “Guardalo que no te lo vean,
hay que tener cuidado, a ver si te lo afanan”. Este amigo, emocionado
con la compra, llegó a su casa y al abrir el paquete se encontró con
medio pan de jabón. No lo tomó a mal, se rió durante más de media hora,
de él mismo. Este tipo de personalidad tiene como rara habilidad captar
las necesidades del otro. Esta capacidad determina otro rasgo
importante, que es la seducción, llevando así a los demás a entrar en un
circuito psicopático. El psicópata les demuestra que le son necesarios,
pero que él le es mucho más necesario a ustedes. Entonces se da un
circuito entre el psicópata y la otra persona. Se establece un circuito
mutuo para suplir las necesidades. Este concepto lo desarrollaremos en
las conclusiones al referirnos a la comunicación que establece el
psicópata con los patrones irracionales de su víctima. Si agregamos a
esto que son inteligentes y manipuladores, nos damos cuenta de que es
muy difícil resistirse a ellos. Relacionarse con un psicópata es un
viaje de ida con retorno complejo. Si desea dar su opinión o aporte
escríbame a consultashm@gmail.com o click AQUI Entrega 19: Mentiras La
mentira, para el psicópata, es una herramienta de trabajo. La mentira es
desvirtuar la verdad ex profeso, con un objetivo "en mente", con el
objeto de conseguir algo. La mentira siempre apunta a algo. Se miente
para evitar un castigo, se miente para conseguir una recompensa, se
miente para engañar a otro. Detrás de la mentira siempre hay un rédito y
esto lo diferencia de la fabulación, que también es una transgresión a
la verdad, pero por el mero hecho de satisfacer el ego. Es lo que
utiliza el fanfarrón. El psicópata suele mentir, pero hay que distinguir
la mentira banal de la mentira psicopática. El psicópata utiliza la
mentira como una herramienta de trabajo más, está tan acostumbrado a
mentir que es difícil captar cuando miente; son los que mienten mirando a
los ojos y con una actitud relajada. No es que el psicópata mienta
circunstancialmente y ocasional o esporádicamente para conseguir
desligarse de alguna situación común o estándar. Sabe que está
mintiendo, pero no le importa, no tiene la resonancia o displacer que
uno siente cuando miente. Yo no lo llamaría mentira patológica. Nosotros
le damos mucha importancia a las palabras y si estamos frente a un
mentiroso ¿cuál es el valor de esas palabras? ¿Cuál es el grado de
verdad de esas palabras? Tiende a cero. Si utilizamos la sobrevaloración
de las palabras, caemos fácilmente en el circuito psicopático. Por eso
no sirven las escalas de autoevaluación, ni el interrogatorio o la
anamnesis. El psicópata dice lo que conviene decir o lo que se espera
que conteste. El valor de lo que dice el psicópata debe ser colocado
entre paréntesis. Si ustedes quieren evaluar al psicópata, lo importante
es lo que hace. Evaluamos al psicópata a través de la conducta, de la
acción. El psicópata puede mentir con la palabra o con el cuerpo cuando
actúa o simula, y adapta la actuación a la persona que quiere captar.
Así me contaba una madre que su hijo de 15 años le pedía las cosas con
lágrimas en los ojos para enternecerla, y al padre, que se desesperaba
por conseguir el afecto del hijo, lo manejaba con enojos y haciéndose el
ofendido. . Ejemplo: “De entrada me mintió. Me dijo que se llamaba
"Juan" (que es el nombre de su hermano) cuando en realidad se llama
Ernesto. Que tenía 28 años cuando en realidad tenía 25. Que tenía novia y
que luego me dijo no ser así, argumentando haber mentido para que yo no
me enamorara de él (al final, en estos días, me vengo a enterar que era
verdad lo primero, es decir que sí tenía novia). Y luego niega todo:
cuando lo confronté y le dije que era mentira todo lo que me había dicho
me dijo que él nunca había dicho eso, que yo había escuchado mal.
Miente, miente y miente. Puede tener puesta una camisa blanca y te va a
jurar -mirándote a los ojos y sin siquiera pestañar- que es color roja. Y
sus argumentos son tan creíbles que, nuevamente, me deja confundida
respecto de mi salud mental”. Otro ejemplo: “Mi hermana tenía una amiga
en una ciudad a cinco minutos del pueblo donde ella trabajaba, con la
que pasaba algún fin de semana, cuando no quería conducir de noche. Y un
buen fin de semana, para compensar, decidieron pasarlo en el pueblo.
Bueno, ahí acabó la amistad de mi hermana y su estancia en el pueblo. Mi
madre nos llamó a todos y cada uno de nosotros para decirnos que las
había pillado juntas en la cama, que era lesbiana, y fue un rumor que se
oyó hasta en el pueblo. No solamente fue terrible que fuese mentira, lo
terrible era que mi madre decía que por eso dejara de ser su hija o mi
hermana o la hermana de los demás. A mi me importaba un bledo que fuese o
no lesbiana, a mi lo que realmente me importaba era lo que podía sufrir
mi hermana, y cuando ésta me dijo que no era cierto, yo sé que me
estaba diciendo la verdad. Para el resto de la familia aún queda la
duda, y ya no digo en el pueblo”. Otro ejemplo: “Nuestra hija mayor se
inscribe para Química y habla con mucho entusiasmo de los maestros, las
materias etc. Al concluir el año escolar resulta que no iba a clases y
no le ponen ninguna calificación. Dice que quiere cursar otra carrera y
se inscribe en Física, que sueña con ser una gran científica, hace
planes se inscribe, nos continúa pidiendo dinero para libros,
inscripción etc. Y vuelve a pasar lo mismo. Dice que quiere estudiar
otra cosa y se inscribe en Filosofía y Letras, que es, ahora, realmente
lo que quiere. Finalmente yo pienso que eso es lo que le conviene ya que
le encanta la lectura y escribir y todo esto. Se inscribe, nos cuenta
cómo le va, que sus maestros son muy buenos, que la quieren mucho, de
las tareas, etc. Y actualmente ya tengo acceso a su boleta de la
universidad por Internet (cosa que ella no sabe) y acabo de ver que está
inscripta pero no va a clases, no tiene calificaciones finales. He
pensado que quizá tenga algún trastorno de la personalidad, dado su
conducta desde niña. Que no muestra remordimientos por los daños
causados a sus hermanos, las mentiras sin razón de ser, siempre dice
mentiras, es muy egocéntrica, nunca le ha gustado seguir normas, no hace
proyectos reales, dice que va a hacer algo de su futuro, hace planes
pero todo es mentira y después dice “es que estaba equivocada y no es
eso lo que quiero, apóyenme a realizar lo que yo quiero”. Y seguimos con
ella y nos sigue mintiendo. No es fácil porque ya es adulta y no acepta
que esté mal. Ni de niña pudimos con ella, dado su carácter muy firme,
convincente, maduro (para su edad), pero ahora que está grande y
haciendo retrospectiva me doy cuenta, y no sé que hacer”. Actuación
Actuar es mentir con el cuerpo. El mitómano es un psicópata que deja que
la fantasía se despliegue en la acción, esto es, el mitómano realiza o
actúa su fantasía o mentira en el terreno de la realidad, se vale de su
fantasía para modificar la realidad. Mientras el fantasioso puro se
contenta con su mundo de fantasía el pseudólogo fantástico, o mitómano,
miente con determinada finalidad y la mentira tiene un carácter
marcadamente activo, lleva adelante su mentira y trata de conseguir con
ello algún fin, para lo que se requiere una enorme imaginación y una
gran capacidad histriónica, son actores natos y de una gran calidad lo
que hace que consigan cierto éxito. Además es muy importante la forma en
que se manejan, en general son personas muy cuidadosas de los lugares
donde se mueven y ejercen su acción y tienen un manejo de lo verbal y de
lo gestual que las hacen encantadoras. Un ejemplo de farsante se
descubrió hacia 1995, a raíz de un juicio de mala praxis. Se trata del
caso del falso médico neurólogo que logró ejercer durante 16 años en un
prestigioso hospital metropolitano de Buenos Aires, habiendo dado sólo
unas pocas materias de medicina. A pesar de su escasa preparación
inicial en medicina, a través de los años fue ganando un sólido
prestigio en el Hospital, a tal punto de ganar por concurso varios
ascensos, dejando atrás a muchos de los verdaderos médicos. ‘Era
brillante’, reconoció uno de ellos luego de enterarse y, en el colmo de
admiración decía “es como si mañana nos enteramos que Barnard no estudió
cirugía”. Era fuente de consulta de los otros especialistas y presidió
un Congreso de la especialidad, y hasta escribió un libro en
colaboración. Los que trabajaban con él decían que era muy seductor, con
una labia tremenda; que tenía una personalidad irresistible y
carismática, lo que le permitió atajos en el desarrollo de su ‘carrera’;
que era feliz cuando violaba las reglas de lo establecido. Cuando
allanaron su casa encontraron dos títulos falsificados el de médico y el
de especialista en neurología, junto a varios recetarios a su nombre.
Cuando la policía le pidió la matrícula, titubeó y finalmente reconoció
que no tenía título. Admitió con mucha tranquilidad que era un falso
médico, además comentó, como al pasar, que ya había tenido otros
inconvenientes por este tema. Fascinación Alteración de la conciencia
ligeramente inferior a la sofrológica, la hipnosis, producida por el
psicópata a determinadas personas. Este punto resultará, sin dudas,
inquietante. Hemos visto que en la seducción el psicópata necesita que
el otro esté de acuerdo, que cierre el contrato, para ello usa la
persuasión y su “encanto”, pero el otro debe prestarle su voluntad, debe
darle su consentimiento. Por eso decimos que la seducción es
bidireccional. En el caso de la coerción se ejerce una violencia, física
o psíquica para dominar al otro. Es unidireccional, va del psicópata a
su víctima, y este no tiene un grado de libertad razonable para no
seguir los deseos del psicópata. Pongamos en caso de que un delincuente,
mediante un arma, obligue a entregar dinero. En el caso de la
fascinación se mueven otros mecanismos, más profundos, menos explícitos
que los anteriores y por sobre todas las cosas se produce una alteración
de la conciencia del tipo de la hipnosis, pero más leve. La voluntad de
la persona se ve rendida ante la del psicópata, sin oponer resistencia
alguna y sin tener claridad de su propio accionar. Desde luego que este
estado de fascinación se da en personas sensibles a llegar a este
estado. Y no es necesario un largo contacto con el psicópata. Para que
se comprenda este punto pasaré a narrar el caso de una de mis pacientes
que consulta por distrés, y que durante el lapso del tratamiento conoce a
un hombre divorciado, como ella, y luego de unos meses, pasa a convivir
con ella y su hijo. En ocasión de un curso de perfeccionamiento se
encuentra con una amiga del secundario, con quien habían sido muy
unidas, de esas amigas que aunque no se frecuenten, se sabe que cuentan
con ella, que se siguen queriendo. Es así que, café por medio, descargan
los consabidos recuerdos del secundario y, como hacía más de cinco años
que no se veían, la invita a cenar a su casa. Mi paciente deja a su
hijo con su ex marido y se prepara a recibir a su amiga. Llega y le
presenta a su nueva pareja. En la cena comienza una charla informal y
luego la conversación se va polarizando entre la amiga y el concubino
sobre el tema del Reiki. “Comencé a sentirme un poco molesta porque me
estaban marginando. Cuando terminó la cena ellos seguían hablando
animadamente. En un momento dado él me dice: “le voy a explicar las
técnicas de Rike a tu amiga, voy a ocupar el cuarto de tu hijo y vos te
vas a ver televisión al dormitorio”. ¿Y usted que hizo? , le pregunté.
“Y, me fui al dormitorio” ¿Y ellos? “Se fueron al cuarto de mi hijo” ¿Y
luego? “Yo me quedé en el dormitorio viendo televisión, pasaron unas dos
horas y sentí ruido en el living y me levanté. Mi amiga se estaba
preparando para irse, me dijo que se había hecho tarde y se fue rápido.
Él me dijo que le preparara un café. Tomó el café y nos fuimos a
dormir”. Yo esperé unos momentos y ella no hizo ningún otro comentario y
le pregunté: ¿qué la hizo levantarse de la mesa e irse al dormitorio
siendo que esto no es algo normal en un encuentro con una amiga? “No sé,
sólo me levanté y me fui”. ¿qué cree que hicieron su amiga y su
concubino en el cuarto de su hijo? “Como él sabe mucho de Reiki creo que
le estaba explicando algunas técnicas, pero no sé, ahora que lo pienso,
por qué me fui”. Habían pasados dos días de este hecho y ella todavía
no tenía clara conciencia de lo que había pasado en su casa. Es
interesante la triangulación que se da en este caso, y las inhibiciones
que tuvieron que sortearse para que se de una situación así. Primero la
capacidad de seducción del psicópata (encuadraba perfectamente en esta
descripción no sólo por esta conducta sino por muchos rasgos que no
comentaremos aquí) hacia la amiga. Es una persona que conoce un par de
horas antes y él captó su necesidad de hembra, y en una situación
altamente desfavorable (estaba cenando con su pareja) decide realizar el
coito, (luego, en una conversación personal, él lo confirmó). Por otro
lado la amiga debe saltear sus represiones para, en la casa de su amiga,
satisfacer sus necesidades sexuales. Él despliega una de las
características marcadas del psicópata que es el aspecto lúdico, él
apuesta a que va a conseguir lo que quiere y sin riesgos, en esa
situación especialísima. ¡Y lo hace! Quince días después, ella cae en la
cuenta de lo que ha sucedido. Debo aclarar que mi paciente es una
profesional, que, amén de ser divorciada, no es inexperta en la relación
con los hombres. Digo esto porque varias lectoras pensarán que es lela o
directamente estúpida; no lo es, ni mucho menos. En la relación con un
psicópata se pueden dar estas u otras circunstancias atípicas. Coerción
Relación unidireccional entre el psicópata y el otro, donde intervienen
presiones instrumentales, físicas o psicológicas que le impiden optar a
la víctima. A principios del año 2003 vino a consultarme una mujer de
unos 30 años por presentar ataques de pánico. Cuenta que la semana
anterior al volver de compras nota que la puerta de entrada no estaba
con llave. Como ella es distraída pensó que se había olvidado de cerrar
la puerta al irse. Así que no le dio importancia y entró. Dejó las
compras y fue a la cocina a lavar unos platos. Estaba en eso cuando de
pronto siente que alguien a sus espaldas la estaba mirando. Se asustó
porque sabía que su marido estaba en el trabajo, y se dio vuelta y en el
marco de la puerta de la cocina había un hombre que le dijo: “No me
mires y decime donde está la plata”. Ella le dice que la única plata que
hay está en su billetera. “Está bien, ahora desnúdate”. El hombre no
estaba nervioso y no gritaba, tampoco ella vio arma alguna. Así que
procedió a desnudarse. “Ahora vas a la ducha y te bañás y no salgas
hasta que yo te diga”. Así lo hizo, se colocó debajo de la ducha. Ella
sentía ruidos en el living y el dormitorio. Pasado un buen rato se hizo
silencio y ella salió de la ducha y él apareció en la puerta del baño la
miró y le dijo “Ya te dije que no salgas de la ducha”. Ella se volvió a
meter debajo del agua. Esperó y esperó y finalmente se animó y salió,
no había nadie, sólo algunas cosas desordenadas. Cuando terminó de
narrar me dijo con un tono muy particular “No me violó” y, tras una
pausa, poco convincente, “Por suerte”. Este hombre ejerce una coerción
con el acento puesto en lo psicológico más que en lo físico y sin armas.
Crea un clima de violación, de gran expectación sexual, para terminar
con un desprecio por la hembra, desprecio que es acusado no por la parte
lógica de esta mujer, sino por esencia femenina. Parasitismo
Utilización del otro como medio de subsistencia, aquí el psicópata
realiza la manipulación necesaria para conseguir sus fines, pero sin
presionar demasiado, como actúa un parásito en su relación con el
huésped. Escribe alguien que convivió con un psicópata: “Cuando hablo de
parásito, estoy hablando del depredador, de aquél que una vez que ha
"chupado" toda la energía que hay disponible, se va relamiéndose el
bigote. Creo que una persona que ha tenido la experiencia de estar cerca
de un ser como éstos puede decir que es una experiencia física, ya no
mental, no, es una experiencia física de agotamiento y es al cabo de
unos días que uno puede sentirse más libre, mas suelto, se va el
agarrotamiento y se puede andar más ligero (la angustia mental es un
fardo muy pesado).” Yo tenía un compañero en la Facultad, era del
interior, y ya venía con la idea de conquistarse a una "veterana",
profesional, con buen pasar para que lo mantuviera durante toda la
carrera. Es así que se conquistó a una arquitecta de 30 años (el no
llegaba a los 20) y se mantenía económicamente gracias de esta mujer.
Años después, cuando se recibió ni siquiera esperó un tiempo prudencial,
simuló una crisis emocional y se fue a su provincia, sin ningún tipo de
contemplación”. Eso es un uso parasitario de una persona. Relaciones
utilitarias El psicópata establece un tipo de relación para captar al
otro y conseguir un objetivo. Y una vez logrado, se desprende del otro
sin el menor miramiento o consideración. Como una herramienta que no
usamos más. Insensibilidad Escasa o nula repercusión emocional ante el
daño causado al otro, en los hechos psicopáticos. Permanece indiferente
ante el dolor ajeno. Lo cual no implica que, fuera de las acciones
psicopáticas, no se muestre sensible a otras personas, mascotas u
objetos “No tiene la menor idea de lo que es ponerse en el lugar del
otro y reconocer lo que esa otra persona está sintiendo. Él trabaja en
la Morgue, hace autopsias y dice no sentir absolutamente nada por la
gente allí presente (ya sean cadáveres o familiares de los fallecidos
que lloran y gritan desconsoladamente ante los reconocimentos).
Inclusive se ha ofrecido a participar de autopsias de gente conocida
suya (como amigos o hijos de amigos) que han muerto de formas violentas y
no se le mueve un pelo. Es más, lo he acompañado a trabajar y he estado
presente en la sala de autopsias, mirándolo "en vivo y en directo" y es
la persona más fría que he visto en mi vida. No es sólo profesional, es
frío.” Otro ejemplo (desde México) “Cuando mi hija tenía 7 años nace su
hermanito... a ella no le hace gracia... siempre lo trata muy mal, de
indiferencia al principio y de agresiones no manifiestas. Por ejemplo le
decía yo que le diera de comer y no se lo daba decía que no quería... a
sus juguitos le ponía la mano para taparles el popote y decía “mira
mamá no quiere”. Ya más grandecito le metía el pie para que se tropezara
etc... Al principio nos parecía normal sus celos, cuando nació su otro
hermanito se mostraba indiferente con éste aunque no de agresión.
Conforme crecieron la niña decía muchas mentiras y el hijo de en medio
era muy nervioso, llorón, etc. (estuvo en tratamiento por hiperactividad
y baja tolerancia a la frustración). Al concluir la escuela primaria,
ella tenía muchas amigas muy queridas que la visitaban y ella las
visitaba. De la fiesta de graduación no nos informó y no nos entregó la
invitación, después que nos enteramos le llamamos la atención y su
respuesta es que no quería ir ni ver a sus amigas... ya no volvió a
visitar a nadie. Nunca lloró, se enojó ni mostró ningún sentimiento.
Esto me pareció muy extraño. Pensé que iría a la fiesta, lloraría etc.,
como todos lo hicimos alguna vez al concluir un período escolar, pero no
fue así”. Crueldad Puede ser impiadoso, hacer padecer, dañar
severamente a otros, sin repercusión emocional displacentera. La mayoría
de los torturadores de nuestra última guerra civil, consideraban que
simplemente estaban realizando un trabajo. “Cuando mi hija ya tenía
aproximadamente 15 o 16 años, el de el medio 9 y el menor 6 años, éste
último nos dice que su hermana trata muy mal a su hermano... (cuando no
estábamos, trabajamos los dos), que lo golpea con la pared, lo pellizca,
lo viste de mujer, lo amenaza, etc. (cuando presentaba golpes nos decía
que se había caído). El otro niño se atreve a hablar y nos dice que es
así, que siempre lo ha tratado así, pero tiene miedo de su hermana.”
“Dr. Marietán: Hace muchos años que hemos llorado la insensibilidad de
mi hija y sus mentiras, primero pensando que era apenas una niña,
después que eran problemas de adolescente... pero ya va a cumplir 22
(disculpe, es un desahogo poder hablar de esto que nos agobia, porque
los familiares cercanos no comprenden y en muchas ocasiones hemos
mentido para "cubrir" su conducta, incluso ante sus hermanos,
actualmente de 12 y 15 años). Hubo una época que adoraba a Marilyn
Manson y a su cuarto lo pintó morado con muchos cuadros de él, y a sus
hermanos les daba miedo entrar y ella gozaba cuando lloraban. Un hámster
hembra que tenía con ella como un año y que le trajo pareja y tuvieron
crías "se le olvidó” darles de comer y se murieron todos, hasta yo los
lloré, y ella no. También un perrito que teníamos y atropellaron. De
hecho nunca la he visto que llore por situaciones así, las únicas veces
que ha llorado es porque le hemos hablado muy duramente y ha llorado y
dicho que no la queremos (con mucho coraje y gritando). Hace casi 4 años
sufrí un accidente grave, estuve 4 meses inmovilizada y el médico me
dijo que probablemente quedara parapléjica; fue algo muy duro. Mi esposo
lloraba conmigo, mis hijos también, ella no. Siempre fue insensible y
lo que me dijo en una ocasión fue que ella también tenía problemas de
salud y nadie se molestaba por ella, que le molestaba que yo quisiera
llamar la atención. De hecho esa fue la gota que derramó el vaso, y
cuando me recuperé decidí que lo más sano es que estuviéramos separadas y
quizá "cambiara". Pretexté un cambio de ciudad por mi trabajo y mi
esposo me apoyó y él también buscó ese cambio. Pensé que iba sufrir
cuando nos separáramos, pero lo tomó muy tranquila. He llorado mucho por
estar separadas, pero cuando estamos juntas sufro más ¿Qué le debo
decir a mis otros dos hijos? Ellos ya preguntan por qué su hermana es
así. Gracias por su atención, el poder decir todo esto me alivia un
poco, no es nada fácil”. Tolerancia a situaciones de tensión Permanecer
impasible u obrar fríamente ante situaciones de alta tensión en las que
un ‘normal’ se paralizaría, descontrolaría o accionaría inadecuadamente.
Esta característica posibilita que realice acciones de alto riesgo y,
paradójicamente, arriesguen o pierdan la vida. A diario vemos ejemplos
tanto en policías o delincuentes de este tipo accionar. También en los
negocios o la política hay muestras de este rasgo. El caso Yiya Murano
Fuente: Reincidentes Argentinos
http://comunidades.calle22.com/comunidades/1130/com1130con6.asp Su
verdadero nombre era María de las Mercedes Bernardina Bella Aponte.
Nacida en la provincia de Corrientes (Argentina) en el año 1930. Acusada
de haber envenenado a tres mujeres y llevada a juicio por homicidio,
Yiya Murano nunca confesó. Fue absuelta en primera instancia, el juez
alegó que había dudas insalvables. Tres años después, la Cámara de
Apelaciones evaluó los indicios de manera diametralmente opuesta y la
condenó a cadena perpetua. Año tras año Yiya presenta pedidos de indulto
y de conmutación de pena porque insiste en su inocencia. Hace poco, sus
reclamos fueron escuchados por el presidente de Argentina, Carlos Menem
y su pena fue reducida a 25 años de prisión. Se presenta en los
programas de televisión y sigue alegando su inocencia, aunque su
personalidad manipuladora quedó al descubierto por las declaraciones de
su hijo Martín Murano, y de su actual esposo de apellido Chiodi (Ej:
ella anunció que estaba felizmente casada y que su marido la aceptaba
por considerarla inocente, sin embargo al otro día su marido pidió
presentarse en el mismo programa y confesar que eso era mentira, que si
bien se casaron nunca jamás habían convivido y ella nunca le había
confesado nada acerca de su pasado y su estancia en la cárcel, alegando
que su marido era golpeador y ella lo había matado por accidente,
mientras se defendía). Carmen Zulema del Giorgio Venturini, su prima
segunda, tentada por las promesas de jugosos intereses, entregó a Yiya
un montón de dinero no muy significativo, con el propósito de que lo
invirtiera. Luego del éxito de su primera inversión decidió hacer otra.
Su vecina Nilda, hizo lo mismo y una amiga de ésta, Leticia Fornisano de
Ayala también se sintió atraída y decidió invertir. Yiya aumentaba
desmedidamente su amistad hacia estas y sobre todo, las visitaba con
mayor frecuencia. El sábado 10 de febrero de 1979 Nilda Gamba comenzó a
sentir dolores agudos en el estómago y náuseas. El médico que la atendió
le pronosticó intoxicación y ella recordó (al médico) haber tomado el
té con Yiya. Yiya se ofreció a cuidarla. Por la noche, empeorando, entró
en estado de coma y el domingo fallecía. Yiya buscó al doctor Tomer, el
primero que la atendió, con el fin de que firmara el certificado de
defunción. El médico se negó alegando que él no había sido el último en
atenderla. Ante tal inconveniente, Yiya se dirigió al medico de la
cochera, quien sí aceptó el trámite a cambio de una propina. La causa de
muerte según el certificado fue: paro cardíaco no traumático, fórmula
que evita la autopsia. Un mes y medio antes, durante tres días no se
supo nada de Nilda. Se hizo la denuncia a la policía y cuando forzaron
la puerta encontraron a Nilda tirada en el piso, víctima de un coma
diabético.
Aquella
vez fue Yiya la persona que vio a Nilda por última vez antes de que se
descompusiera. Puede que haya sido un intento de envenenamiento que no
resultó, o tal vez lo del coma diabético haya sido verdad. Días más
tarde cuando debía devolver el dinero a Chicha, Yiya fue a su casa a
tomar el té y a tranquilizarla. Según ella convinieron en encontrarse
esa misma noche. Cuando Yiya y las otras amigas fueron a buscarla, nadie
contestaba. El 22 de febrero los vecinos del edificio denunciaron a la
policía que del departamento ocupado por Chicha salía un olor penetrante
y que nadie contestaba el timbre. Al forzar la puerta encontraron el
cadáver sentado frente a la TV, a su lado restos de pescado, una taza
con un poco de té. También en este caso el médico de la funeraria
extendió el certificado de muerte: infarto de miocardio no traumático.
El 24 de marzo, Mema del Giorgio Venturini sintió náuseas y un profundo
malestar. Desfalleciente, se arrastró hacia el pasillo del edificio,
pero presa del vértigo perdió el equilibrio y cayó haciendo ruido, el
cual escucharon los vecinos y acudieron a socorrerla. En ese momento
llegaba Yiya quien preguntó a los vecinos si Mema había dicho algo antes
de perder el conocimiento. De camino al hospital en la ambulancia, al
fallecer la víctima le preguntó al medico si sería necesaria la
autopsia. Cuando Diana Maria Venturini, hija de Mema, intentaba poner en
orden las pertenencias de su madre descubrió que faltaban unos Pagarés
que habían sido extendidos como garantía de los depósitos de Yiya, ante
este hecho, indagó al portero del edificio quien recordó haberle dado
las llaves del departamento a Yiya, minutos después de ocurrido el
incidente, con el propósito de hacer unas llamadas a los familiares (las
cuales nunca se hicieron). Ya en su domicilio y con la mente más
despejada Diana comenzó a hacer conjeturas. Puesto que otras 2 personas a
quienes Yiya debía dinero habían muerto en circunstancias similares a
las de su madre, decidió hablar del caso con la policía. A partir de
eso, el juez ordenó la exhumación de los cadáveres para realizarles las
autopsias pertinentes. En el caso de Nilda y Chicha, inhumadas en
tierra, esa tarea no arrojaría resultados decisivos ya que en el proceso
de descomposición de los cuerpos una de las sustancias que se forman es
el clorhidrato de cianuro. Esto impide establecer si la sustancia esta
allí por causas naturales o por haber sido injerida en vida. En cambio,
en el cadáver de Mema pudo determinarse con exactitud que en sus
vísceras había restos de cianuro alcalino y así se consideró que se
trataba de muerte por envenenamiento. A los tres años de estar detenida,
salió en libertad. ¿Cómo explicar la decisión de la justicia cuando
nadie dudaba de su culpabilidad? Primero: Yiya nunca había confesado,
segundo, si bien todas las pruebas apuntaban en su contra, no hubo
testigos directos de los crímenes, y por último, que la querella se
basaba en que otra persona no podría haber sido, pero demostraba
incapacidad en probar la autoría de la imputada. Yiya estuvo muy cerca
de cometer el crimen perfecto que tanto admiraba. Las mujeres habían
sido asesinadas con una sustancia que, una vez muertas, era producida
por el cuerpo en estado de descomposición. Sólo la agonía de Mema le
había dificultado las cosas. Después de tres años de libertad, la Cámara
de Apelaciones la considera culpable, ante este fallo, Yiya planea
fugarse. La Cámara calificó que los hechos constituyen homicidio
calificado por ser cometidos con veneno reiterado en tres oportunidades.
También se la condenó por el delito de estafa al patrimonio de estas
mujeres. Desde el punto de vista médico, de acuerdo con el informe
forense, Yiya presenta ´una personalidad polifacética en la que se
destacan componentes histéricos, paranoides y perversos, y es
precisamente en base al tipo de personalidad que estiman los médicos que
posee peligrosidad social´. Se consideró probado en la causa que el
cianuro que llevó a la muerte a Mema Venturini y a Nilda Gamba fue
colocado en vasos de agua, como parte de remedios, que éstas tomaban sin
dudar, en razón de la confianza que tenían con Yiya. En cuanto al caso
de Chicha Ayala, el tribunal sostuvo que el cianuro tuvo dos vehículos
posibles: el té o las pasas. Se sabe o supone que el cianuro estaba en
los saquitos de té, ésta es una manera de que nadie sospeche de ella por
que las mujeres vivían solas, eran de avanzada edad y cuando morían no
hacía falta que Yiya estuviese presente. Entrega 20. La responsabilidad
legal del psicópata ¿Cuál es la utilidad del psicópata para el grupo?
Consideraciones sobre la psicopatía. Conclusiones Con esta entrega
finalizamos este curso sobre psicopatía, es más que probable que
continuemos con otro curso durante este año para hablar de los distintos
casos de psicopatía, ya sobre la base de este curso. Quiero agradecer a
todos los que participaron y a aquellos que me enviaron sus inquietudes
y dudas, también a los directivos de Sandoz y GTV y a las autoridades
de las instituciones que me avalaron. Espero haberles sido de utilidad
en este primer paso de este complejo tema de la psicopatía. Gracias a
todos. La responsabilidad legal del psicópata Genovés(3) se plantea el
interrogante ¿el psicópata es responsable de sus actos? Y para ello
establece tres pruebas para estimar el grado de responsabilidad de una
persona en sus acciones criminales: 1. No puede ser declarado a priori
insano, si no es con un peritaje previo. La regla principal es que un
imputado está cuerdo hasta que se demuestre lo contrario. Si nos basamos
estrictamente en lo legal, los psicópatas son responsables, ya que
conocen perfectamente las normas, al igual que todos los demás. En
cambio si nos referimos a lo estrictamente moral, el prejuicio se vuelve
más ambiguo, porque el psicópata carece de apego emocional y sentido de
culpabilidad. 2. Impulso irresistible. Esta regla afirma que el sujeto
puede conocer la diferencia entre el bien y el mal, pero tener el
impulso irresistible de cometer el acto. Esto no es compartido por
todos, ya que algunos encuentran ambigüedad en la definición de
irresistible al impulso. Impulso implica espontaneidad (incapacidad para
demorar la gratificación) y en algunos casos el psicópata prepara
cuidadosamente su crimen durante largo tiempo antes de cometerlo. 3. Se
propone que el sujeto no es responsable criminalmente si su acción
delictiva es producto de su enfermedad o su tara mental. En Estados
Unidos, por ejemplo, en el modelo del Código Penal de 1962, se expone
que una persona no es responsable de una conducta criminal, si en el
momento de realizar tal conducta tiene disminuidas sus capacidades
fundamentales para ejercer la criminalidad por la conformidad de su
conducta con la ley, como resultado de un trastorno o tara mental. O sea
que hay tres posibilidades en teoría que la ley ofrece en los
tribunales mundiales y son las siguientes: a) Responsabilidad total:
castiga a un individuo anormal del mismo modo que al normal; b)
Responsabilidad atenuada: no hay solución plausible, ya que después de
una corta estancia en prisión encuentran mejores condiciones para volver
a delinquir. c) Exención de responsabilidad: equipara al psicópata como
un enajenado debiendo ingresar a un hospital psiquiátrico. En Estados
Unidos, el Tribunal Supremo (sentencia de abril de 1988) dice que el
concepto estadístico de considerar la psicopatía como una desviación del
comportamiento, tiende en la actualidad a ser sustituido por una
anomalía estructural de la personalidad y por ello como auténtica
enfermedad mental, tal y como la consideraba la Organización Mundial de
la Salud. Y en su virtud reduce la pena por homicidio en dos grados
quedando rebajada a cuatro años de prisión. En Argentina El hecho de no
ser consideradas personas enfermas, abre una polémica dentro del campo
de la medicina legal. La postura actual es no considerarlos personas
enfermas. En ocasiones ciertas conductas los ponen en contacto con el
sistema judicial (robos, violaciones, homicidios, etcétera). Pueden
discernir y entender la criminalidad de sus actos y dirigir sus
acciones, en consecuencia son responsables por lo que hacen. No entrando
en las condiciones de inimputabilidad del artículo 34 del C. P. (no son
enfermos) siendo, por lo tanto, punibles. El doctor Vicente Cabello,
médico legista argentino, sustenta otra postura. Opina que ante toda
psicopatía debe investigarse exhaustivamente la posibilidad de una noxa
cerebral. Considera que son personas enfermas, la conducta que tienen no
es porque sí, sino que es producto de su enfermedad, en consecuencia,
para esta escuela, son inimputables.(16) ¿Cuál es la utilidad del
psicópata para el grupo? Podemos especular el por qué de la existencia
de los psicópatas, cuál es su valor social. Tal vez estas personas sean
un reaseguro de la especie, del grupo. Ante una emergencia alguien debe
responder con características no habituales para hacer frente a la
situación totalmente anómala, imprevista o extraña. Así, en un caso de
guerra, aquel que es tildado de desalmado, cruel e insensible es el
héroe. Es aquel que va al frente, que asume riesgos que el grueso no, se
arriesga, y lleva adelante acciones que la mayoría no se animaría a
realizar, es el comando de un grupo de guerra. O sea, esa potencialidad
que es totalmente desfavorable en tiempo de paz, y puede llevar a esta
persona a desarrollar conductas muy agresivas a su entorno,
(delincuencia, criminalidad, etcétera), es la misma. que en situaciones
anómalas se ajusta perfectamente a los requisitos de emergencia que
tienen que solucionar. Los psicópatas serían parte de la reserva del
grupo en caso de emergencia, pero en estados normales son absolutamente
chocantes para la sociedad. Estas personalidades atípicas pueden tener
cierta adaptación a la sociedad, como el caso del psicópata insensible
que puede convertirse en un arrojado policía, un buen militar, un
torturador, un gobernante para tiempos de crisis, un talentoso
deportista, un excelente cirujano. La anticipación del peligro, el
miedo, no los inhibe para la acción. Y son, en consecuencia,
refractarios al condicionamiento adversivo. También el psicópata es al
que le encargamos hacer el trabajo “sucio”: es al que llaman para
torturar, para eliminar masas de gente de un país, para hacerse cargo de
la “represión brutal” contra una fracción revolucionaria o los
delincuentes, o es el revolucionario al que alientan los que desean un
cambio radical en un país; es el militar al que le hacen quemar una
aldea, o lo hacen infiltrar como espía en el bando contrario, es el
policía al que llaman para que se tirotee con los delincuentes, es el
abogado al que contratamos para que con sus artimañas nos haga zafar de
un delito, o al político que lo dejamos que modifique todo el sistema
económico, es el empresario que con sus manipulaciones, amenazas, coimas
y sobornos dejamos enriquecer. Y luego, superada la crisis o la
emergencia, y a veces, los juzgamos por criminales o estafadores o
transgresores. A modo de conclusión Consideraciones sobre la psicopatía
Los valores tienen su origen en las necesidades sociales. La suma de
experiencias individuales y del grupo van formando aquellos sedimentos
de patrones de conductas deseables que constituyen los valores. Estos
valores son transmitidos del entorno al individuo a través de la
familia, la escuela. Conceptos externos al individuo son introyectados,
asimilados y luego pasan a ser parte del propio individuo. Pasan a
convertirse en "sus valores". Esto le permite tener una conducta
ajustada y no discordante con su entorno. Por supuesto que hay un rango
de ajuste, y también un rango de desajuste tolerado. Son aquellas
pequeñas desviaciones a los "valores bases". Es decir que en toda
sociedad existe la posibilidad de tolerancia a pequeñas desviaciones a
las normas. La comunidad, el hecho de pertenecer a un grupo, significa
para el individuo un resguardo, un sistema de seguridad. En ese grupo,
él va a tener un deber, una responsabilidad y deberá seguir un código. A
cambio de eso el grupo, a su vez, lo protege de circunstancias que
pueden ser riesgosas para un solo individuo. El deber, entonces, es la
responsabilidad del individuo frente el grupo, es un hecho extrínseco,
objetivable; se sabe si tal individuo cumplió o no con su deber, si ha
sido responsable o no. Luego están los principios personales, los
códigos propios de cada individuo, eso es interno y solamente él tiene
en cuenta, para sí mismo, si ha cumplido o no con sus principios. El
código personal, los propios principios, es absolutamente subjetivo. No
cumplir con esos códigos individuales genera culpa. Así en ocasiones, se
puede faltar al deber, ser irresponsable desde el punto de vista
objetivo y desde el punto de vista de la mirada del grupo hacia el
individuo. Pero, para él, si ese acto o esa acción que cometió tiene una
justificación personal, privada, coherente con su código personal, no
manifiesta para sí mismo culpa, no se siente culpable. Existen, por un
lado la ley, las normas, y por otro lado las ambiciones del individuo.
Las ambiciones individuales deben encajar o seguir las reglas de juego,
los códigos de la sociedad para conseguir un equilibro adaptativo. Hay
límites a la ambición. La sociedad tolera ciertos errores, pero no la
ostentación del error. La sociedad tiene una limitación y un permiso que
es explícito y corresponde a las normativas, a las leyes. Luego hay un
permiso tácito, implícito, que no está escrito, que hace que se toleren
algunas desviaciones a la norma. ¿Por qué al psicópata no le importa
sortear las normas? Porque necesita satisfacer sus “necesidades
atípicas”. Porque sobredimensiona sus posibilidades, su ingenio o su
suerte por un optimismo ingenuo o lúdico: "esta vez no me van a
agarrar", o "esto me va a salir bien", o por un costo - beneficio
aceptado. Es decir, por asumir un riesgo que puede tener una
consecuencia grave, pero que el resultado de esa acción vale el llevar
adelante el riesgo. Ser optimista es fantasear en una proyección virtual
hacia el futuro con un resultado positivo. El optimismo está
relacionado con la ensoñación. Ésta es parte del trabajo psíquico que
consiste en utilizar la imaginación como campo de proyección de posibles
acciones a realizar. El psicópata no transgrede las normas. Transgredir
es valorar (conocer y sentir) las normas y a pesar de ello sortearlas.
El psicópata ve a las normas como un obstáculo a sus ambiciones. La
norma no le genera el temor inhibitorio que a la mayoría de las
personas. La norma tiene un enunciado y un significado por sí
(explícito) y por la amenaza (implícita) que implica su no seguimiento.
Es decir, en toda ley hay una amenaza, una apelación a las consecuencias
negativas que pueden ocurrirle al individuo de no seguirlas. Subyace
una prohibición, un daño a futuro para aquel que no la cumpla. Toda ley,
toda norma, genera temor e implica la posibilidad de castigo. La ley
está hecha para domar, para doblegar y para condicionar las conductas
instintivas de los individuos y entornarlas con el siguiente lema "Si
quieres pertenecer a este grupo, estas son las reglas. Si se cumplen las
reglas estás dentro, si no las cumples estás fuera". El psicópata tiene
la particularidad de estar dentro del grupo y de sortear alguna de sus
normas pero no todas, de lo contrario sería desplazado del grupo. ¿Hasta
cuándo sucede esto? Hasta que en algún momento se extralimita
fuertemente y es "descubierto y señalizado". Un personaje poderoso, ya
fallecido, seguía un concepto sobre el poder. Él decía "el poder es
tener impunidad, es hacer sin temer las consecuencias". El psicópata es
siempre otro, no hace un insight, es decir, no hay un darse cuenta. Él
no es consciente de su propia psicopatía. ¿Es el psicópata un inmaduro
que se quedó en la etapa adolescente de su desarrollo? A veces, algunos
psicópatas dependientes parecen contestar sí a esta pregunta, o algún
tipo de asunción de riesgo "infantiloide" parece confirmar este punto.
Los psicópatas son refractarios a los estímulos, tanto a los estímulos
negativos (castigos, penas, contra argumentaciones a la acción en
apelación a las normas), como también, y esto es poco notado, son
refractarios a los estímulos positivos (cariños, recompensas,
suavización de las penas, apelaciones a lo afectivo). El psicópata no
modifica su conducta por ninguno de los dos estímulos, ni positivos ni
negativos. La mentira, para el psicópata, es una herramienta de trabajo.
La mentira es desvirtuar la verdad ex profeso, con un objetivo "en
mente", con el objeto de conseguir algo. La mentira siempre apunta a
algo. Se miente para evitar un castigo, se miente para conseguir una
recompensa, se miente para engañar a otro. Detrás de la mentira siempre
hay un rédito y esto lo diferencia de la fabulación, que también es una
transgresión a la verdad, pero por el mero hecho de satisfacer el ego.
Es lo que utiliza el fanfarrón. El psicópata puede sortear todo tipo de
normas, pero no el 100% de las normas, sino sería rápidamente detectado y
eliminado del grupo. Puede sortear las normas, la ley social, y
convertirse en un delincuente, estafador o un revolucionario. Puede no
cumplir las leyes éticas, en general, de la sociedad o puede tener
conductas sexuales como la prostitución, la homosexualidad y cualquier
otro tipo de perversión. Dentro de las alteraciones de la ética, está su
particular relación con los otros seres humanos, que es la cosificación
del otro, que le permite utilizarlo como una cosa, como un objeto de
intercambio o de utilidad. Esta cosificación es lo que explica, tal vez,
llegar a torturar o matar al otro. Hay distorsión en la forma de
autoestimulación, por eso el psicópata a veces cae en la droga y el
alcohol. Algunas conductas psicopáticas pueden parecen ilógicas (visto
desde afuera), pero es perfectamente lógica para el psicópata. Son
lógicas distintas, son sistemas de razonamientos distintos, códigos
distintos y valores diferentes basados en necesidades distintas. La
conducta psicopática puede, ser a veces, de mucha inestabilidad frente a
estímulos objetivamente pequeños (para el normal), o al revés, el
psicópata puede permanecer con una conducta de mucha estabilidad, a
pesar de las fluctuaciones del ambiente, es decir, puede permanecer
sereno en situaciones que desestabilizan a la mayoría. El fracaso lo
derrumba. Los momentos de crisis de los psicópatas son producidos por
frustraciones y fracasos. Siempre coloca la responsabilidad de su
fracaso o su frustración, en lo otro, en lo externo (defensa
"aloplástica"). El éxito del psicópata en el medio social, no asegura
que se estabilice. En ocasiones después de mucho esfuerzo, destruyen
todo lo que han hecho, por un acto banal. Esto es desconcertante para el
"normal" que observa esto, que ha seguido toda la trayectoria y el
accionar de la inteligencia de éste hombre exitoso y sin embargo, por
una tontería, destruye todo andamiaje. Los casos resonantes de
personajes internacionalmente importantes, me eximen de más comentarios.
Dentro de los tipos de psicópatas, en su relación con el sistema,
están: Los que aprovechan el sistema, para sacar beneficio (estafadores
menores, algunos políticos, especuladores); Los que confrontan con el
sistema dentro del sistema (delincuentes, estafadores graves,
criminales, políticos extremistas, tanto de derecha como de izquierda);
Aquellos que quieren cambiar el sistema (los que se marginan, y desde la
marginación tratan de romper el sistema). Cualesquiera sea la
pertenencia del psicópata en estos tres grupos, siempre están contra el
orden establecido. Hay algo en el psicópata que le impide aceptar el
orden establecido. Así lo vemos al querellante fatigar tribunales
apelando una justicia que nunca termina de convencerlo. Y si la
"justicia" se demora o no es suficiente ¿por qué no ser él mismo el que
la ejecute? El psicópata pude tener tres tipos de conductas: a) Accionar
normal: es su parte adaptada al patrón conductal normal. No se le
"nota" la psicopatía. b) Accionar psicopático: es la manifestación de
sus conductas psicopáticas. La ejerce sobre determinadas personas,
complementarios o víctimas. c) Tormenta psicopática: es la conducta
psicopática desestabilizada. De gran inestabilidad emocional y tensión
interna, que el psicópata trata de equilibrarla a través del rito
psicopático, grupo de conductas repetitivas (el patrón conductual
psicopático). Hay impulsos y automatismos. Intensa descarga de la
tensión interna sobre lo externo. No puede parar sus acciones hasta
lograr reestabilizarse. La forma que toma esta desestabilización
dependerá del tipo y grado de psicopatía. Aquí es donde se producen los
homicidios seriales o extremadamente crueles, las violaciones,
destrucciones y también los suicidios. Es donde el psicópata de tipo
asocial deja su sello, su marca personal. El psicópata en general, se
justifica a sí mismo en todas sus acciones. Suele ser acusador y
crítico. A la pregunta ¿por qué el psicópata no sigue las normas? La
respuesta es simple, porque las normas no se ajustan a sus deseos. Este
tipo de personalidades tienen un particular sentido de la libertad. Ser
libre es poder hacer sin impedimentos. Poder optar. Las trabas a la
expansión de la acción, pueden ser internas o externas. Si estos seres
minimizan sus trabas internas (llámese represión, inhibición o
remordimiento) sólo les quedan las trabas externas. Si los impedimentos
externos no están corroborados por la propia lógica ni tienen el peso de
los sentimientos, a qué seguirlos. Se convierten en algo artificioso,
armado por otros. Un como sí lúdico. Un juego donde se conocen las
reglas, los obstáculos, pero en el fondo es todo fantochada. Es así un
jugador sin impedimentos que conoce los impedimentos. ¿No será este uso
particular de la libertad lo que lo hace seductor al apelar a las
libertades reprimidas del otro? Tal vez el psicópata busque detrás de
las máscaras, de la imagen, de la "persona", al "animalito" deseoso y
encerrado que todos llevamos dentro y lo anime a participar en un juego
ambivalente de satisfacciones y angustias. Es campo de estudio del
biólogo la variabilidad de la especie humana (raro – común); del
sociólogo el ajuste del individuo en el grupo (adaptado – inadaptado);
del moralista (religioso, ético) valorar lo bueno y lo malo; del legista
juzgar las responsabilidades; del psicólogo las motivaciones de la
conducta individual. El médico debe limitarse a su estricto campo que
consiste en evaluar si una persona está sana o enferma. Y, el psicópata,
puede ser raro, inadaptado, malvado, delincuente o tener una conducta
incomprensible, pero no es un enfermo.
Hugo Marietan, 1994, actualizado a marzo de 2006, Buenos Aires, Argentina
ARTE Y PSICOPATOLOGÍA: GENIALIDAD, MELANCOLÍA Y DELITO. II.- NIETZSCHE, FREUD Y KAFKA: CRUELDAD, HUMILLACIÓN Y LA INQUIETANTE INOCENCIA DEL ACUSADO _ DR. ADOLFO VÁSQUEZ ROCCA ESCUELA DE TEATRO PUC
DR. ADOLFO VÁSQUEZ ROCCA DOCTOR EN FILOSOFÍA - ADOLFO VÁSQUEZ ROCCA PH.D.
Bibliografía:
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doctorado, 1958. 2. Garrido Genovés, Vicente; Técnicas de tratamiento
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Kernberg, Diagnóstico Diferencial de la Conducta Antisocial, Revista de
Psiquiatría, 1988,volúmen 5, página 101 a 111, Chile 5. Bruno, A.;
Tórtora, G.; " Las psicopatías", Psicología forense, Sexología y praxis,
año 3, vol. 2, Nº 4, año 1996. 6. Pinel, Philippe "Tratado médico
filosófico de la enajenación mental o manía", Ediciones Nieva, Madrid
1988. 7. Schneider, Kurt, "Las personalidades psicopáticas", Ediciones
Morata, 8º edición, Madrid, 1980 8. Laplanche, J., Pontalis B.
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1986. 11. Gregory R. L., Diccionario de la Mente, Editorial Alianza,
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Mason, Barcelona, 1995 14. Oates, J., Babilonia, Ediciones Martínez
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Psiquiatría Forense en el Derecho Penal. T3, Editorial Hammurabi, Buenos
Aires, 1984.
Semiología psiquiátrica
Asesinos seriales
Un
investigador internacionalmente destacado en el tema de la psicopatía,
el Dr. Robert Hare, cree que es poco probable que alguna vez se llegue a
una teoría unificada sobre las causas de la violencia en general, sin
embargo plantea que nos estamos acercando hacia una mayor comprensión de
ciertos tipos de violencia depredadora atribuibles a los psicópatas.
Las respuestas no estarían dentro de los factores sociológicos o de
entorno sino más bien dentro del individuo.
Tal
y como el asesino Berdella demostró, los psicópatas son arrogantes,
narcisistas, superficiales, manipuladores y grandilocuentes. No tienen
consideración alguna por el sufrimiento que pueden causar y en general
no establecen fuertes vínculos emocionales con los otros. El trastorno
de la psicopatía aparece en todas las culturas y se manifiesta
tempranamente con desordenes de conducta, cruel indiferencia y
desordenes de déficit de atención e hiperactividad. Aunque no todos los
psicópatas violan la ley, muchos manifiestan comportamientos
antisociales como manipular emocionalmente, agredir y ser crueles. La
necesidad de poder y control es lo que conduce el accionar de los
psicópatas, quienes son sujetos que ven el mundo en términos de dadores y
tomadores, sintiéndose justificados de ser los tomadores. Su violencia,
como una vez dijo el asesino serial Arthur Shawcross, es solo un
negocio usual. En otras palabras, su agresión es instrumental, no
reactiva, y está encaminada hacia alguna oscura ganancia.
En términos de tratamiento[1],
Hare nota que los agresores sexuales que son psicopáticos presentan
problemas especiales. Las agresiones de los agresores sexuales
psicopáticos —dice Hare citando la literatura médica— serán
probablemente más violentas y sádicas que las del resto de agresores
sexuales.
Los
psicópatas también reinciden más, diversifican sus crímenes, y fallan a
la hora de aprender de los castigos. Al parecer sufren de cierta
angustia personal, aparecen mal con sus actitudes y conducta, y buscan
tratamiento solo cuando va con sus intereses.
Aparentemente
fallan en procesar las emociones de la manera en que la gente normal lo
hace, de forma tal que no tienen empatía. Por ende, en ellos son
débiles las inhibiciones emocionales típicamente socializadas en
relación a la agresión. Así, cuando a Bob Bardella se le preguntó sobre
su propósito luego del segundo asesinato, él dijo que no tenía un
propósito, al menos no conscientemente. La primera vez era más que todo
un asunto de no ser atrapado, así que…¿qué diferencia habría realmente
si mataba de nuevo?.
Adriane Raine, de la Universidad de Southern California, ha interesado
por mucho tiempo en los correlatos neurológicos del comportamiento
psicopático. Él ha encontrado déficits cerebrales en diversas áreas que
parecen contribuir a la violencia, específicamente el sistema límbico
(el centro emocional) y el cortex prefrontal. Dichos déficits harían a
los psicópatas menos sensibles a la estimulación aversiva y menos
capaces de tomar decisiones apropiadas en torno a la agresión hacia los
demás, así como también harían que éstos sean impulsivos, arrojados y de que
comporten sensaciones fuertemente estimulantes. Consecuentemente los
asesinos predadores serían sujetos carentes de afecto y mucho más
propensos a atacar a extraños que la gente normal cuya violencia es más
reactiva y emocional.
Al
evaluar los procesos emocionales en el verdadero psicópata, Patrick
Christopher hace eco de Raine y Hare cuando afirma que el comportamiento
predatorio del psicópata está relacionado con una debilidad en el
sistema defensivo del cerebro. Se cree pues que, tanto en el psicópata
como en la persona normal, las emociones activan uno de los dos procesos
básicos del cerebro, produciendo así la aversión-evasión o el
deseo-aproximación. En el caso de los psicópatas, dice Patrick que el
estímulo desagradable tiene que ser, para los mecanismos de acción
defensiva, lo suficientemente fuerte como para activar un bloqueo o
interrupción en el comportamiento de búsqueda de la meta. En otras
palabras, en ellos no hay ideas a largo plazo sobre el aprisionamiento
que podría detenerlos ni el dolor o la angustia de sus víctimas: solo y
únicamente los frena la posibilidad de un castigo inmediato[2].
Ellos tienen una meta definida y usarán la fuerza y la violencia para
conseguirla a menos que esto pueda lastimarlos de alguna manera como,
por ejemplo, en el caso de que tuviesen, para conseguir su meta, que
intentar apuñalar a alguien mucho más fuerte y con la capacidad
suficiente como para vencerlos o causarles daños de suma gravedad.
Todavía
más profundo resulta el que los asesinos seriales utilizan la cadena de
sus asesinatos como una forma de dar sentido y propósito a sus vidas.
Candice Skrapec, de la Universidad Estatal de California en Fresno, ha
tratado de comprender qué es lo que conduce a los asesinos seriales y ha
encontrado necesidades humanas básicas, aunque exageradas[3].
A partir de entrevistas, ella ha descubierto que los asesinos seriales
masculinos de tipo predador se sienten víctimas y, en consecuencia, su
ira les lleva a devolver el golpe y a hacer pagar a otros[4]. En definitiva ellos se sienten libres de sus propios códigos morales y acreditados para hacer lo que están haciendo.
Complementariamente,
los asesinos seriales alimentan sus ímpetus con las oscuras fantasías
que les hacen sentirse más grandes de lo que en realidad son, siendo así
fantasías que parecen completarlos. De ese modo, representando y
fomentando esas oscuras fantasías ellos escapan de cuestionar su
autoconcepto y de enfrentar con ello su imagen de impotencia,
sintiéndose así especiales por hacer algo que pocas personas podrían
hacer. Así, asesinar incrementa su sensación de vitalidad, lo cual
produce una euforia que es seguida por una sensación de calma o alivio
de la tensión. Por otro lado, el que los medios de comunicación den
atención a sus asesinatos es algo que afirma y refuerza el sentimiento
de poder que existe en ellos.
Siguiendo
con esto de la relación entre los asesinatos y la búsqueda de
significado existencial, se tiene que, si bien la agresión no es difícil
de sexualizar, aún así la depredación sexual no es el motivo original
en los asesinos seriales. Y es que en ellos se expresa el asesinar como
algo que envuelve algo más grande que la mera muerte: la necesidad de
destruir por completo, necesidad ésta vinculada al limitado rango con
que los asesinos evalúan la realidad, juzgando todo como blanco o negro
y, a consecuencia de eso, actuando de forma tal que sus actos tienden a
seguir la ley del “todo o nada”.
Por
último, en los asesinos seriales el asesinato reconstituye un sentido
del yo fragmentado, transformándolo en un todo integrado. Tal y como
postuló Skrapec, al fin y al cabo lo que exteriormente parece un
comportamiento ofensivo es, en realidad y en ,
un comportamiento defensivo. En este marco, se tiene que los asesinos
seriales experimentan el enojo como vacío (sensación de vacío
existencial), por lo cual exteriorizan su agresividad para sentirse
mejor e incluso para, a través de esas experiencias que viven al
exteriorizar su enojo-agresividad, concebir una sensación de sentido y
significado en sus vidas…
.
.
NOTA: El artículo expuesto es el producto de la reescritura de un texto de Crime Library d
[1] Tratamiento psiquiátrico y psicológico, o médico en términos generales
[2] Esto
quiere decir que el psicópata no se detiene considerando daños posibles
(para él) a mediano o largo plazo, sino únicamente a actual o corto
plazo.
[3] En
otras palabras, necesidades humanas básicas que, sin variar en su
naturaleza, se presentan amplificadas e intensificadas a nivel del
protagonismo que tienen en la del sujeto.
[4] Es pues en este afán revanchista donde el
llamado mecanismo de desplazamiento, aunque evidentemente, en la cadena
de asesinatos donde tantos inocentes pagan, puede terminar pagando
quien realmente infringió el daño real o imaginario al asesino: así,
como ejemplo de esto último está Edmund Kemper, quien asesinó a su ya que la odiaba pues ésta lo castigaba injustamente de pequeño.
BIBLIOGRAFÍA
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ADOLFO VÁSQUEZ ROCCA
Eastern Mediterranean University – Academia.edu
Pontificia Universidad Católica de Valparaíso
Universidad Complutense de Madrid
Universidad Andrés Bello UNAB
Pontificia Universidad Católica de Valparaíso
Universidad Complutense de Madrid
Universidad Andrés Bello UNAB
E-mail: adolfovrocca@gmail.com
___________________________
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Eastern Mediterranean University – Universidad Complutense de Madrid
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Dr. Adolfo Vásquez Rocca
Eastern Mediterranean University – Universidad Complutense de Madrid
“Y cosecharon los frutos maduros de su perdición”
“Y cosecharon los frutos maduros de su perdición”
Edgar Allan Poe
“La carne es triste y he leído todos los libros”
Stéphane Mallarmé
Romanticismo
oscuro ("Dark Romanticism", en inglés) es un subgénero literario
estadounidense surgido en el siglo XIX a partir del movimiento
filosófico denominado trascendentalismo. Las obras de este subgénero,
pues, se vieron muy influidas por el trascendentalismo, aunque no
comulgaban con sus ideas. El romanticismo oscuro, a grandes rasgos, se
manifiesta mucho menos optimista que aquél acerca de la condición
humana, la naturaleza y la divinidad. Los autores más representativos de
la corriente son: Edgar Allan Poe, Nathaniel Hawthorne, Herman
Melville, y también se adscriben a la misma la poetisa Emily Dickinson y
el poeta italiano Ugo Foscolo.
La expresión romanticismo oscuro proviene por un lado de su condición pesimista y por otro de la influencia del primigenio movimiento romántico. Su nacimiento se produjo a mediados del siglo XIX, como se ha dicho, a partir del trascendentalismo. Éste se originó en Nueva Inglaterra a cargo de intelectuales de renombre como Ralph Waldo Emerson, Henry David Thoreau y Margaret Fuller, y cosechó gran prestigio más o menos desde 1836 hasta finales de los 1840s. El movimiento tuvo gran influencia en distintas áreas, como la literatura, a medida que los escritores iban imbuyéndose de su doctrina.4 Mientras tanto, ciertos autores, entre ellos los citados Poe, Hawthorne y Melville, encontraron las ideas trascentalistas demasiado optimistas o egoístas, y reaccionaron contra ellas a través de sus obras poéticas y prosísticas; ésta sería la tendencia que daría origen al "Dark Romanticism".
El
trascendentalismo influyó a los autores del romanticismo oscuro de
manera diferente, de ahí que la crítica haya señalado las distintas
maneras que tuvieron estos autores de romper con esa corriente. En
primer lugar, los románticos oscuros confían muy poco en la perfección
como una cualidad innata del ser humano, idea clave de los
trascendentalistas. Como consecuencia, sus personajes son propensos al
pecado y a la auto-destrucción, ya que no poseen inherentemente ni la
gracia divina ni la sabiduría. G. R. Thompson expresa este desacuerdo,
afirmando que mientras que el pensamiento trascendentalista concibe un
mundo en que la divinidad es inmanente «los románticos oscuros adoptan
imagénes del mal antropomorfizado en forma de demonios, vampiros,
fantasmas o monstruos». En segundo lugar, aunque ambos grupos sostienen
que la naturaleza es una fuerza profundamente espiritual, el
romanticismo oscuro la contempla bajo una luz siniestra, al contrario
que el trascendentalismo, que ve en la naturaleza una especie de
mediador orgánico y universal con la divinidad. Para estos románticos,
al contrario, el mundo natural es sombrío, decadente y misterioso, y sus
revelaciones para el hombre son de carácter maligno o infernal.
Finalmente, mientras que los trascendentalistas abogan por la reforma
social en su caso, sus contrarios con frecuencia proponen personajes que
fracasan una y otra vez en sus intentos de mejorar sus vidas. Thompson
resume de la siguiente forma las características del subgénero:
La
incapacidad del hombre caído por comprender plenamente los inquietantes
guiños de un reino sobrenatural que aún parecía no haber llegado; la
constante perplejidad ante los fenómenos metafísicos e inexplicables; la
propensión a una conducta perversa o inmoral, sin regla ni medida, y un
sentido de culpa sin nombre combinado con la sospecha de que el mundo
externo no es más que una ilusión de la mente: tales son los elementos
principales que opusieron los románticos oscuros a la corriente
principal del romanticismo.
La novela
gótica, muy popular en Inglaterra a fines del siglo XVIII y principios
del XIX, es conocida por su incorporación de elementos comunes con el
romanticismo oscuro. Nació con la obra de Horace Walpole El castillo de
Otranto en 1764. Las obras góticas aspiran comúnmente a inspirar terror,
a través de la incorporación de elementos macabros y sobrenaturales,
casas encantadas, etc. Los críticos suelen referirse a «puestas en
escena muy melodramáticos y tramas totalmente predecibles». En general,
son elementos comunes la oscuridad y lo sobrenatural, y los personajes
perturbados o vampiros, pero la novela gótica tiende más al terror,
mientras que el romanticismo oscuro se fija preferentemente en el
misterio sombrío y el escepticismo sobre la condición humana. Sin
embargo, la novela gótica influyó poderosamente en autores como Poe.
Autores
del romanticismo temprano inglés como Lord Byron, S. T. Coleridge, Mary
Shelley, John Shek y John William Polidori se han asociado
frecuentemente a ambas corrientes. Sus relatos y poemas reflejan a
menudo casos de inadaptación social, grandes tormentos anímicos y la
incertidumbre sobre si la naturaleza humana salvará o destruirá a los
protagonistas.
Tradicionalmente
se considera a los ya mencionados Edgar Allan Poe, Nathaniel Hawthorne y
Herman Melville como los autores centrales del romanticismo oscuro.
Poetas y Escritores Malditos
¿Qué son
los poetas malditos?¿Dónde se origina esta denominación? Expresión
creada por Verlaine [como una suerte de homenaje al poeta Arthur
Rimbaud], la noción ya es toda una institución en el ámbito poético y
hace referencia una actitud de incomprensión social frente al artista.
Originada en tiempos románticos, invito a preguntarnos si este concepto
no es más bien una mistificación autodestructiva que debe ser superada
por una visión vigorosa, saludable y lúcida.
El uso de
la expresión “poetas malditos”, ante la influencia de la obra de
Verlaine, se extendió a todos los dominios nacionales y pasó a designar
así a todo aquel escritor talentoso, poco importase su nacionalidad, que
presentase un dejo de incomprensión social y una cierta tendencia
provocativa (léase autodestructiva por el consumo de drogas o alcohol) y
cuyos textos, dado su alto nivel de codificación poética, fuesen de
oscuros significados.
La obra que más mentes esquinadas concentró por primera vez fue Los poetas malditos, del poeta francés Paul Verlaine, publicado por primera vez en 1884. En él participaron autores como Rimbaud (Una temporada en el infierno,1873),
Mallarmé o Pauvre Lelian (anagrama del propio Verlaine). Este concepto
de “maldito” lo inició precisamente Verlaine con esta obra, pero a su
vez había sido inspirado un poema de Baudelaire llamado Bendición, que
se encuentra al principio de Las flores del mal.
Son escritores
que han sido considerado malditos: Arthur Rimbaud (al que también se le
considera representante del movimiento simbolista), Stéphane Mallarmé
(también colocado entre la vanguardia francesa), Marceline Desbordes
Malbore una poetisa un tanto “gótica” demasiado triste y demasiado
deprimida que quizá por ello mereció la distinción de Verlaine de
incluirla como única mujer entre los poetas malditos. Tristán Corbiere,
desconocido hasta que Verlaine lo incluyó en sus poeta, un simbolista
que sería reconocido pronto gracias al grupo en donde fue incluido.
Auguste Villiers de L’Isle-Adam, un poeta que encontraba especial gusto
en lo macabro y que se convirtió en un talento del teatro y la narración
simbolista. Y el mismo Verlaine.
Oscar Wilde, en Inglaterra, aparece como representante de la misma corriente, entre otras obras suyas, con El retrato de Dorian Gray(1891).
Su protagonista, un joven al que apasiona la apariencia y está
enamorado de su propia belleza excepcional, trata de conservar la
juventud para siempre. Su destino, sin embargo, será trágico. También en
Inglaterra, Walter Pater publicó en 1887, Retratos imaginarios, que
suele situarse a la cabeza de esta corriente literaria. En la obra
resultan fundamentales los elementos estetizantes, que se concretan en
un ideal de culto a la belleza absoluta y una atmósfera de libertad
material y espiritual en polémica contraposición con la vulgaridad del
mundo burgués.
Mary Shelley, la autora de Frankenstein,
sufría frecuentes ataques de melancolía, alucinaciones y sueños
letárgicos. Lord Byron podía cambiar de humor en pocos minutos, como
buen ciclotímico que era, y también era aficionado a aullar sin motivo.
Charles Baudelaire, autor de Las flores del mal, un compendio de poesía
que bascula entre lo venéreo y lo necrofílico, sufrió frecuentes crisis
nerviosas, neuralgias y vértigos que le dejaban postrado en la cama.
Virginia
Woolf, Allen Ginsberg y Sylvia Plath también fueron desequilibrados
mentales, y algunos de ellos suicidaron, como se suicidó David Foster
Wallace, uno de los mejores escritores norteamericanos contemporáneos (a
pesar de que solo tiene una novela publicada, La broma infinita).
Hacia
el final de la Primera Guerra Mundial muchos escritores y artistas
empezaron a creer que la civilización había fracasado, que la fría razón
sólo había servido para amordazar el instinto, que finalmente se había
desencadenado con toda su furia, como una bestia que sólo puede vivir en
libertad. En un club artístico de vanguardia llamado Cabaret Voltaire,
nació entonces una lucha contra la razón, la lógica, la disciplina y el
refinamiento burgués. ¿Cuál era la mejor forma de combatir todos esos
defectos que perturbaban la verdadera naturaleza del ser humano, el ser
animal? Pues aplaudiendo el instinto, el caos, la provocación, la
desobediencia y la irracionalidad.
Emile Cioran Por Adolfo Vasquez Rocca | Universidad Complutense de Madrid
En
Cabaret Voltaire, los artistas se reunían para leer poesía y hablar de
tonterías, para gritar, para aullar como lo hizo Byron, para bailar sin
ritmo, al azar, generando una completa y absoluta cacofonía. Hasta que
un día, el organizador del Cabaret Voltaire, Hugo Ball, anunció que iba a
publicar una pequeña revista titulada Dadá. Uno de los que frecuentaban
el club, un poeta llamado Tristan Tzara, quedó tan enamorado de la
palabra que empezó a escribir poesía sin sentido en su nombre. Había
nacido el dadaísmo. El antiarte. La guerra contra el formalismo. El
canto al absurdo.
Adolfo Vásquez Rocca La Metáfora Viral en William Burroughs
Finalmente,
el lugar más icónico que vio el nacimiento de muchos autores
suburbiales y rarunos fue la librería del editor Lawrence Ferlinghetti:
City Lights Bookstore. Abierta en 1953 en San Francisco, es de visita
obligatoria si estáis mínimamente interesados por la Generación Beat y
el movimiento contracultural: allí se editó Aullido y otros poemas, de
Allen Ginsberg, y hoy en día sigue editando a los autores más
underground.
II.- Los célebres escritores malditos
John Kennedy Toole se suicidó a los 32 años porque no había podido publicar su novela La conjura de los necios,
que póstumamente resultó ser una de las grandes obras maestras de la
literatura norteamericana. J.D. Salinger alcanzó un éxito mundial con El guardián entre el centeno,
y se retiró a vivir al campo en absoluta soledad diciendo que todo lo
que quería en la vida era escribir para sí mismo. Son ejemplos de las
inusuales vidas que se esconden detrás de algunas de las grandes obras
literarias del siglo XX. A veces pasa que, detrás de una buena historia
de ficción, hay otra real que es aún mejor.
John Kennedy Toole
En 1976 el prestigioso filósofo y escritor Walker Percy estaba siendo
prácticamente acosado por una mujer mayor y enlutada, que cada vez que
podía encontrarle agitaba delante de su cara un montón de hojas
manuscritas.
La mujer era Thelma Ducoing, cuyo hijo de 32 años había introducido una
manguera en el tubo de escape de su coche, la había colocado en la
rendija que dejaba la ventana del conductor y había encendido el motor
tras escribir una nota de suicidio. Percy, hastiado, le exigió a la
mujer que le diese una razón por la que él debía leer la novela de su
hijo muerto. Ella le contestó: "porque es una gran novela".
Y lo era. El señor Percy, como más tarde miles de lectores de todo el mundo, cayeron hechizados por la historia irónica, desternillante y a la vez repugnante de Ignatius J. Reilly, un esperpento literario totalmente original e incómodo, una mezcla sublime entre Don Quijote, Max Estrella y Tomás de Aquino.
Toole escribió una novela que destila una magia extraña, en la que la risa se combina con una sensación de tristeza y abandono que, de algún modo, consigue que el lector empatice con semejante personaje.
Las razones por las que Toole decidió acabar con su vida podrían residir en una fatídica identificación de la asfixiante vida de Ignatius con la suya propia. El escritor...
El
escritor era el hijo único de una pareja mayor ya resignada a no tener
descendencia y cuando John nació, su madre Thelma se implicó tanto en la
educación de su retoño que acabaría reprimiéndole con su comportamiento
sobreprotector.Y lo era. El señor Percy, como más tarde miles de lectores de todo el mundo, cayeron hechizados por la historia irónica, desternillante y a la vez repugnante de Ignatius J. Reilly, un esperpento literario totalmente original e incómodo, una mezcla sublime entre Don Quijote, Max Estrella y Tomás de Aquino.
Toole escribió una novela que destila una magia extraña, en la que la risa se combina con una sensación de tristeza y abandono que, de algún modo, consigue que el lector empatice con semejante personaje.
Las razones por las que Toole decidió acabar con su vida podrían residir en una fatídica identificación de la asfixiante vida de Ignatius con la suya propia. El escritor...
Adolfo Vásquez Rocca Filosofía Contemporánea
Tras licenciarse en Literatura Inglesa, Toole escribió el primer borrador de La conjura de los necios mientras cumplía servicio militar. Pero cuando regresó a su Nueva Orleans natal, su actitud había dado un giro radical: se había aficionado demasiado al alcohol y vestía de forma excéntrica, casi calcando al protagonista de su obra. Algunos biógrafos atribuyen su caída a la frustración de no encontrar dónde publicar la novela, aunque otros apuntan a una probable homosexualidad ahogada por el trato de su madre.
En enero de 1969, tras una fuerte
discusión con Thelma, él se montó en el coche y viajó solo, cruzando el
país durante meses. Cuando se encaminaba de nuevo hacia Nueva Orleans,
encontraron su coche y su cadáver cerca de Mississippi. Junto a él
estaba la nota de suicidio, que su madre destruyó y cuyo contenido no se
llegó a aclarar.
Probablemente azotada por el remordimiento, Thelma dedicó el resto de su vida a realizar el sueño frustrado de su hijo.
Probablemente azotada por el remordimiento, Thelma dedicó el resto de su vida a realizar el sueño frustrado de su hijo.
La historia podría acabar ahí, pero
no está de más destacar que desde que se publicó el libro, varios
productores han intentado llevar la historia a la gran pantalla. Pero la
mala suerte de Toole parece haberse contagiado a su legado, porque
todos los intentos de crear una película se han visto interrumpidos:
John Belushi, el primer actor que iba a encarnar a Ignatius, murió de
sobredosis un día antes de la reunión con el resto del equipo.
Los otros actores que se consideraron para el proyecto (John Candy y Chris Farley) también murieron antes de que se pusiera en marcha. Y cuando Will Ferrell estaba decidido a ser Ignatius en el cine, y el equipo iba a empezar a rodar en Nueva Orleans (donde se ambienta la novela), llegó el huracán Katrina y lo arrasó todo.
Los otros actores que se consideraron para el proyecto (John Candy y Chris Farley) también murieron antes de que se pusiera en marcha. Y cuando Will Ferrell estaba decidido a ser Ignatius en el cine, y el equipo iba a empezar a rodar en Nueva Orleans (donde se ambienta la novela), llegó el huracán Katrina y lo arrasó todo.
J.D. Salinger
Este escritor se codeaba con Hemingwey antes de que su rotundo éxito, El guardián entre el centeno,
saliera a la luz en 1951 y se convirtiera en best seller ese mismo año.
Su indudable maestría le ha asegurado un sitio en los planes de
estudios de millones de adolescentes que se sienten profundamente
identificados con Holden Cauldfield, el protagonista de la novela.
Salinger, ante la avalancha de lectores, dinero y, sobre todo, medios de comunicación, decidió hacer realidad uno de los pasajes de su libro, en el que Holden dice: "me gustaría encontrar una cabaña en algún sitio y con el dinero que gane instalarme allí el resto de mi vida, lejos de cualquier conversación estúpida con la gente".
Salinger, ante la avalancha de lectores, dinero y, sobre todo, medios de comunicación, decidió hacer realidad uno de los pasajes de su libro, en el que Holden dice: "me gustaría encontrar una cabaña en algún sitio y con el dinero que gane instalarme allí el resto de mi vida, lejos de cualquier conversación estúpida con la gente".
Salinger agrediendo a un fotógrafo en los 80. Fuente: El País |
También a los 32 años decidió
abandonar su vida en Nueva York, pero no tan radicalmente como Toole: se
compró una casa en medio del campo, en Cornish, al noreste de Estados
Unidos, y desde allí siguió escribiendo relatos que son verdaderos
ejemplos de literatura de calidad. Sin embargo hizo de su casa una
especie de acorazado que no quiso dejar, y fuera del cual no se le vio
nunca, hasta su muerte el año pasado, a los 91 años.
No se pronunció sobre la leyenda negra que adquirió El guardián entre el centeno después de que Mark David Chapman asesinase a John Lennon en 1980 y dijese que el ataque de locura que le había llevado a hacerlo había sido provocado por el libro. La única foto que se conoce, además de las de su anuario y las del servicio militar, es una en la que aparece golpeando al fotógrafo que se había metido en su propiedad. La única entrevista que concedió fue por teléfono al New York Times, y lo hizo, básicamente, para que le dejaran tranquilo.
No se pronunció sobre la leyenda negra que adquirió El guardián entre el centeno después de que Mark David Chapman asesinase a John Lennon en 1980 y dijese que el ataque de locura que le había llevado a hacerlo había sido provocado por el libro. La única foto que se conoce, además de las de su anuario y las del servicio militar, es una en la que aparece golpeando al fotógrafo que se había metido en su propiedad. La única entrevista que concedió fue por teléfono al New York Times, y lo hizo, básicamente, para que le dejaran tranquilo.
"Hay una paz maravillosa en no publicar. Es pacífico. Tranquilo. Publicar es una terrible invasión de mi vida privada. Me gusta escribir. Amo escribrir. Pero escribo sólo para mí mismo y para mi propio placer. La gente cree que soy una persona extraña y distante,pero todo lo que hago es intentar proteger mi trabajo."
Thomas Pynchon
Salinger no es el único ermitaño de
la literatura norteamericana. Pynchon ha escrito complejas y originales
obras que han cautivado a la crítica, y también vive en el más absoluto
secretismo. Lo único que se sabe de él es que fue alumno de Vladimir
Nabokov, que sirvió en la marina y que está casado con una agente
literaria de Nueva York. Y que escribe grandes obras difíciles de
clasificar, como V, La subasta del lote 49 o El arcoiris de gravedad.
Su afán de anonimato se vio roto en
1997, cuando un periodista de la CNN le encontró por la calle y le
fotografió. Pynchon accedió a una entrevista en la televisión (con el
rostro difuminado) a cambio de que no se publicasen esas imágenes.
Actualmente sigue escribiendo desde su escondite, haciendo guiños simpáticos como prestar su voz en la serie Los Simpson para doblar a su propio dibujo animado (que, por supuesto, apareció con el rostro cubierto con una bolsa).
Actualmente sigue escribiendo desde su escondite, haciendo guiños simpáticos como prestar su voz en la serie Los Simpson para doblar a su propio dibujo animado (que, por supuesto, apareció con el rostro cubierto con una bolsa).
Es curioso que todos estos casos se
hayan dado en la literatura contemporánea norteamericana, en la que
estos escritores u otros como Chuck Palahniuk (que se cree que pertenece
a la Cacophony Society, una organización que busca el absurdo y luchar contra la cultura imperante, inspiración de su famoso Club de lucha) parecen personajes sacados de sus propios libros.
Parafraseando al escritor Tomás Blanco, en esta corriente literaria el
único que tenía una vida normal era Vladimir Nabokov, y luego escribía
sobre mantener sexo con niñas de doce años.
ARTE DE VANGUARDIA Y ARTE CONCEPTUAL
Wolf Vostell
El
artista Wolf Vostell (1932-1998) fue una de las figuras centrales del
movimiento que sería conocido como Fluxus, denominación común de una
serie de actividades de distintos artistas y grupos que en los años 60
se expresaron por medio de acciones y eventos realizados en distintos
entornos.
Nacido en Leverkusen, Alemania, Vostell estuvo en Checoslovaquia
durante la SegundaGuerraMundial, y luego se radicó en Colonia. Comenzó a
estudiar arte (pintura, fotografía y tipografía experimental) en la
Escuelade Artes y Oficios de Wuppertal a comienzos de los 50, época en
la que realizó su primer happening, y una serie de lo que denominó de-collages, obras en las que integraba trozos de afiches que desprendía con navaja de las paredes. Después
de estudiar en París, en 1958 viajó a España con su amigo y colega Karl
Ott. Llegaron a Guadalupe (cerca de Cáceres, capital de la región de
Extremadura) para estudiar varias telas de Zurbarán que forman parte del
acervo del Monasterio de Guadalupe. Allí conoció a la maestra Mercedes
Guardado, inicio de una relación que duraría hasta la muerte de Vostell,
en 1998.
Como parte del proceso de superación de la pérdida de su compañero durante cuatro décadas, Guardado escribió Mi vida con Vostell. Un artista de vanguardia.
El libro esta basado en recuerdos y material del archivo personal del
artista, y es una detallada compilación de la intensa actividad
artística desarrollada por Vostell durante una larga carrera.
Guardado
cuenta en el prólogo que cuando comenzó a escribir se propuso hacerlo
sin anhelos literarios, quería que su texto fuera lo contrario de una
obra literaria. Luego de comenzar, la autora entendió que no podía
separar la recopilación de su vida privada de la artística, por lo que
decidió adoptar la premisa “Arte – Vida – Arte” tomada por Vostell en
1961. En el libro se suceden las descripciones dehappenings,
conciertos fluxus, videos y otras acciones, los que no son
interpretados, ya que Guardado considera que eso lo podrían hacer mejor
los historiadores de arte, sirviéndose del libro como guía.
Teniendo en cuenta que Vostell fue un artista muy productivo, y que su
carrera cubrió casi toda la segunda mitad del siglo XX, la autora, que
considera que ha “dejado poco sin contar”, no podía haber escrito menos
que las seiscientas páginas de las que consta la biografía. Detallados
relatos de la vida familiar, así como de los reiterados viajes a España,
cuatro o cinco por año, se intercalan con recuentos cronológicos de las
innumerables actividades desarrolladas por Vostell y otros artistas con
los que colaboró.
COLONIA EN LOS 60.
Guardado y Vostell se casaron en Cáceres a comienzos de 1959. Poco
después se radicaron en Alemania, en Colonia, donde Vostell se dedicaría
de lleno a la actividad artística. Se inició como pintor, y aunque
durante su estadía en París comenzó a realizar los de-collages, continuó pintando paralelamente a la realización de conciertos, videos, instalaciones y happenings.
Una de sus primeras series de pinturas se llamó “Transmigración”, en la
que cortaba los lienzos para incorporar aparatos de televisión a las
obras. La construcción en 1961 del muro que dividió Berlín impactó a
Vostell, que usaría el hecho como motivo de muchas de sus obras.
Simultáneamente realizó varios happenings y participó en actividades colectivas en Colonia, Dusseldorf, París, Copenhague y Ámsterdam.
En 1962 conoció al artista fluxus George Maciunas, que en Alemania
contactó a Vostell y Nam June Paik, con lo que se fue conformando el
movimiento internacional Fluxus. En 1963 Vostell viajó a Nueva York,
donde conoció a Allan Kaprow, Yoko Ono yLa MonteYoung.
En esa época Vostell realizó su primera película,El sol en tu cabeza (1963),
de siete minutos de duración, en la que filmó imágenes de un programa
de televisión que luego distorsionó. Le interesaba estar al tanto de los
adelantos tecnológicos, y adquiría nuevas cámaras fotográficas y
televisores, más por los aparatos en sí que por el uso que les daba, y
en muchos casos los incluyó en sus esculturas.
Las actividades de Vostell se multiplicaron a ritmo vertiginoso durante
el segundo lustro de la década de 1960. En esa época realizó, entre
otras, la serie de pintura “Fenómenos”, y comenzó a realizar
fotomontajes. Otra amistad importante para Vostell fue la que inició con
Joseph Beuys, que también practicaba un arte participativo y de
contenido social.
BERLÍN Y MALPARTIDA.
Luego de realizar algunas actividades en Berlín, Vostell comenzó a
visitar la ciudad con frecuencia, y finalmente decidió radicarse allí
con su familia en 1970. Un año antes había incorporado el hormigón como
nuevo material en su trabajo. También comenzó a utilizar carrocerías de
autos en instalaciones de gran formato. En 1972 creó Desastres, un vagón de tren atrapado en un bloque de hormigón, y unos años más tarde combinó éste material con autos en obras como Dos Cadillacs en hormigón en forma de la maja desnuda de Goya (1987) y Volskwagen para zen (1988).
Gracias al reconocimiento como un importante artista Fluxus, la vida en
Berlín implicó un mejor pasar para Vostell, ya que tuvo posibilidades
de tener secretaria y asistentes. Las actividades artísticas en Italia y
España implicaron una serie de viajes con la familia, y en 1976
Guardado y Vostell decidieron comprar una casa en la localidad extremeña
de Ceclavín, pueblo natal de Guardado. Cuando llegaron a Malpartida, a
doce kilómetros de Cáceres, el paisaje rocoso del paraje Los Barruecos
impresionó a Vostell de tal modo que lo declaró “obra de arte de la
naturaleza”, y decidió crear allí un lugar donde combinar las
formaciones naturales con obras de arte. El Museo Vostell Malpartida fue
inaugurado con la obra de Vostell V.O.A.EX. Viaje de (h)hormigón por la Alta Extremadura, que consistió en el propio Opel Kadett del artista ubicado entre las rocas y cubierto de hormigón.
Vostell también se dedicó a la gráfica, y trabajó con intervenciones, entre otrasAutorretrato (1980), una fotografía de sí mismo en la que escribió sobre la frente “Yo declaro la paz como la mayor obra de arte.”
CAE EL MURO.
Durante los años 80, las actividades, tanto exposiciones como
conciertos y acciones, se sucedieron en gran número, y Vostell y
Guardado, que siempre lo acompañaba, prácticamente no paraban de viajar.
La última década de la vida de Vostell trascurrió luego de la
reunificación de Alemania en 1989, que implicó la caída del Muro que
había dividido Berlín durante tres décadas. La destrucción del Muro,
como lo había sido su construcción, fue un motivo recurrente en la obra
de Vostell de esos años, por ejemplo La caída del muro de Berlín el 9-11-1989, un collage que luego reprodujo en offset.
Dos años después del fallecimiento de Vostell en 1998, Guardado se
radicó en España, y se dedicó a continuar las actividades del Museo en
Malpartida, así como a administrar la herencia artística de su compañero
de vida, ayudada por los hijos de ambos Rafael y David. Prueba de su
dedicación es este detallado recuento de las actividades de un artista
que fue testigo y protagonista de una corriente que contribuyó a cambiar
radicalmente la concepción del arte durante las últimas décadas del
siglo XX.
MI VIDA CON VOSTELL. UN ARTISTA DE VANGUARDIA, de Mercedes Guardado.La Fábrica Editorial, 2011. Madrid, 606 págs. Distribuye Océano.
EN TORNO A LA BELLEZA FÍSICA Y EL EFÍMERO ENCANTO DE LOS ESCRITORES MALDITOS Por ADOLFO VÁSQUEZ ROCCA PHD.
Poetas Malditos.
- ¿Qué son los poetas malditos? ¿Dónde se origina esta denominación? Expresión creada por Verlaine [como una suerte de homenaje al poeta Arthur Rimbaud], la noción ya es toda una institución en el ámbito poético y hace referencia una actitud de incomprensión social frente al artista. Originada en tiempos románticos, invito a preguntarnos si este concepto no es más bien una mistificación autodestructiva que debe ser superada por una visión vigorosa, saludable y lúcida.
- El uso de la expresión “poetas malditos”, ante la influencia de la obra de Verlaine, se extendió a todos los dominios nacionales y pasó a designar así a todo aquel escritor talentoso, poco importase su nacionalidad, que presentase un dejo de incomprensión social y una cierta tendencia provocante (léase autodestructiva por el consumo de drogas o alcohol) y cuyos textos, dado su alto nivel de codificación poética, fuesen de oscuros significados.
Dr. Adolfo Vasquez Rocca
<http://www.arealibros.es/literatura/poetas-malditos.html>
SOBRE PATRICIA HIGHSMITH Por Adolfo Vásquez Rocca
- Lo de que la belleza física es algo relativo está por ver. Realmente creo que esa teoría forma parte de esa idea tan americana de que nadie tiene por qué aceptar la más mínima frustración. De la misma forma que la enseñanza consiguió borrar del mapa el fracaso escolar -a cada estudiante hay que exigirle según sus posibilidades-, se inventó el ballet en silla de ruedas o los concursos de misses para mujeres gordas. La clave de la modernidad es que a nadie se le puede decir: tú para esto no sirves. Por supuesto se considera progresista el suponer la belleza como algo arbitrario, algo que depende del color del cristal con que se mira, cuando la realidad es que no ha cambiado tanto el canon desde que el arte representó de forma realista el rostro humano. En cuanto a la gordura, de la que la pintura ha dejado tan espléndidas muestras, ha sido la consecuencia más de la mala alimentación que de la estética. Hay científicos que afirman que un bebé siempre se sentirá más atraído por una cara agradable. Todo eso al margen de que hay feos atractivos, feos irresistibles; lo cual no quita para que por mucho que adecuemos el lenguaje a la corrección política siempre habrá guapos y feos. Además de la herencia genética, también nuestros rostros están expuestos a la vida que nos toca. Los lectores de Patricia Highsmith se quedarían asombrados si vieran sus fotos de juventud**. A Highsmith la recordamos por esas fotos de anciana de facciones durísimas, hinchadas probablemente por el alcohol. Sin embargo, en la biografía que sobre ella ha escrito Andrew Wilson, vemos algunas imágenes de los años cuarenta en las que aparece Patricia desnuda. Su imagen, tan dulce, tan bella, podría ser la de una actriz de hoy. Una compañera de universidad de la novelista decía: "Cuando la vi en sus últimas fotos no podía creer en lo que se había convertido...". Leyendo la biografía de Highsmith deduje que esa asombrosa transformación de su cara era consecuencia del alcohol y de esa personalidad atormentada que los lectores con propensión a la mitomanía atribuyen al genio, y que la propia Patricia achacaba a los complejos y la consideración de bicho raro que tenía sobre sí misma. A ella, que acabó siendo una mujer fea, le siguieron gustando hasta su muerte las mujeres hermosas./
* [La transformación de su cara fue consecuencia del alcohol y de su personalidad atormentada, "maldita".]
- Lo de que la belleza física es algo relativo está por ver. Realmente creo que esa teoría forma parte de esa idea tan americana de que nadie tiene por qué aceptar la más mínima frustración. De la misma forma que la enseñanza consiguió borrar del mapa el fracaso escolar -a cada estudiante hay que exigirle según sus posibilidades-, se inventó el ballet en silla de ruedas o los concursos de misses para mujeres gordas. La clave de la modernidad es que a nadie se le puede decir: tú para esto no sirves. Por supuesto se considera progresista el suponer la belleza como algo arbitrario, algo que depende del color del cristal con que se mira, cuando la realidad es que no ha cambiado tanto el canon desde que el arte representó de forma realista el rostro humano. En cuanto a la gordura, de la que la pintura ha dejado tan espléndidas muestras, ha sido la consecuencia más de la mala alimentación que de la estética. Hay científicos que afirman que un bebé siempre se sentirá más atraído por una cara agradable. Todo eso al margen de que hay feos atractivos, feos irresistibles; lo cual no quita para que por mucho que adecuemos el lenguaje a la corrección política siempre habrá guapos y feos. Además de la herencia genética, también nuestros rostros están expuestos a la vida que nos toca. Los lectores de Patricia Highsmith se quedarían asombrados si vieran sus fotos de juventud**. A Highsmith la recordamos por esas fotos de anciana de facciones durísimas, hinchadas probablemente por el alcohol. Sin embargo, en la biografía que sobre ella ha escrito Andrew Wilson, vemos algunas imágenes de los años cuarenta en las que aparece Patricia desnuda. Su imagen, tan dulce, tan bella, podría ser la de una actriz de hoy. Una compañera de universidad de la novelista decía: "Cuando la vi en sus últimas fotos no podía creer en lo que se había convertido...". Leyendo la biografía de Highsmith deduje que esa asombrosa transformación de su cara era consecuencia del alcohol y de esa personalidad atormentada que los lectores con propensión a la mitomanía atribuyen al genio, y que la propia Patricia achacaba a los complejos y la consideración de bicho raro que tenía sobre sí misma. A ella, que acabó siendo una mujer fea, le siguieron gustando hasta su muerte las mujeres hermosas./
* [La transformación de su cara fue consecuencia del alcohol y de su personalidad atormentada, "maldita".]
Adolfo Vásquez Rocca PHD.
Adolfo Vásquez Rocca Filosofía Contemporánea
Dr. Adolfo Vásquez Rocca
Eastern Mediterranean University – Academia.edu
REFERENCIAS:
- VERLAINE, Paul , Los poetas malditos, ( Les Poètes maudits), París, 1884
- RIMBAUD, A., Una temporada en el infierno,1873
- PARRA, Sergio -periodista y escritor-, “Escritores malditos y sus malditas manías”, en Papel en Blanco, Barcelona, 2001
- Adolfo Vásquez Rocca Arte y Filosofía Contemporánea
- VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, “Foucault: 'Los Anormales'; una Genealogía de los Monstruoso. Apuntes para una Historiagrafía de la Locura", En NÓMADAS, Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas - UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID, Nº 34 – 2012 (2), pp. 403 - 420
<http://pendientedemigracion.ucm.es/info/nomadas/34/adolfovrocca.pdf> - ZAID, Gabriel, Los demasiados libros, Barcelona, Anagrama, 1996
- Vásquez Rocca, Adolfo, "W. Burroughs; La metáfora viral y sus mutaciones antropológicas" En Almiar MARGEN CERO, Revista Fundadora de la ASOCIACIÓN DE REVISTAS DIGITALES DE ESPAÑA - Nº 46 - 2009.
http://www.margencero.com/articulos/new03/burroughs.html
Adolfo Vásquez Rocca Filosofía, Arte y Literatura Contemporánea
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Adolfo Vásquez Rocca - Doctor en Filosofía
Doctor en Filosofía por la Pontificia
Universidad Católica de Valparaíso; Postgrado Universidad Complutense
de Madrid, Departamento de Filosofía IV, mención Filosofía Contemporánea
y Estética. Profesor de Postgrado del Instituto de Filosofía de la
Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Profesor de Antropología y
Estética en el Departamento de Artes y Humanidades de la Universidad
Andrés Bello UNAB. Profesor de la Escuela de Periodismo, Profesor Adjunto Escuela de Psicología y de la Facultad de Arquitectura UNAB Santiago. Profesor PEL Programa Especial de Licenciatura en Diseño,
UNAB – DUOC UC – En octubre de 2006 y 2007 es invitado por la
'Fundación Hombre y Mundo' y la UNAM a dictar un Ciclo de Conferencias
en México. –Miembro del Consejo Editorial Internacional de la 'Fundación Ética Mundial' de México. Director del Consejo Consultivo Internacional de 'Konvergencias', Revista de Filosofía y Culturas en Diálogo, Argentina. Miembro del Consejo Editorial Internacional de Revista Praxis –Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional UNA, Costa Rica. Miembro del Conselho Editorial da Humanidades em Revista, Universidade Regional do Noroeste do Estado do Rio Grande do Sul, Brasil y del Cuerpo Editorial de Sophia –Revista de Filosofía de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador–. –Secretario Ejecutivo de Revista Philosophica PUCV. –Asesor Consultivo de Enfocarte –Revista de Arte y Literatura– Cataluña / Gijón, Asturias, España. –Miembro del Consejo Editorial Internacional de 'Reflexiones Marginales' –Revista de la Facultad de Filosofía y Letras UNAM. –Editor Asociado de Societarts, Revista de artes y humanidades, adscrita a la Universidad Autónoma de Baja California. –Miembro del Comité Editorial de International Journal of Safety and Security in Tourism and Hospitality, publicación científica de la Universidad de Palermo. –Miembro Titular del Consejo Editorial Internacional de Errancia, Revista de Psicoanálisis, Teoría Crítica y Cultura –UNAM– Universidad Nacional Autónoma de México. –Miembro de la Federación Internacional de Archivos Fílmicos (FIAF) con sede en Bruselas, Bélgica. Director de Revista Observaciones Filosóficas. Profesor visitante en la Maestría en Filosofía de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. – Profesor visitante Florida Christian University USA y Profesor Asociado al Grupo Theoria – Proyecto europeo de Investigaciones de Postgrado –UCM. Eastern Mediterranean University - Academia.edu. Académico
Investigador de la Vicerrectoría de Investigación y Postgrado,
Universidad Andrés Bello. –Investigador Asociado y Profesor adjunto de
la Escuela Matríztica de Santiago –dirigida por el Dr. Humberto Maturana. Consultor Experto del Consejo Nacional de Innovación para la Competitividad (CNIC)– Artista conceptual. Crítico de Arte. Ha publicado el Libro: Peter Sloterdijk; Esferas, helada cósmica y políticas de climatización,
Colección Novatores, Nº 28, Editorial de la Institución Alfons el
Magnànim (IAM), Valencia, España, 2008. Invitado especial a la
International Conference de la Trienal de Arquitectura de Lisboa | Lisbon Architecture Triennale 2011. Traducido al Francés - Publicado en la sección Architecture de la Anthologie: Le Néant Dans la Pensée Contemporaine . Publications du Centre Français d'Iconologie Comparée CFIC, Bès Editions , París, © 2012
Publicaciones Internacionales Catalogadas en DIALNET Directorio de Publicaciones Científicas Hispanoamericanas
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DARK ROMANTICISMO; RELACIÓN CON LA LITERATURA GÓTICA Y LOS POETAS MALDITOS Dr Adolfo Vásquez Rocca
Adolfo Vásquez Rocca - Doctor en Filosofía
PETER SLOTERDIJK: ESFERAS, BIOPOLÍTICA Y NORMAS PARA EL PARQUE HUMANO POR ADOLFO VÁSQUEZ ROCCA PHD.
ADOLFO VÁSQUEZ ROCCA - DOCTOR EN FILOSOFÍA UCM
Director de Revista Observaciones Filosóficas
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http://revista.escaner.cl/node/1987
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DR. ADOLFO VÁSQUEZ ROCCA: PUBLICACIONES EN REVISTAS ACADÉMICAS INDEXADAS CON COMITÉ EDITORIAL
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ADOLFO VÁSQUEZ ROCCA PH.D. - INVESTIGACIÓNhttp://www.danoex.net/adolfovasquezroccainvestigacion.html
Dr. Adolfo Vásquez Rocca - Eastern Mediterranean University - Academia.edu
http://emui.academia.edu/AdolfoVasquezRocca
ADOLFO VÁSQUEZ ROCCA PH.D. - INVESTIGACIÓNhttp://www.danoex.net/adolfovasquezroccainvestigacion.html
Dr. Adolfo Vásquez Rocca - Eastern Mediterranean University - Academia.edu
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ADOLFO VÁSQUEZ ROCCA PH.D. - CURRICULUM ACADÉMICO ABREVIADO
Adolfo Vasquez Rocca Doctor en Filosofía
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Miembro Fundador de A.R.D.E. Asociación de Revistas Digitales de
España; Madrid; ISSN: 1695-4807. Madrid, enero, 2012
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Etiquetas: Vattimo Antropología politica Freud Adolfo Vásquez Rocca Psicoanálisis Peter Sloterdijk cultura Arquitectura historia Esferas Revista Observaciones Filosóficas Filosofía educacion arte Dr. Adolfo Vásquez Rocca Filosofía Contemporánea
DE LA LITERATURA GÓTICA A LOS POETAS MALDITOS Por ADOLFO VÁSQUEZ ROCCA
ADOLFO VÁSQUEZ ROCCA
Eastern Mediterranean University - Academia.edu
Adolfo Vásquez Rocca PH. D.
adolfovrocca@gmail.com
Publicaciones Dr. Adolfo Vásquez Rocca - UNIVERSIDAD COMPLUTENSE
Vásquez Rocca, Adolfo
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- Sloterdijk: Modelos de comunicación oculto–arcaicos y moderno–ilustrados; para una época de ángeles vacíosNº. 26, 2010, págs. 229-249
- William Burroughs, literatura ectoplasmoide y mutaciones antropológicas: Del virus del lenguaje a la psicotopografía del textoNº. 26, 2010, págs. 251-265
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- Peter Sloterdijk: ¿a dónde van los monjes? sobre la huida del mundo desde la perspectiva antropológicaNº. 21, 2009, págs. 407-418
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CIne Arte _ Adolfo Vasquez Rocca y Andres Vasquez López - Escuela de Cine Universidad de Valparaíso U.V.
CIne Arte _ Adolfo Vasquez Rocca y Andres Vasquez López - Escuela de Cine Universidad de Valparaíso U.V.Publicaciones Dr. Adolfo Vásquez Rocca - UNIVERSIDAD COMPLUTENSE
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- Nº. 17, 2008, págs. 159-170
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ARTE Y PSICOPATOLOGÍA: GENIALIDAD, MELANCOLÍA Y DELITO: FREUD Y KAFKA DR. ADOLFO VÁSQUEZ ROCCAROMANTICISMO OSCURO O ROMANTICISMO DARK: DE LA LITERATURA GÓTICA A LOS POETAS MALDITOS Por ADOLFO VÁSQUEZ ROCCA PHD.
Freud y Kafka: Criminales por sentimiento de culpabilidad _ Dr. Adolfo Vásquez Rocca
ARTE Y PSICOPATOLOGÍA: GENIALIDAD, MELANCOLÍA Y DELITO: FREUD Y KAFKA DR. ADOLFO VÁSQUEZ ROCCA
Vásquez Rocca, Adolfo, “Freud y Kafka: Criminales por sentimiento de culpabilidad: En torno a la crueldad, el sabotaje y la auto-destructividad humana”, En EIKASIA, Revista de la Sociedad Asturiana de Filosofía SAF, Nº 55 – marzo, 2014 – ISSN 1885-5679 – Oviedo, España, pp. 73 – 92.
http://www.revistadefilosofia.org/55-04.pdf
ARTE Y PSICOPATOLOGÍA: GENIALIDAD, MELANCOLÍA Y DELITO: FREUD Y KAFKA DR. ADOLFO VÁSQUEZ ROCCA
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ARTE Y PSICOPATOLOGÍA: GENIALIDAD, MELANCOLÍA Y DELITO. II.- NIETZSCHE, FREUD Y KAFKA: CRUELDAD, HUMILLACIÓN Y LA INQUIETANTE INOCENCIA DEL ACUSADO _ DR. ADOLFO VÁSQUEZ ROCCA ESCUELA DE TEATRO PUC
SEMINARIO I.- ARTE Y PSICOPATOLOGÍA: GENIALIDAD, MELANCOLÍA Y DELITO _ II.- FREUD Y KAFKA, ENTRE LA NEUROSIS Y LA CULPA _ Dr. ADOLFO VÁSQUEZ ROCCA FACULTAD DE PSICOLOGÍA
- "SEMINARIO I.- ARTE Y PSICOPATOLOGÍA: GENIALIDAD, MELANCOLÍA Y DELITO _ II.- FREUD Y KAFKA, ENTRE LA NEUROSIS Y LA CULPA _ Dr. ADOLFO VÁSQUEZ ROCCA FACULTAD DE PSICOLOGÍA"
LA CULPA Y EL AUTOCASTIGO Dr. Adolfo Vásquez Rocca.
Inhibición, Síntoma y Angustia
Sigmund Freud (1925)ARTE Y PSICOPATOLOGÍA: GENIALIDAD, MELANCOLÍA Y DELITO. II.- NIETZSCHE, FREUD Y KAFKA: CRUELDAD, HUMILLACIÓN Y LA INQUIETANTE INOCENCIA DEL ACUSADO _ DR. ADOLFO VÁSQUEZ ROCCA ESCUELA DE TEATRO PUC
Freud y Kafka: Criminales por sentimiento de culpabilidad Dr. Adolfo Vasquez RoccaARTE Y PSICOPATOLOGÍA: GENIALIDAD, MELANCOLÍA Y DELITO. II.- NIETZSCHE, FREUD Y KAFKA: CRUELDAD, HUMILLACIÓN Y LA INQUIETANTE INOCENCIA DEL ACUSADO _ DR. ADOLFO VÁSQUEZ ROCCA ESCUELA DE TEATRO PUC
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Freud y Kafka: Criminales por sentimiento de culpabilidad
MargenCero
En torno a la crueldad, el sabotaje y la auto-destructividad humana
Dr. Adolfo Vásquez Rocca
Vásquez Rocca, Adolfo, “Freud y Kafka: Criminales por sentimiento de culpabilidad: En torno a la crueldad, el sabotaje y la auto-destructividad humana”, En Revista Almiar –Margen Cero– Nº 71 | noviembre-diciembre 2013, Madrid. http://www.margencero.com/almiar/vasquez-rocca-freud-y-kafka/
Adolfo Vasquez Rocca Says:
MargenCero
En torno a la crueldad, el sabotaje y la auto-destructividad humana