viernes, 5 de junio de 2015

LA CRISIS DE LA NOCIÓN DE SUJETO Y LAS PSICOPATOLOGÍAS DEL YO Por ADOLFO VÁSQUEZ ROCCA PH.D.

 

Se ha expulsado al sujeto de la antropología, para ver sólo estructuras, y también se lo ha expulsado de la sociología. Se puede incluso decir que, en determinado momento y cada uno a su manera, Lévi-Strauss, Althusser, Lacan liquidaron a la vez la noción de hombre y la noción de sujeto, adoptando la inversa de la famosa máxima de Freud según la cual: “Ahí donde está el ello debe advenir el yo”. Por el contrario, según la visión estructuralista y cientificista, ahí donde está el yo, hay que liquidarlo, debe advenir el ello.


I
En el pensamiento contemporáneo ha tenido lugar un acoso sistemático a las nociones de sujeto y verdad, tal como la tradición científica y filosófica las concibió, decretando su expulsión de los reductos de la psicología, la historia, la antropología y la sociología. La pretensión de objetividad por parte de un sujeto que no puede sino ser contingente ha generado una serie de dudas y sospechas en torno a la noción misma de sujeto que sustenta los discursos científicos y filosóficos desde la modernidad. En la ciencia y filosofía clásica la subjetividad aparece como contingencia, fuente de errores. Por eso la ciencia clásica excluyó siempre al observador de su observación y al pensador, el que construye conceptos, de su concepción, como si fuera prácticamente inexistente o se encontrara en el centro de la verdad suprema y absoluta2
 
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Sin embargo, después de su acoso sistemático iniciado por Nietzsche, la noción de sujeto parece presentar nuevas dificultades derivadas de esta misma crítica. De modo que a la luz de los resultados de las así llamadas “filosofías de la muerte del sujeto” preguntas tales como: ¿Qué es el sujeto? o ¿qué se puede decir de él? ¿dónde se encuentra ese sujeto? ¿en qué se basa? ¿es un epifenómeno, una ilusión, o bien, una realidad fundamental? quedan resignificadas y problematizadas bajo el prisma de estas controversias. El diagnóstico inicial acerca del actual estatus de la cuestión es, entonces, que la noción de sujeto se ha vuelto extremadamente controvertida como producto de una filosofía que ha criticado una noción de cuño cientificista para remplazarla por otros cientificismos.
Durante el siglo XX, se asiste a la invasión de la cientificidad clásica en las ciencias humanas y sociales. Se ha expulsado al sujeto de la psicología y se lo ha reemplazado por estímulos y respuestas, por una ciencia del comportamiento. Se ha expulsado al sujeto de la historia, se han eliminado las decisiones, las personalidades, para sólo ver determinismos sociales. Se ha expulsado al sujeto de la antropología, para ver sólo estructuras, y también se lo ha expulsado de la sociología3. Se puede incluso decir que, en determinado momento y cada uno a su manera, Lévi-Strauss, Althusser, Lacan liquidaron a la vez la noción de hombre y la noción de sujeto, adoptando la inversa de la famosa máxima de Freud según la cual: “Ahí donde está el ello debe advenir el yo”. Por el contrario, según la visión estructuralista y cientificista, ahí donde está el yo, hay que liquidarlo, debe advenir el ello4.

Con el estructuralismo, el sujeto adquiere una génesis, una formación, una historia, –argumenta Foucault5–. Con Foucault el sujeto deja de ser constituyente, ya no es el originador del sentido, pues al igual que la realidad, es fruto de una red de relaciones de fuerzas que se encuentran fuera del control de un solo individuo. El ser salvaje, el sujeto prelógico de la fenomenología ha muerto, pues desaparece como lugar de sentido. El rebasamiento de la modernidad inaugura el «desguace de la metafísica de la presencia». En los ’60 se acaba definitivamente con el sujeto moderno y se introducen los discursos de la alteridad. La superación de la experiencia estética fenomenológica en los recientes desarrollos del arte, les lleva a tomar las cuestiones identitarias como un fértil espacio de reflexión crítica.
La identidad es una de las cuestiones primordiales que se abordan especialmente en el arte desde los ’80, nutrido con los planteamientos teóricos que han venido desarrollando primero el postestructuralismo, el feminismo y luego en los estudios de género, estudios culturales y multiculturalidad, postcolonialismo, estudios visuales, etc. Cuestiones que han dado lugar a que el trabajo sobre el cuerpo entre la problemática sobre la noción de identidad: diferencia sexual, racial, cultural, de clase, etc. La identidad del sujeto está atravesada por lo otro de sí, por la diferencia. La obra la conforma una cierta disposición de los espacios, de los objetos y de los espectadores que la habitan, se trata de una pluralidad de fuerzas que conforman una retícula de carácter plural, por lo que el acontecimiento artístico es puramente contingente.



 
En medio de tales controversias y problematizaciones filosóficas en torno a la noción de sujeto, Jameson introduce una nota discordante respecto de aquellas posiciones que apuestan por una nueva subjetividad. Desde una perspectiva sociológica, Jameson limita el alcance de la supuesta muerte del sujeto. No se trataría tanto de la muerte del sujeto en general como de "el fin de la mónada, del ego o del individuo autónomo burgués", que se caracterizó por "una subjetividad fuertemente centrada, en el período del capitalismo clásico y la familia nuclear"6, y que se ha disuelto en una multiplicidad de funciones complejas y variables, arrastrando consigo en esta disolución "las psicopatologías de este yo" y esa "soledad sin ventanas de la mónada encerrada en vida y sentenciada en la celda de una prisión sin salida", la de su propia autosuficiencia7. En unos y otros la muerte o la crisis de disolución del sujeto apunta al sujeto individuado que protagoniza el proceso de la Modernidad. Es el sujeto dueño de la razón y centro del universo que comenzara a elaborar el Renacimiento, que llegó a su madurez teórica con la Ilustración y que desplegó su hegemonía histórica tras las revoluciones burguesas, en las sociedades capitalistas y liberales del siglo XIX, en la poesía romántica y en la novela realista, en la filosofía idealista y en el positivismo europeo, en las modernas ciencias de la naturaleza, en los procesos de racionalización del Estado, del derecho, o de la economía, en las utopías del progreso y de la historia. La Modernidad encuentra, según Habermas, uno de sus principios determinantes en la razón centrada en el sujeto8, en una razón objetivante, homogeneizadora, totalizadora, controladora y disciplinadora, como la analizaría su maestro T. W. Adorno en los años cincuenta. Los síntomas de la crisis de este modelo de hombre que fue el sujeto de la filosofía occidental entre el Renacimiento y las Vanguardias se acumularon decisivamente en el fin de siglo, y la crisis misma fue elaborada teóricamente a través de, al menos, tres vías decisivas: el vitalismo e irracionalismo nietzscheano, de un lado, el marxismo, de otro, y el psicoanálisis de un tercero.
Freud concibe la historia del individuo como la historia de su deseo, y la neurosis como la enfermedad del se gregario, es decir, el producto de que el hombre, al vivir en sociedad, debe reprimir sus instintos primarios para no romper el pacto que hace posible la convivencia. En El Malestar en la Cultura9 Freud refiere cómo la humanidad ha debido pagar por el progreso el elevado precio de sacrificar la dimensión pulsional, su vida instintiva y reprimir su espontaneidad.
Sin embargo la actual forma que ha adoptado en nuestro tiempo el psicoanálisis como forma burguesa de costosa orientación “espiritual” basada en técnicas de adecuación y reconciliación con la cultura, muestra de los limites del propio pensamiento de Freud y evidencia su incapacidad de transformar el psicoanálisis en crítica social, esto es en un proyecto emancipador de lo instintivo; más bien, en forma decepcionante, devuelve el deseo humano a la represión.
Freud, como señala Susan Sontag10 , pese a su aparente mentalidad revolucionaria, apoyó las perennes (perpetuas) aspiraciones de la cultura represiva y conservadora.

Es así como Freud aceptó la aparente inevitabilidad de la cultura, con las dos características que se le suscriben como propias, a saber: “Un reforzamiento del intelecto que comienza a gobernar la vida instintiva, y una internalización de los impulsos agresivos, con todas sus consiguientes ventajas y desventajas”11.
Quizá quienes ven en Freud el gran defensor de la expresividad instintiva y la espontaneidad se sorprendan de lo que él denomina “el ideal psicológico”, puesto que no es otra cosa que “la primacía del intelecto”.
Eros y civilización, procura la reconciliación del marxismo con el pensamiento freudiano, demuestra ya un elemento esencial de la concepción marcusiana de la “sociedad industrial”. El psicoanálisis nace en plena época “liberal”, en la cual el “desarrollo del individuo libre” aparece como el motor del desarrollo económico y social. Freud demuestra que “la compulsión, el rechazo y la renunciación son el material que forma a la personalidad libre”. De allí que el psicoanálisis deviniera en una práctica sofisticada y lujosa –asociada a la intelectualidad neoyorquina y la intelligentsia francesa12–. Como Marcuse comprueba a su llegada a los Estados Unidos el psicoanálisis, originariamente una práctica terapéutica y liberadora orientada a enfrentar el malestar propio de la cultura, se ha convertido en factor de integración: “Mientras el psicoanálisis reconocía que la enfermedad del individuo es, en última instancia, ocasionada y mantenida por la civilización, la terapéutica psicoanalítica intenta curar al individuo de manera que pueda continuar actuando como parte de una civilización enferma, sin capitular completamente ante ella”13. La terapéutica es un curso de resignación que transforma –decía Freud- la desgracia histérica en desdicha trivial.
 

Debemos pues -en este contexto- dar cuenta de la crisis del sujeto como una crisis del deseo, respecto al cual -hasta ahora- el sujeto parecía tener un privilegio absoluto, puesto que era él quien deseaba. Pero con la crítica cultural -al modo de Debord y Baudrillard- asentada en el pensamiento de la seducción todo se invierte y ya no es el sujeto el que desea, sino más bien es el objeto quien seduce. Todo parte del objeto y todo vuelve a él, de la misma manera que todo parte de la seducción y no del deseo. El privilegio inmemorial del sujeto se invierte. Pues éste es frágil, no puede hacer otra cosa que desear, mientras que el objeto, por su parte, juega perfectamente con la ausencia de deseo, seduce por esta ausencia de deseo, representa en el otro el efecto de deseo, lo provoca o lo anula, lo exalta o lo decepciona –hemos querido o preferido olvidar esa fuerza.
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II
En el ámbito puramente estético la asunción de la muerte del sujeto lleva a la del autor, sujeto desautorizado en tanto principio creador y unificador del sentido de la obra artística. La noción de "autor" -como creador individual de una obra artística o literaria- se puede situar histórica y culturalmente en el tránsito de la modernidad a la postmodenidad, la noción de creador individual empieza a problematizarse; desde fines del siglo XIX y a lo largo del siglo XX, cuando la noción se hace insostenible14.
Un planteamiento interesante en torno a las relaciones conflictuadas sobre sujeto y autor es la de Juan Luis Martínez15. La propuesta del poeta es la de una autoría transindividual, que quiere superar desde oriente la noción de intertextualidad según se ha entendido en occidente, donde los textos de base están presentes en las transformaciones del texto que los procesa; pero en J. L. Martínez ella parece resolverse en la negación de la existencia de las individualidades en la literatura, al hacer fluir bajo nombres distintos una misma corriente, que es y no es él16 . “No sólo ser otro, sino escribir la obra de otro”17 ese es el progama de J. L. Martínez.
Ahora bien, tal como lo refiere Michel Foucault18, el autor que desde el siglo XIX venía jugando el papel de regulador de la ficción, papel característico de la era industrial y burguesa, del individualismo y de la propiedad privada, habida cuenta de las modificaciones históricas posteriores, no tuvo ya ninguna necesidad de que su función permaneciera constante en su forma y complejidad. Para Foucault recusar las nociones modernas asociadas a la función “autor” (originalidad de la obra, singularidad del discurso, subjetividad del autor) permitía desplegar un enfoque crítico y genealógico de los discursos. El rostro del autor implicaba una manera de entender los textos biográficamente. Aquella experiencia del lenguaje que se aleja de la interioridad del yo, Foucault la denomina como 'pensamiento del afuera'19; esto es, la práctica caracterizada como una constante referencia a sí misma desde una exterioridad desplegada. Pues, el sujeto que escribe no cesa de desaparecer, indicando la ausencia del autor que se instituye como un emplazamiento vacío.

En la concepción clásica, el autor no era un eje articulador de sentido, una sujetividad cerrada sobre sí misma, sino el referente de un universo de significados que actuaba como sustrato de una multiplicidad de subjetividades –que penetraba la densidad de las cosas y las dotaba de significado a partir de un discurso interior– no como aparece hoy, como fuente individual, sino como un punto de fuga o un desplazamiento de lo personal hacia lo impersonal.
Ahora, al ver las modificaciones históricas que ha sufrido el concepto de autor, no parece indispensable que la función “autor” permanezca constante en su forma, en su complejidad e incluso en su existencia. Puede imaginarse, sugiere Foucault, “una cultura en que los discursos circulasen y fuesen recibidos sin que la función-autor apareciese nunca”20. El mismo Foucault señala en la lección inaugural en el Collège de France, que “hubiera querido poder deslizarse subrepticiamente. Que más que tomar la palabra, hubiese querido ser envuelto por ella, llevado mucho más allá de todo comienzo posible”21. Le hubiese gustado percatarse de que en el momento de hablar una voz sin nombre le precedía desde hacía mucho: le hubiese bastado entonces concatenar, proseguir la frase, alojarse, sin que se percibiese demasiado, en sus intersticios, como si ella le hubiese dado una señal manteniéndose un instante en suspenso. “No habría pues comienzo, y en lugar de ser aquel del que surge el discurso, estaría más bien en el azar de su despliegue, como una delgada laguna, el punto de su posible desaparición”22.
El autor, o lo que se ha llamado "autor-función", es indudablemente sólo una de las posibles especificaciones del sujeto y, considerando sus transformaciones históricas, parece ser que la forma, la complejidad, e incluso la existencia de esta función, se encuentran muy lejos de ser inmutables. Podemos imaginar fácilmente una cultura donde el discurso circulase sin necesidad alguna de su autor. Los discursos, cualquiera sea su status, forma o valor, e independientemente de nuestra manera de manejarlos, se desarrollarían en un generalizado anonimato.
Foucault y Barthes proclamaron la muerte del autor, ellos sostenían que el sujeto de la escritura es un sujeto vacío. Para Barthes, la escritura es la destrucción de toda voz, de todo origen. La escritura es un lugar neutro, un fundido a negro, “donde se pierde toda identidad, comenzando por la propia identidad del cuerpo que escribe"23
Como sucesor del autor, el escritor ya no tiene pasiones, humores, sentimientos, impresiones, sino un rol bifurcador de discursos propios y ajenos, en una intertextualidad24 que prolifera hasta perder los lindes del yo, hasta la escición de la identidad o su fragmentación esquizoide en la escritura.
La muerte del autor responde, de este modo, al proyecto de desubjetivación, que intenta eliminar la referencia a un sujeto originario sustentador de la verdad y el sentido del texto. En efecto, el sujeto que comienza a pensarse en la escritura, es un sujeto deudor de las citas de la cultura que tejen su obra. El entramado que constituye al texto posee una referencialidad infinita, que multiplica desde distintas vertientes elementos refractarios de otras25. Aquello que preexiste de trasfondo es la muerte de un referente máximo que establezca los linderos –los alcances– de las miradas; es la proliferación de las perspectivas26.


El lugar que sustenta actualmente el autor sigue siendo problemático y confuso. Eliminarlo, como lo hizo Foucault y Barthes, sería una trasposición facilista. A más de veinticinco años de proclamarse su muerte, es necesario repensar de nuevo estas perspectivas, en vistas de la explosión de algunos epifenómenos que ponen en duda su muerte total.
Adolfo Vásquez Rocca PH. D.


Doctor en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Postgrado Universidad Complutense de Madrid, Departamento de Filosofía IV. Profesor de Postgrado del Instituto de Filosofía de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Profesor de Antropología y Estética en el Departamento de Artes y Humanidades de la Universidad Andrés Bello UNAB. – En octubre de 2006 y 2007 es invitado por la 'Fundación Hombre y Mundo' y la UNAM a dictar un Ciclo de Conferencias en México. – Miembro del Consejo Editorial Internacional de la 'Fundación Ética Mundial' de México. Director del Consejo Consultivo Internacional de Konvergencias, Revista de Filosofía y Culturas en Diálogo, Argentina. Miembro del Conselho Editorial da Humanidades em Revista, Universidade Regional do Noroeste do Estado do Rio Grande do Sul, Brasil. Director de Revista Observaciones Filosóficas. Profesor visitante en la Maestría en Filosofía de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y Profesor Asociado al Grupo Theoria –Proyecto europeo de Investigaciones de Postgrado– UCM. Académico Investigador de la Vicerrectoría de Investigación y Postgrado, Universidad Andrés Bello. Artista conceptual. Ha publicado recientemente el Libro: Peter Sloterdijk; Esferas, helada cósmica y políticas de climatización, Colección Novatores, Nº 28, Editorial de la Institución Alfons el Magnànim (IAM), Valencia, España, 2008.
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BIBLIOGRAFÍA
  • BARTHES, R. "La muerte del autor" en El susurro del lenguaje, Paidós, Barcelona, 1994.
  • CAPARRÓS, A., Los paradigmas en psicología, Horsori, Barcelona, 1980.
  • DESPRATS-PÉQUIGNOT, C.: El psicoanálisis, Alianza, Madrid, 1997.
  • FOUCAULT, Michel, "¿Qué es un autor?”, conferencia de 1979 publicada en 1984.
  • FOUCAULT, Michel, El orden del discurso, Barcelona, Tusquets, 1987.
  • FREUD, S., El yo y el ello, Alianza, Madrid, 1977.
  • HABERMAS, J.,Teoría de la acción comunicativa, Madrid, Taurus, 1987, 2 vols.
  • JAMESON, F., El postmodernismo o la lógica cultural del capitalismo avanzado, Barcelona-Buenos Aires, Paidós, 1991.
  • LEAHEY, T., Historia de la psicología, Debate, Madrid, 1991.
  • MARTÍ, E., Psicología evolutiva, Anthropos, Barcelona, 1991.
  • SCHNITMAN, D. F.., Nuevos Paradigmas, Cultura y Subjetividad, Editorial Paidós, Buenos Aires, 1998.
  • VÁSQUEZ ROCCA , Adolfo, La crisis de la noción de sujeto; desubjetivación y psicopatologías del yo, En Psikeba: Revista de Psicoanálisis y Estudios Culturales, Buenos Aires, ISSN 1850-339X, Nº. 2, 2006
  • RORTY, R., Contingencia, ironía y solidaridad, Paidós, Barcelona, 1991.
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Dr. Adolfo Vásquez Rocca
1 RORTY, Richard, Contingencia, ironía y solidaridad, Paidós, Barcelona, 1991, Primera parte, 2.- La contingencia del yo, pp.43 a 62.
2 SCHNITMAN, D. F.., Nuevos Paradigmas, Cultura y Subjetividad, Editorial Paidós, Buenos Aires, 1998, p. 68.
3 VÁSQUEZ ROCCA , Adolfo, La crisis de la noción de sujeto; desubjetivación y psicopatologías del yo, En Psikeba: Revista de Psicoanálisis y Estudios Culturales, Buenos Aires, ISSN 1850-339X, Nº. 2, 2006
4 SCHNITMAN, D. F.., Nuevos Paradigmas, Cultura y Subjetividad, Editorial Paidós, Buenos Aires, 1998, p. 68.
5 FOUCAULT, Michel. Estética, Ética y Hermenéutica p. 169.
6 JAMESON, F., El postmodernismo o la lógica cultural del capitalismo avanzado, Barcelona-Buenos Aires, Paidós, 1991, pp. 37 y 38.
7 JAMESON, F., El postmodernismo o la lógica cultural del capitalismo avanzado, Barcelona-Buenos Aires, Paidós, 1991, pp. 37 y 38.
8 HABERMAS, J.,Teoría de la acción comunicativa, Madrid, Taurus, 1987, 2 vols.
9 FREUD, S, El malestar en la Cultura, 1930.
10 SONTAG, Susan, Contra la Interpretación, Editorial Alfaguara, Buenos Aires, 1996, P.335
11 FREUD, Sigmund, El Malestar de la Cultura, Alianza Editorial, Madrid ,1998
12 La filosofía francesa de los dos últimos tercios del siglo pasado ha ido progresivamente afinando su gusto por una solemne frivolidad. Asumió el tono declamatorio de quien describe el apocalipsis y el hábito singular de los virajes intelectuales hacia cualquier rumbo en el mejor estilo de la moda y sus pasarelas femeninas.
13 MARCUSE, Herberet, Eros y Civilización.
14 VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, “La reconfiguración del concepto de autor; Alteridad e Identidad en la poesía de Juan Luis Martínez”, En Cyber Humanitatis Nº 33 (Verano 2005) Revista de la Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad de Chile ISSN 0717-2869. http://www.cyberhumanitatis.uchile.cl/CDA/texto_simple2/0,1255,SCID%253D14316%2526ISID%253D512,00.html
15 Juan Luís Martínez, poeta que a fines de los 70 y principios de los 80 irrumpió en la escena literaria chilena con una poesía rupturita, escéptica e iconoclasta, incomprendida por buena parte de la crítica y rechazada por más de un editor. Los versos de Martínez han circulado por más de 20 años como fotocopias, aunque ahora la situación empieza a cambiar. La Nueva Novela –curiosamente a pesar del nombre– obra paradigmática de la vanguardia poética chilena se ha convertido en un objeto de un nuevo culto, el de la tacha de la autoría y la disolución del autor.
16 LIHN, Enrique, El Circo en Llamas, Ed. LOM, 1997, Santiago, 1997, p.200; cap. "Señales de Ruta de Juan Luis Martínez" Santiago. Archivo, 1987, escrito en colaboración con Pedro Lastra.
17 MARTINEZ, J. L. , Poemas del otro, Ediciones Universidad Diego Portales, Santiago, 2004, p. 51.
18 FOUCAULT, Michel, "¿Qué es un autor?”, conferencia de 1979 publicada en 1984.
19 Ibid.
20 “Qu`est-ce qu’un auteur”, Dits et écrits, t. I. 1964-1969, págs. 789-821 (cita, pág. 811).
21 Ibíd
22 FOUCAULT, M., L’ordre du discours. Lechón inaugurale au Collège de France prononcée le 2 décembre 1970, Paris Gallimard, 1970, págs. 7-8. [Trad. Cast. El orden del discurso, Barcelona, Tusquets, 1987.]
23 Barthes, R. "La muerte del autor" en El susurro del lenguaje, Paidós, Barcelona, 1994. p.65.
24 VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, “El Hipertexto y las nuevas retóricas de la postmodernidad; textualidad, redes y discurso excéntrico“ en PHILOSHOPHICA N º 27 - 2004, Instituto de Filosofía Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. pp. pp.331 – 350. http://www.philosophica.ucv.cl/abs27Vasquez.pdf
25 Según Barthes, "El escritor se limita a imitar un gesto siempre anterior, nunca original; el único poder que tiene es el de mezclar las escrituras, llevar las contrarias unas con otras, de manera que uno nunca se pueda apoyar en una de ellas" Cfr: op.cit.6.p.69. Pese a esta afirmación, Barthes no profundiza en este escrito el sujeto que aquí podría asomarse.
26 VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, Ensayo “Mundos posibles y ficciones narrativas” A Parte Rei 37, Enero de 2005 Revista de Filosofía de la Sociedad de Estudios Filosóficos de Madrid. http://serbal.pntic.mec.es/~cmunoz11/vasquez37b.pdf -Reeditado en Revista Literaria Baquiana, Miami, Florida. EE. UU. Año VI. Nº 33/34. Enero-abril de 2005 pp. 159 a 167. http://www.baquiana.com/numero_xxxiii_xxxiv/Ensayo_II.htm
 
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Artículos relacionados del Autor:
- Adolfo Vásquez Rocca,La Deconstrucción de la noción de Autor; Alteridad e identidad en la poesía de Juan Luis Martínez” En Revista ADAMAR, Nº 28, diciembre de 2007, España. Revista de Poesía incluida en el Directorio mundial de Literatura de la UNESCO: http://www.adamar.org/ivepoca/node/373
 
- Artículo "Joseph Beuys 'Cada hombre, un artista'; Los Documenta de Kassel o el Arte abandona la galería" (Reedición) En Revista Almiar, MARGEN CERO, MADRID, Nº 37 - diciembre de 2007 - Margen Cero © , Fundadora de la Asociación de Revistas Culturales de España, ISSN 1695-4807
http://www.margencero.com/articulos/new/joseph_beuys.html
 
- Adolfo Vásquez Rocca, "Andy Warhol; 'Mi Filosofía de A a la B y de B a la A'", (Reedición) En Revista Almiar, MARGEN CERO, MADRID, Nº 36 - noviembre de 2007 - Margen Cero © , Fundadora de la Asociación de Revistas Culturales de España, ISSN 1695-4807
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http://serbal.pntic.mec.es/~cmunoz11/vasquez42.pdf
 
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MONTEVIDEO, URUGUAY.
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Y
En Qì Revista de pensamiento cultura y creación, Año VII – Nº 8, 2006, pp. 118 a 124, Universidad Carlos III de Madrid.
 
- Vásquez Rocca, Adolfo, "La reconfiguración del concepto de autor. Alteridad e Identidad en la poesía de Juan Luis Martínez",
En Cyber Humanitatis Nº 33 (Verano 2005), Revista de la FACULTAD DE FILOSOFÍA Y HUMANIDADES, UNIVERSIDAD DE CHILE, ISSN 0717-2869.
http://www.cyberhumanitatis.uchile.cl/CDA/texto_simple2/0,1255,SCID%253D14316%2526ISID%253D512,00.html
 
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LA CRISIS DE LA NOCIÓN DE SUJETO Y LAS PSICOPATOLOGÍAS DEL YO Por ADOLFO VÁSQUEZ ROCCA PH.D.

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