Por Adolfo Vásquez Rocca
Doctor en Filosofía y Teoría del Arte
http://oai.redalyc.uaemex.mx/redalyc/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=38402208&iCveNum=7148
http://hispanismo.cervantes.es/revista.asp?DOCN=2401
Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas | 16 (2007.2). EL VÉRTIGO DE LA SOBREMODERNIDAD:. “NO LUGARES”, ESPACIOS PÚBLICOS Y FIGURAS DEL ANONIMATO .
http://www.ucm.es/info/nomadas/16/avrocca_sobremodernidad.pdf
El “proyecto urbano” es otra de las derivas identitarias del Chile actual; improvisado, inconcluso y sobremoderno. La ciudad en tanto espacio y escenario para la vida no es una preocupación de la política actual. El mercado –por denominar así a ciertas empresas licitadoras del Transantiago– ha gerenciando la ciudad con inusitado genio y sentido del humor, entre “bromas”, “equivocaciones tecnocráticas” y medidas utilitaristas han puesto a la población de Santiago, a través del trazado urbano de los trayectos de movilización, a desplegar un happening de dimensiones colosales, una paroxista comedia de equivocaciones -cercana al género del absurdo-. Este ha sido el particular tratamiento del espacio público en la ciudad capital de un país que se acerca a su bicentenario y parece preparar conmemoraciones que le instalen de vuelta en la pre-modernidad.
La ciudad como hecho colectivo se manifiesta, fundamentalmente, en la red de espacios públicos y telemáticos que la constituyen, en el trazado de sus redes de telecomunicaciones y transportes. La interrogación por los nuevos sentidos del espacio público adquiere así una dimensión antropológica y estética. Interrogar sobre la ciudad es preguntarse sobre el ser humano y su modo particular de ser en el mundo, esto es, como habitante de espacios; espacios que lo cobijen y lo proyecten. El límite dónde empieza la ciudad y acaba el hombre es difuso, por ello resulta relevante llevar a cabo una reflexión no sobre esta o aquella ciudad, sino sobre la ciudad como concepto. La ciudad desafía de continuo al ser humano no sólo a habitarla sino a imaginarla y planearla como marco y fundamento para los nuevos modos de organizar la convivencia, según un plano regulador existencial. La íntima relación entre desarrollo humano y urbanístico requiere de un proyecto social y urbano, en el que las categorías éticas y estéticas se constituyan en su fundamento y punto de convergencia.
Pensar en los lugares y las formas urbanas de relación –la circulación acelerada de personas– permite definir los nuevos modos de ser humano, constatar la nuevas formas de soledad y aislamiento en una urbe sobrepoblada, la incomunicación del individuo en medio de las redes y las carreteras de la información, el entrecruzamiento de producciones socioestéticas diversas que producen ciudades metafóricas y fragmentadas, donde la heterogeneidad y la dispersión de los signos identitarios patrios nos convierte a unos respecto de otros en transeúntes que apenas intercambian huidizas miradas, desfigurados, con un rostro velado, verdaderas espectros, figuras del anonimato, desposeídos de nuestra identidad por la celeridad de nuestros desplazamientos reales o virtuales.
Arte y Filosofía de la Arquitectura Adolfo Vásquez Rocca
Todos aquellos espectadores, ansiosos de intimidades que asaltaban los museos antiguos como quien allana una vivienda burguesa, todos aquellos decepcionados por el lenguaje plano y discreto de la pintura abstracta, todos los espectadores corrientes del arte moderno se quedan sin palabras ante la patética soledad de los personajes que pululan en obras como las de Edward Hooper. Aunque Hopper mismo no lo supiese, lo que pintaba era un mundo sin salida, donde sus habitantes estaban atrapados. Todos sus cuadros parecen encerrarse en una impotencia tranquila, resignada, que fluye desde el rostro de las figuras solitarias o se disemina por las escenas urbanas, de gasolineras abandonadas. De los perfiles velados por la melancolía y el clima, de la ‘American Scene’, fría e impersonal, como si el lienzo fuera el registro agujereado por la descarga a quemarropa de dos gangsters al amanecer. Nunca un espacio público apareció tan desolado. La vulnerable intimidad de los ‘Halcones de la noche’ nunca fue más vacía, nunca el espacio público estuvo habitado por fantasmas de una identidad más declinada.
Los cuadros modernos están llenos de rostros sin perfiles, son los espacios del anonimato. En nuestra sociedad de la masificación, en la que la mayoría de las personas portan el rostro del anonimato, en calidad de sujetos estadísticos, el espacio público se comporta no como un espacio social, determinado por estructuras y jerarquías, sino como un espacio en muchos sentidos protosocial, un espacio previo a lo social al tiempo que su requisito, premisa escénica de cualquier sociedad. El espacio público es aquél en el que el sujeto que se objetiva, que se hace cuerpo, que reclama y obtiene el derecho de presencia, se nihiliza, se convierte en una nada ambulante e inestable. Ese cuerpo lleva consigo todas sus propiedades, tanto las que proclama como las que oculta, tanto las reales como las que simula, las de su infamia como las de su honra, y con respecto a todas esas propiedades lo que reclama es la abolición tanto de unas como otras, puesto que el espacio en que ha irrumpido es anterior y ajeno a todo esquema fijado, a todo lugar, a todo orden establecido. Quien se ha hecho presente en el espacio público ha desertado de su sitio y transcurre por lo que por definición es una tierra de nadie, ámbito de la pura disponibilidad, de la pura potencia, de la posibilidad como del riesgo, territorio huidizo –la calle, el vestíbulo de estación, la playa atestada de gente, el pasillo que conecta líneas de metro, el bar, la grada del estadio– en el más radical anonimato de la aglomeración, donde el único rol que le corresponde es el de tan sólo circular. Ese espacio cognitivo que es la calle obedece a pautas que van más allá -o se sitúan antes, de las lógicas institucionales y de las causalidades orgánico-estructurales, trascienden o se niegan a penetrar el sistema de las clasificaciones identitarias, dado que se auto-regulan a partir de un repertorio de negociaciones y señales autómatas.
Filosofía y Arquitectura Adolfo Vásquez Rocca
Las relaciones de tránsito consisten en vínculos ocasionales entre “conocidos” o simples extraños, con frecuencia en marcos de interacción mínima, en el límite mismo de no ser relación en absoluto. Aquí se esta librado a los avatares de la vida pública, entendida como la serie de interacciones casuales, espontáneas, consistentes en mezclarse durante y por causa de las actividades ordinarias. Las unidades que se forman surgen y se diluyen continuamente, siguiendo el ritmo y el flujo de la vida diaria, lo que causa una trama inmensa de interacciones efímeras que se entrelazan siguiendo reglas a veces explícitas, pero también latentes e inconscientes. Los protagonistas de la interacción transitoria no se conocen, no saben nada el uno del otro, y es en razón de esto que aquí se gesta la posibilidad de albergarse en el anonimato, en esta especie de película protectora que hace de su auténtica identidad, de sus secretos que lo incriminan o redimen, o de igual forma, de sus verdaderas intenciones, como terrorista, turista, misionero o emigrante, un arcano para el otro.
La vida al descubierto es así constante posibilidad de encuentro o desencuentro, posibilidad de evasión, territorio abierto al desvío, al suceso imprevisto, a distraerse, a la posibilidad siempre cierta de extraviarse en el límite invisible de lo ilegal. En el trayecto rige una normatividad difusa, tenuemente sumergida en lo tácito y negativo de lo que no debería hacer el transeúnte a fin de conservar el anonimato – y no despertar sospechas – y llegar así a su destino: como no desnudarse en público, no pintarrajear las murallas públicas ni hacer graffitis en monumentos arqueológicos.
En Revista HETEROGÉNESIS [SWEDISH-SPANISH] _ Revista de arte contemporáneo. TIDSKRIFT FÖR SAMTIDSKONST:
http://www.heterogenesis.se/Ensayos/Vasquez/Vasquez4.htm
2.- Flujos y cronopatías.
Todos, también, hemos estado solos en algún aeropuerto, en ese terminal de una red inmensa e indeterminada de flujos que se mueven y se mezclan en todas direcciones, en esa situación de tránsito tan propio de los no-lugares, se experimentan ciertos estados de gracia posmodernos como el del viaje, cuando en lugar de estar, nos deslizamos, transcurrimos, sin afincar nuestra identidad ni tener que comprometernos más allá de dos horas. Aquí, en estos nuevos espacios de la indefinición donde el tiempo se extiende como goma de mascar advienen nuevas y extrañas enfermedades como las cronopatías -derivadas del abrupto cambio de usos horarios no asimilables a los ciclos biológicos. Este extraño personaje, el viajero, nunca está, ni nunca estuvo realmente en un sitio, sino que más bien se traslada, se desplaza, él mismo es sólo ese tránsito que efectúa y en el momento justo en que lo efectúa.
Arte Filosofía y Arquitectura Adolfo Vásquez Rocca
Todo esto acontece –o deja de acontecer– en los así denominados “no lugares” en oposición al concepto “antropológico de lugar” asociado por Mauss y toda una tradición etnológica con el de cultura localizada en el tiempo y en el espacio. Los no lugares son tanto las instalaciones necesarias para la circulación acelerada de personas (vías rápidas, empalmes de rutas, aeropuertos) como los medios de transportes, o también los campos de tránsito prolongado. En este momento en el que, sintomáticamente, se vuelve a hablar de patria, de la tierra y de las raíces, lo que prevalece es el turismo a gran escala.
La ciudad como hecho colectivo se manifiesta, fundamentalmente, en la red de espacios públicos. Principales referentes de la memoria colectiva, representan el encuentro con el otro y con el lugar, y a ellos se asocia la capacidad de identificación y apropiación ciudadana, contribuyendo decisivamente a la estructuración y al reconocimiento de la ciudad. Ello explica que los espacios públicos ocupen tradicionalmente un lugar preferente en los discursos sobre la ciudad, pues, a fin de cuentas, reflexionar sobre el espacio público significa reflexionar sobre la ciudad, sobre las maneras de habitarla y las formas a través de las cuales se construye y se representa.
Un mundo donde se nace en una clínica y se muere en un hospital, dónde pueden tener lugar futuristas ceremonias fúnebres con el cuerpo expelido en un cohete de acero, un contenedor rumbo a realizar periplos de inmortalidad. Un mundo extraño, donde se multiplican en modalidades lujosas o inhumanas los habitáculos, desde un foso en Guantánamo a un lujoso hotel-cápsula de Japón –diseñados para ejecutivos sin tiempo para volver a casa; los puntos de tránsito y las ocupaciones full time, las cadenas de hoteles y las habitaciones ocupadas en el Green Plaza Shinjuku, los clubes de vacaciones, los campos de refugiados, las barracas miserables destinadas a desaparecer o a degradarse progresivamente produciendo zapatillas Nike; un mundo donde se desarrolla una abigarrada red de transporte que son también espacios habitados, donde el habitué de los megamercados, de los malles, de los cajeros automáticos renueva con los gestos pantomímicos del comercio autista. Un mundo así desacralizado por oficio y sin rituales, mudo e indiferente, prometido a la individualidad solitaria, a lo fugaz y efímero, al paisaje de neón, a los fundidos del inconsciente un destello turbador y una oquedad donde hundir la cabeza. Sólo las ciudades del futuro pueden ofrecer la esperanza de un verdadero lugar donde el corazón no sea turbado, un lugar proféticamente anunciado, donde hay muchas moradas, más que las del Green Plaza de Tokio. Allí donde finaliza el país retórico y una alteración del umbral del entendimiento da paso a una zona de indiscernibilidad espiritual. Se abren aquí nuevas perspectivas ya no sólo para una antropología de la sobre-modernidad, sino para una etnología de la soledad y la esperanza escatológica.
Dr. Adolfo Vásquez Rocca
Universidad Complutense de Madrid
Pontificia Universidad Católica de Valparaíso
Introducción:
El presente Artículo “Ciudad, diáspora y “cronotopías de la intimidad” es una segunda entrega y -por ello- una continuación del Artículo “El vértigo de la sobremodernidad; ‘no lugares’, espacios públicos y figuras del anonimato”, publicado en DU&P Revista de Diseño Urbano y Paisaje, Universidad Central de Chile, Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Paisaje, FAUP, ISSN 0717- 9758, Volumen IV, Nº10, 2007.
http://www.ucentral.cl/Sitio%20web%202003/Revista%20Farq/pdf/10_vertigo_delasobremodernidad.pdf
Esta nuevo desarrollo fue expuesto en la Conferencia “¿Dónde estamos cuándo estamos en Chile?; Imaginarios, cartografía de las emociones escindidas y crisis del proyecto urbano”, en el marco del Ciclo: “Diálogo: Ciencia, Política y Poder – ¿Es Chile una Sociedad Justa?” Organizado por el Instituto de Sistemas Complejos de Valparaíso ISCV, 1 semestre 2007.
Ambos Artículos -publicados originalmente en sucesivas entregas por DU&P serán reeditados en versión completa y revisada por la Revista de Humanidades: Tecnológico de Monterrey No. 22 (2007, primavera) y DEBATS Revista de Filosofía y crítica cultural, del Institució Alfons el Magnánimo, Diputación de Valencia.
Palabras claves:
Ritual, territorio, coleccionismo, territorio, turismo, imaginario, exotismo, urbano, migración, globalización.
1.- Ciudades, imaginarios y cartografía de las emociones escindidas.
- La ciudad como hecho colectivo se manifiesta, fundamentalmente, en la red de espacios públicos y telemáticos que la constituyen, en el trazado de sus redes de telecomunicaciones y transportes. La interrogación por los nuevos sentidos del espacio público adquiere así una dimensión antropológica y estética. Interrogar sobre la ciudad es preguntarse sobre el ser humano y su modo particular de ser en el mundo, esto es, como habitante de espacios espacios que lo cobijen y lo proyecten. El límite dónde empieza la ciudad y acaba el hombre es difuso, por ello resulta relevante llevar a cabo una reflexión no sobre esta o aquella ciudad, sino sobre la ciudad como concepto. La ciudad desafía de continuo al ser humano no sólo a habitarla sino a imaginarla y planearla como marco y fundamento para los nuevos modos de organizar la convivencia, según un plano regulador existencial. La íntima relación entre desarrollo humano y urbanístico requiere de un proyecto social y urbano, en el que las categorías éticas y estéticas se constituyan en su fundamento y punto de convergencia.
El entrecruzamiento de producciones socioestéticas diversas producen ciudades metafóricas y fragmentadas, donde la heterogeneidad y la dispersión de los signos identitarios patrios nos convierte a unos respecto de otros en transeúntes que apenas intercambian huidizas miradas, en figuras del figuras del anonimato.
Así, La ciudad y sus representaciones se crean mutuamente. Más allá de su realidad material (sus calles y edificios, plazas, tiendas, monumentos, parques), cada ciudad es también una comunidad imaginada a diario por sus habitantes, quienes al vivirla y recorrerla elaboran un “mapa mental” de sus espacios físicos y sociales donde se instalan y apropian emotiva y utópicamente. Esa ciudad imaginada se representa en discursos, filmes, postales, periódicos, himnos, mitos, chistes, dicciones y las múltiples formas que puede asumir el habla empírica. Por eso, el modo particular en el que artistas y escritores imaginan lo urbano ya está predeterminado por las representaciones de la ciudad en el imaginario colectivo de sus habitantes. Así, en su materialidad y su simbolismo cada ciudad constituye un texto que se puede leer, siendo su arquitectura y su configuración espacial la gramática que lo organiza. Si cada ciudad es un texto colectivo que vehiculiza y almacena una cultura, una memoria colectiva, una narración geográfica e históricamente emplazada, cabe preguntarse por las formas de esa inscripción en el imaginario colectivo y sus procesos de sedimentación en el lenguaje, la forma en que se gesta la identidad, los ideales y la formas del conformismo, en definitiva, como se magullan los sueños. Cada transformación de la ciudad, cada re-organización territorial, cada nuevo multicine o megamercado, articula nuevas formas de relacionarnos o distanciarnos en la escena urbana. Con cada edificio que desaparece o se transforma una forma ritual de vida, se silencian saberes y memorias colectivas, se apagan los ecos de los fantasmas que pululan en aquellos lugares, los que hicieron propios y en los cuales afincaron su memoria e inscribieron su huella en el tiempo.
La interrogación por los nuevos sentidos del espacio público, por los nuevos modelos espaciales de convivencia, tiene innegables dimensiones antropológicas, estéticas y políticas. Aludir a la “cosa pública” significa remitirse a ese ámbito de la vida en el que nos encontramos con los otros seres humanos, un espacio abierto de concurrencia caracterizado orteguianamente como “vida en común”, “esfera pública” o de una forma más clásica como praxis política. Pensar en los lugares y las formas urbanas de relación –la circulación acelerada de personas- permite definir los nuevos modos de ser humano, de organizar la convivencia, los desplazamientos; constatar la nuevas formas de soledad y aislamiento en una urbe sobrepoblada. El entrecruzamiento de producciones socioestéticas diversas produce ciudades metafóricas y fragmentadas, donde la heterogeneidad y la dispersión de los signos identitarios nos convierte a unos respecto de otros en transeúntes que apenas intercambian huidizas miradas, desfigurados, con un rostro velado, verdaderos espectros, figuras del anonimato, desposeídos de nuestra identidad por la celeridad de nuestros desplazamientos reales o virtuales.
- La ciudad como hecho colectivo se manifiesta, fundamentalmente, en la red de espacios públicos. La ciudad es un plexo geográfico, una organización económica, un proceso institucional, el teatro de la acción social, un símbolo estético de unidad colectiva1. Principales referentes de la memoria colectiva, representan el encuentro con el otro y con el lugar, y a ellos se asocia la capacidad de identificación y apropiación ciudadana, contribuyendo decisivamente a la estructuración y al reconocimiento de la ciudad. Ello explica que los espacios públicos ocupen tradicionalmente un lugar preferente en los discursos sobre la ciudad, pues, a fin de cuentas, reflexionar sobre el espacio público significa reflexionar sobre la ciudad, sobre las maneras de habitarla y las formas a través de las cuales se construye y se representa2. Sin embargo, estos discursos se han vuelto ambiguos, dominando más bien la despreocupación de los ciudadanos por la cosa pública, cuestión que marcha de la mano con la crisis de identidad y falta de albergue metafísico. Ambos síntomas suelen ir acompañados de notorias desorientaciones geopolíticas, desconocimientos históricos y prejuicios ideológicos.
Los monumentos, los museos al aire libre, de nuestras ciudades nos resultan inquietantes por sus insólitos emplazamientos, por su contigüidad a la existencia precaria, a los barrios en permanente estado de emergencia y desocupación, donde en las calles periféricas asoma la indigencia desgarrada, donde la pobreza es elevada a una categoría patrimonial. Un parque temático para el turismo europeo. Los pobladores como piezas autóctonas de interés etnográfico pululan y sobreviven bajando y subiendo en viejos ascensores. Sólo ciertas edificaciones pueden renovarse, otras deben permanecer en ese estado de precariedad endémica, debe haber una catástrofe -temblores de aire o de gas- para que las viejas construcciones puedan ser parcialmente demolidas al antojo de un arquitecto que decide conservar, por ejemplo, parte de uno de los muros de la cárcel para que se refleje en los nuevos ventanales. Apropiación del pasado que intenta producir un efecto visual y exótico.
Los sistemas predominantes de transa de propiedades se encuentran asociados en Chile a la modalidad preferente de la gestión privada, las que generalmente diseñan las viviendas bajo la modalidad de urbanizaciones cerradas o condominios.
Existen así diferentes modalidades de “barrios temáticos”, los destinados a parejas sin hijos, para solteros, para matrimonios en los que ambos trabajan, para jubilados, para un determinado nivel de renta y sólo para militares. Los habitantes de tales espacios amurallados adquieren el acceso a una supuesta ciudad ideal, tan aséptica en su identidad como inmune a amenazas, peligros y vulnerabilidades, libre de basuras, ruidos, olores pestilentes y sobretodo del perturbador contacto con pobres. El Barrio amurallado es pulcro, aromatizado y desinfectado en todos los sentidos.
Esto es posible en el Chile de hoy, el país de los excedentes del cobre. El país que se siente así impulsado por un afán de nuevo rico a “realizarse” en la posesión —no funcional— por encima de la necesidad, es decir, en la riqueza y por sus múltiples maneras de “usar” el excedente, entre las que cabe el despilfarro y la corrupción. Como cuando ciertos estamentos del Estado perpetran el secuestro de nuestra moral. La fe pública violada ha creado las condiciones para el desprestigio de lo político y con ello el de nuestras instituciones, qué puede extrañar entonces del robo hormiga de las grandes transnacionales, la extorsión “irrepresentable”, sólo cognoscible por medio de una compleja organización multinacional articulada según un modelo gansteril. Nuestra vida cotidiana esta así signada por las abusivas relaciones mercantiles que experimentan una creciente densidad así como una significativa disminución de las relaciones interpersonales sin fines de lucro.
Aquí es posible identificar otra forma de mitología, la de ciertas lógicas capitalistas, según la cual a épocas de prosperidad, cuando la economía se expande y el crecimiento del producto es sostenido, le debiera seguir o suceder tiempos donde el beneficio —en razón de los excedentes— alcance a toda la población, incluso a la más desfavorecida, esto de acuerdo a la conocida estrategia de «crecimiento y chorreo» que dominó el “paraíso” neoliberal del Chile de los 80′. Pero en realidad esto nunca sucedió, en su lugar advino la acumulación —incluso— del excedente; nuevas formas de codicia y de fraude fiscal terminaron por ahogar esta promesa escatológica del libre mercado.
2.- Diáspora y “cronotopías de la intimidad”*.
*[ Conferencia “¿Dónde estamos cuándo estamos en Chile?; Imaginarios, cartografía de las emociones escindidas y crisis del proyecto urbano”, dictada en el marco del Ciclo: "Diálogo: Ciencia, Política y Poder – ¿Es Chile una Sociedad Justa?" Organizado por el Instituto de Sistemas Complejos de Valparaíso ISCV, 1 semestre 2007]
- Las figuras del desplazamiento –el viajero, el vagabundo, el paseante, el peregrino, el emigrante, el exiliado, el expatriado, el turista– trazan sus recorridos transitorios o permanentes en medio de geografías divergentes, de lenguas ajenas, en medio de objetos y rostros desconocidos. El viajero, el ser en tránsito, figura antropológica de la diferencia siempre enigmática e inquietante, cuya trayectoria en los márgenes modula los espacios simbólicos de la modernidad es alguien que debe ajustar cuentas con su propia condición desplazada, con los materiales volátiles de la identidad y hacer del “hogar” no ya un lugar físico sino “una necesidad móvil”, una tienda de campaña, un deseo cambiante pero permanente– de “otro lugar”, un característica tensión hacia otra parte.
Aquí, según cabe aclarar, no se trata de la figura romántica del viajero, sino de una tumultuosa y agitada masa de pasajeros recurrentes; flujos que se agolpan en las aduanas y que no dan lugar precisamente al descubrimiento de la singularidad del otro sino más bien al recelo, la resignación, la jurisprudencia o la xenofobia. Pero quizá algo de aquella investidura persiste, incluso cuando la globalización no ha dejado ya territorios “desconocidos” ni extrañezas que sorprendan demasiado a los propios emigrantes: se tiene ya una imagen, mil veces reiterada, del lugar al que se llega, una idea de la lengua, una colectividad previamente afincada, una visión de los objetos casi universal. Lo que persiste es justamente la distancia de la intimidad: lenguas, olores, sabores, ritos, estereotipos, rasgos que “caracterizan” la pertenencia a una comunidad y que suele aludirse como “intimidad cultural”. A este respecto, la generación de una iconografía, una re-creación plástica del imaginario patrio, un trabajo y una experiencia artística compleja en la que el sujeto emigrante, sujeto en crisis por razones políticas, sociales o culturales, vive un intenso transe fantasmático con el espacio, ya sea el que abandona, el que recorre, el que ansía o al que llega, poniéndose a su vez a prueba con los otros en los que despierta la potencialidad de tolerancia o de hostilidad. Objetivamente el viaje migratorio no es sólo espacial, sino también –como hemos señalado– tránsito existencial. La necesidad expresiva configura una iconografía del extravío individual y social. No se trata de refugiarse sino de extraviarse, lo que hace de la representación del viaje una metáfora del olvido. En la pintura contemporánea el fenómeno migratorio adquiere así expresiones que van del imaginario del viaje como registro turístico, la inmigración ilegal y las variadas formas de la deportación. Del turismo a gran escala en la era de los trasatlánticos al fenómeno de los balseros cubanos, de las Bellas Artes al etno-arte, multi-cultural, híbrido, o chicano ciber-punk. Estas manifestaciones del arte contemporáneo conforman la memoria de la diáspora, modos de reapropiación psico-artísticos del territorio, de la “necesidad móvil” del “hogar” que perdura bajo la forma idealizada de un retorno al territorio que se añora. El lugar dónde todo comenzó y al cual se siguen teniendo amarras, como un buque que no consigue zarpar, la que siempre será la “tierra natal”, donde el tiempo se detuvo y nos mantiene ajenos e indiferentes al devenir del mundo. Un retorno muchas veces irreal, de allí esas casas que el emigrante ya asentado en una patria lejana, compra en su pueblo natal –casas que nunca habitará– y que no tienen tanto que ver con el resguardo físico de una posteridad sino con esa inscripción mítica que, desde los tiempos del héroe, señala la vuelta –narrativamente– como el cumplimiento del sentido épico del viaje. Pero, en el complejo puzzle de la migración contemporánea, también hay un “retorno” efectivo adonde nunca se estuvo antes: la tierra de los padres o abuelos, reconquistada esta vez, quizá sin tono épico ni imaginación previa, por sus descendientes. Y aun, es posible (re)crear el hogar en tierra extraña por la acumulación, justamente, de “cronotopías de la intimidad” bajo la forma de objetos atesorados, que se transportan en las valijas del emigrante o que se adquieren después, en prácticas altamente ritualizadas, en los “mercados de pulgas” del propio territorio de adopción: fotografías, ropas, utensilios típicos, souvenirs, una parafernalia de cosas entre el coleccionismo y el kitsch, que atiborran vitrinas o “altares” domésticos como nunca lo harían en la propia tierra, donde muchas de ellas serían desdeñadas precisamente por los mismos “efectos” de sentido–. Todas prácticas estéticas de la cotidianidad que configuran al mismo tiempo un relato del exilio y un lugar de memoria y cuyo intento de preservar la “identidad” toma, curiosamente, la forma de una “intimidad diaspórica”.
Adolfo Vásquez Rocca
Doctor en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Postgrado Universidad Complutense de Madrid, Departamento de Filosofía IV, Teoría del Conocimiento y Pensamiento Contemporáneo. Áreas de Especialización: Antropología y Estética. Profesor de Postgrado del Instituto de Filosofía de la PUCV, del Magíster en Etnopsicología, Escuela de Psicología PUCV, Profesor de Antropología y de Estética en el Departamento de Artes y Humanidades de la UNAB. Profesor asociado al Grupo Theoria, Proyecto europeo de Investigaciones de Postgrado. Director de la Revista Observaciones Filosóficas http://www.observacionesfilosoficas.net/. Secretario de Ejecutivo de PHILOSOPHICA, Revista del Instituto de Filosofía de la PUCV http://www.philosophica.ucv.cl/editorial.htm, Editor Asociado de Psikeba —Revista de Psicoanálisis y Estudios Culturales, Buenos Aires— http://www.psikeba.com.ar/, miembro del Consejo Editorial de Escaner Cultural —Revista de arte contemporáneo y nuevas tendencias— http://www.escaner.cl/ y Director del Consejo Consultivo Internacional de Konvergencias, Revista de Filosofía y Culturas, Argentina. ISSN 1669-9092 http://www.konvergencias.net/;
Miembro del Consejo Editorial Internacional de la Fundación Ética Mundial de México,
Miembro del Consejo Editorial Internacional de ‘Cuadernos del Seminario’ - Revista del Seminario del Espacio, Vicerrectoría de Investigación y Estudios Avanzados Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.
adolfovrocca@gmail.com
Hola ADolfo. Agradezco tu comentario, además como el hecho que difundas tus contenidos a través de la web. Tragasaliva pretende ser un anillo de la onda expansiva que el pensamiento crítico y reflexivo debe tener.
Sin embargo, tu comentario hace relación a otros documentos, no existentes en tragasaliva, y entendiendo, realizados por ti: ¿la idea es incluirlos en tragasaliva, o de alguna forma, es además una correción a la forma en que esta reseñado tu escrito aca?
De cualquier manera, agradezco tu comentario, y tu capacidad de materializar tu visión de la realidad, cpacidad que de no existir, tampoco permitiria la existencia de este blog.
un abrazo
He publicado este Artículo -inédito- “CIUDAD, DIÁSPORA Y “CRONOTOPÍAS DE LA INTIMIDAD” en el Blog para completar -o contextualizar- las ideas en desarrollo; es la segunda parte del escrito
“El malestar en la ciudad; imaginarios, cartografia de las emociones escindidas y crisis del proyecto urbano”.
Así que ahora el sitio web dispone de la versión integra de la Conferencia a la que hago mención [Conferencia “¿Dónde estamos cuándo estamos en Chile?; Imaginarios, cartografía de las emociones escindidas y crisis del proyecto urbano”, en el marco del Ciclo: “Diálogo: Ciencia, Política y Poder – ¿Es esta una Sociedad Justa?” Organizado por el Instituto de Sistemas Complejos de Valparaíso ISCV, 1 semestre 2007.]
Sobre este tema -el habitar, la ciudad y la identidad- también pongo a vuestra disposición, es decir, emplazo en el ‘Espacio Público’, el siguiente trabajo:
Artículo “La arquitectura de la memoria: Espacio e identidad” pp.163 – 176 Revista Cuadernos de Filosofía - Nº 22 - 2004 [Publicación anual]. Universidad de Concepción – Chile. ISSN 0716-9884
y En A Parte Rei Revista de la Sociedad de Estudios Filosóficos de Madrid Nº 37 - 2005
http://serbal.pntic.mec.es/~cmunoz11/page47.html
Un cordial saludo
Adolfo Vásquez Rocca
http://www.danoex.net/adolfovasquezrocca.html
ARTÍCULOS DE ADOLFO VÁSQUEZ ROCCA SOBRE ESTÉTICA Y URBANISMO
Los Artículos -de mi autoría- (referidos en comentarios anteriores) pueden ser publicados en Tragasaliva.
De todos modos copio parte de ellos, esto a fin de que puedan tener una entrada propia -nueva- en este excelente con el que me interesa seguir colaborando:
Vásquez Rocca, Adolfo. Artículo “El vértigo de la sobremodernidad: turismo etnográfico y ciudades del anonimato”, En REVISTA DE HUMANIDADES, Nº 22, 2007, pp. 211-223 – Tecnológico de Monterrey– ISSN 1405-4167, México. Disponible en:
Artículo, “Ilya Kabakov; Arte de la instalación, conceptualismo ruso y el Palacio de los proyectos”, En Escáner Cultural, Revista de Arte contemporáneo y nuevas tendencias, Nº 101 - enero - febrero 2008, http://revista.escaner.cl/node/598
ILYA KABAKOV; ARTE DE LA INSTALACIÓN, VIVIENDA COMUNITARIA Y PALACIO DE LOS PROYECTOS.
http://revista.escaner.cl/node/598
Las instalaciones de Kabakov son construcciones complejas, no exentas de sátira e ironía, en las que se atiborran objetos, imágenes y textos recreando entornos deprimentes de viviendas comunitarias, clínicas mentales, aulas escolares y oscuros lugares de trabajo.
En las fotografías se aprecia cada uno de los objetos clasificados (un pequeño cristal roto, una madera diminuta, un fragmento de una cáscara de huevo, envases de leche de magnesia, cuentas de luz, cartas, botones, telegramas etc.). Una feroz inmersión en los universos mentales sofocantes, como una pared que de tanto cobijarnos comienza a estrecharse y termina por aprisionarnos, como la manía de acumular ya sea por miedo al futuro o simple avaricia. Recordemos que el mundo consiste en una multitud de proyectos, realizados algunos, a medio realizar otros, y algunos sin realizar. La acumulación no funcional –que aparece sublimada bajo la forma del coleccionismo– parece responder al deseo utópico y maniaco de evitar la dispersión y la fuga de las posesiones sean estas personas u objetos inanimados. Deseamos que el mundo comparezca todo y simultaneo sin puntos de fuga, en la claustrofobia del orden regulado según las más tiranas ideas que pueden apoderarse de nosotros.
Así la proliferación de las “instalaciones” parece una prueba más de la tendencia terapéutica del arte de exorcizar nuestros demonios haciéndoles frente por medio de montajes, sobre todo de objetos reales, de proyectos de obra, resoluciones y otros actos psicomágicos que también podemos calificar de hondo y sustantivo efecto espiritual. Las creaciones de artistas como Kabakov apuntan en este sentido a dotar al arte de los influjos terapéuticos a los que visionariamente Beuys7 apuntara.
Entre sus últimas creaciones destaca la instalación “El hombre que voló al cosmos desde su departamento”, presentado en en el Centro Georges Pompidou, París (1989).
Kabakov recupera el vigor del accionismo -esa tradición de artistas que supo sacar al Arte de la Galería- y mediante efectivos cruces entre palabra, imágenes y textos lograron conmovernos.
Sobrevalorado o no, trascendente o no, el artista ucraniano Ilya Kabakov se ha convertido en uno de los representantes más visibles del arte de la instalación en las dos últimas décadas. Su más reciente creación “El Palacio de los proyectos”, como suele ocurrir con sus obras, no deja a nadie indiferente. Este trabajo recrea un imaginario lugar de madera, estructurado en diversas dependencias a las que el espectador accede como si se tratara de una tienda de muebles reciclados.
Cada estancia contiene elementos que varían de una a otra. Pero siempre puede encontrarse una silla y una mesa sobre la cual se halla un texto escrito (65 en total). Declaraciones mecanografiadas de seres anónimos de Moscú, Kiev y otras ciudades de la antigua Unión Soviética (hoy de países como Rusia o Ucrania).
Obreros, taxistas o ingenieros escriben, en pleno delirio existencial, sobre temas agrupados en tres grandes apartados: la mejora de la vida de otras personas, la estimulación de la creatividad y la perfección de uno mismo como individuo.
En las instalaciones de Ilya Kabakov siempre se observa la presencia de la memoria, a veces con retazos autobiográficos, como el antiguo espacio de una casa, que después fue ruina, y luego dio paso sólo a la huella de la ruina. Esta huella es la memoria y la historia de otros.
Muchas veces la presentación de sus instalaciones, vivencias del pasado detenidas y extraídas, dejan una sensación de desolación, tristeza y necesidad de evasión.
Pese a todo siempre existe un lugar para la esperanza y ese lugar siempre está conectado con el pasado. Cada tiempo, cada espacio, cada territorio tienen imágenes simbólicas, que representan un cierto anclaje a determinadas ciudades y casas.
El arte contemporáneo se nos presenta de dos formas: una de ellas es la que muestran los museos y exposiciones, en las que el visitante está formado y sabe lo que está viendo o lo que espera ver. La otra es la de mostrarse a sí mismo como proyectos públicos, directamente dirigidos al espectador en general. No se trata de “teatro sólo para dramaturgos” sino para un público diverso y variado en cuanto a la profundidad de su conocimiento del arte. De esta forma, las reacciones frente a la obra de Kabakov pueden ser de sorpresa o desconcierto, pero jamas de indiferencia. La precariedad de sus obras puede ofrecernos las formas de un lirismo superior y convertirse en una nueva épica de la resistencia, llegando a ser un duro emplazamiento ante un mundo obsceno, una dura forma de responder a la cuestión de para qué arte en tiempos de indigencia.
Adolfo Vásquez Rocca
Doctor en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Postgrado Universidad Complutense de Madrid, Departamento de Filosofía IV, . Áreas de Especialización: Antropología y Estética. Profesor de Postgrado del Instituto de Filosofía de la PUCV,, Profesor de Antropología y de Estética en el Departamento de Artes y Humanidades de la UNAB. Profesor asociado al Grupo Theoria, Proyecto europeo de Investigaciones de Postgrado. Director de la Revista Observaciones Filosóficas http://www.observacionesfilosoficas.net/., Editor Asociado de Psikeba —Revista de Psicoanálisis y Estudios Culturales, Buenos Aires— http://www.psikeba.com.ar/, miembro del Consejo Editorial de Escaner Cultural —Revista de arte contemporáneo y nuevas tendencias— http://www.escaner.cl/ y Director del Consejo Consultivo Internacional de Konvergencias, Revista de Filosofía y Culturas en Diálogo. | E-mail: adolfovrocca@gmail.com
Bibliografía
*
“Total Installation” Ilya Kabakov. Cantz Verlag VG Bild-kunst. Bonn. Germany 1995.
*
PRADA, Juan Martín, La crítica al discurso histórico tradicional, (1998) (Publicado originalmente como Capítulo VI del libro “La apropiación Posmoderna. Arte, práctica apropiacionista y teoría de la Posmodernidad”. Ed. Fundamentos. Madrid. 2001. )
*
VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, “Peter Sloterdijk; Esferas, helada cósmica y políticas de climatización”, En EIKASIA. Revista de Filosofía, OVIEDO, ESPAÑA. ISSN 1885-5679, año I - número 5- julio 2006, http://www.revistadefilosofia.com/SLOTERDIJK.pdf
*
“Space, Site, Intervention. Situating Installation Art”. Erika Suderburg, Editor. U. Minnesota Press. Minneapolis 2000
*
“Site Specific Art: Performance, Place and Documentation” Nick Kaye. Routledge 2000
*
“Theories and Documents of Contemporary Art” Kristine Stiles & Peter Selz editores. U. California Press 1996. (Capítulo 6: Installations, environments and sites).
VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, “La arquitectura de la memoria: Espacio e identidad” pp.163 – 176 Revista Cuadernos de Filosofía - Nº 22 - 2004 [Publicación anual]. Universidad de Concepción – Chile. ISSN 0716-9884 y En A Parte Rei Revista de la Sociedad de Estudios Filosóficos de Madrid Nº 37 – 2005 http://serbal.pntic.mec.es/%7Ecmunoz11/vasquez37.pdf
http://revista.escaner.cl/node/598
El malestar en la ciudad; imaginarios, cartografia de las emociones escindidas y crisis del proyecto urbano. Por Adolfo Vásquez Rocca
En Revista HETEROGÉNESIS [SWEDISH-SPANISH] _ Revista de arte contemporáneo. TIDSKRIFT FÖR SAMTIDSKONST,
http://www.heterogenesis.se/Ensayos/Vasquez/Vasquez4.htm
http://www.revistasculturales.com/revistas/87/debats/num/97-98/
EL MALESTAR EN LA CIUDAD; SOBREMODERNIDAD Y CRÍSIS DEL PROYECTO URBANO Por Adolfo Vásquez Rocca
Artículo Completo:
Adolfo Vásquez Rocca, "El vértigo de la sobremodernidad. Ciudades del anonimato; diáspora, cronotopías y cartografía de las emociones escindidas”,
En Revista HETEROGÉNESIS [SWEDISH-SPANISH] _ Revista de arte contemporáneo. TIDSKRIFT FÖR SAMTIDSKONST:
http://www.heterogenesis.se/Ensayos/Vasquez/Vasquez4.htm
* El presente Artículo fue originalmente publicado en versión impresa en las Revistas internacionales que se refieren:
"El vértigo de la Sobremodernidad; Turismo Etnográfico y Ciudades del Anonimato" Revista de Humanidades: TECNOLÓGICO DE MONTERREY, México, Nº 22 (2007, primavera): 230-245. Adolfo Vásquez Rocca
Ciudades del anonimato: diáspora, cronotopías y cartografía de las emociones escindidas, Debats, Valencia, España, ISSN 0212-0585, Nº 97-98, 2007, 50-59, Adolfo Vásquez Rocca